La eterna polémica: ¿Sí o No al cartucho en recámara? ¿Conocemos realmente las virtudes de la doble acción?
Por, Ernesto Pérez Vera
Sin duda alguna, este es el debate que más horas consume
entre los profesionales españoles de la instrucción policial y, en general,
entre los profesionales de la seguridad pública y privada. La cuestión es:
¿cómo se debe portar el arma corta, con o sin cartucho en la recámara?
En nuestro país no portar cartucho en la recámara de las
pistolas es un acto casi religioso. En principio porque históricamente las
armas que han usado nuestros profesionales eran de simple acción, careciendo,
además, de seguros automáticos, lo cual implicaba un riesgo extra. Tal riesgo nace de la propia filosofía del entrenamiento
policial, que siempre ha sido paupérrimo en cuanto a interés y compromiso: muy
alejado de la realidad del encuentro armado a pie de calle, recurriéndose en
exceso a conocimientos de tiro deportivo, del todo contraproducentes fuera del
campo de tiro. También hay de destacar que la visión que el policía
español tenía —y aún tiene— del enfrentamiento armado era una visión distante
del problema que supone verse ante la necesidad de defenderse de otro Homo
sapiens a tiro limpio. Esta lejanía hacía creer al policía que jamás se
vería envuelto en un tiroteo —qué demonios, sigue pasando lo mismo. No hemos
evolucionado, solamente hemos dado tímidos pasitos hacia delante—.
Como ya deberían saber todos los usuarios de estas
herramientas, las pistolas con mecanismos de doble acción o acción mixta
—simple y doble acción a voluntad del usuario—, son aquellas que portando un cartucho
alojado en la recámara requieren de una presión especial o extra sobre el
disparador, a fin de que se produzca el disparo. La presión y el recorrido del
gatillo es tal que difícilmente se van a producir disparos accidentales en
doble acción (esta presión y recorrido son regulables). Para que el disparo se
produzca en esta condición de porte, hay que apretar el disparador a conciencia,
a veces muy a conciencia. Con verdadera intención. En ocasiones, según qué arma
se esté empuñando y qué tamaño de mano y experiencia tenga el tirador, habrá
que hacerlo con mucha conciencia (muchas personas con manos pequeñas, sobre
todo mujeres, no logran disparar en doble acción). Cuando el disparador, también
llamado gatillo por la Real Academia de la Lengua (para quienes dicen que no),
es presionado en doble acción se activan los mecanismos internos de disparo que
hacen que el martillo del arma, sea interno o externo, se vaya desplazando
hasta su posición más retrasada para que finalmente, cuando alcance tal punto distal,
caiga sobre la parte posterior de la aguja percutora. En ese instante, al ser
golpeada la aguja, ésta se desplazará a través de su conducto hasta percutir el
fulminante del cartucho alojado en la recámara.
Para producir un disparo en simple acción, sea el arma de
acción mixta o solamente de simple acción, previamente habrá que trasladar el
martillo hasta su posición más retrasada, aun cuando se porte la recámara
alimentada. En simple acción es cuando realmente se pueden producir accidentes
por descargas involuntarias (“tiros escapados”): la presión a ejercer sobre el
disparador es mínima, así como su recorrido también es muy escueto.
Un poco de Historia
Las pistolas de doble acción existen desde hace mucho
tiempo. No son cosa de épocas especialmente cercanas. La
primera pistola fabricada en serie con mecanismos de doble y simple acción fue
la germana Walther PP, allá por 1929. Un arma que alcanzó un éxito sobresaliente,
que todavía hoy conserva. Poco tiempo después apareció en el mercado
otro modelo, el PPK. Estas armas obtuvieron tanto prestigio que todavía hoy en
día se siguen fabricando y vendiendo entre civiles y agentes de seguridad de
todo el mundo.
Desde su nacimiento, la PP, y más tarde su hermana pequeña
la PPK, fue usada por cuerpos policiales de todos los continentes. También
muchos miembros de unidades militares, principalmente alemanas, usaron ambos
modelos de forma institucional unas veces y a título personal otras. Ambas
pistolas fueron muy utilizadas por la oficialidad militar y policial de la
época, especialmente por los pilotos de la Lutwafen, la Fuerza Aérea de Alemana en la era hitleriana. La Policía
Secreta del Estado alemán nazi, la famosa, tétrica, mítica y temida Gestapo,
participó en afamar estas armas.
