Interrupciones y trabas en la pistola: no siempre son encasquillamientos
Por Ernesto Pérez Vera
Una interrupción o traba del arma
de fuego durante un enfrentamiento armado es, seguramente, la pesadilla de más de
un profesional de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Incluso
para quienes están altamente cualificados será siempre un motivo extra de
tensión emocional. Durante el entrenamiento en la galería, un tirador podría
permitirse una resolución más o menos hábil y rápida de la traba, pero en el
curso de un conflicto real la resolución debería efectuarse, sí o sí, de modo
súbito y con total eficacia y garantía de seguridad, lo que casi nunca
resultara fácil.
Son varias las modalidades de
interrupción que una pistola puede sufrir durante una sesión de tiro, como
también pueden ser varios los motivos que las originan, tanto en un
entrenamiento como en un tiroteo real. Existen, por tanto, diversas formas de
solventar las trabas para devolver el arma a la situación de fuego.
Las trabas se pueden estudiar
según el origen de las mismas. Principalmente se deben a fallos mecánicos del
arma, a fallos de alimentación y a fallos de la munición; si bien algunos de
estos problemas pueden ser causados directamente por la acción involuntaria del
propio tirador. Cuando la interrupción se produce a causa de una avería
mecánica, es muy difícil alcanzar una rápida resolución, incluso cuando se
produzca durante una práctica. No obstante, con un buen adiestramiento guiado,
cualquier traba podrá ser solucionada con cierta diligencia, aunque no tanto la
tara o rotura mecánica.
Las averías no se producen con
frecuencia durante las balaceras, expresión sudamericana usada como
sinónimo de tiroteo. Pero cuando ocurren suelen deberse a problemas en el
sistema de percusión, en el de extracción o en el de expulsión. La subsanación
de una de estas averías es muy complicada de llevar a cabo de modo inmediato.
Suele precisarse la intervención de un mecánico armero, o de un manitas. Las
interrupciones casi siempre están provocadas por la munición: por una mala
alimentación del arma (a veces, como ya se dijo antes, propiciada por el
tirador) o por una mala expulsión de la vaina, causada, generalmente, por
problemas en el cartucho. En este mismo texto veremos, por separado, las
deformaciones o alteraciones que se producen en la cartuchería cuando los
usuarios ejecutan malas praxis.
Acerrojamiento
incompleto
La interrupción más sencilla de
solucionar es la que llamaremos acerrojamiento incompleto. Este mal
acerrojamiento, u obturación incompleta, se produce casi siempre que el tirador
acompaña la corredera (carro en algunos países) en su recorrido de avance al tiempo de alimentar la recámara. Los instructores, en evitación de esto,
suelen hacer hincapié en que la corredera se debe dejar avanzar con toda la
fuerza proporcionada por el muelle recuperador. En este caso, el mecanismo que interviene es el interruptor o
desconector de disparo. Al hallarse parcialmente abierta la corredera (mal
obturada), este mecanismo impide que pueda producirse el disparo. Un débil empuñamiento durante el tiro,
también favorece este mal. El
consumo de munición en mal estado o con poca fuerza (escasa de carga de
proyección), puede, igualmente, dar origen a este tipo de interrupciones.
Cuando el cartucho disparado carece de potencia, éste, mediante la vaina, no
empuja hacia atrás la corredera con energía bastante para que esta alcance su
posición más retrasada. Es por lo que no regresará a la posición de cierre
desde la más atrasada. La corredera, sin este completo recorrido, no se cierra
y, por tanto, no obtura sus mecanismos.
Cuando esta traba se produce, la
recámara queda entreabierta dejando ver levemente, por la ventana de expulsión,
la parte trasera del cartucho allí alojado. Por tanto, la recámara queda
incompletamente alimentada. Para dejar el arma presta en condiciones óptimas de
disparo, basta con dar un seco y brusco golpe sobre la parte trasera de la
corredera. Si el arma cuenta con martillo externo, puede resultar más
beneficioso golpear la zona más alta del carro (cerca del alza). Así se
consigue que la corredera avance unos milímetros y complete el cierre y sellado
de la recámara. En cualquier caso, este
golpe ha de aplicarse con la palma de la mano de apoyo, también llamada débil,
en dirección “alza a punto de mira”.
Huelga decir que para ejecutar
esta operación, como para realizar cualquiera de las otras que aquí vamos a
conocer y analizar, lo primero que hay
que hacer es extraer el dedo del interior del arco guardamonte. O sea, que nada
debe estar en contacto con el disparador. Esto no solamente debe aplicarse en estos casos sino a todas
aquellas manipulaciones en las que no exista intención súper inmediata de
disparar.
