LA REALIDAD DEL ENTRENAMIENTO DEL TIRO POLICIAL EN ESPAÑA
Por: Ernesto Pérez Vera
PUBLICADO EN DOS PARTES POR LA REVISTA: WAR HEAT INTERNACIONAL, 1ª PARTE Nº76 - 2ª PARTE Nº77
Este
es un tema del que cada día se habla más en los círculos profesionales. La
necesidad de mejorar los sistemas de entrenamiento, y la filosofía de los
mismos, es algo que urge en la mayor parte de las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad (F.Y.C.S.) de nuestro país. Esto ocurre incluso en unidades a las que
se les supone una formación casi exquisita. Pero por más que se hable del tema,
nadie termina de meter mano en el asunto a nivel oficial.
Desde
la Asociación Española de Instructores de Tiro Policial (A.E.I.T.P.) se está
luchando para que se sienten bases serias y eficaces, es más, desde la A.E.I.T.P.
ya se están sentando criterios eficaces en los cuales muchos Cuerpos de Policía
Local se están basando para la correcta instrucción de sus plantillas. También
se pretende desde esa asociación unificar criterios y modernizar las técnicas y
tácticas. El objetivo final es hacer de los agentes, personas más seguras y
eficaces en el empleo de sus armas. Pero para ello antes hay que reciclar,
seguramente, a muchos instructores.
Pero
no es suficiente. Que unas cuantas plantillas de policía tengan una ordenada y
correcta filosofía del entrenamiento y que otras muchas plantillas de las F.Y.C.S.
del país aún sigan con arcaicas instrucciones de tiro, con posiciones o
técnicas de tiro imposibles de realizar en situación real de enfrentamiento, y
que solamente son asimilables y eficaces en la galería de tiro y a distancias
que no se aproximan a las de los enfrentamientos reales, no es serio ni eficaz.
Hay casos peores: cuerpos carentes de todo tipo de entrenamiento. Existen,
créanlo… existen.
Hay
que desterrar viejos miedos, mitos y leyendas que rodean a la inmensa mayoría
de instructores de tiro policial de este país. Esos mitos y leyendas urbanas se
transmiten de promoción en promoción, de maestro a alumno, y se vienen dando
como hechos ciertos por la única razón de que “fulano de tal” así lo manifestó
en un curso o ejercicio de tiro La verdad es que casi siempre el “fulano de
tal” que dijo aquello, no era más que otro al que habían engañado durante años.
Al final se constata que ninguno intentó comprobar “si eso o aquello” que le
contaron era cierto o falso.
En
otras ocasiones los mitos y leyendas urbanas llegan de la mano de compañeros
que por el hecho de haber estado algún tiempo en una determinada unidad, y
manifestar tal o cual cosa, ya son esas manifestaciones tomadas como “dogmas de
fe”.
Técnicas y posiciones de
tiro
Un
entrenamiento moderno, serio y eficaz debe desterrar la enseñanza de muchas
posiciones o técnicas de tiro, las cuales no guardan, las unas con las otras,
la más mínima similitud de asimilación. Esto provoca que el alumno-agente tenga
que aprender varios nombres de técnicas, distintas formas de empuñar el arma,
de colocar los pies, las manos, los codos, los hombros, etc. Eso NO funciona en
los peores momentos…
Es
en la galería de tiro, sin tiempo límite de ejecución del ejercicio, sin
presión y sin estrés, y los alumnos no siempre consiguen adoptar correctamente
la posición ordenada. Pero cuando están comprendiendo el modo de colocar el
pie, la mano, el codo, la otra mano… les ordenan que sigan tirando con la
técnica “x”, cuyo método o dinámica es totalmente diferente a la anterior. Eso
no lleva más que a que cuando el tirador se vea en situación de estrés en un
enfrentamiento real, haga algo distinto a todo lo que aprendió. Hará algo
natural, algo que sólo su afán de sobrevivir le indicará cómo y qué hacer. Pero
eso en algunos casos, pues en la mayoría de las ocasiones seguramente no podrá
reaccionar de ningún modo efectivo: se produce con frecuencia un bloqueo
mental.
Para
evitar tanta confusión de nombres, de formas de poner el codo izquierdo, codo
derecho, pie derecho, pie izquierdo, etc., etc., hay que abogar por técnicas
sencillas, por técnicas que se adapten a
situaciones diferentes y que sean, además, de natural adopción y de fácil y
natural transición de una a otra —según la distancia del agresor, entorno,
etcétera—.
Así
pues, y por ejemplo, la posición Isósceles
Moderna guarda una casi total “morfología” y filosofía de uso con la
técnica Jordan, siendo sumamente
fácil pasar de una técnica a otra, según la distancia del sujeto agresor. Estas
modalidades permiten, de modo natural, el uso del arma con una sola mano, ya
que ambas técnicas son simétricas, y llegado el caso de tener que dejar el arma
en una mano y usar la débil para empujar, golpear, apartar —o lo que se presente—,
el arma quedaría bien situada frente a la cara del agente o centrada a la
altura del pecho o abdomen del mismo. Los disparos irían, de este modo, a zonas
importantes del cuerpo del agresor.