Las dos míticas pistolas del III Reich
También fue un modelo alemán de la misma firma el que por
primera vez fuese declarado reglamentario en un ejército. Hablamos ahora de
otro mito, de la Walther P-38. Si bien ya existían armas con estos mecanismos
(doble acción), la P-38 fue la pistola más extensamente usada por las tropas
alemanas durante la II Guerra Mundial, tanto en las unidades convencionales
como en las especiales. Hasta los EE.UU. y otros países del bloque Aliado
llegaron infinidad de ejemplares de P-38. Esta pistola se convirtió en el más
destacado fetiche entre los combatientes (la vieja Luger P-08 también era muy
valorada, en este mismo sentido). Poco tiempo después de finalizar la
contienda, fabricantes de armas de medio mundo iniciaron proyectos para lanzar
al mercado pistolas dotadas con mecanismos de doble acción.
A España también llegaron algunas P-38. A través de la
División Azul —voluntarios españoles que lucharon contra el comunismo insertos
en el bando del Eje, encuadrados en el Ejército alemán— llegó a la península
cierto número de ejemplares. Por desgracia,
siguieron llegando años después en las pezuñas de los asesinos de la banda
terrorista ETA. No son pocas las P-38 incautadas a estos asesinos,
principalmente en las décadas de los años 1970 y 1980.
Se empiezan a ver en España
En la década de los años 1970 empezaron a verse aquí las
primeras doble acción en manos de policías y militares. Muchos profesionales de
las Fuerzas Armadas (FAS) y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad (FYCS) las
adquirían a modo particular. Pero hay que significar que algunos lo hacían sin
llegar a sacar total partido a las ventajas tácticas y operativas que ofrecían
sus nuevas armas. Es sabido que muchos de estos usuarios adquirieron estas
pistolas más que por la ventaja de la doble acción, por la otra virtud que
muchas de ellas ofrecían casi implícitamente: la doble capacidad de sus cargadores.
Así pues, muchos querían llevar más de doce cartuchos en el cargador, aunque
portasen la recámara vacía en un arma que les permitía llevarla alimentada con
garantías suficientes de seguridad.
La primera pistola de doble
acción made in Spain es la Astra
Constable, un arma muy aceptada que alcanzó buenas cotas de ventas. Sigue
siendo muy usada como segunda arma. Fue construida en los años sesenta, recamarándose
para los calibres 9mm Corto, 7,65mm y .22 LR. Por cierto, en la
Constable se advierte una clarísima inspiración en las PP y PPK de Walther. Usaba
cargador monohilera, pero dos décadas después se produjo una versión de doble
capacidad, la Astra-60. Otras pistolas usadas por nuestros agentes en los años
setenta y ochenta fueron la CZ-75, de origen Checoslovaco (en aquella época), y
las españolas Astra-80 y diversos modelos de la casa eibarresa Star. Estos
últimos eran casi prototipos que dieron posterior origen a la saga PK, P, M,
etc.
Dicho todo lo anterior, ya las modernas pistolas de doble
acción iban ganando terreno en las FYCS y FAS españolas. Como ya se ha
referido, esto comenzó en el mercado privado, pero en los años ochenta se
empezaron a firmar los primeros contratos a nivel de los ministerios del
Interior y de Defensa. Fue entonces cuando de modo oficial se empezaron a
extender las pistolas de doble acción en el ámbito de las instituciones
policiales y militares. Las FAS, sobre todo el Ejército
de Tierra, adquirieron la pistola Llama M-82; la Guardia Civil la Star 30-M y
la Policía Nacional, luego Cuerpo Nacional de Policía, la Star 28/30-PK.
También hay que significar que en esa época se creó la Policía de la Comunidad
Autónoma Vasca, la Ertzaintza, la cual desde el principio optó por armas de
doble acción de la casa autóctona Star. Hay que destacar que algunas
unidades operativas vascas usaron modelos germanos. Los cuerpos de Policía Local de todo el Estado también se sumaron a
estos cambios, si bien todavía mantienen muchos revólveres en servicio (cada
vez menos).
El primer gran paso
al frente ya estaba dado: los policías españoles tenían armas mecánicamente
modernas. Armas más operativas y seguras. Empezamos a dejar de lado las
pistolas de simple acción, que además usaban cargadores capacidad simple.
Pero incluso habiendo dado hace años aquel decisivo paso,
todavía hoy, en el siglo XXI, se tiene pendiente una importante asignatura. Desde el punto de vista de muchos instructores, el segundo
avance evolutivo está todavía en camino: la instrucción seria y concienzuda en
el uso de la doble acción, o sea portar cartucho en la recámara sin miedo a la
Santa Inquisición. Llevar el arma alimentada, con el martillo en la posición de
reposo, otorga más seguridad al portador. De este modo se consigue mayor
eficacia en el disparo súbito ante un ataque inesperado. Esta es una
importantísima asignatura pendiente en el grueso de nuestras FAS y FYCS.