Si tras efectuar dos intentos
(dos golpes secos con la mano) el arma no se obtura, se recomienda lo
siguiente: extraer el cargador, tirar de la corredera para sacar el cartucho o
la vaina que quedó mal alojada en la recámara (tirar dos o tres veces para
garantizar la operación), volver a introducir otro cargador, o el mismo que se
extrajo si es que aún contiene munición, y montar la pistola. ¡Voila! Ya
estaríamos en disposición de abrir fuego.
Fallo de
disparo
Durante determinados
entrenamientos se produce, por aquello de las prisas y los nervios, una mala introducción del cargador en su
alojamiento. De presentarse tal contingencia, la corredera no podría
arrastrar el primer cartucho del cargador hasta el interior de la recámara al
avanzar para alcanzar la obturación. Por ello, tras cerrarse la corredera y
presionarse el disparador, no se lograría disparar. La recámara se hallaría
vacía porque ningún cartucho pudo ser depositado en ella. ¡Ah! No hay estrés
superior al de una situación real en la que peligra vida, por muy progresista
que sea el diseño del programa formativo.
Otra incidencia muy similar a la
anterior es aquella en la que estando correctamente introducido el cargador en
el brocal, este se libera mediante la presión accidental de su retén. Ante tal
contrariedad, el cargador se descolgaría unos milímetros por la zona de carga.
Cuando esto ocurre, no siempre es detectado con celeridad. La situación es,
desde ese instante, idéntica a la que vimos anteriormente. En el primer caso el
cargador no estaba bien insertado y en el segundo, aun estándolo, quedó
involuntariamente descolgado.
La incompleta introducción del
cargador a veces es detectable a simple golpe de vista, pues puede quedar
excesivamente asomado por la empuñadura del arma. En ocasiones solamente se desprende
hacia abajo unos milímetros (es lo más frecuente), los cueles son más que
suficientes para apadrinar el fiasco. Esta modalidad de fallo de disparo lo es
por mala alimentación. Más bien por nula alimentación. Es de muy fácil
solución: solo hay que golpear el
cargador con energía hacia el interior del arma, tras lo cual nada más que
restaría volver a montar la pistola. Si el arma contase con seguro de cargador, mecanismo nada recomendable en las
armas destinadas a tareas de seguridad y defensa, el cartucho alojado en la
recámara no podría ser disparado debido a la incompleta introducción del propio
depósito de munición.
Otra modalidad podría ser aquella
en la que se presiona el disparador y aun ocupando un cartucho la recámara y el
cargador su alojamiento natural, no se produce la detonación. En estos casos el
problema puede provenir de defectos en la cartuchería o de una avería en el
sistema mecánico de percusión. Si
estamos ante la opción mencionada en segundo lugar, la resolución sería muy
complicada de llevarla a término in situ, pues casi siempre se requerirá de las
manos de un armero, amén de precisarse, normalmente, de piezas nuevas de
recambio. Si por el contrario
nos encontramos con un problema del cartucho, salvar la traba sería cosa sencilla:
bastaría con tirar hacia atrás de la corredera y dejarla avanzar por sí sola.
De este modo se consigue extraer la munición defectuosa que ocupaba la
recámara, mientras que a la par se vuelve a alimentar con el cartucho que
ocupaba el primer lugar en el cargador.
Fallo de
expulsión
Este fallo aparece casi siempre
por el mal estado de la carga de proyección del cartucho o por insuficiencia en
la propia carga propelente. Cuando tal caso hace acto de aparición, la vaina
suele quedarse en el interior de la recámara, incluso cuando el proyectil haya
sido expulsado por la boca de fuego. Cabe la posibilidad de que la munición se
encuentre en perfecto estado, pero que el mecanismo de expulsión y/o extracción
del arma estén averiados o hayan fallado.
También puede darse el caso de
que la recámara esté ocupada por un cartucho entero y percutido, el cual, por un defecto en la
cápsula de ignición (o de la pólvora), no ha desembocado en el deseado disparo.
Esta traba fue analizada, párrafos atrás, en los supuestos de fallos de
percusión, pero vuelvo a incluirla en este punto por compartir el mismo método
procedimental de resolución. Puede ocurrir hasta que la vaina se quede
atrapada, ya tras el disparo, entre la corredera y la parte anterior del cañón,
o pillada en la propia ventana de expulsión sin permitir el cierre de la
pistola. En este supuesto se puede
comprobar muy rápidamente con un vistazo que el arma está interrumpida por el
casquillo incompletamente expulsado: efecto
chimenea. Suele dar mucho cante.