No
olvidemos que el ser humano ataca y se defiende de modo natural cuando está
ante un agresor, buscando quedar en paralelo y “frente a frente” con el
adversario. Lo expuesto anteriormente es norma general, pero evidentemente
existen situaciones en las que un ataque o defensa precisan hacer fuego, a
veces, en condiciones imposibles de imaginar en los entrenamientos.
Recargas
También
sobre las técnicas de recarga se han escrito y desarrollado muchas modalidades
o formas de ejecutarlas, pero en mi opinión hay que ir a lo más sencillo y
natural. Hay que ir a lo que en situaciones de máximo estrés pueda salir con
más facilidad, incluso cuando el agente esté entrenado de modo básico.
Siempre
se dice que durante la recarga no hay que desviar o apartar la vista y atención
de la zona de riesgo, de la zona donde está el agresor… y es cierto. Sería un
contrasentido tener localizado el punto en que está el “malo” y cuando
realizamos la recarga del arma, miramos el arma y perdemos la atención de la
zona de riesgo durante unos segundos… Esos segundos pueden ser bastantes para
que el adversario cambie de posición. Podría ser él quien ahora nos estuviera
apuntando desde una posición de superioridad. Por ello desaconsejo recargas a
la altura del cinto, aunque algunos defiendan la teoría de que así nuestros
ojos tienen más campo de visión al tener las
manos fuera del la zona de nuestra cara. Pero la realidad es que al final, y
por el estrés del momento, no encontraremos el brocal del cargador sin dirigir
una “miradita” hacia abajo. En el campo de tiro todo sale bien sin mirar, pero
cuando de verdad te están disparando o vas a tener que disparar a una persona… no
sale casi nada.
Por
ello es aconsejable realizar el cambio de cargador de modo que no tengamos la
necesidad de desviar la atención de nuestro agresor o zona de riesgo, porque
por muy rápidos y eficaces que seamos en las recargas durante los
entrenamientos en “seco”, o en la galería, cuando estamos en un enfrentamiento
real se pierde toda capacidad cognitiva y habilidad dactilar. Nos
desconcentraremos y acabaremos mirando el arma y el cargador.
Para
evitar esto, es aconsejable hacer la recarga elevando el arma a la altura de la
cara. Así podremos seguir mirando la zona de riesgo mientras recargamos y vemos
como con la mano débil estamos manipulando el cargador para introducirlo en el
arma. De ese modo tenemos control visual de la recarga y de la zona en la que
está nuestra amenaza.
Filosofía del
entrenamiento
También
me muestro contrario a la instrucción basada únicamente en recorridos de tiro,
es más, creo que la mayor parte de recorridos que se “montan” en las galerías
policiales son contrarios a la verdadera fisiología y filosofía del
enfrentamiento, siendo demasiadas veces similares a los recorridos de tiro
deportivo.
En
ocasiones uno encuentra cuerpos o unidades que tienen presupuestos como para
realizar ejercicios de tiro con mucha frecuencia a lo largo del año, es poco
frecuente verlo pero a veces ocurre. Lo triste es que después se descubre que
acuden a tirar seis veces al año, cincuenta cartuchos por sesión, lo cual está
muy bien, pero usan técnicas y filosofías de tiro policial anticuadas,
deportivas y no reales. Pero bueno, al menos esos agentes practican y eso ya es
mucho en un país como España, donde esta materia está muy abandonada, marginada
e incluso desprestigiados los que dentro de las F.Y.C.S. defienden la formación
continua y moderna en tiro táctico y policial.
Quizá
lo que más me llama la atención cuando conozco y analizo los programas de
entrenamiento de uno u otro cuerpo policial, es la nula atención que se presta
a la teoría del tiro, cartuchería, balística, etc.
Así
pues, cuando acuden los agentes a las prácticas de tiro, casi siempre se
limitan a obedecer las órdenes de los instructores de tiro, sin que los
instructores expliquen el propósito de tal
o cual ejercicio, el supuesto ante el cual usar un método u otro de tiro y
sin que sepan los agentes que sus municiones son, casi siempre, poco eficaces.
Por desgracia en nuestro país casi todas los cartuchos usados por las F.Y.C.S.
poseen un excesivo poder perforante, con los riesgos que comportan las
sobrepenetraciones de blancos.
Quizá
se deberían concienciar los profesores de tiro y empezar a hablar más entre
ejercicio y ejercicio. Es preciso analizar esos ejercicios en base a las
materias antes expuestas y corregir los errores detectados en los tiradores, y
no limitarse únicamente a tomar nota de la puntuación en base a los resultados
obtenidos en la silueta de cartón-papel.
Para
que pueda producirse una transformación general en la formación de tiro
policial en nuestro país, primeramente hace falta que los responsables de la
materia, en cada uno de los cuerpos policiales, estén concienciados de que la
realidad del enfrentamiento armado es la que es, y que no hay parecido alguno
con lo que se entrena, salvo contadas excepciones.