Asignatura pendiente: la correcta
instrucción
Sin lugar a dudas, en los centros de formación de todos
los cuerpos policiales y en las academias de los cuerpos y armas de los
ejércitos se estudia la diferencia entre los mecanismos de simple y doble
acción. Pero, ¿se instruye seriamente en el uso de la doble acción? ¿Confían
realmente en la doble acción los profesores e instructores de tiro de tales
academias? ¿Realmente todos los docentes dominan las técnicas de tiro en doble
acción? Muchos instructores se muestran díscolos y rebeldes con los
adiestramientos progresistas. Y ojo, avanzar en esto del entrenamiento realista
no supone hacer piruetas y cabriolas pistola en mano; y tampoco disfrazarse de
los Hombre de Harrelson. Lo anterior solo puede recibir un calificativo,
fantasmeo. Insisto: no todos los profesores conocen las verdaderas ventajas y
virtudes tácticas de esta segura forma de disparo.
Nota especial del autor:
Soy consciente de lo arriesgado que es
dar una opinión tan negativa y tajante como la vertida en el párrafo anterior,
pero la doy basándome en lo que veo y en las informaciones directas que recibo
de agentes de todos los cuerpos policiales y militares. Lo palmo, lo respiro y
lo sufro. Pero sobre todo la baso en mi experiencia personal en la instrucción
de profesionales de todos los estamentos referidos. La inmensa mayoría de mis
compañeros y amigos, sea cual sea la promoción y el cuerpo de procedencia, me
transmiten su falta de autoconfianza cuando se encuentran con el arma en la
mano, más aún cuando se les propone el uso de la doble acción.
Las frases que suelen pronunciar quienes se muestran
contrarios al uso de la doble acción son las de siempre, las que se oyen año
tras año. Palabras estridentes y chirriantes para mis cansados oídos. Desde que
era niño vengo oyendo lo mismo: “¡El cartucho en la recámara no se puede
llevar porque es peligroso!”. “¡El arma se dispara sola!”. “Llevar el cartucho
en recámara es de locos y de pistoleros”. Palabrería no razonada que se repite y repite tras mucha bastarda
y gratuita inoculación. Existen instructores que quieren hacer que una mentira
mil veces dicha se transforme en verdad. Los hay, digo que si los hay.
Otras frases que retumban entre las taquillas de los
vestuarios de los cuarteles y de las comisarías son, esta vez erróneamente
argumentadas: “Si te quitan el arma te pegarán un tiro”. “Yo soy tan rápido montando
el arma en la galería, que no necesito llevarla con un cartucho en la recámara”.
“Para las veces que voy a necesitar disparar a alguien, mejor no la llevo
alimentada”. Todas estas manifestaciones pueden ser replicadas de modo
serio, razonado e incluso empírico.
Cualquier profesional que se manifieste en los términos señalados
en el párrafo anterior está instalado en un error mayúsculo. A este error, marcado a fuego en la psique, se llega por
la pésima formación que se imparte en los centros de instrucción de las
administraciones. Esta mala instrucción llega viciada desde la base.
Lamentablemente, muchos docentes del ramo no están cualificados, pese a estar administrativamente
titulados y reconocidos. En otros casos, los profesores, aun sabiendo
que el programa de formación que están impartiendo es un despropósito, se ven
obligados, por la superioridad, a llevarlo a término incluso habiendo razonado
técnica y tácticamente dónde radicaban los errores y las mentiras de sus
lecciones.
Responsables del Estancamiento
Opinión recalcada del autor: A la
Administración, y quizá también a los propios mandos policiales, no le interesa
que los agentes estén perfectamente instruidos en tiro. Les es más cómodo y
rentable económicamente que los funcionarios a su cargo sigan siendo
adiestrados de modo básico, de modo no real. Por ello se siguen llevando a cabo
programas de formación descaradamente simples y escasos. Insulsos. De
mentirijilla. Lo escueto del adiestramiento hace creer a los alumnos que con
esa formación ya están listos para el encuentro armado real en las calles;
descubriendo demasiado tarde que fueron engañados. Muchos policías descubren
que su formación es deficiente, cuando viven una situación límite en la que
comprueban, in situ y en su pellejo, que no pueden actuar como ellos creían que
lo harían, que no es ni más ni menos que como les habían enseñado.
