ES POSIBLE: PISTOLA CONTRA FUSIL

Por, Ernesto Pérez Vera

En el vídeo de hoy (ver más abajo) podemos ver cómo atacan sorpresivamente a un agente de policía. Nada nuevo. La agresión, que se llevó a cabo con un arma de fuego, se materializó desde no más de 3 metros de distancia. Algo de lo más habitual. ¿Verdad? Pero la nota diferenciadora es, aquí, el uso criminal que el hostil hace de un fusil de asalto del calibre 7,62x51mm (.308 Winchester). Esto, afortunadamente, no es tan frecuente. Decir, para los no expertos, que estamos hablando de un arma larga rayada que dispara cartuchos como los que usa nuestro querido fusil Cetme modelo C, el de madera, como a muchos de los que han hecho la mili les gusta llamarle.

¿Por qué pasó todo a esa distancia y sin que el agente tomase medidas especiales de protección? Muy sencillo. Primero, porque iba a comprobar lo que parecía una simple infracción de tráfico por mal estacionamiento. Segundo, porque no había motivos para sospechar nada extraño con respecto al conductor infractor. Y por último, la distancia: era la normal en cualquier intervención policial que requiere identificar a personas no agresivas. El agente no se encontraba frente a una amenaza conocida. Todo pintaba normal, como casi siempre. Desde mi punto de vista, todo entraba dentro los parámetros de la normalidad. Ni siquiera el barrio en el que todo sucedió se encontraba en un área conflictiva.


Los hechos ocurrieron en Maquoketa, Iowa (Estados Unidos), y el superviviente pertenecía a la Policía Local de dicha localidad. Ver vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=tY2HyYr6GFU

No obstante, todo lo anterior, el agente supo y pudo reaccionar a tiempo cuando vio asomar el rifle por la puerta del coche, siendo él quién iniciara el fuego, como así admitiría posteriormente. O sea, no esperó a verse regado con plomo. Disparó un total de 7 veces con su pistola del calibre .40 SW. El otro, el malo, consiguió disparar el fusil en 19 ocasiones.


Resultado final: el funcionario resultó herido en un antebrazo, y el criminal, aunque huyó, fue encontrado sin vida dentro de su vehículo. En el cuerpo del delincuente fue señalada una herida por arma de fuego, pero esta no fue infligida por el policía: se suicidó con una escopeta de caza que también transportaba en el coche, a la vez que una pistola y abundante munición. Por cierto, todas las armas habían sido legalmente adquiridas por el finado, aunque hay que significar que carecía de licencia para portarlas ocultas bajo el ropaje. Esto significa que podía portar su arma corta, siempre que la hiciera visible cuando se encontrara en vías, lugares u otros espacios públicos.

Moraleja: se puede y se debe hacer frente al contrario aunque éste esté dotado de armas con mayor potencia de fuego. He oído decir a demasiada gente, a iletrados instructores casi siempre, y también a sus engañados alumnos, que ante un atracador que dispara con un fusil de asalto o con una escopeta, nada podemos hacer quienes únicamente empuñamos un arma corta. Es falso, porque si bien es cierto que existe una ventaja a favor del malo, esto no implica que el bueno carezca de opciones defensivas, e incluso ofensivas.

La cosa se pone más tonta todavía cuando quien divulga estas manidas leyendas urbanas coloca en las manos del servidor público un revólver, o sea, un arma corta de escasa capacidad de carga. Pero vamos a ver una cosa, y tomémosla como ejemplo, en el caso iowano es cierto que el patrullero no logró abatir a su antagonista, pese a que vació medio cargador contra él, pero al menos lo puso en fuga. No solo eso sino que el otro no pudo permanecer impávido mientras el policía le replicaba, lo que sin duda abogó en beneficio del agente, para que el hostil errara sus disparos.

Más. El funcionario no permaneció estático allí en medio: se movió. ¿Lo hizo por instinto o porque estaba adiestrado de ese modo? No sé lo segundo, pero garantizo que se impuso lo primero. ¿Hacia dónde se desplazó? Eso sí se sabe con certeza, porque el agente lo manifestó tras finalizar el intercambio de disparos: “Me oculté en la parte trasera del coche patrulla”. Ganó distancia y se parapetó, algo lógico que se hace incluso cuando no se ha recibido instrucción al respecto, pero que resulta mucho más eficaz si se entrena e interioriza mentalmente. Pero atención, y ahora hablo de aquí, en España también tenemos casos similares, aunque la mayoría de la ciudadanía los desconozca. Lo ven, no solo de tiroteos en las puertas de las joyerías o bancos vive la crónica negra y policial. Donde menos se lo espera uno, salta la liebre.

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