Solventar una de estas
interrupciones es una tarea rápida y de fácil solución. Una vez detectado el
problema, solamente hay que girar el arma hacia el lado de la ventana de
expulsión para facilitar posteriormente la caída de la vaina hasta el suelo
(por cosa de la gravedad). A la vez que se practica el giro antedicho, hay que
tirar hacia atrás de la corredera. La vaina, con la práctica de este último
procedimiento, queda desprendida y cae al piso. Tras ello, al avanzar
nuevamente el carro hacia delante, se introduce un nuevo cartucho en la
recámara (siempre que todavía quede al menos uno en el depósito). Ni que decir
tiene que esta maniobra, como cualquier otra, hay que efectuarla dirigiendo la
boca de fuego hacia una zona de no riesgo. En caso de tener que solucionar la
traba en el transcurso de un enfrentamiento, el cañón debería quedar dirigido
hacia el agresor. Si se produjera una descarga involuntaria, un tiro escapado
que decimos en el argot, la bala volaría en dirección al enemigo, con lo que,
con suerte, se reduciría el riesgo de lesionar a inocentes.
Los agarres débiles, suaves o
flojos, a nivel de la empuñadura, también provocan muchísimos contratiempos de
alimentación. Frente a tal hipótesis, después disparar con la mano-muñeca
floja, la vaina del cartucho disparado podría quedar en modo chimenea o
similar, interrumpiendo el avance de la corredera. Por consiguiente, la nueva
alimentación no podría culminarse.
Doble Alimentación
Este supuesto es, con total seguridad, el que presenta la mayor
complejidad técnica a la hora de alcanzar su resolución. La doble
alimentación se produce cuando un cartucho queda alojado en la recámara durante
la secuencia de tiro mientras otro, a la par, trata de acceder a la misma (a la
recámara), sin que ello pueda ser posible por hallarse ya ocupada. Esto provoca
la inutilización momentánea de la pistola. Un caos temporal, que puede resultar
tan definitivo como funesto.
También podría producirse el
disparo y que la vaina, durante el retroceso (buscando la expulsión), se desenganchara
de la uña extractora quedando nuevamente alojada en la recámara. Esto supondría un grave inconveniente,
porque mientras esto estuviese sucediendo otro cartucho estaría intentado
ocupar también la recámara. Otras veces es el tirador quien, por no tirar
completamente de la corredera hacia atrás al extraer el cartucho, deja la bala
alojada mientras que en el avance incompleto del carro otra (bala) está
tratando de llegar al mismo sitio, o sea, a la recámara.
Es frecuente ver que cuando se
detecta una interrupción de acerrojamiento incompleto, principalmente por
acompañamiento del carro, el tirador trata de solventarla tirando de la
corredera en vez de golpearla hacia delante. Esto puede dar pie a una doble
alimentación.
La maniobra que devuelve el arma
a situación de tiro es la más laboriosa de cuantas se han analizado en estos
párrafos, máxime si hay que ejecutarla bajo fuego hostil. Una vez detectada la
traba: con la mano de apoyo tenemos que extraer el cargador (con energía, de un
tirón porque no caerá por su propio peso). Tras ello hay que tirar
enérgicamente de la corredera (dos veces, para garantizar la extracción del
cuerpo alojado en la boca de carga). A la par que se hace lo anteriormente
descrito, hay que girar el arma lateralmente hacia el lado de la ventana de
expulsión. Incluso se podría tener que volcar la pistola, por la ventana, en
dirección al suelo (esto dependerá del tamaño del hueco expulsor).
Finalizado el procedimiento, el
cartucho o la vaina que ocupaba la recámara debería haber caído ya al suelo,
pudiendo insertarse nuevamente el cargador. Únicamente restaría montar otra vez
la pistola para que el primer cartucho que asoma por los labios del cargador se
introduzca en la boca de carga, por acción del arrastre de la corredera en su
recorrido hacia delante, camino de la obturación.
Con el adiestramiento adecuado se
puede practicar un truco que ayuda, a veces mucho, a garantizar el fuego. Se
trata de rozar o golpear el cargador contra el muslo, por la zona de los labios
una vez es arrancando del brocal. Con ello se consigue que el díscolo cartucho
que ocupa el primer lugar caiga al suelo. Esta bala suele sobresalir
excesivamente por los labios del cargador, lo que podría originar una nueva
interrupción mecánica. Con el truco de marras se elimina este riesgo.
Si el cargador extraído posee ya
pocos cartuchos, recomiendo dejarlo caer al suelo e introducir otro con más
munición. Este abandono solo es recomendable en caso de hallarse el tirador ante
una recarga de emergencia. Una vez resuelta la interrupción, casi siempre
precisaremos de suficiente potencia de fuego para afrontar una posible nueva
defensa. Así las cosas, mejor no tener que efectuar un cambio de cargador tras
la incómoda y estresante maniobra resolutoria de la doble alimentación.