Si la Administración aprobara nuevos y adecuados programas
de formación, basados en los criterios, conocimientos y estudios empíricos y
científicos modernos sobre los enfrentamientos armados, habría que aumentar las
horas de prácticas de tiro; pero no solamente en las academias sino también en
las unidades de destino. Por tanto, se tendrían que
efectuar ejercicios de instrucción y reciclaje con mayor frecuencia que en la
actualidad, y aumentar los consumos de cartuchería por cada tirador. Esto
supondría un incremento de los presupuestos económicos anuales de cada institución
armada, amén de un aumento de horas de instrucción por agente. Todo ello
implicaría satisfacer las horas de instrucción con horas libres de servicio o
bien retirar durante más horas del servicio habitual a los funcionarios, para
que pasaran por la galería de tiro el tiempo suficiente. ¡Interés e
implicación!, así de sencillo. Pero no caerá esa breva.
En cualquier caso, la Administración (las tres) no está dispuesta
a desprenderse ni del dinero que cuesta aumentar el consumo de munición ni aumentar
las horas de menor presencia policial en las calles, aunque esto suponga
reforzar la formación. Se conforma con mantener
programas conservadores vendibles públicamente como sobrados y suficientes. A
veces hasta se ofrece una falsa imagen de excelencia ante las cámaras de
televisión, algo que a la postre se torna contraproducente. ¡Traed mentiras,
más mentiras. Es la guerra!, que diría mi admirado Groucho Marx. Y las
plataformas sindicales qué, dirán ustedes. Pues casi más de lo mismo: conozco
zonas del país donde un sindicato promueve cursos de calidad o de buenísima
calidad en cuanto a manejo de armas; mientras que las mismas siglas contratan
en la provincia de al lado a un payaso vestido de lagarterana que hace como que
sabe, porque sabe que quienes están enfrente de él saben tan poco que se quedan
boquiabiertos y anonadados, sin realmente darse cuenta de que están siendo
piramidalmente estafados a nivel intelectual y monetario.
Lo más preocupante de todo este desaguisado es que ni tan
siquiera los programas escuetos y excesivamente básicos se cumplen al cien por
cien. Y en los casos en que sí se completan, se suele dar por bueno casi
cualquier resultado obtenido en la línea de blancos. A
demasiados instructores únicamente les interesa poder dar por cubierto el
expediente. En muchas instituciones los ejercicios de tiro se tratan
como un mero trámite de obligado cumplimiento, que ocasionan mareos y problemas
logísticos. Es aquello del ladrillo o la maría, que dirían los estudiantes
universitarios.
De decidirse las administraciones a cambiar su visión
sobre la mayor y mejor instrucción en materia de tiro, deberían incluir en los
programas docentes el uso forzoso del cartucho en la recámara, abandonando
viejos mitos y huyendo de leyendas urbanas. Naturalmente, si esto ocurriera
todos los agentes tendrían que ser obligados a portar sus armas de este modo o
al menos se debería permitir que todo aquel policía que quisiera hacerlo lo
hiciera libremente y sin subterfugios. Fuera complejos de una vez. Pero
volvemos a lo mismo: si los poderes públicos permiten u obligan a portar el
cartucho en la recámara, tendrán que invertir tiempo y dinero en la debida
instrucción. Pero como esto es una ilusión, cosa que todos sabemos de antemano,
pues o bien se impide que determinados agentes porten cartucho en la recámara
(como es el caso de un cuerpo estatal en el cual dicha condición de porte está
prohibida por norma interna, al igual que en algunas fuerzas locales) o bien
desde las academias se desaconseja dicha posibilidad. Así nacen los tabúes, los
mitos y las leyendas urbanas, que hacen creer al alumno, y al público en
general, que es una locura y una temeridad trabajar con cartucho en la recámara
en las armas de doble acción.
El contrasentido
Poniéndonos por un momento del lado de aquellos que
consideran que un arma siempre es peligrosa, debemos dejar claro lo siguiente:
un arma en situación de disparo en simple acción es más peligrosa que si está
en situación de disparo en doble acción, sobre todo en manos de una persona
estresada, inexperta, asustada, o herida; o todo junto a la vez. Precisamente
es así como cualquier ser humano mentalmente sano se sentirá en los instantes
previos al enfrentamiento, y también durante y después del mismo.
