Entrenamiento, divertimiento, calidad o espectacularidad: ¿Qué buscamos en el “mercado” de los cursos privados para policías?

El 13 de septiembre de 2010 publiqué, aquí mismo, un artículo que hoy quiero reflotar. Sucesos, acontecimientos y conversaciones recientemente mantenidas con otros profesionales y legos (muchos profesionales saben menos que los aficionados, demasiadas veces), me empujan a abrir el baúl de los recuerdos. Este mismo texto vio la luz en el periódico Armas.es (medio impreso), en junio del mismo año. En aquella ocasión, como casi siempre, aparecieron en foros comentaristas anónimos con intención de menospreciar mis palabras y opiniones. También de tergiversarlas. No de criticarlas, cosa que aceptaría siempre, principalmente si la crítica se apoya en tesis fundas, y demostradas. No me es nuevo, pero casi siempre positivo. Es algo a lo que uno se expone al opinar públicamente, con nombre y apellido. Dijeron que yo decía lo que pensaba, lo que yo veía y lo que yo opinaba, y que por tanto era un egocéntrico. Faltaría más, si el artículo refleja mi opinión y esta se sostiene en mis experiencias, ¡cómo iba a expresarme si no en primera persona! Al no ser licenciado en filología, no encuentro la forma de escribir en primera persona, sin que se note que estuve en la conversación de aquello que estaba trasladando.

Resultó gracioso leer, en algún comentario, que mi artículo evidenciaba envidia con ánimo de hacerme un hueco en el campo de la formación. ¡Para reír! Si mi conocimiento es supino, como el desconocido forista quería dar a entender, el suyo era fantasioso. De conocer mis avatares diarios… no hubiera manifestado tal cosa.

En cualquier caso, en casi todo sigo pensando igual, lo mismo, y digo casi todo porque cuando se me han mostrado tesis convincentes y diferentes a las mías, he girado en la dirección de aquello que más me parecía apoyarse con los dos pies en lo que busco: mayor eficacia, que es lo que realmente hay que conseguir.

Entrenamiento, divertimiento, calidad o espectacularidad: ¿Qué buscamos en el “mercado” de los cursos privados para policías?

Por, Ernesto Pérez Vera

Cada día son más las ofertas privadas a las que los agentes de la seguridad pública y privada pueden optar en aras, a priori, de una mejor y más completa formación profesional. El mercado está plagado de opciones. Encontramos cursos de tiro policial y táctico, de entradas tácticas-dinámicas en inmuebles, de tirador —francotirador/sniper—, de escolta e incluso de escolta de alto nivel de protección. Hasta ahí lo que respecta al tiro y las armas, aunque en realidad hay mucho más. Pero también en otro campo táctico existe una amplia y variada oferta. Me refiero al tema de la defensa personal a mano libre o con defensas convencionales o extensibles, así como su extensión a los engrilletamientos, judo verbal y demás vertientes y variantes.

Afortunadamente, muchos profesionales han despertado, por fin, y se han dado cuenta de que la formación oficial recibida en sus organizaciones policiales es, en el mejor de los casos y como norma general, insuficiente. En determinados terrenos y en algunos cuerpos, al decir que la instrucción es insuficiente quizá esté siendo excesivamente generoso.

Dicho lo anterior, tras aplaudir tanto la oferta como la demanda llego a un punto crítico y de reflexión: ¿es apropiada y de calidad suficiente toda esa oferta de cursos existente en nuestro entorno? ¿Siempre eligen acertadamente los cursillistas? ¿Buscan formación todos los alumnos o algunos anhelan espectacularidad, diplomas, fotografías y videos guais? Sin duda alguna, la respuesta más justa y acertada es que hay de todo.

Trataré el tema en lo concerniente a los formadores y, naturalmente, desde mi personal punto de vista sobre el adiestramiento de tiro policial, aunque también desde mi perspectiva de policía en activo y exescolta privado con experiencia en ambos campos.  Mi opinión se funda en lo que veo desde mi ventana, pero también en lo que muchos compañeros me trasladan desde distintos cuerpos y unidades.

Origen y procedencia de los formadores

En el seno de las fuerzas de seguridad existen excelentes profesionales que ejercen como docentes en sus organizaciones y que son, igualmente, sobresalientes transmisores de sus conocimientos y experiencias. También se conocen casos de personas que amparadas en una supuesta capacidad y formación, atribuida por ser miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad (FYCS) o fuerzas armadas (FAS), por ser deportistas de elite o por ambas circunstancias a la par, imparten cursos de las materias que aquí estamos tratando: tiro profesional-policial o de supervivencia con armas de fuego.

