HÉROES vs. MEDALLAS. ¿Las reciben los que están donde se dan o las reciben los que están donde se ganan…?

Por Ernesto Pérez Vera

Hace unos días leí, en el blog de un amigo, un artículo sobre los héroes policiales. El texto exponía el significado de la palabra héroe según la Real Academia de la Lengua Española, para seguidamente dar a conocer casos reales de agentes de seguridad, de todo el mundo, que a criterio de mi amigo y de sus lectores merecían el apelativo de héroes. Muy básicamente, un héroe es una persona que realiza una hazaña extraordinaria, especialmente si requiere de mucho valor o mucha pericia para culminar la proeza.

Precisamente esa definición es, grosso modo, la reflejada en todos los reglamentos y en todas las normativas de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y de las Fuerzas Armadas, de cara a la concesión de medallas al mérito policial o militar. Pero hay más. Al existir un amplio catálogo de condecoraciones y premios de reconocimiento a la labor profesional, también pueden otorgarse recompensas de mayor prestigio exigiéndose para su concesión, casi siempre, un riesgo propio (con o sin resultado negativo) en el acto que produjo la acción meritoria del reconocimiento. 

Al hablar  con profesionales de todos  los estamentos  en los que se  imponen  condecoraciones —cuerpos armados y uniformados, casi siempre—, suele oírse la misma queja: se dan demasiadas medallas a quienes no participan directamente en las intervenciones que dan origen a las concesiones. A veces se conceden incluso a quienes nunca tuvieron conocimiento de las operaciones, al menos no en caliente. A tenor de lo que no paro de ver, este es un mal muy extendido y en auge. Pocas condecoraciones se otorgan con la opinión mayoritaria de la justa imposición. Cuando algunas justas y bien concedidas son impuestas, otras, a la par, son vergonzosamente adjudicadas, colocadas o regaladas. Unas esconden a las otras. Lo realmente meritorio queda minusvalorado en el propio acto de imposición. Las sucias e injustas manchan a las ciertamente merecidas.

Un veterano compañero de otro estamento me ha expuesto hoy su experiencia con las medallas, la sociedad, el cuerpo y los avatares políticos, sindicales e internos de su institución. No nos engañemos, todo va de la mano. Este amigo ingresó en la Policía Nacional (PN) cuando la fuerza acababa de nacer, tras la desaparición de la Policía Armada. ¡Ya ha llovido! Pues bien, Pepe Moreno, que así se llama él, me cuenta que al ingresar en la Policía se otorgaban felicitaciones públicas y condecoraciones por servicios destacados y que esto se hacía con bastante justicia y buen criterio. 

Pepe conoce el caso cercano de un compañero que detuvo él solito, sin operativo especial alguno, a un comando etarra, ostentando por ello la Medalla al Mérito Policial con Distintivo Blanco. Otro policía de su unidad, también en los tiempos en que él iniciaba su carrera, en “los años del plomo”, lucía orgullosamente una medalla con distintivo rojo. Esa fue la primera “roja” que Pepe vio en el pecho de un igual, de un no-jefe. Aquel compañero poseía la roja por su intervención en un atraco, en el que acabó con la vida de dos delincuentes. Por todo ello, Moreno creía, a sus veintidós años de edad, que las medallas siempre se daban muy merecidamente. 

Las cosas cambiaron con el devenir de los tiempos. La sociedad española iba avanzando. Llegó al poder el Partido Socialista Obrero Español. Según Moreno, nació la eterna sospecha sobre los agentes uniformados. Se sacaba la lupa para todos ellos. Muchos de los hechos que antes daban inicio a expedientes de propuesta para felicitación, condecoración o recompensa en metálico, empezaron a dar pie a expedientes disciplinarios para averiguar “veracidades”. Se acabaron las felicitaciones públicas para los operativos uniformados de la calle. Sin embargo, en las órdenes generales del cuerpo todos los días se podía leer que quienes ocupaban cómodos despachos, y nunca pisaban las calles, recibían inmerecidos premios y reconocimientos profesionales de alto nivel. 

Esto hizo que en los actos en los que se lucía el uniforme de gala, u otros similares, quienes carecían de una pechera “chapada” pusieran en cuarentena, por sospecha maloliente, a los que bajaban de sus poltronas repletos de cruces, medallas y placas.

Para Moreno, la llegada del Partido Popular al Gobierno de la nación puso en alza la labor del policía callejero. Parece, siempre según lo que él me cuenta, que cuando los jefes del Cuerpo Nacional de Policía, cuerpo heredero de la extinta PN en la que ingresó Moreno, coincidían en eventos con mandos de la Guardia Civil, veían más medallas en las guerreras de sus hermanos de “verde”. Por ello empezaron a otorgar a los suyos más condecoraciones que en los tiempos recientemente pretéritos. Eso sí, se daban con cupo: tantas para tal unidad y otras tantas para la siguiente, y así sucesivamente con todas las unidades. Pero claro, este sistema no tenía en cuenta la valía real de los servicios realizados, sino que contentaba a todos... pero no por igual. Un reparto mal repartido. Se cubría expediente, algo muy frecuente en muchísimas facetas de este oficio y de este país. 