Pero no acaban aquí los riesgos. Estamos hablando de los
agentes que no están ni táctica ni mentalmente entrenados en el uso del arma
con cartucho en la recámara, y menos todavía para afrontar situaciones
críticas. Pues bien, una vez acabada la situación delicada —la sugerida en el
párrafo anterior—, se haya o no disparado el policía seguirá con el cartucho en
recámara, lo que implicará tener que extraerlo realizando las manipulaciones
correspondientes. Algunos funcionarios lo harán, por cosa de los nervios,
incluso en la propia escena del enfrentamiento, nuevamente rodeado de terceros,
quizá sanitarios y ciudadanos curiosos. Otros lo harán en el coche patrulla, de
regreso a la unidad; y otros tal vez no recuerden que su arma sigue alimentada.
En cualquiera de los supuestos presentados, el riesgo está servido en bandeja.
Mediten sobre ello, pero háganlo con sinceridad profunda.
Si se tienen en cuenta el
sentido común y las estadísticas, un policía recurrirá al empleo de su arma
cuando ya esté siendo atacado, probablemente cuando ya esté herido. Por
consiguiente, surgen nuevas preguntas: ¿podrá un policía herido responder a un
ataque mortal, teniendo que alimentar el arma por no llevarla previamente
alimentada? Incluso estando bien instruida una persona en tiro de doble
acción, no siempre tendrá tiempo y ocasión para llevar a cabo una reacción
defensiva. Imaginemos entonces si no se porta el arma presta para su uso
inmediato. Por cierto, hay gente que pierde gran parte del control cognitivo
ante momentos de tanta adversidad, llegando a alimentar la recámara cuando ya
estaba alimentada; activando el seguro, cuando realmente esto no ara preciso; o
directamente olvidando meter un cartucho en la recámara, obstinándose en
apretar el gatillo vacíamente.

Se puede dar otra circunstancia, negativa en este caso. Si la Policía no satisface la necesidad formativa, y un
agente no sabe o no puede recurrir a los servicios privados de instrucción, este
funcionario se verá casi obligado a investigar por su cuenta y riesgo. Esto obligaría
al policía a realizar manipulaciones indagatorias por su cuenta y sin
supervisión. Un peligro, ¿verdad? Estos manipuleos los podría culminar
en solitario o en unión de otros compañeros, dando origen este tipo de
maniobras, muchas veces, a luctuosos accidentes
por disparos no deseados. Se conocen muchos casos; muchísimos. Dice el saber
popular que la curiosidad mató al gato.
Concluyendo
La condición de porte en doble acción es la condición más
segura desde todos los puntos de vista. Es más segura para los agentes que deben
hacer uso inmediato del arma ante ataques súbitos, a distancias cortas o muy
cortas. Estas agresiones se producen, en su mayor parte, a distancias de entre
cero y cinco metros. Si en estos rangos no se porta
cartucho en la recámara, aun siendo un tirador bien instruido son escasas las
opciones de repeler con eficacia el ataque. Siendo totalmente sincero: incluso
si el arma va alimentada será difícil alcanzar la máxima eficacia, pues
a esas distancias se requiere de un entrenamiento táctico y mental muy elevado,
precisamente algo que no abunda entre los policías que patrullan nuestras
calles. Cuanto menos se invierta en instrucción, más habrá que invertir en
suerte.
Hay que desoír a los detractores de la doble acción. ¡No
les hagan caso! La mayoría de las personas que
opinan de estos temas no son profesionales, suelen ser aficionados. Algunos
solo son pintorescos imitadores. Abundan los farsantes. En el caso de los
detractores que surgen en el seno de la comunidad profesional, suelen ser
personas con experiencia, si es que la tienen, únicamente en tiro deportivo,
bien de precisión o de recorrido IPSC; pero de nula relación con los enfrentamientos
reales, incluso cuando ostenten el diploma de instructor de Tiro Policial.
Otros muchos, la mayoría, serán veteranos o novatos que nunca se han planteado
nada de lo expuesto en este texto, pero que aun así opinarán intentando sentar
cátedra. Perros ladradores, como el del hortelano, que ni come ni deja comer.