Cuando
los responsables de tiro de los distintos cuerpos policiales estén
concienciados, deberán convencer a sus jefes policiales y estos a su vez a los
responsables políticos. A veces a los políticos —la mayoría de las veces me
atrevería a decir con conocimiento de causa— solamente buscan imagen, y
precisamente con estos temas del tiro y armas creen que no sacarán el beneficio
suficiente para su imagen y/o partido, sino todo lo contrario. Creen que es
mala prensa el “vender” como positivo que los policías que de ellos dependen,
tienen habilidad y destreza con armas de fuego. Es más, seguro que muchos
políticos, si las leyes se lo permitiesen, retirarían las armas a los policías
para así intentar sacar un beneficio para su imagen pública ante determinados
sectores sociales (votantes).
Mientras
esto siga siendo así, la cosa no va a cambiar a mejor para los profesionales de
las F.Y.C.S., de las armas y de la seguridad en
general.
Actitud del profesor o
instructor
Un
buen monitor o instructor de tiro policial, que para mí son la misma cosa —
conozco a muchos aficionados y autodidactas que están más cualificados que
muchos “profesionales” de la instrucción—, debe convencer e inspirar confianza
a sus alumnos, aunque estos sean sus amigos y compañeros de trabajo diario
durante años. Esto no es siempre lo más común, pues existen instructores que no
llegan a inspirar esa confianza. El instructor se limita, casi siempre, a dar
órdenes de tiro y a la anotación de puntuaciones en el listado de tiradores.
Otras veces ante alguna pregunta técnica, bien no responde o lo hace
limitándose a decir que esa pregunta está fuera de contexto o fuera de temario.
Créanme, eso pasa y a mí me ha pasado en muchas ocasiones.
El
profesor debe razonar el por qué de todo lo que explica o enseña. Poner
ejemplos reales es una buena forma de que el alumno comprenda, asimile y se
mentalice de lo necesario de la instrucción que está recibiendo. Es fácil
encontrar casos reales de agentes heridos o fallecidos, tiroteos, accidentes
por mala o negligente manipulación, etc. Esos casos son, bien comentados y
analizados, una buena lección para usar como ejemplo.
Durante
las clases teóricas no deben limitarse los instructores de tiro a leer, leer y
leer el temario. Deben leer y comentar cada explicación dada y proponer
preguntas relacionadas con el objetivo de tema del día —si no necesita leer
mejor—. Para esto el profesor debe poseer experiencia y conocimientos
suficientemente amplios sobre tiro, armas, cartuchería, fisiología del
enfrentamiento, etc. De ese modo se podrá dar una clase magistral o al menos
eficaz y amena para el alumno.
Por
propia experiencia, y por lo que me trasladan agentes de otras plantillas y
cuerpos, en las clases de tiro o en los ejercicios periódicos de instrucción,
se suelen dar más explicaciones (sin razonar debidamente) de lo que NO hay que
hacer, que de lo que SÍ hay que hacer. Esto ocurre cuando se habla de
entrenamientos y cuando se tratan casos reales de defensa de la vida con el uso
del arma. Lamentable.
Cartucho en recámara:
¿Sí o No a la Doble Acción?
De
tal modo y manera: se suele decir “NO
usen nunca cartucho en recámara”, es más, en algunos cuerpos incluso está
prohibido por norma interna. En mi opinión esa prohibición, ese tabú y ese
miedo al cartucho en recámara, no es más que un grave peligro y son varias
razones las que me llevan a creer eso:
1ª.- Si la Administración obliga a un
agente a NO portar cartucho en recámara, le estará obligando a que lo
introduzca en el momento de máximo riesgo, o sea en el momento de máximo estrés
y presión, que es cuando se está en riesgo al sentirse atacado. Así pues, cuando es más fácil cometer un
accidente (por esos nervios y miedo), es cuando se obliga a realizar
manipulaciones de riesgo. Pero si la vida del agente está en inminente peligro…
¿le dará tiempo a desenfundar, montar y disparar eficazmente…? Normalmente, NO.
2ª.- Si el agente no porta nunca cartucho
en recámara, el día que lo introduzca en la recámara y dispare —y aunque
finalmente no dispare—, el funcionario estará en una situación incómoda para
él. Al estar obligado a extraerlo, por norma interna de su cuerpo o por miedo e inseguridad, estará sometido a otra
situación de riesgo al no estar habituado a esa manipulación de vaciado de la recámara;
y porque aún estándolo tratará de hacerlo lo antes posible: en el coche
patrulla de camino a la base, en el mismo escenario de la acción, etc. En
cualquier caso, estará estresado, rodeado de personas y no entrenado ni mentalizado
para esa situación y manipulación. El accidente está servido casi en bandeja.
3ª.- Suele pasar que policías a los que
les prohíben portar cartucho en recámara, les doten de armas de doble acción o
de acción mixta —también otros sistemas— para su quehacer cotidiano, y que a
esos mismos agentes se les vete la instrucción y el manejo del arma en tal
condición de porte. Ello desemboca en que el agente, por su cuenta y riesgo y
por sí solo, trate de aprender más del manejo del arma. Cuando ocurre eso, el
agente suele estar en su casa, en un coche patrulla y otras veces en una
dependencia de su unidad, pero siempre rodeado de personas. Si eso ocurre, y
todos sabemos que ocurre, el riesgo de accidente por disparo involuntario es
muy alto. Todos recordamos algún accidente en esas circunstancias. Yo mismo
tengo casos cercanos en mi zona de trabajo, casos con civiles y agentes
fallecidos y otros con sólo un enorme susto. Por cierto, conozco un caso de
cada uno de los expuestos y en tres cuerpos policiales distintos de mi ciudad.