A esos dos sectores o grupos de formadores (mundo uniformado y deportivo) creo que se les puede añadir otro que quizá esté en pleno auge: los que siendo o no policías o militares, y por el hecho de ostentar diplomas que los acreditan para determinadas tareas, dan un paso al frente y se dedican a impartir clases o cursos privados. Muchas veces estos docentes no conocen o dominan el tema aun llevando años con el diploma que, en teoría, los cualifica como especialistas en aquellas áreas de las que versan los encuentros académicos.

Vamos por partes. En el sector que primeramente se ha referido tenemos en España a muchos instructores que, además de ser profesionales de las FYCS o FAS, poseen formación de muy alta calidad y también, a veces, experiencias reales en enfrentamientos armados. Algunos de ellos son tan valorados que ejercen como profesores en las academias dependientes de las administraciones. Muchos de ellos saben que no solamente basta con entrenar lo que hace años aprendieron en el Curso de Monitor o Instructor, por ello se dedican a desarrollar o conocer técnicas nuevas que mejoren sus capacidades de respuesta y supervivencia, para posteriormente enseñarlas a terceros.

Estos profesores, además, consumen tiempo en verificar si las técnicas, tanto propias como ajenas, funcionan en situaciones reales bajo estrés y en consecuencia modifican o adaptan sus programas de formación y los de las unidades o cuerpos a los que están ligados. Para ello estudian enfrentamientos armados reales y las circunstancias que los envuelven. Así alcanzan un buen número de datos que, a la postre y tras su análisis, son usados para mejorar la instrucción.

En el otro grupo encontramos a quienes son profesionales de las armas y además son deportistas destacados en el mundo del tiro o que solamente son tiradores deportivos de cierto nivel. En este segmento también tenemos en nuestro país a muy destacados personajes. Gozamos de policías de todos los cuerpos que además de ser afamados y destacadísimos tiradores de recorrido de tiro policial, incluso a nivel mundial (también en el mundillo del tiro de precisión), son conocedores de la realidad del enfrentamiento armado. Cuando un tirador deportivo de alto nivel es capaz de diferenciar entre el tiro de competición y el de supervivencia, suele poseer una doble visión del empleo del arma. Por ello, y gracias a que consigue distinguir un tiro del otro, será, como norma general, muy buen transmisor de conocimientos.

Los profesores que proceden del mundo de la competición, siendo también agentes policiales, cuentan normalmente con una capacidad y habilidad muy especial en el manejo de las armas (precisión). Con el punto de vista táctico acertado, estas habilidades otorgarán más posibilidades de supervivencia ante un encuentro real armado.

Otras personas se dedican a impartir cursos sin proceder de las FYCS, eso sí, quizá siendo muy buenos conocedores del mundillo deportivo y de las armas (coleccionistas, armeros, etc.). Estos tendrán, casi siempre, buena destreza en el manejo de las armas y seguramente serán muy certeros con sus disparos tanto si proceden de modalidades dinámicas de tiro deportivo como si lo hacen de modalidades estáticas (tiro de precisión). Casi siempre sabrán expresar y mostrar técnicas muy funcionales para conseguir puntos en las competiciones. Pero dado que no son portadores de un arma pegada al cuerpo con todas las consecuencias, por no ser profesionales armados de la seguridad, seguramente no podrán llegar a comprender y asimilar lo que se siente cuando se extrae la pistola de la funda ante un hostil, por ejemplo, en un lugar plagado de personas.

Si un experto tirador deportivo no ha vivido, sentido, asimilado y comprendido por experiencia propia o mentalización profesional ese tipo de situaciones, no podrá transmitir al alumno determinados aspectos que pueden ser decisivos y primordiales para la supervivencia. Incluso aunque tuviese muy entrenadas las técnicas de supervivencia, creo que nunca será igual que si la mente se hace a ellas por una posible necesidad real futura. Solamente cuando se ha interiorizado la dura realidad que es tener que sobrevenir matando, se pueden usar eficazmente aquellas técnicas fuera de la cancha de tiro y contra personas. La mentalización es fundamental, tanto o más como el buen entrenamiento.  Por ello, el tirador deportivo medio que no es profesional armado de la seguridad no podrá alcanzar, casi nunca, el grado de comprensión real de aquellas situaciones que otros viven cada día en las calles. ¡Y no hablamos ya de las consideraciones jurídicas!