Algunos enseñadores instan a
desechar el cargador extraído, proponiendo usar siempre uno nuevo. La verdad es que esta recomendación se
traduce en una más rápida solución, pero solamente es válida para quienes
portan suficientes cargadores, los cuales, por cierto, deben ser llevados o
colocados en el lugar adecuado del cinturón, cosa muy pero que muy poco
habitual. Si el depósito que se pretende reponer está a trasmano y
desperdigado sin sentido por el contorno del cinto, la maniobra no se podría
ejecutar con la celeridad deseada y necesaria. Los cargadores de repuesto deben estar, como todo el equipo,
estratégicamente localizados en la cintura o en el chaleco táctico. No, no
y no, todo no vale en cualquier sitio. Por cierto, si se presta servicio en
unidades de calle, sean o no de seguridad ciudadana, recomiendo ir provisto de
dos cargadores de refuerzo, y si se trabaja en otros destinos, también. Nunca
se sabe lo que puede pasar. Pero eso sí, tampoco hay que caer en la paranoia de
llevar consigo cientos de cartuchos.
Todas estas manipulaciones pueden
realizarse con bastante rapidez, pero requieren de bastante ejercitación guiada
por instructores avezados. En una situación real de confrontación armada todo resulta
muchísimo más dificultoso que en la galería. Lo que en el campo de tiro parece
fácil y cómodo, en el momento crucial del a vida o muerte puede convertirse en
una tarea imposible de llevar a efecto. El cineasta anglonorteamericano Alfred Hitchcock, dijo:
«El miedo no está en el disparo sino en la tensión de los momentos previos»
El Tap-Rack-Bang (TRB)
De nombre onomatopéyico, esta
técnica ofrece la posibilidad de devolver el arma a la situación de fuego, con
garantía y seguridad. Permite solventar, rápida y eficazmente, casi todas las
modalidades de interrupciones estudiadas en los párrafos precedentes. Las dos
únicas trabas que no pueden ser resueltas mediante el TRB son la de la doble
alimentación y la del acerrojamiento incompleto.
Es cierto que para cada tipo de
interrupción existe una manera directa de subsanación, pero ello requiere que
el tirador advierta, con suficiente clarividencia, ante cuál de las modalidades
de traba se encuentra. Para discernir esto con infalible claridad habría que consumir
cierto tiempo en observar el arma, pensar y decidir cuál de las técnicas
conocidas se va a emplear… y luego ejecutarla. Durante una jornada de
entrenamiento puede invertirse todo este lapso, sin embargo es un lujo del que
no siempre se disfrutará en el trascurso de una acción real. Además ¿acaso en
el curso de un enfrentamiento armado se conserva capacidad cognitiva bastante
como para poder distinguir eficazmente, sin meter la pata? ¿Se mantiene intacta
toda la habilidad digital para materializar velozmente tantas manipulaciones?
No, rotundamente no. Ante tales eventos
vitales, hay que simplificar. No conviene olvidar la ley de Hick sobre operaciones
sencillas (Hick y Hyman, 1951): el tiempo de respuesta es mayor cuando
existen más estímulos donde elegir. Pues
eso.
El nombre de la técnica TRB nace del sonido que provocan las
siguientes maniobras:
- Golpe a la base del cargador:
Tap
- Tirar de la corredera hacia
atrás para expulsar una vaina o un cartucho alojado en la recámara, o incluso
un casquillo atrapado en la ventana de expulsión, y liberar el carro para alimentar nuevamente la recámara con otro
cartucho: Rack
- Finalmente, el sonido del disparo que la traba
impedía: Bang
La filosofía de esta técnica
consiste en que en el instante en el que se accioné el disparador y no se
produzca la detonación, el tirador haga uso de la TRB sin demora de tiempo,
aun cuando no sepa la causa concreta de la interrupción, descartada previamente
la doble alimentación y el acerrojamiento incompleto. En definitiva:
1º.- Golpear el cargador hacia dentro, por si se trata de una mala
alimentación por alojamiento incompleto del cargador.
2º.- Arrastrar la corredera y posteriormente liberarla por si hubiera
una vaina o un cartucho alojado en recámara (extraería el cuerpo allí
instalado). Sirve también cuando un casquillo asoma por la ventana de expulsión
a modo de chimenea. El arma, tras esto, quedaría nuevamente cargada. Puede que
la pistola esté incluso sin alimentar por error u olvido, pero tras las
manipulaciones descritas quedaría presta para el fuego.
3º.- Finalmente, siempre que no se esté ante una doble alimentación
o un acerrojamiento incompleto, y si aún existen cartuchos en el cargador, ya se
podría producir el bang, que es el resultado
pretendido: el disparo.
Todos los supuestos expresados
son fácilmente reproducibles durante las clases de adiestramiento. Se pueden simular
encasquillamientos en las sesiones de tiro en seco y en las de fuego real. Para
ello se deben emplear cartuchos dummys o aliviapercutores, los
cuales, debidamente mezclados en el cargador con cartuchos reales, provocarán
trabas en la secuencia de tiro. Igualmente producirán interrupciones los
cartuchos débilmente recargados, pero estos también podrían propiciar
accidentes: proyectiles encajados en el interior del tubo-cañón.