Con
respecto a la doble acción y el cartucho en recámara, no quiero entrar en
consideraciones puramente tácticas, eso debe tratarse en un artículo aparte y
exclusivo del asunto. He tocado únicamente los puntos relativos a la seguridad y
a los accidentes.
Cargadores de repuesto
Otro
aspecto que yo considero sensible y que no es tomado en consideración por
todos, o al menos no es tomado como debiera, es el uso de uno o dos cargadores
de repuesto además del que porte nuestra arma.
He
oído decir a muchos agentes, y no todos de un mismo cuerpo, que en la Academia
le comentaron que el uso/porte del cargador de repuesto era de uso obligatorio
por las normas internas de uniformidad y reglamentación de material, pero que
el instructor de tiro también les dijo: “Si
con las 5 o 6 primeras balas NO has resuelto la situación... date por muerto, ya
te sobran los demás cartuchos y el otro cargador…”.
Estoy
completamente seguro de que todos los que ahora están leyendo estas líneas, han
oído esa frase muchas veces en sus puestos de trabajo, bien a compañeros, a
instructores o a mandos, ¿verdad que sí? Pues es un error no sólo decirlo, sino
creerlo y aún más el llevar a término la frase y dejar el otro cargador en la
taquilla o en el armero.
Se
podrían dar mil razones para demostrar que esa manida frase es una de las
muchas leyendas urbanas y mentiras que nos han “metido” durante años.
Quizá
nos la “colaron” sin mala fe, pero seguro que sí por la nula formación del que
la transmitió; o nula percepción de la realidad y de lo que es el trabajo en la
calle y el enfrentamiento policial.
La
primera razón que se me ocurre es que ningún enfrentamiento es igual a otro,
aunque el agente protagonista haya estado en las dos situaciones que
pretendemos comparar. Así pues, algunos agentes han hecho uso de su arma y han
efectuado solamente uno o dos disparos, teniendo la suerte de resolver la
situación con tan escasos tiros. De hecho es verdad que la mayoría de los
enfrentamientos policiales se suelen resolver con no más de 5 disparos. Pero,
¿cuándo sabremos qué situación nos vamos a encontrar…? NUNCA, nunca lo sabemos.
Es el “malo” el que lo sabe, por eso es el malo.
Sin
irme muy lejos en el tiempo, recordemos el enfrentamiento del atracador apodado
policialmente “El Solitario”. En uno
de sus atracos mantuvo un abierto enfrentamiento, con agentes de la Policía
Local de la ciudad en la que acababa de cometer un robo con intimidación en una
sucursal bancaria. Allí murió un agente de ese cuerpo policial. Según parece, el enfrentamiento duró el
tiempo suficiente como para que se agotaran los cartuchos de los cargadores de
las pistolas de los agentes, lo que obligó a continuar la acción con cambio de
cargadores.
Más
“fresco” aún: a primeros de octubre de 2011 se produjo un atraco en Alicante, y
en él se emplearon armas automáticas de guerra, amén de escopetas. Los agentes del
Cuerpo Nacional de Policía (C.N.P.) que actuaron fueron rociados de proyectiles
que salían de un Ak-47. Un atracador murió y ningún agente fue herido (sí hubo
civiles heridos). Pues bien, quizá no sea conocido el dato de que un policía
sufrió varias interrupciones en su pistola durante el enfrentamiento. Según
cual fuese el motivo de la traba, un cargador nuevo podría haber ayudado.
Y
en el otro extremo cuento con otro ejemplo cercano a mi persona. Tengo un
compañero que en una situación policial tuvo que abrir fuego contra una persona
y con solamente un disparo consiguió poner fuera de combate a su agresor. Son
ejemplos de casos “extremos” los que he referido. Hay otros muchos casos dignos
de estudio y análisis en este mismo sentido. Pero insisto, nunca sabemos lo que
nos vamos a encontrar.
Pero
no son esas las únicas excusas o motivos del necesario uso/porte de más de un
cargador. El cargador introducido en el arma se puede perder durante alguna
intervención policial. Hay armas más proclives para ello, pero todas son
susceptibles de extravío durante un forcejeo, caída del arma, caída del propio
agente durante una persecución a pie, saltos de muros, trepas o escaladas violentas. Si eso ocurre, deberíamos
introducir otro de los que debemos llevar en el equipo de cinto, de no ser así…
tenemos un serio problema. No es imposible la pérdida del cargador principal.
No
digamos ya en el caso de aquellos agentes que portan armas con seguro de
cargador, o sea armas que aún teniendo un cartucho en la recámara, no
dispararían si a la vez no tienen alojado un cargador, vacío o con munición,
pero un cargador introducido. En este caso el agente no podría usar ni tan
siquiera su “último cartucho”, me refiero al que va en la recámara (en caso de
llevarlo, claro).