No obstante, las técnicas que enseñen estos tiradores deportivos casi siempre serán óptimas y válidas para la supervivencia, siempre que estén perfiladas tácticamente del modo correcto. En cualquier caso, seguro que incluso en el supuesto de que el compromiso con la realidad de este tipo de instructores fuese deficiente, la formación que ofrecen será mayor que la que se adquiere en la mayoría de los centros oficiales. ¡Lamentable!

Por último llegamos a los que siendo integrantes de la FYCS o FAS se dedican a impartir clases amparados únicamente en un diploma, acreditación, empleo o cargo. Otros solamente se acogen a su adscripción a cuerpos o unidades concretas. Dentro de este subgrupo encontramos a los que tras obtener el diploma de instructor, años atrás, no han entrenado nunca, si caso han jugado ocasionalmente a dar unos tiritos con los compañeros. Abundan. Algunos de estos, tal vez, únicamente habrán entrenado de modo deportivo. Pero incluso así, sin pasión ni compromiso con el tema, imparten cursos en sus plantillas o unidades, cuando no, también, para la calle. Estos son, muchísimas veces, desconocedores de los nuevos puntos de vista que han surgido sobre los entrenamientos y la realidad de los enfrentamientos. Realmente de esto último son totalmente ignorantes.

Dentro de estos encontramos a algunos atrevidos. Hablo ahora de quienes habiendo obtenido hace un rato la acreditación o diploma de instructor de tiro, siendo o no profesionales de las FYCS, sin culturilla, sin experiencia y sin compromiso por la cuestión (tener un diplomo no acredita interés), se dedican a “enseñar”. Lo triste es que los alumnos de estos noveles profesores, advenedizos más bien, muchas veces creerán que tras la formación recibida ya lo han visto todo y, por tanto, todo lo que se proponga desde otros instructores será desecho de tienta. ¡Ocurre!, por ello los señalo.

Veamos un ejemplo. ¿Qué prefieren o qué les da más garantía, un médico con experiencia u otro que está aprendiendo o que incluso teniendo acabada la carrera aún está en prácticas? U otro caso. Si son imputados por un delito, ¿confiarían ustedes su defensa a un abogado experto que lleva años lidiando en los tribunales o se la dejarían al hijo de un amigo que acaba de empezar su singladura profesional como letrado? Pues al buscar formación en materia de tiro y tácticas plantéense lo mismo. De ello podría depender su vida y la de terceros. Esto debe ser norma general en la vida. Bebamos de la fuente que tiene el agua más fresca.

Ese instructor advenedizo puede que no sepa responder una pregunta, pero eso no lo dice todo. No pasa nada. No todo puede ser sabido y mucho menos puede ser respondido súbita y espontanéame ante una pregunta sorpresa. No obstante, les debe hacer dudar la capacidad del docente si no sabe responder, continuamente, a las cuestiones plantadas ¿No creen? Si la pregunta cuestionada era, por ejemplo, algo que incluso por el alumno es considerado básico o fundamental y que por pura lógica un profesional de la formación del ramo debe conocer y dominar, la cosa es para meditar sobre ello. Algo huele mal. Vuelvo a los ejemplos anteriores. Si el facultativo les dice que no sabe responder a su pregunta y esta fue si tenían fiebre, ustedes se preocuparían un poco, ¿verdad? Yo, personalmente, me levantaría y me marcharía de la consulta.

La gran mentira

El motivo que me ha empujado a escribir este artículo no es otro que dejar de manifiesto mi preocupación e indignación tras mantener recientemente una conversación con dos policías. Gente de mi círculo de trabajo. Después de recordarme que eran instructores y que impartían clases y cursos, ambos entraron conmigo en una conversación profesional de cierta profundidad. En realidad, tampoco tanta. En un momento dado, hablando de calibres de armas y de energía y capacidades lesivas, llegó el derrumbe de la charla. Mis interlocutores no sabían, ni por asomo, de dónde venía la denominación .38 Especial, .357 Magnum y .22 Long Rifle. De verdad, me quedé perplejo.

Uno de ellos reconocía abiertamente y sin tapujos que no tenía la más remota idea sobre la procedencia de esos dígitos, según él, cifras numéricamente muy altas. Este mismo compañero admitía creer que tales números no debían hacer referencia a milímetros, pues, por lógica, serían calibres no propios de armas de puño. ¡Menos mal que se dio cuenta de ello! El otro especialista pensaba que se hablaba de milímetros al referirse a los famosos .38, .357 y .22, y reconocía no haberse planteado jamás nada contrario a esa errónea teoría suya.

