Frank Serpico: la Historia de un "gran azul"
Por
Ernesto Pérez Vera
Todos hemos cultivado mitos a lo largo
de nuestras vidas. Los primeros, por lógica cronológica, surgen y se alimentan
en la infancia. Posteriormente, con el devenir de la vida y de los
acontecimientos propios de cada ser humano, unos mitos caen y otros se
refuerzan, e incluso nacen otros nuevos que eclipsan a los anteriores. Piensen
en ello, verán cómo es cierto. Algunos idealizan a personas cercanas, como hermanos
mayores, primos, abuelos y padres (también sus equivalencias de género
femenino). Pero otros fecundan sus sueños con personajes de ficción, casi
siempre conocidos a través de los cómics, de la televisión o del cine. ¿Verdad
que les suena? También hay quien construye mitos en torno a personajes que llevan
un poco de todo lo anterior, pero con un plus de realidad. Es mi caso.

Tendría yo entre diez y doce años cuando
vi en televisión una película que jamás he olvidado. Aquel telefilm presentaba
una historia policial que, en principio, a un niño de mi edad no debía
atraerle. La película, aunque era de polis y malos, no era de acción. No contaba
con excesivos tiroteos ni con detenciones espectaculares. Aquello iba de un
policía de Nueva York que en las décadas de los años sesenta y setenta del
siglo XX, no soportaba que en el Cuerpo existieran agentes corruptos. Como dije
antes, la peli no presentaba un argumento golosinoso
para un niño, pero yo siempre fui un poco raro. Me gustó la trama; me impactó
la historia; y es posible que marcara mi vida. Si siempre quise ser policía y
soñaba con realizar detenciones, no tardé mucho tiempo en descubrir que si algo
me asqueaba con la misma intensidad que la existencia del crimen y de sus
autores, eran los policías que no hacían lo que debían hacer. Más aún si hacían
lo que no debían hacer y encima desvirtuaban el trabajo de los agentes honrados
y decentes.

Desde que concluyó su periodo académico,
Frank siempre demostró ser un policía diferente. Seguramente influenciado por
los aires del momento (años sesenta), su estética de pelo largo, barba y
vestimenta hippie, le daban un
aspecto extraño dentro del colectivo. Para colmo, leía poesías de amor, oía
ópera y música clásica y era universitario. No cuajó entre sus compañeros. No
tardó mucho tiempo en descubrir que algunos coincidentes laborales recibían
sobornos de traficantes de drogas, de apostadores ilegales, de prostitutas y de
otros abyectos delincuentes. Su mayor fantasía personal era que la ley fuera
respetada por todo el mundo, y este era para él un principio fundamental al que
no estaba dispuesto a renunciar. Jamás perdonó tan viles actitudes, denunciando
cuantas ilegalidades descubrió entre los suyos, a pie de calle.

El proceso se inició en abril de 1970 y oficialmente
fue llamado Comisión de Investigación de la Presunta Corrupción Policial. Aunque
su impulsor fue el juez Whitman Knapp, de ahí el nombre por el que se conoce la
Comisión, el alcalde de la ciudad, John
V. Lindsay, dirigió el quinteto de miembros que la componían. Por cierto, dos años después Knapp se
convirtió en juez federal.

El 15 de agosto de 1972 la Comisión hizo
público un informe preliminar, dando a conocer el documento final el 27 de
diciembre del mismo año. La conclusión definitiva era clara: en el Departamento
de Policía de Nueva York existía una corrupción muy extendida. Se emitieron una
serie de recomendaciones:
-
Los
jefes de las comisarías responderán de las acciones de sus subordinados.
- Los
jefes de las comisarías redactarán informes periódicos sobre las áreas de
trabajo susceptibles de sufrir corruptelas.
-
Crear
unidades de asuntos internos en todas
las comisarías.
-
Emplear
informadores en todas las comisarías.
-
Cambiar
de actitud en el Cuerpo.
Desde ese momento se tomaron enérgicas
medidas contra todos aquellos funcionarios relacionados con las extorciones a
los ciudadanos, e incluso se empezó a pagar a confidentes para combatir estas
deplorables acciones.
Todo esto no solamente cambió el día a
día del Cuerpo sino que también giró por completo la vida del precursor. Pese a
que Frank Serpico estaba fuertemente comprometido con su trabajo y con aquello
que representaba, y realizó muchas y peligrosas detenciones en Brooklyn, el
Bronx y Harlem,
sus compañeros lo repudiaron. Fue apodado “Rata”. Multitud de acciones se
llevaron a cabo contra él, para empañar su imagen y buen nombre. Sin duda, tenían que desacreditarlo: fue el
primer policía que declaró voluntariamente contra sus semejantes de profesión.
Definitivamente, Frank “nunca supo mirar hacia otro lado”.
De aquella investigación nacieron dos
acepciones o definiciones de policía corrupto, según el grado de ilegalidad del
acto ejecutado u omitido: “come hierba” y “come carne”.