Es más, con todo lo que ahora están leyendo, y que espero sepan
poner en práctica de la mano de instructores cualificados, reten a los
detractores a que les demuestren que el uso del cartucho en la recámara, en
armas de doble acción, es un atraso. Ellos no podrán convencer a nadie que
tenga la cabeza bien amueblada, téngalo por seguro. Ustedes, sin embargo, sí
podrán convencer usando buenos argumentos, porque de ustedes ya se espera que
crean en las virtudes de la doble acción, de lo contrario no habrían llegado
tan lejos en la lectura de este artículo. El mejor
argumento que se puede esgrimir para convencer es exponer casos cercanos y
reales, en los que compañeros de algún cuerpo policial tuvieran que hacer uso
de sus armas para defender sus vidas, o la de terceras personas. Van a
encontrar casos de policías que fueron asesinados o heridos graves, sin que
pudieran hacer uso de sus pistolas por hallarse no alimentadas. Y encontrarán
otros tantos casos de agentes que, ante ataques criminales, pudieron hacer uso
de sus armas y alcanzar a sus atacantes, incluyo hallándose ya heridos. Los
protagonistas del segundo supuesto supieron obtener sabiamente, en su momento,
el adiestramiento oportuno.
Los detractores sacarán del armario alguna noticia sobre
algún policía desarmado y herido con su pistola. Es verdad, existen casos de esta
naturaleza. Realmente esto ha pasado alguna vez, pero muy pocas. Empíricamente
no podemos extendernos mucho en este punto, al menos no a nivel patrio. Los sucesos más conocidos en España son incidentes en los
que los criminales montaron las pistolas de los agentes tras arrebatárselas:
iban, casi siempre, sin cartucho en la recámara, pero pese a ello los funcionarios
fueron asesinados o heridos. Pero si seguimos cabalgando a lomos de la
ciencia empírica, encontraremos infinitos casos de agentes que por llevar
alimentada la recámara salieron más o menos airosos de sus encuentros con la
muerte. Ganan por goleada los incidentes del segundo supuesto.
Hay que admitir que los ejercicios de tiro estático a
distancias superiores a veinte metros y en precisión con una sola mano, que se
usaron durante muchas décadas como única formación y práctica de reciclaje, han
pasado a la historia en casi todas las instituciones armadas. Hoy son los
recorridos de tiro los que imperan como entrenamiento periódico en muchos
cuerpos y plantillas. Pero no nos engañemos, los
programas de entrenamiento basados única y exclusivamente en recorridos, no
suelen guardar similitud alguna con las verdades cantadas por ese barquero
llamado calle. Las conclusiones extraíbles de los análisis de los
enfrentamientos armados casi nunca son recreadas en los recorridos de tiro,
aunque estos se apelliden “recorridos policiales”. La mayoría de estos
ejercicios dinámicos tienden a recibir excesiva influencia deportiva. Lo
divertido no necesariamente es efectivo, por espectacular que resulte.■
otro gran articulo de la saga.... sigue asi.
ResponderEliminarAbel.
Gracias Abel.
ResponderEliminarDesde el próximo lunes, día 3 de agosto, se podrá leer ese artículo en el periódico ARMAS.ES, tengo entendido que el lunes se inicia el reparto de los ejemplares de esa publicación, espero te hagas con uno.
Ernesto Pérez Vera.
Excelente artículo que comparto al 100%. Soy miembro de ese Cuerpo que tiene prohibido expresamente portar cartucho en recámara, una prohibición que reconozco incumplo deliberadamente desde que me adjudicaron la nueva pistola Beretta 92FS, de DA, pues opino que esa pistola está diseñada precisamente para ser portada con cartucho en recámara.
ResponderEliminarCreo que debería impulsarse entre los miembros de las FCSE una corriente de opinión que favoreciera el cambio de mentalidad en la administración, para que adaptaran los métodos de adiestramiento de tiro policial a los nuevos tiempos.
Respecto a la beretta recuerdo la cara de asombro de algunos compañeros al ver que se podían quedar sin arma al montar.
ResponderEliminarErnesto , como siempre en tui linea
un abrazo
jacarmo
Gracias Jacarmo, espero que sigas visitando el Blog.
ResponderEliminarUn abrazo. Ernesto.
Cada uno que haga lo que le venga en gana, yo soy partidario que el pleno conocimiedo e instrucción continua te lleva a mantener una rutina que servirá para hacer bien las cosas. Aunque hacerlo bien o mal al final no depende de ti depende de muchas cosas.
ResponderEliminarOpino que el gran error es centrarse en los mecanismos del arma, en lugar de en el entrenamiento del tirador. Las armas de doble acción pueden ser más seguras por el mayor recorrido y fuerza del primer disparo, pero una vez efectuado este, el arma se convierte en simple acción, y si el tirador no está entrenado, seguirá metiendo el dedo en el disparador y sufrirá una descarga negligente.
ResponderEliminarAdemás,creo que entrenar a un tirador en función del arma es un error, ya que mañana se la cambiarán y el entrenamiento no servirá para nada (ej: pasar de Beretta a Glock).