Circunstancia poco estudiada
Durante las prácticas periódicas
de tiro de los policías no son pocas las ocasiones en las que se detectan
problemas de alimentación en las pistolas, estando motivadas, en este caso, por
defectos físicos de la munición. Los cartuchos que suelen producir estos fallos
son, casi siempre, el primero o el segundo de los situados en la parrilla de
salida del cargador normalmente empleado para la prestación del servicio.
Quienes trabajan con cartucho en
la recámara, cosa aconsejable si se está bien adiestrado y debidamente
concienciado y mentalizado, suelen acomodar ahí, a diario, uno de los portados
en el cargador. Casi siempre se hace montando el arma de modo natural: dejando
avanzar la corredera. A la larga, tras muchas repeticiones, si estas balas no
son permutadas por otras nuevas, la maniobra termina provocando alteraciones
físicas en los cartuchos que día tras día están siendo sometidos a tanta fatiga
gratuita.
Dos son las posibles modificaciones que los cartuchos pueden sufrir por
esta causa: la elongación y el acortamiento. La primera modalidad aumenta
la longitud total del cartucho. La otra forma es totalmente contraria: acorta
la longitud total del cartucho, por la inserción forzada del proyectil hacia el
interior de la vaina. Por culpa de ambas malformaciones pueden padecerse muy
serias y peligrosas interrupciones durante la secuencia de tiro.
De repetirse diariamente la
maniobra de alimentación de la pistola y su posterior vaciado para nuevamente
proceder a la carga, dependiendo de qué tipo de rampa de alimentación posea la
pistola, se producirá con el paso del tiempo una u otra deformación en la
cartuchería. Esto ocurrirá si frecuente y prolongadamente en el tiempo se
realizan tales operaciones. Estas maniobras suelen ejecutarse durante las
prácticas de tiro o ante la necesidad diaria de alimentar y vaciar el arma
cuando se inicia y finaliza el turno de trabajo.
El mero hecho de que los
cartuchos permanezcan un excesivo espacio de tiempo en los cargadores y en la
recámara, y a la vez en sus fundas, ya es motivo de desgaste. La inercia a la que está sometido el
cartucho ubicado en la recámara puede favorecer, hojas de calendario de por
medio, el alargamiento por deslizamiento del proyectil (efecto de la gravedad).
Carreras, saltos, caídas, movimientos bruscos, etc., también ayudarán a ello.
La continua exposición al sol, al frío, a la humedad, a la lluvia y, en
general, a las inclemencias del tiempo, afectará negativamente al mantenimiento
general de la munición. Las armas y los cargadores de los profesionales de la
policía, de la milicia y del sector privado de la seguridad, están expuestos
durante años a todas estas coyunturas.
El acortamiento de la longitud
del cartucho se produce por el continuo choque del proyectil contra la rampa de
alimentación de la recámara. Esto es más frecuente en según qué tipo de armas. Tampoco hay que despreocupar la limpieza y
el mantenimiento del armamento y la buena conservación y calidad de la propia
cartuchería.
Para evitar estas alteraciones
métricas existen varios remedios básicos y generales:
a) Cambiar con cierta frecuencia la munición de los cargadores, sea
o no sea utilizada en maniobras de manipuleo.
b) Para practicar la alimentación del arma o la resolución de
interrupciones, siempre deben emplearse cartuchos inertes o aliviapercutores.
De este modo se anula la posibilidad de una descarga involuntaria y se evita
fatiga innecesaria a los cartuchos cargados.
Para acabar, no quiero sustraerme
al impulso de recordar que el cuerpo humano experimenta una serie de cambios
biológicos, neurológicos, psicológicos y fisiológicos autónomos que afectan
positiva y negativamente al comportamiento del organismo, cuando se perciben
acciones hostiles graves. Algunos de los aspectos más negativos son la pérdida
de capacidad cognitiva y de habilidad motora digital. Meditar sobre qué tipo de
manipulación hay que realizar, para luego llevarla a término, será algo muy
complicado en tales condiciones de natural descontrol emocional.■
Magnifico artículo con no menos interesantes fotografías...
ResponderEliminarMe permito hacer unas pequeñas aportaciones:
-Incluiría como motivo de las interrupciones la suciedad en todas sus modalidades.
-Además de las técnicas de resolución de trabas que Ernesto presenta, habría que considerar la posibilidad de que tras sucesivos TRBs el arma siga sin funcionar correctamente. Antes esto, la solución es lo que se denomina "recarga New York", esto es: tirarle el arma inservible a la cara al malo y desenfundar la de back up (si tenemos la suerte de llevarla). En mi opinión, el back up es fundamental (véase asesinato de Guardias Civiles en Francia), si no puede ser una pistola, una navaja táctica puede servir.