Personalmente
he vivido casos con armas que de forma muy frecuente hacían perder el cargador
a su portador. Una de esas armas es la Llama M-82, de reglamento en las Fuerzas
Armadas de nuestro país. He visto muchas veces como el cargador de este arma se
iba saliendo durante entrenamientos de carreras con uniforme de combate y funda
reglamentaria a la cintura. Durante los entrenamientos de las Patrullas de Tiro
en el Ejército, lo veía diariamente en las carreras de 10-12 Kms. de
entrenamiento. Personalmente era yo quien advertía ese “incidente”, y se lo transmitía al oficial que portaba la Llama.
Lo solucionábamos todas las mañanas pasando por el Botiquín y poniendo
esparadrapo desde la base del cargador hasta la empuñadura.
Y
otro caso más cercano en el tiempo es el de la pistola Sig-Sauer P-2022 y la
funda Radar 3D (funda que yo he usado “retocada” para trabajar durante varios,
años con mi HK-USP-C), la combinación de ese arma y esa funda provocan la
extracción accidental y continua del cargador. Para solventar dicho problema se
han cambiado las fundas por otros modelos. En algunos casos se han retocado
artesanalmente las pistoleras, para que el extractor del cargador no roce
continuamente con una determinada zona de la funda.
Conocimientos básicos de
cartuchería y balística
Un
tema que es también de vital importancia para los agentes y demás usuarios de armas de defensa/seguridad, es el
conocimiento básico de balística y cartuchería.
Por
desgracia es frecuente ver, en las galerías de tiro y armerías, a policías
tratando de adquirir munición para sus armas, sin saber a ciencia cierta qué
calibre es el que admiten sus “herramientas”. Es triste y vergonzoso ver y oír
a un funcionario de las F.Y.C.S. decir que la munición que le están vendiendo
no sirve para su arma, porque en vez de leerse en el envase la leyenda 9 m/m
Parabellum, lo que leen es 9 m/m Luger, y que por tal motivo su arma no puede
disparar dicho cartucho. A veces incluso alegando que el ofrecido y marcado
como Luger es de mayor potencia, y de uso exclusivo en armas largas o
militares. Yo he vivido esa experiencia más de una vez. Pero vamos, así se han
expresado los propios vendedores, muchas veces.
Personalmente
he visto algo que pasa de lo vergonzoso y triste a lo cómico. He visto a un
agente de policía, que por cierto no se dejó en su día aconsejar ni instruir un
poco por encima de lo básico, introducir cartuchos del .38 Especial “Wacutter”
en los cargadores de 9 m/m Parabellum de una HK-USP-C. Lo peor: después
introdujo a la fuerza el cargador en el arma, y naturalmente atoró todo.
Sería
muy acertado que los profesores de tiro e instructores, en las clases tanto
prácticas como teóricas, hablaran de la cartuchería y de su nomenclatura. No
hace falta que se hable de todo lo que existe en el mercado. No se pretende
hacer expertos. Pero al menos se debería referir algo de los cinco o seis
calibres de uso más común en nuestro país (9 m/m Parabellum, 9 m/m Corto, .38
Especial, .357 Magnum, .22 L.R. y .45 A.C.P.). Sería muy deseable que un agente
no dijera que su revólver es del calibre 38 m/m, y que supiera la diferencia
entre los calibres de denominación anglosajona y europea (Sistema Imperial y
Métrico Decimal).
Hace
unos años, un instructor de Tiro Policial y tirador deportivo con más de 25
años en la policía, me dijo que había detenido a un sujeto por Delito de
Tenencia Ilícita de Armas, concretamente por portar ilícitamente una pistola
Llama del calibre 45 m/m. Traté de hacerle entender que sería del .45 A.C.P.,
pero el hombre insistió en que no, que claramente era de 45 m/m porque el
calibre que yo decía era de uso exclusivo en Norteamérica. Vaya locura y
atrevimiento el de ese compañero.
Totalmente
relacionado con lo anterior es la balística. Un profesional de la policía debe
conocer las capacidades o propiedades de sus municiones: capacidad perforante y
capacidad de transferir energía al objetivo. Debe saber distinguir cartuchos de
punta blindada, semiblindada, hueca y plomo, y conocer las ventajas e
inconvenientes que teórica y prácticamente posee cada tipo de punta referida.
Debe
saber también que eso que vemos en las películas de televisión no es cierto,
que muy raramente un único impacto en el cuerpo humano provoca la incapacidad,
y sobre todo que aunque ésta llegue… no es inmediata.
Tiro en bajas
condiciones de luminosidad
Con casi total seguridad, los que
ahora están leyendo este texto son, con mayor o menor experiencia, profesionales
de la seguridad. Cada cual tiene la experiencia que el devenir de las
circunstancias le ha propiciado. Seguramente todos se han visto ya implicados
en llamadas de emergencia por robos, agresiones, incendios y posiblemente
hasta en enfrentamientos armados. Todos esos supuestos, al margen de los más
diarios y cotidianos como cacheos, identificaciones, etc., son ejecutados tanto
en horarios diurnos como nocturnos. Aún así, se encuentre el operativo en la
franja horaria que sea, un gran componente auxiliar del equipo básico de
trabajo es siempre la linterna.