Algo que si considero necesario enseñar cuando se va a trabajar con pistolas DA/SA, es la técnica de control del gatillo para evitar la transición: en lugar de apoyar la yema del dedo, hay que utilizar la unión entre las falanges, ya que de esta forma no habrá que modificar la posición del dedo, y la tracción será más fácil. Así, no se verá afectada la precisión en el primer disparo.
Pienso que es muy aconsejable el tener el arma preparada para reaccionar. Por rexperiencia propia lo digo, fui funcionario de la policia de investigación y en una oportunidad junto a dos compañeros más, nos disponíamos a detener a un sujeto muy peligroso que tenía en su haber homicidios, robos, violaciones, enfrentamientos con la policía, y recuerdo que al momento de abordarlo súbitamente, logré poner mi arma sobre un costado suyo para neutralizarlo, y el sujeto, inmediatamente realizó unos pasos atras y desenfundó un glock calibre .45ACP y abrío fuego contra nosotros, utilizando a un hermano suyo como escudo mientras continuaba disparando contra nosotros, en resumen, de no haber tenido cartucho en la recámara de nuestras armas, hubieramos sido impactados por este delincuente, quien cayó abatido y al ser revisado el bolso que portaba, allí habían cinco armas más y 500 catuchos de diferentes calibres. El cartucho en la recámara puede significar la vida en un determinado momento, para ello, es necesario ejercitarnos en cuanto a no introducir el dedo en el disparador para evitar disparon involuntarios.
ResponderEliminarEstimado anónimo: te agradezco el comentario y te felicito por salir vivo de aquel encuentro armado. Yo pasé por lo mismo, y el cartucho en la recámara me ayudó a estar hoy aquí.
ResponderEliminarComo siempre en el clavo. Dejaré un pregunta por si alguien puede responderla ¿quién de vosotros, de los asiduos a este blog, se ha visto en un enfrentamiento en el que los malos se han parado previamente delante del agente a "montar" su arma? No se, pero tengo la impresión de que el malo siempre lleva el arma lista para abrir fuego nada más extraerla. Únicamente hay que observar los imnumerables vídeos de enfrentamientos con agentes en las que el agresor en ningún momento manipula el arma, simplemente abre fuego directamente. Saludos Ernesto, excelente artículo.
ResponderEliminarEstimado amigo anónimo: MUCHAS GRACIAS POR TU COMENTARIO.
ResponderEliminarSr. Ernesto, saludos de nuevo, he visto muchos videos en donde han muerto funcionarios policiales, debido a la poca experiencia en cuanto a situaciones de enfrentamiento se refiere. Seguramente Ud; ha visto uno que se sucedió en Brasil (ví muchos más), en donde un delincuente quisó robar la moto a un policía vestido de civil, luego que el delincuente dió la espalda, el policía saco su arma y apuntó en la espalda a su agresor, pero este último se movió rapidamente, pues tenía el arma aún en la mano y le efectuó tres disparos, cayendo en la calle el mismo, para después morir desangrado. Esto revela un factor importante que a los policías del mundo siempre se les enseña, el cual es: someter al delincuente, colocandole el arma pegada a su cuerpo, entes que disparar; así, creo, que también le sucedió al funcionario que narró en este artículo una situación semejante. En conclusión, si se ha sido amenazado con un arma por un delincuente y el funcionario logra sacar la suya, se debe tener la convicción de disparar, de lo contrario, "seras hombre muerto". Sr. Ernesto, hay otro factor que entra en juego a la hora de un enfrentamiento, el cual es el jurídico, pues si disparas primero, antes de la reacción del "malo", se te podría acusar de asesinato. Quisiera tu impresión a mi exposición. Gracias
ResponderEliminarHola Hola Adelkader: agradezco su consideración al preguntarme. Si quieres contáctame por email, es más rápido y fluido el contacto.
ResponderEliminarSí, conozco el video eso y es muy duro. Ver como muere uno de buenos, es muy duro pero además se ve que muere un valiente. En ese vídeo la rapidez de movimiento del malo es fundamental: salió de la línea de tiro del policía y además disparando. Fundamental.
Otra cosa, el poli era el bueno y no disparo a las primeras de cambio, esa es otra diferencia: los malos disparan cuando quieren y pueden, ellos no respetan las leyes, el policía, por respetarla, no disparo antes.
Sobre la legalidad de esos asuntos…cada país es diferente. Cada ordenamiento jurídico es distinto al del país vecino. En España esas cosas son muy tenidas en cuanta. Aquí, entre los policías, existe miedo incluso a extraer el arma de la funda: un error. Nos han comido la cabeza con que sacar el arma es malo, y pasa lo que pasa, que muchos polis tienen miedo de ellos mismos, de la Justicia y de la poca formación que se da a nivel oficial.