-Los revólveres también pueden sufrir interrupciones, peor aún, porque son mucho más difíciles de solucionar (precisamente por esto los agentes del NYPD inventaron la recarga que describi en el párrafo anterior). Por citar alguna, encontramos daños en el arma por mal uso: algunos tiradores hacen lo que se denomina "recarga Humphrey Bogart", introducir los cartuchos en el tambor y cerrarlo por inercia, haciendo un movimiento violento con la muñeca que lo empuña. Esto doblará la varilla del extractor, impidiendo el giro del mismo.
En los revólveres ultraligeros, se ha observado que las puntas de los cartuchos se "salen" de la vaina al transmitirse más el retroceso que en los revólveres tradicionales, hasta el punto de impedir el giro del cilindro.
Ante una interrupción con un revólver, prácticamente solo nos queda desecharlo y desenfundar el back up.
Perico
Magníficos apuntes Perico, gracias.
ResponderEliminarAl respecto de los revólveres, en mi artículo: Revólver VS Pistola, la eterna polémica, ya apunto eso de que la interrupción, en el revólver, suele ser muy “dura” en su resolución inmediata; pero solo lo apunto, no entro a describir las posibilidades.
Ernesto.
Un articulo cojonudo que ha resuelto muchas de mis dudas.
ResponderEliminarQueria comentar que con algunas pistolas como la Beretta, hay que tener la precaucion de no activar el seguro cuando arrastramos la corredera por primera vez en la secuencia de tiro, ya que esto se traduciria a una muerte segura en un enfrentamiento armado. Esto suele pasar a menudo en los ejercicios de tiro, y es una de las razones por la que no estamos muy satisfechos con esta arma, aunque segun creo, es bastante fiable (es el arma de cinto mas comun en el ejercito de los EEUU).
Por cierto, esto de la "recarga New York" es un puntazo ¿no?.
Un saludo Ernesto.
Enhorabuena por el artículo, que abarca todo el abanico de posibles interrupciones; y enhorabuena también por el de "salvar el mundo", que razón tienes. Un saludo.
ResponderEliminarHola Pablo: gracias.
ResponderEliminarEl tal Don Gonzalo, que firma la columna de "salvadores del mundo", parece que ha acertado con sus palabras.
Ernesto.
Hola Mario. Gracias por estar ahí. Me alegra haberte ayudado a disipar dudas.
ResponderEliminarLo que cuentas de la Beretta 92, de dotación en la GC, es verdad. Muchos se quejan de esa activación accidental del seguro manual. Hay formas de evitarla, y la primera es la de llevar alimentada la recámara. De todos modos, el tema se toca en otros artículos firmados por mi, y el tema merece un debate aparte.
Lo del cambio de cargador a la neoyorkina es puro instinto de sobrevivir, me alegro que lo entiendas y que te guste.
Ernesto Veritas Vincit
Un articulo muy completo si señor, enhorabuera compañero.
ResponderEliminarGracias FMAM, espero sigas leyendo aquí y poniendo en práctica lo leído, solo así se comprueba si se dice verdad o se vende humo, cosa que tanto está de moda.
ResponderEliminarPor cierto, ¿tienes nombre de turrón...?
Buenas a todos, pese a que leí el artículo en su día en la página de armas.es, de la cual también me reconozco un aférrimo seguidor, pero con otro nick ;), he tenido el placer de volver a leerla, y como no, su lectura y la lectura de los comentarios como Perico son harto interesantes y prácticos para nuestra supervivencia en un Estado al que hemos decidido servir y proteger, y que no sólo nos lo pone muy, pero que muy complicado en el mundo de las armas, si no que encima pretende que seamos condescendientes para con el delincuente.
ResponderEliminarBueno, me ceñiré al artículo. Como el resto, deseo expresar mi agradecimiento a Ernesto y a todos los que me enseñaron a solucionar las interrupciones y expongo mi propia experiencia.
La más reciente que recuerdo, es que realizando el desenfunde, hice el empuñamiento “algo alto” con respecto al recibidor (poseo G17 con Safariland) y al realizar el primer disparo, se produjo un acerrojamiento incompleto puesto que al querer desplazarse la corredera hacia delante, rozó con el empeine de mi mano y la frenó. Pese a querer solucionarlo como se debería, al segundo golpetazo que le metí y no hacía nada, miré por la ventana expulsora y vi que el cartucho que quería “subir” se había quedado trabado, oblicuo a la rampa de admisión y encajado, de forma que tuve que solucionarlo como si de una doble alimentación se tratara. Cosas de la vida.