Ya jubilado, se trasladó a Europa y
vivió varios años en Holanda. Pero pasado un tiempo, en la década de los años ochenta,
regresó a su ciudad natal. Instalado
nuevamente en Nueva York, protagonizó una nueva cruzada contra el “silencio del
muro azul”. Un horripilante caso de corrupción y abuso vio la luz en 1997,
cuando un detenido de origen haitiano, Abner
Louima (“Caso Louima”), fue sodomizado con una sopapa en
el aseo de una comisaría de Brooklyn. Frank manifestó ante la Prensa: “Los torturadores de Louima pudieron
hacer lo que hicieron, porque sabían que en la comisaría nadie iba a hablar. ‘El
muro azul del silencio’ sigue igual, nada ha cambiado en estos veinte años”. Serpico descargó sus palabras sabiendo
que Rudolph Giuliani, el alcalde de la ciudad, consideraba al NYPD su ojito
derecho y su mayor instrumento político-electoral.
Pero Frank no se
detuvo ahí: también se pronunció cuando el 4 de septiembre de 1999, en el
Bronx, fue acribillado el ciudadano guineano Amadou Diallo. El africano, de veintitrés
años de edad, recibió diecinueve disparos del total de cuarentaiuno que
efectuaron cuatro detectives locales. Al parecer, confundieron a Diallo con un
violador y lo persiguieron. Según la
versión oficial, mientras los agentes solicitaban la documentación al muchacho,
un policía produjo una descarga involuntaria
de su arma (tiro escapado), lo que provocó que, por simpatía, el resto de
policías disparase creyéndose atacados. Los funcionarios fueron acusados de
homicidio, pero finalmente quedaron absueltos en febrero de 2000. Aquello
desembocó en masivas protestas y en graves disturbios.