Cuando estupefacto por lo que oía les dije que me parecía un despropósito que estuvieran impartiendo clases privadas y cursos oficiales, me respondieron que el saber de cartuchería o balística  no era necesario para enseñar a disparar en situaciones de defensa. La respuesta puede ser cierta, lo admito. ¡Tuchee! Aun así, seguí mostrando mi estupor por el brutal desconocimiento que poseían sobre algo que, para mí, es fundamental a la hora de impartir clases de calidad y sobre todo con seriedad. Imaginen al médico del ejemplo de antes diciendo, “tiene usted 38, según el termómetro, pero no estoy seguro de a qué se refiere”. ¡Seamos serios, por favor!

A la menoría se me viene el caso de un mando que lleva más veinte años ejerciendo como instructor de tiro en su plantilla y que además ha sido profesor en centros oficiales de formación de policías. Tras varios minutos de conversación con él pronuncié el nombre de Jeff Cooper, momento en el que mi interlocutor dijo que le sonaba, pero que no sabía quién era. Masculló que podría tratarse de un actor de cine… Qué menos que saber que fue un famoso profesor de tiro. ¡Por Dios!, es como si el profesor que imparte Religión a nuestros hijos en el colegio nos dice que le suena el nombre de María Magdalena, pero que no sabe dónde ubicarla si en Conocimiento del Medio o Lengua Extranjera. Por cierto, este mismo compañero llama calibre 45 mm ACP al .45 ACP. Lo sé, seguramente soy excesivamente tiquismiquis y exigente.

Hay que ser más serio. Ser instructor no es simplemente poseer un diploma que acredita tal condición. En todo caso el que tiene la acreditación es una persona con la posibilidad administrativa de ejercer esas funciones, pero sólo eso. ¡Acaso todos los que tienen permiso de conducción son expertos conductores!

Algunos confunden espectacularidad con calidad, realidad y necesidad. Que los alumnos de un curso utilicen fusiles de asalto y subfusiles y se atavíen con pasamontañas, no implica necesariamente que vayan a obtener formación de calidad. Es más, quizá en ese tipo de cursos se impartan enseñanzas —no valoraré si son técnicas acertadas— dirigidas a un sector profesional que casi nunca tiene que acudir en busca de tal instrucción. ¡Hemos perdido la Polar! No suelo ver coherencia entre las técnicas que se enseñan y los desempeños profesionales de muchos cursillistas.

La mayor parte de los profesionales españoles que acuden a cursos privados de tiro policial, táctico o de protección, son agentes privados y públicos que solamente emplean armas cortas en sus quehaceres diarios. Por ello es desacertado consumir tiempo, esfuerzo y dinero en entrenar técnicas y ejercicios que solamente tienen aplicación en supuestos y ámbitos que muy difícilmente, por no decir nunca, se van a presentar. Me refiero a entrenar asaltos con rehenes en buques o aviones, máxime cuando para ello, durante el curso, se emplean armas largas automáticas que jamás se tendrán en el desempeño diario de los asistentes. Ningún agente convencional o privado de los que acude mayoritariamente a estos cursos se verá jamás en tales situaciones, menos todavía con un arma larga en sus manos.

Sería más acertado entrenar a los policías convencionales destinados a labores de patrullaje, en la búsqueda, por binomios o por equipos de hasta cuatro hombres, de sospechosos que se encuentren cometiendo delitos comunes en lugares cerrados. Todos los patrulleros han tenido que entrar alguna vez en establecimientos, viviendas o naves industriales que, a altas horas de la madrugada, habían sido violentadas con ánimo de robar. Esto resulta muy habitual, pero entraña un enorme riesgo. Esto sí que debe ser entrenado con seriedad. Estas tareas pasan por el empleo de las herramientas de uso diario, o sea arma corta, defensa y linterna. Estos casos tan frecuentes pueden darse la vuelta y convertirse en situaciones extremadamente complicadas, pero será en ese momento cuando todo profesional debe conocer sus límites a todos los niveles.