En cuanto a la doble alimentación, yo tengo mi "librillo", como cada "maestrillo". Si explicas de forma magistral que el cartucho que se encontraba a la salida del cargador, podría estar, y de hecho lo está, casi fuera de su lugar y te vales de un golpe para devolverlo a su posición original y así evitar otra interrupción, te puedo decir que, pese a que esté casi fuera, si cuando tiramos del cargador trabado tras esa interrupción para liberar la corredera, y cuando esta vuelva hacia delante, dejas de tirar del cargador, es decir, no lo sacas del todo del alojamiento del recibidor ni lo tiras al suelo, puesto que no va a caer al pulsar la retenida del cargador, y cuando notes que la corredera golpea tras recuperarse el muelle, vuelves a introducirlo inmediatamente dentro con un golpe seco, como si cambiaras de cargador, tiras de la corredera y ¡Tachán! interrupción solucionada en algunas décimas menos, que no es poco.
Bueno, me despido hasta más pronto ;)
“Ante ferit quam flamma micet”
Hiere antes de que se vea la llama.
Hola Josma: te agradezco mucho tu interés por este espacio, su contenido, por mi persona y por mis colaboradores.
ResponderEliminarDebo decir, que sí, que es cierto lo que dices. Se pueden solventar las trabas, casi cualquiera de ellas, de otros modos o formas distintas a las que propongo. Yo, he tratado de dar soluciones seguras, y creo que mis propuestas, sin ser las únicas alternativas, son, para mí,las que mejor aseguran la resolución de la interrupción.
Hace unos días, en el campo de tiro, se produjo un acerrojamiento incompleto en el arma de un compañero, y éste, sin instrucción previa en este asunto, la quiso solventar tirando de la corredera, de hecho, así lo hizo. No se produjo doble alimentación, que era lo que yo esperaba. Sin embargo, con otro compañero, el mismo día, pasó igual: su arma se acerrojó incompletamente. El compañero, sin previa instrucción pero si advertido de que no siempre era eficaz el método empleado antes por el otro compañero, repitió la misma maniobra, y ¡voila! esta vez, se produjo una DOBLE ALIMENTACIÓN. Como ves, a una misma interrupción y empleando el mismo método de resolución, en un caso fue eficaz y en otro NO. Por ello, prefiero ir a lo seguro y no arriesgar a aumentar tiempos de resolución. Esto, además, aumenta la pérdida de nervios, ya, de por sí muy "tocados" si te pasan esas cosas.
Con la Doble Alimentación, el método que propones es válido, pero ¿lo será siempre? creo que NO. He probado lo que dices y unas veces sale OK y otras NO, por tanto, las veces que NO sale bien...se ralentiza más la resolución. En el campo de tiro, quizás, digo solo quizás, me arriesgaría a lo que dices, pero no creo que actuara así en un caso real. Es más, y siendo muy sincero, no creo que un caso real, y ante una acción puramente reactiva, me dira tiempo a usar ningún método, puede que ni me acuerde de quien soy, jajajajaj. He pasado por algo similar en un caso real.
Estoy contigo Ernesto, pero el Jueves haré como unas 10, 20 o 30 prácticas de lo expresado en cuanto a la "Double Feet" y ya te comentaré algo.
ResponderEliminarDe todas formas estoy contigo en lo de la situación real, pues haciendo memoria, en un curso de "Alto Nivel" y voltaje ;) creo recordar... no, no, lo recuerdo perfectamente, que tire del cargador con todas mis fuerzas y lo lance como 20 metros a mi izquierda para poner otro nuevo (llevo doble cargador Safari al cinto) sin pensármelo dos veces, ni siquiera vi de que interrupción se trataba, pero hice "click" en una serie y tras el TRB el Instructor me dijo que me había pasado y no supe contestarle, pero no me quede viendo las moscas pasar ;)
"Ante ferit quam flamma micet"
Hiere antes de que se vea la llama
Yo, como todos, preparo las interrupciones en la galería y paso a explicarlas. De todos modos, en la galería y durante el fuego real, si el tirador que sufre una interrupción no es muy experto, y no la solventa súbitamente, mando alto el fuego. Una vez detenido el fuego, "en caliente" estudiamos la interrupción en cuestión. A veces, esas reales y verdaderas trabas -no preparadas- se solventan del modo que te comenté antes: unas del modo enseñado y manifestado en el artículo, y otras, idénticas, de otro modo que, en teoría, no debería ser eficaz.
ResponderEliminarLas trabas preparadas, casi siempre, son idénticas a las reales, pero la verdad, algunas veces, en fuego real, algunas modalidades de trabas se prestan a otro tipo de "mecánica resolutiva".
Buenas a todos. Como ya os dije, el jueves hice las prácticas de la interrupción de doble alimentación, y el resultado ha sido el siguiente:
ResponderEliminarLo primero que he de decir, es que le doy, de nuevo, la razón a Ernesto, en que una traba en un práctica, dentro de la galería, en un entorno controlado, para nada es igual que en una situación real.