Nació lo que algunos llamamos “la romería de las medallas”. Gente que con cuatro o cinco años de antigüedad ya lucía cruces al mérito, mientras que otros que venían de hacer la transición, y que todavía seguían tirados en la calle, no tenían nada de nada. “Muchos se jubilaban de vacío, mientras que a los nuevos se les iba incentivando con chapitas”, sostiene Moreno. Los que se estaban retirando habían soportado la peor época de ETA y una delincuencia insaciable, pero sus uniformes estaban más vacíos que los del relevo generacional.

Moreno, tras contarme todo esto, admitió que posee dos medallas al mérito, ambas blancas. Una se la han dado a destiempo, como él mismo apunta. Ha sido por su trayectoria profesional. Precisamente cuando ya ni recuerda las mil intervenciones delicadas que ha protagonizado y que merecieron, per se, una medalla particular. La otra se la han concedido por una acción con riesgo propio, durante la detención de un atracador que, armado con una escopeta, lo encañonó. Insisto, esta segunda Cruz al Mérito también es blanca, o sea, la básica, la barata.

Un viejo amigo mío siempre dice, y sabe de lo que dice (tiene muchas medallas y a propuesto a unos cuantos para que también las recibiesen), que lo importante es hacerlo y no tanto el reconocimiento. Seguramente es cierto, pero a todo el mundo le gusta ser reconocido. Es algo inherente al ser humano sano de sesera. Es hasta una sana necesidad mental para poder seguir adelante, como el destacado psicólogo y militar Dave Grossman refleja en algunas de sus magistrales obras literarias. Otro buen amigo y compañero me regaló una frase que le oía de su padre ya fallecido y que fue alto mando del Ejército de Tierra y veterano de guerra: “Las medallas las reciben los que están donde se dan, y no los que están donde se ganan”. Creo que demasiadas veces es cierta la afirmación del padre de Joaquín. También él sabía de lo que hablaba, según se ve.

Por mi parte, y en base a mi experiencia personal y profesional, incluyo en “la romería de las medallas” el reparto que anualmente se hacen entre sí los jefes de todos los cuerpos. Es algo así como “yo te propongo para la cruz al mérito de mi cuerpo este año y el año que viene me propones  tú a mí para que me den la de tu institución”. Funciona, digo que si funciona. Es así como muchos jefes cargan sus guerreras con multitud de colorines, sin haber dado un palo al agua nunca, casi nunca… o jamás.

Comentarios

  1. Bueno, creo que todos hemos idealizado en alguna ocasión aspectos de diferentes profesiones, que a la postre se revelan absolutamente diferentes a lo que habíamos anticipado.
    Las medallas, promociones, méritos, etc son una moneda de cambio en determinados ámbitos, e ignorar este hecho desde luego que nos puede producir no pocos desengaños y desilusiones.
    Hace tiempo, un amigo ex-jefe del TEDAX de una importante capital (y jubilado tras quedar inválido con una "patada en el trasero"), me dijo que "todo es mentira", y con el tiempo he comprobado que tenía toda la razón.
    Hoy en día, la única medalla a la que aspiro es el sueldo a fin de mes, que al fin y al cabo es por lo que trabajo, y las palmaditas en la espalda que se las den al que las quiera.
    Perico

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  2. Gracias por tu comentario Perico: como siempre acertado.

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  3. Mi querido amigo, siempre indagando en la llaga que tienes. Por desgracia en esta Institución las cosas son así no por ello lo defiendo porque he visto a muchos compañeros que se la merecían e algún momento y no se la concedieron como como a quien tu sabes.
    Como tu sabes yo tengo tres blancas a parte de las concedidas por las misiones pero cierto es que de las tres que tengo solo una me la dieron cuando yo creía que la merecía.
    Ante esto hay que pensar si creemos que tenemos razón al pensar que fue justa porque yo lo pensaba así, o el jefe sabe recompensar en la trayectoria profesional y te la concede cuando es el momento aunque tu no lo pienses así.En un momento profesional de mi vida mi pasó algo así después de año y medio de regresar de Irak me dicen que me han concedido una Cruz Blanca, me fui indignado a mi jefe y le dije que no la merecía ya que mi puesto era de oficina y el me comento que no siempre se puede reconocer el trabajo cuando uno quiere y que lo importante es que en oficina o en primera linea es estar y hacerlo bien.
    NO SIEMPRE SON JUSTAS PERO CIERTO QUE NO SIEMPRE TE PUEDEN RECONOCER TU LABOR CUANDO SE QUISIERA.
    DAVID C.L.

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  4. Querido David:

    Yo sí estoy seguro de algo, y es que tú sí te mereces esas tres "blancas". Un abrazo.