La historia de Serpico se hizo
mundialmente conocida gracias a la película protagoniza por Al Pacino. El actor
conoció personalmente a Frank. Durante una conversación entre ambos, Pacino le preguntó
a Serpico: “¿Por qué se arriesgó a hablar?”. Frank respondió: “No
lo sé, Al, supongo que lo hice porque… si no lo hago, ¿cómo me hubiera podido
sentir al sentarme a escuchar una composición música?”. Pacino respondió: “¡Qué manera de expresarlo!”.
En
1976 la vida de este policía fue llevada a la televisión por la cadena NBC, con
el título de The Deadly Game (El Juego Mortal). David Birney fue, en
esta ocasión, el actor protagonista. Más tarde, una corta teleserie sobre estos
hechos también fue proyectada en la pequeña pantalla norteamericana. Todas
estas representaciones artísticas sobre la vida del hijo menor de Vincenzo y
María Giovanna Serpico, lo catapultaron a la categoría de héroe. Para mí, para
Ernesto Pérez Vera, lo fue y lo sigue siendo. Estos éxitos le reportaron
pingues beneficios económicos, cosa de la que me alegro enormemente. Francesco
Vincent Serpico se convirtió en conferenciante. Aún vive. Una de sus muchas
frases y reflexiones es: “Hemos creado
una atmósfera en la que el policía honesto teme al funcionario deshonesto, y no
al revés”. Admite que todavía sufre pesadillas en las que es perseguido, un
claro síntoma de trastorno por estrés postraumático.
Seguro
que todos conocemos a un Serpico en nuestro entorno. Yo sí.■
Y yo también!
ResponderEliminarPerico
gary roteman and arthur cesare, hijos de puta
EliminarMuy bueno......no conocia el caso, pero la verdad es que los tuvo bien puestos, no sé cuando van a tomar nota a quien corresponda, y que la transparencia sea una insignia del policia.....
ResponderEliminarGracias, "PP ORANGE".
ResponderEliminarErnesto.
Lo que nos viene a decir la vida de este hombre como la de otros como él llevados al cine (protagonista de American gánster), es que los americanos no tienen casos de corrupción, tienen casos de honradez. Aquí también tenemos corruptos como en todos los ámbitos de la vida, pero una cosa tenemos aquí y allí es que de vez en cuando lavamos la ropa y lo dejamos como los chorros del oro. Conoce alguien algún Serpico en la justicia, en la medicina en la política, etc. Pues yo no, así que algo bueno tendremos. Aquí el dejarte solo es más fácil que te ocurra por envidias que por otra cosa. De todas formas lo están poniendo jodido, Ernesto seguro que conoces alguna plantilla donde no se cobra, yo conozco un Cuerpo donde ganamos lo mismo o menos que en 2007, cuando ya en ese año ganábamos poco. Y te planteas que tienes que llevar a tu hijo a la Universidad no por moda sino porque vale y ves que no te llega y en tu fuero interno te dices “Si soy honrado pero quizás también soy jilipollas”. Un saludo Jose Moreno.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Moreno.
ResponderEliminarErnesto
moreno tiene razon, todos o casi todos los que pertenecemos o pertenencen a un cuerpo policial, son honrados por naturaleza.
Eliminarpero desde hace un tiempo a esta parte habido una gran entrada mnasiva en varios cuerpos y eso es muy negativo. ya que el que tiene vicio, o alguna tara en las academias o escuelas es facil evitarlas y tras u periodo corto, tiene su uniforme y puede ahora con impunidad campar a sus anchas. y es por esos pocos por los que los demas sufrimos criticas y mas criticas.
Claro tambien esta el caso que decia moreno que un padre/madre de familia con sueldo de funcionario y se da cuenta que mira este, ese o aquel tiran , tiran y mas tiran y el por ser honrado que???
Ahora mas que nunca es complicado es honrado cuando los de arriba son unos corruptos y te bajan el suelo a ti.
PERO AGUANTAREMOS COMO PODAMOS.
Gracias por comentar. Pero creo que no en varios cuerpos se cuelan indeseables, se cuelan en todos.
EliminarErnesto PV
Grande Serpico !!!!! Que cojones los de este hombre
ResponderEliminarGracias, Raúl Lagar, por comentar mi artículo.
EliminarUn saludo,
Ernersto PV
Excelente ejemplo el de Frank Serpico; es alentador, nos hace ver que sí vale la pena ser honestos. No por toda la fsma y condecoraciones que recibió, sino, por la satisfacción interna que siente quien se enorgullece de ser así, aunque nadie te lo reconozca.
ResponderEliminarGeidy González
Panamá
Gracias por el comentario y la lectura, Gaidy.
ResponderEliminarErnesto
Frank Serpico muy etico y moral, nunca habia escuchado su historia, muy interesante, gracias por tu blog
ResponderEliminarHola, Xiomy. Gracias por tu comentario. Espero seguir viéndote por aquí.
EliminarUn saludo.
Ernesto
ADMIRO A ESE POLICÍA. EN EL PERÚ DEBE HABER UNA REFORMA POLICIAL. AQUÍ ALGUNOS POLICÍAS OSTENTAN SIGNOS EXTERIORES DE DEMASIADA RIQUEZA, .... ELLO DEBERÍA SER CONTROLADO Y VIGILADO EN TODO MOMENTO. AQUI SOLO SE UTLIZA LA DECLARACION JURADA. Y PORQUE NO INVESTIGAN SUS VEHICULOS, SUS CASA, NEGOCIOS PARTICUALRES Y FAMILAIRES, ETC.
ResponderEliminarHola, Wilf Cast: gracias por tu comentario. Lamento que en Perú existan policías que como tú están preocupados con lo que sucede en las fuerzas de seguridad. Ojalá se solucione el problema.
EliminarUn saludo.
Ernesto
don celso blanco álvarez, asesinado el nueve de abril de dosmil dieciséis.....¿el serpico orensano?
ResponderEliminardon mariano loriente chinchilla....¿victima de una mafia policial?
Eliminarel copland de caracappa y eppolito, el copland de carnero y teijeiro
Eliminareva armesto gonzález......¿arrancada de caballo andaluz, parada de burro manchego?
ResponderEliminarlos funcionarios corruptos jose mañas ruiz y juan jose orozco torres le hicieron la cama al buen juez gallego don faustino mollinedo gutierrez
ResponderEliminarSi quiere factura son cincuenta euros mas
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