Y lo segundo, es que entrenamos de un modo “erróneo” dicha traba, si una vez que se nos da o la creamos, no buscamos parapeto o abrigo en algo del entorno que nos rodea, imaginándonos que es un coche, una esquina o un portal de una vivienda.
Pues bien, siendo sincero y honesto, yo lo he hecho “mal” y en parado, pero sólo por el hecho de comprobar si mi “método” es más rápido que sacar el cargador entero y darle un golpecito para que el primer cartucho vuelva a su sitio; y sí, de 25 trabas creadas “artificialmente” el 100% de los casos funcionó y se solucionó dicha interrupción, sacando la mitad o un tercio del cargador, para volver a introducirlo rápidamente y proceder con el TRB.
Insisto, es una forma, y además sin peligro ni estrés ninguno, por lo que no se cómo actuaría en una situación real, pero estoy al 90% seguro de que dejaría caer el cargador para insertar uno nuevo.
Un saludo.
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"Ante ferit quam flamma micet"
Hiere antes de que se vea la llama
Hola Josma, agradezco que hayas compartido, en este blog, tu "experimento". Tus comentarios son muy acertados, me refiero a lo de buscar parapeto y a al estrés extra, y extremo, que se vive en situación real de confrontación.
ResponderEliminarErnesto.
Hola Ernesto, felicidades por el blog y también por el artículo, que es muy bueno desde luego. Sólo una apreciación si me lo permites: en la doble alimentación, en ocasiones, al tirar para atrás de la corredera no sale el cargador pues está firmeménte trabado por la punta (bala) del cartucho primero de éste que está medio fuera del cargador haciendo presión sobre el cartucho alojado en la recámara, entonces, lo que hay que hacer es 'atrapar' la corredera con su retenida y -ahora sí- desalojar el cargador y seguir el proceso que tú explicas para la doble alimentación. Saludos.
ResponderEliminarHola, amigo Sancho, que decía el viejo y soñador Quijote, jajajaja.
ResponderEliminarGracias por tu apreciación. Estoy seguro de que es correcto lo que dices, por descontado que no lo dudo, pero lo cierto es que nunca me ha ocurrido tal cosa, que por descontado es probable que ocurra. Me lo anoto, agradecido. Por cierto, creo que nunca le ha pasado con una pistola mía, digo la doble alimentación, pero sí muchas veces con una 28PK de un compañero del CNP (el arma provocaba este fallo cada pocos disparos). Le cambiamos varias piezas y los cargadores, y nada. Por cierto, los cambios se hicieron a nivel privado, porque el armero de la unidad de mi colega le dijo que "agua y ajo", que esperara a que le dieran la nueva HK.
Un saludo.
Ernesto
Buenas. Lo felicito por su contribución en la educación sobre tan importante tema de las armas de fuego. Mi pregunta es la siguiente. Tengo a mi disposición una pistola taurus calibre 380 pt 58 plus, la cual presenta el siguiente problema: ella hace su disparo normalmente, bota el cartucho, carga la otra bala, pero el martillo no se monta, para disparar de nuevo debo montarlo manualmente y así sucesivamente. Que pudiese estar ocurriendo. Seria tan amable de orientarme al respecto, antes de llevarla a un armero. Gracias
ResponderEliminarHola, Hecmar. Gracias por sus palabras. No soy mecánico de armas, pero sin duda debe buscar un armero que le eche un vistazo urgente a esa Taurus. Si ese arma la usa para su defensa, NO SE DEMORE NI UN DÍA MÁS EN IR A UN ARMERO.
EliminarUn saludo y feliz 2015.
Ernesto.
Gracias por su consejo. Así lo haré. Feliz año nuevo.
EliminarTengo el mecanismo para que una pistola no se trate, porque una marca por buena que sea tiende a encasquillarse
ResponderEliminarEstimado amigo, no soy capaz de comprender lo que dices.
EliminarSaludos.
Ernesto.
Disculpa amigo tengo una cz83 cal.9mm browning y se me trabo por completo la corredera no da para tras ni para delante de echo la desarme y no pude deslizar la correders
ResponderEliminarAl mecánico del tirón.
EliminarAgradable lectura e interesante articulo.
ResponderEliminarGracias, Escarceneitor.
EliminarTEENGO UN PROBLEMA CON UNA 9 .MM DISPARO SI EXPULSA EL CASQUILLO CORRECTAMENTE MONTA EL SIGUIENTE CARTUCHO PERO SE QUEDA ABAJO EL MARTILLO Y NO PUEDO SEGUIR DISPARANDO EL SEGUNDO PROYECTIL O LOS DEMAS QUE ME ACONSRJAS
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