En cualquier parte del mundo, la
actividad delictiva aumenta al anochecer. La razón es muy sencilla: a los
delincuentes les gusta actuar bajo el manto “protector” de la oscuridad. Pero
ya lo hemos visto antes, incluso durante el día el interior de un edificio
ofrece ambientes poco iluminados. En estas circunstancias no solamente el
agente verá menos o peor, sino que esa situación será aprovechada por el
contrario (la mayor parte de la información sensorial enviada al cerebro llega
mediante la visión). Las estadísticas revelan datos que avalan estas palabras:
la mayor parte de ataques graves a funcionarios policiales se producen en
horarios nocturnos. Los delitos en
general crecen en esas franjas horarias. No obstante, hay que distinguir entre
situaciones de baja luminosidad y de nula luminosidad. Ambas situaciones podrán
darse durante las 24 horas de un día.
Cuando
se habla de oscuridad o baja luminosidad, todos se acuerdan del uso del arma en
tales condiciones, pero hay más acciones que apreciar. En este “oscuro” campo
no siempre hay que hacer un uso combinado del arma de fuego y la linterna. Por
suerte no todos los días tenemos que disparar, pero lamentablemente sí es muy
frecuente que se realicen requisas en inmuebles objeto de incendios, robos o
allanamientos.
No
hay que desechar la idea de usar la linterna como medio de comunicación casi en
cualquier caso, pero especialmente en episodios de catástrofes para señalizar
zonas o identificar la propia ubicación.
Cierto
es que en los coches policiales suelen portarse linternas, como poco una. Pero
en los casos en que ciertamente se porte una o más linternas en los vehículos,
dicha herramienta será, casi siempre, de peso y tamaño no agradables; así pues,
casi ningún agente descenderá del patrullero con la linterna en la mano. Se
suele regresar al coche a por la linterna cuando la necesidad y circunstancia
obliga. El problema es que en esas situaciones el coche patrulla no suele
quedar cerca del lugar donde se precisa la luz auxiliar, y volver a por la
herramienta es cosa de segundos que no siempre podrán ser derrochados.
En
los párrafos anteriores se ha pretendido inculcar, en el lector, la idea de
necesidad de “luz siempre a mano”. Pero por la claridad del objetivo del tema,
vamos a centrar la mirada en el uso combinado de arma de fuego y la linterna.
Ya sabemos que no hay que confundir el tiro nocturno con el tiro en condiciones
de baja luminosidad, aunque seguramente ambas situaciones compartan las mismas
soluciones y técnicas a desarrollar. Se esté adscrito a la unidad policial que
se esté, llevar una potente y pequeña linterna en el cinturón se hace
imprescindible, si se quiere ser eficaz y resolutivo. El mercado está plagado de marcas
y modelos, la mayoría con las prestaciones que un agente puede precisar en casi
cualquier intervención.
Muy
someramente se referirán algunas características de estas útiles y necesarias
herramientas. Las hay con reguladores de potencia que pueden hacer reducir la
intensidad del haz de luz, a la par que economizan el consumo de batería. Sobre
la batería y forma de carga, también hay una amplia variedad: de baterías en
serie o “pilas normales”, hasta las de litio de larga duración y gran potencia.
Otras son recargables, tanto a la red (enchufe de conexión a la red eléctrica)
como a la conexión del mechero del coche u otro sistema adicional montado al
efecto. Incluso algunos modelos poseen la doble facultad de recargarse, y de
usarse, con baterías extraíbles convencionales o de litio.
Las hay con lámparas
alógenas, Xenon o de Led, estas últimas cada día más
extendidas. Casi todas se sirven con magníficas fundas que, incluso a veces,
permiten portar baterías de repuesto, y todo asido al cinturón del agente.
También las hay acopladas en una defensa extensible, como es el caso de la
marca ASP, la cual podrá ser usada tanto acoplada al bastón, como de modo
individual o independiente.
Algunos
modelos son compatibles con acoples para poder
ser usadas en armas, bien fijadas directamente a ellas mediante raíles
—casi todas las armas modernas incorporan raíles en el armazón— o bien mediante
la fijación, en módulos ajustables, en algún lugar del armazón del arma, como
el guardamontes, cargador o empuñadura.
La
ubicación del interruptor en el cuerpo de la linterna también ha de ser tenido
en cuanta. De la localización del mecanismo de encendido/apagado puede
derivarse el uso y forma de emplear la linterna, lo cual aconsejará la
utilización de determinadas técnicas. Hay modelos cuyos mecanismos de
activación se encuentran en la parte trasera y otros en la delantera. Pero unos
se activan por presión y otros por desplazamiento, lo cual puede, como antes se
ha dicho, influir en el uso táctico de la herramienta.
No
hay que desechar otro útil elemento de apoyo para estas situaciones: los
elementos de puntería de Tritio.
