EL RESCATE DE UNA MEMORIA MOJADA Y OLVIDADA

Lo que seguidamente van a leer no es nuevo y quizá ya huela a rancio. También a humedad. Pero es, posiblemente, lo único que tengo de aquella época. Es un reconocimiento que todavía no se ha secado dentro de la memoria de mi alma. Hay cosas que nunca se olvidan, ya sea por dolor o por alegría. Mi hijo desempolvó ayer un recuerdo siempre latente en mí. Unas gratificantes palabras brindadas por un compañero, y sin embargo también amigo. Fueron y siguen siendo la mejor condecoración jamás recibida (en realidad carezco de tales distinciones). No es vanidad, no se equivoquen, es necesidad: no puedo luchar contra la rememoración. Siempre pierdo el combate en ese campo de batalla al que llamamos ‘evocación’. Las zancadillas, los empujones, los pisotones y los escupitajos fueron salvados, pero no olvidados. Los embustes siguen habitando en la nube del contubernio antinatural e interesado. La caverna de la mentira continúa subvencionada. Ahora, con permiso del todopoderoso tiempo, me...