    Gracias por el comentario.

    Ernesto.

    PD.- ya he regresado del campo de tiro, te lo has perdido: pruebas balísticas de rebotes.

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  5. No creo que exista una regla exacta para determinar cuando o por qué te van a felicitar. Claro está que eso crea inseguridad, pero tampoco creo que sea positivo el hacer el trabajo pensando en la medalla.
    En mi cuartel le dieron una felicitación por escrito a un soldado porque "creyó" ver a 2 etarras en un coche cerca del recinto. Tan solo por eso.
    Estando en el "norte", otro compañero recibió una mención honorífica por sacar el arma y rescatar a un tipo al que estaban dando una paliza. Igual en otras circunstancias hubiera sido todo lo contrario...
    Nunca sabes a qué atenerte.
    Perico

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  6. Tema siempre controvertido este de las medallas que puede llegar a cargarse unidades operativas por un reparto poco justo o racano.
    En unidades operativas de seguimiento e investigación creo que lo mejor es repartir de modo arriba a abajo por antigüedad en la unidad. Peligro y esfuerzo se crean a diario así que todos contentos cuando se otorgan,.piensas...ya me.llegara.

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    1. Hola, Román, gracias por tu comentario.

      Un saludo.

      Ernesto

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  7. En el reparto de medallas, ya sean del color que sean o de la orden que sean segun cuerpo, se deberia de tener en cuenta EL POR QUE, EL QUE PASO, QUE FUE LO QUE HIZO O HICIERON?
    pero en realidad se tiene en cuenta otros detalles tales como CUANTOS AÑOS LLEVA( para eso ya existe medallas en ese sentido), A QUIEN LE TOCA ESTE AÑO, O SIMPLMENTE QUE ES LO QUE HACE, QUE PUESTO OCUPA O A QUIEN CONOCE.
    Es penoso que actuaciones o intervenciones en las que se salvan vidas, se recuperan joyas u objetos robados casi a la par que los propietarios de la vivenda esta pòniendo la denucia en una localidad cercana.o simplemente te juegas la vida para detener a un o unos hijos de su "santisima madre" los cuales son malos de verdad, queden sin reconocimiento por que solo llevas meses, u años en el cuerpo X o Y, y claro no entras dentro del catalogo de medallista.
    Pero........???
    a ver que el agente 00000 hizo lo que hizo por que es su trabajo,, " pero es que en los requisitos pone que cuando la intervencion sea de relevancia tal o los medios de comunicacion se hagan eco, o demuestre un valor inusual( del cual casi todos hemos hecho demostracion en varias ocasiones)( y no por esos exigimos) y ademas el cuerpo policial al que pertenence queda en buen lugar" no seria lo suyo premiarlo con un reconocimiento publico y ademas decirle claramente CHAVAL/A bien hecho. continua asi. gente como tu hace grande este cuerpo.bla bla bla ,
    pero claro los endiosados jefes no bajan de su nube para dar una palmadita y decir a su hombres OS MERECIS NO UNA, SI NO VARIAS, enhorabuena.
    aun asi se que los cuerpos policiasles. se alimentan de gente como nosostros, con un veneno que corre por las venas, que por mucho que te quemes y digas paso. cuando la emisora dice aquello de " INDICATIVOS EN SERVICIO, se esta procuciendo..... en la calle..." los hombres de azul, verde, negro o rojo activan sus sentidos y se olividan de sus enfados, dejan atras sus mosqueos con el jefe o el superior, y dicen aquello de " ADELANTE PARA...., " RECIBIDO"
    ENHORABUENA A TODOS POR QUE MAS DE UNO, DE DOS Y DE TRES MERECIS ( o merecemos ) UNA MEDALLA, aunque la mejor es tener buenos amigos, buenos compañeros y seguir contandolo.

    YAYO.

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    Respuestas
    1. Yayo, mira qué cosa. Un compañero que se ha expresado siempre en los mismos términos que nosotros a este respecto (yo en el propio artículo) este año ha sido condecorado por la cara, como él mismo me dijo cuando lo propusieron hace un año o algo menos. Solo ha sido porque era el único de su unidad, con cierta antigüedad, que no estaba condecorado. Dice que ese ha sido en exclusiva el motivo, sin embargo años atrás debió recibir 20 y le dieron 40 cacas de la vaquita que ríe. No es que ahora crea que ha hecho gran mérito durante este año, pues está en un equipo que se mueve menos que los ojos de Espinete, pero ya empieza a decir que por fin se la dan a él y justifica el reparto: calcula que le dará tiempo a recibir dos más por las mismas causas ante de jubilarse, más al menos dos de esas por años de servicio.

      Cuando le den la próxima a ver si me dan a mi algo también y doy la vuelta en la loseta diciendo que son merecidas las que hoy considero reprobables, jajajaja.

      Un saludo.

      Ernesto

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