El
Tritio es un material radioactivo, concretamente un isótopo del Hidrógeno. Su
estado es gaseoso y se produce en la naturaleza, pero también en el
laboratorio. El ser humano está en contacto con cierta cantidad de Tritio a lo
largo de su vida, pues la propia naturaleza, como ya hemos comentado, lo
produce al entrar en contacto los rayos cósmicos con los gases atmosféricos.
Aunque ingerido es radiotóxico, la emisión radioactiva que produce es baja: la
llamada emisión beta de baja energía.
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Debidamente
tratado, el Tritio puede ser de gran ayuda a nivel táctico policial y militar.
Los elementos de puntería compuestos de Tritio, ofrecen una gran ventaja ante
situaciones de baja o nula luminosidad. La combinación de nuevas tecnologías
permite que los tiradores puedan alinear perfectamente sus elementos de
puntería (alza y punto de mira), incluso en supuestos de total oscuridad. Este
material es lumínico y fácilmente visible sin necesidad de que le sea
“descargado” previamente, sobre él, un haz de luz. Incluso permaneciendo años
sin ver la luz, los alzas y puntos de mira de Tritio podrán “reflectar” su
luminiscencia. Tienen una vida útil de algo más de 10 años.
Otro
material empleado, para dotar de mejor capacidad de enfoque y enrase de los
elementos de puntería en oscuras situaciones, es la fibra óptica. Este material
no es radioactivo, pero permite la transmisión de energía lumínica aún en
ausencia de luz. La desventaja frente el Tritio es digna de ser reseñada: ante
la prolongada falta de luz sobre los elementos de puntería (estar el arma
dentro de una funda integral, armero, cajón, etc.), estos deben ser
“recargados” con un “chorro” de luz sobre ellos. En tales casos, un linternazo sobre los elementos de
puntería, o una modesta exposición a una fuente de luz, podrían salvar la
circunstancia. Eso sí, si se debe hacer un uso inmediato del arma, ese lógico
consumo de tiempo implicaría que ya no se está ante un elemento útil de
emergencia. Ante emergencias no se puede despilfarrar el tiempo de reacción.
Quienes
emplean fibra en sus elementos de puntería, suelen “descargar” un linternazo
sobre el arma al inicio del servicio: la luz incidida será conservada
temporalmente en la fibra.
Son
varias las marcas comerciales que suministran al consumidor final este tipo de
elementos, y sus precios no son elevados si se tiene en cuenta la gran ventaja
táctica que puede suponer portar un arma dotada de este modo. Algunas marcas
incluso experimentan con la combinación de Tritio y fibra óptica. En estos
casos se juega a intercalar diversos colores, como el verde y el amarillo,
siendo unos más favorables que otros para el empleo combinado en situaciones de
luz normal u oscuridad.
Técnica
Neck Index/ajuste al cuello. Mi
básica preferida. Esta técnica
permite una adopción muy rápida e instintiva. Puede ser usada con el arma en la
mano fuerte o simplemente para aproximación a sospechosos o lugares de requisa,
aún sin desenfundar el arma. Al ir la linterna a la altura de la cara/cuello y
en contacto con dicha zona, la luz irá dirigida, con total naturalidad e
instinto, al lugar donde el operativo esté mirando en cada momento, incluso al
girar la cabeza.
Del
mismo modo, al desenfundar el arma y elevarla con la mano fuerte a la altura de
la cara, el haz de luz de la linterna no sólo iluminará al blanco que se esté
mirando, sino que a la misma altura habrá quedado el arma. Los elementos de
puntería quedarán iluminados por la propia luz de la linterna. En situación
real de enfrentamiento, y por el propio y natural estrés ―además de por la
premura―, NO dará tiempo de enrasar el punto de mira en el alza; pero al menos
sí que proporcionará una localización muy rápida del conjunto arma-mano, y por
ello un enfoque del conjunto total: arma-mano-blanco.
En
la mayor parte de las situaciones que requieran de un tiro de emergencia, no
será posible usar las dos manos para disparar, por ello esta técnica y la FBI está más próxima a las técnicas de
tiro reactivo convencionales. Ambas técnicas son de sencilla y similar
asimilación, siendo la transición de la una a la otra muy positiva en muchas
ocasiones.■
PUBLICADO EN DOS PARTES POR LA REVISTA: WAR HEAT INTERNACIONAL, 1ª PARTE Nº76 - 2ª PARTE Nº77
Excelente blog!! Si vieras lo que son nuestra "semana de reentrenamiento anual" te largas a llorar!! Este año no me toco practica de tiro porque no habia municiones....
ResponderEliminarUn saludo grande y gracias por compartir tus conocimientos.
SicK_GirL
(Oficial de Policia de la Provincia de Buenos Aires, Argentina)
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarGRACIAS por su comentario, espero que siga usted visitando este blog. Poco a poco, iré descolgando en él, nuevos textos que están en "recámara".
ResponderEliminarErnesto.