Sobre el tema jurídico, referido a España, tengo un artículo escrito: http://tirodefensivocampodegibraltar.blogspot.com/2010/06/una-vez-mas-polemizar-la.html Tengo más artículos relacionados con ese tema.
Gracias, por su explicación y sinceridad en cuanto a este asunto.
ResponderEliminarSobre el cartucho en recámara, es muy discutible por parte de personas que no han tenido un enfrentamiento real, en el cual hayan tenido que usar fuerza letal para repeler la acción. En mi país es muy común que los cuerpos armados tanto públicos como privados, tengan en sus pistolas de reglamento el cartucho en recámara por obvias razones de orden público. En Israel sucede todo lo contrario, el uso del cartucho en recámara no es usual y sólo es aplicable al uso de fuerza en caso extremo de combate. Debo decir que he tenido una muy buena experiencia con el uso de la Beretta 92F, sus sistemas de seguridad son confiables y de fácil uso; así como de la Jericho israelí, que a pesar de que en algunos modelos no baja el martillo cuando se activa el seguro, es un arma de combate confiable y precisa. Por desgracia la Policía Nacional de mi país está aún en transición del uso del revolver a la pistola: la SIG PRO P226. Un lote de estas pistolas llegó a las manos del cuerpo armado con un desperfecto de fábrica: se sale el proveedor o cacerina con el más mínimo toque o vibración. Aunque el fabricante se encargó de arreglar el desperfecto, si les hizo un dolor de cabeza a los pobres patrulleros que les tocaba pagar la pérdida del proveedor. Un saludo desde Colombia.
ResponderEliminarGracias por su comentario Roger:
ResponderEliminarLo de Israel es sencillo de explicar y comprender. En es país muchísimos civiles, durante años, han portado armas de fuego aún sin estar llamados a filas del ejército, por tanto es arriesgado decirles que porten cartucho en la recámara: miles de ciudadanos con el arma lista para disparar, y con la formación justita, equivale a accidentes. Así pues se les instruye, y se les marca a fuego en la mente, que siempre hay que ir a recámara vacía. De todos modos, cuando esto se empezó a poner en práctica con la población, las armas usadas eran de exclusiva simple acción.
Cuando las armas de doble acción irrumpieron en el mercado abiertamente, siguieron con el mismo método. Si dio resultado lo primero… ¡por qué cambiarlo!
Otra cosa es la de los profesionales. No me imagino a los operativos policiales y militares de ese país trabajando a recámara vacía. Eso sí, en los cursos que proceden de Israel se enseña lo primero: es lo que han vendido y aprendido la mayoría, por eso es lo que venden.
Por cierto, gran marca la que usan en su país los policías, Sig Sauer. De todos modos, creo que hay un error. O es Sig Pro, en cualquier de sus modelos “pro”, o es P226. Son dos modelos diferentes.
Saludos amigo.
Ernesto.
Hola Ernesto:
ResponderEliminar"Mea culpa" por lo de la Sig Sauer. En una fé de erratas cometí el horror de escribir "Pro" en una línea de armas que ya es muy reconocida y utilizada hasta por los Navy Seal's norteamericanos, quienes lo han hecho su arma de reglamento reemplazando la Pietro Beretta 92F, puesto que superó sus "estándares de fuego continuo" de más de 5.000 cartuchos sin presentar ningún tipo de mal funcionamiento. Un saludo y mis disculpas por el "desfase". Aunque sin querer armar una polémica, me quedo con Beretta. Su cañon de casi 5 pulgadas (4.9 para ser exacto) logra un buen alcance métrico, "en el caso de"...
Hola, yo soy partidario de llevar la pistola con cartucho en recámara y en doble acción, pero me entra la duda con pistolas como la S&W M&P 9mm que solo dispone de simple acción. ¿es seguro llevar el arma con cartucho en recámara en este tipo de pistolas?
ResponderEliminarGracias un saludo
Hola, estimado lector.
EliminarLa SW MP9 no tiene simple acción por sistema de tiro, como tampoco tiene doble acción. El sistema de disparo es similar al se Glock, o sea de aguja lanzada. Pero sé a qué se refiere y le digo que sí, que es seguro el sistema. El seguro interno o automático es eficaz y puede perder el temor al disparo "autónomo".
Un saludo y feliz Navidad y próspero 2015.
Ernesto