Me ha encantado el artículo Ernesto, ya que aparte de la temática técnica, tocas otras fibras, que actualmente son un auténtica traba para que la metodología de formación y entrenamiento cambien... actitud, seriedad, eficacia, sentido común y ánimo de evolucionar... por no hablar del condicionante estrella, el estrés... conozco instructores de tiro que saben del significado de esa palabra, por su definición en el diccionario... sin experiencias reales ¿como va a tenerlo en cuenta??? ... no quieren ver que hay un mundo muy diferente fuera del campo de tiro y están muy cómodos en su situación.
ResponderEliminarEsperemos que los obsoletos e irreales métodos de entrenamiento táctico-técnico policiales, impartidos en la gran mayoría de nuestras academias tengan una amplia reconversión de conceptos... este artículo es un grano de arena más, para conseguirlo.
Un saludo compañero!!
ENHORABUENA por el blog.
Mustelus - Livecop
Gracias Mustelus, espero que los agentes, al menos a nivel personal, vayan abriendo los ojos y descubran las grandes mentiras que se nos han contado durante años, y que siguen siendo, a día de hoy, contadas en casi todos los estamentos, a nivel oficial.
ResponderEliminarErnesto.
Saludos compañeros
ResponderEliminarAca en la Policia de PUERTO RICO solo nos dan 3 practicas con pistola por año y una de ellas es tiro nocturno, luego tiras las armas largas en otra fecha durante el año. Antes de ser policia ya era tirador y gracias a que por mi propia cuenta practico todos los fines de semana y compito en IPSC mantengo un nivel optimo en esas destrezas; por otra parte he comenzado con mis muchachos en el cuartel a fomentarle para que saquen licencia de armas y puedan ellos practicar por su cuenta en algun club y no esperen a que la agencia los envie al polígono. A veces nos cuesta mucho creer que hay compañeros que les molesta cargar un arma 8 horas y no muestran ningun interes al la hora de calificar en las practicas de la policia.
Nosotros pedimos que el agente apruebe con un 70% de los disparos en la tarjeta o sea 35 de 50 pero no se han puesto a pensar en algo?; Que todo el que pasa siempre con el minimo de destreza, por que no le interesa mucho el tiro, en una situacion de stress real ese 70% va bajar considerablemente y les aseguro que no podra repeler la agresion por su falta de interes al momento que va a las practicas de la policia; la diferencia estriba en que una persona que se mantiene en un 90% o mas en sus practicas al momento de surgir un enfrentamiento igual le bajara el rendimiento pero su nivel sera mucho mas optimo y con mas posibilidades de salir airoso de la situacion. Es por eso compañeros que como decimos "la salvacion es individual" depende de cada uno de nosotros practicar por nuestra cuenta aunque sea una caja de balas al mes, porque cuando salimos a trabajar y dejamos nuestras familias ellos esperan que nosotros regresemos sanos y salvos. Un saludo muy cordial desde Puerto Rico
SGTO PEDRO FLORES
Estimado Pedro:
EliminarLo importante de los entrenamientos es que estén bien diseñados, pero incluso si no son buenos ejercicios y con la filosofía acertada, que por lo menos se cumplan al 100%. En España hay tres tipos de cuerpos de policía: dependientes del Gobierno del país, dependientes del Gobierno la comunidad autónoma (casi como si fuesen los estados que integran USA) y los dependientes de los ayuntamientos, los cuerpos locales (metropolitanos). Son dos los cuerpos nacionales existentes, la Guardia Civil (GC) y el Cuerpo Nacional de Policía (CNP). Cuerpos dependientes de las comunidades autónomas hay 4 (Policía de Cataluña, País Vasco, Navarra y Canarias), aunque comunidades existen 17. Y Cuerpo de Policía Local dependientes de los ayuntamientos hay miles (no sabría decir cuántos).
Cada cuerpo posee su propio sistema anual de entrenamiento y normas internas, si bien todos a otros niveles están regulados por una misma ley orgánica de aplicación nacional. El tema del tiro forma parte personal de cada cuerpo de seguridad: cada uno hace lo que cree y como cree más oportuno. Ejemplo: el CNP y la GC entrenan anualmente, respectivamente, tres veces y dos veces (en ambos casos con pocos disparos en cada llamamiento). ¿Es poco o mucho? Creo que poco, pero sobre todo falso. Verás, eso marcan los reglamentos y órdenes firmadas en papeles, pero la realidad es que no se cumple al 100%. Los cuerpos locales, como el mío, tienen sus propios programas. Mira, llevo 12 años en la Policía y JAMÁS ME HAN LLEVADO OFICIALMENTE A ENTRENAR. Nadie puede acreditar que he sido llevado y qué resultados he obtenido. Siempre he entrenado por mi cuenta. Algunos compañeros sí han ido a “jugar” con las pistolas, pues lo que hacía era un entretenimiento y NO un entrenamiento. Eso sí, han ido una o dos veces en muchos años. Otros, como yo, jamás han ido.
Tenemos cuerpos locales con entrenamiento de lujo, tanto por la cantidad de veces que van al campo de tiro como por el número de cartuchos que se consumen, y el diseño de los propios ejercicios.
Esto es un caos y la crisis económica no es el problema, sino la mentalidad de jefes, sindicalistas y los propios policías.
Saludos.
Ernesto