En esto de la formación y el adiestramiento es habitual ver publicidad de cursos de alta protección ejecutiva. No sé si todos serán como los que conozco por directa y cercana referencia, espero que no. Los que refiero son impartidos por personas que jamás han trabajado de escolta. Sí, ¡jamás! ¿Verdad que parece increíble? Pues es cierto. Eso sí, suelen contar con diplomas por doquier, muchas veces con siglas en alfabetos extraños e ininteligibles, pero sumando nula experiencia profesional en esta rama de la seguridad. Para colmo, los cursos se alejan nuevamente de la realidad. Se hacen prácticas de protección de personas con equipos de cinco e incluso más agentes. Y la realidad es que todos los cursillistas trabajarán solos o con otro escolta como máximo, en el mejor de los casos. Por tanto, practican técnicas de nula aplicación en sus vidas profesionales (policías locales y escoltas privados, mayoritariamente). Por otra parte los propios instructores a los que hago referencia y que conozco personalmente, solamente han visto esas técnicas en vídeos o cursos, pero nunca las han puesto en práctica en la vida real. ¿Fantasmas? No, que va, gente lista. Vende humos que se lo montan muy bien. Gente, en el fondo, muy inteligente que se arrima a quien tiene autoridad y recursos para prestarle apoyo institucional.

Cuesta trabajo entender que alguien que no sabe desmontar correctamente su arma de dotación y que no conoce cuántos seguros tiene, ni cómo funcionan, sea capaz de gastar dinero en algo que no va a utilizar jamás. ¿Será que hay gente que busca nada más que el diploma y la experiencia de hacer cosas divertidas, de las que hablar después con los amigos? Parque temático, que digo yo. ¿Será que algunos instructores solamente ven negocio? ¿Están realmente formados todos los que imparten cursos de este tipo? Calidad o espectacularidad, ¿qué se busca? ¿Se podría exigir algo de ética en todo esto?


Publicado en el periódico ARMAS del mes de junio de 2010

Comentarios

  1. Compañero Ernesto, al final todo se reduce a una sola cosa, "DINERO" y cuanto mas consigan sacarle al incauto de turno mejor que mejor.

    Para eso se inventaron los niveles, ejemplo:
    Tiro Megatactico Nivel uno.
    Tiro Megatactico nivel dos
    Tiro Megatactico nivel tres
    Tiro Megatactico de combate con doble tirabuzon, y asi hasta el infinito y mas alla que diria Buzzlightyear.

    Por mi parte estoy mas que escaldado de los cursos megaguais y por supuesto jamas se me ocurriria hacer un curso de asalto a buques ( trabajo en el centro de nuestro pais o lo que sea ) por tanto creo que estando de servicio pocos buques voy a tener que recorrer.Bien es verdad que habra quien diga que el saber no ocupa lugar y que cuanta mas formacion tengamos mejor que mejor, pero lo del sentido comun esta para algo.

    Desgraciadamente y te doy la razon en tus argumentos, aunque haberlos hailos como las meigas, los instructores comprometidos y capaces no abundan, casos como el de Cecilio Andrade o Javier Pecci por citar dos ejemplos ; yo diria si me lo permitis que "los ejemplos" son la excepcion que confirma la regla.

    Lo normal es ir a un curso y a los pocos minutos darte cuenta que una vez mas has hecho el canelo y te la han vuelto a meter doblada.

    Se juega con la buena voluntad de los compañeros que tienen muchisimas ganas de formarse y estan dispuestos a gastarse su dinero para adquirir una formacion que desgraciadamente no reciben en sus unidades.

    Que cualquier "EXPERTO" te de un curso de tal o cual cosa no solo lo considero un engaño manifiesto sino que ademas corremos el peligro de que nos inculquen tecnicas o conceptos no reales y ademas que nos pongan en peligro a nosotros mismos o a terceras personas.

    Siempre me acordare de un curso de defensa personal en el que el instructor ( con no se cuantos danes ) que evidentemente no era policia, nos enseño como desarmar a un sujeto con un cuchillo y como nos explicaba con muchisimo detelle por donde tenia que lanzar la cuchillada el que hacia de malo y no demasiado deprisa por supuesto, para que la tecnica nos saliera perfecta .
    Eso es lo que yo llamo BASADO EN HECHOS REALES, CON DOS COJONES.
    Pero bueno es lo que hay compañeros, por lo tanto habra que hacer como en el anuncio de la tele, BUSQUE COMPARE Y SI ENCUENTRA ALGO MEJOR COMPRELO.

    Carlos.

    Un saludo.

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  2. 1º- es vergonzoso tener que acudir a cursoso privados, cuando luego se vende que los policías de este ¿país? somos megaprofesionales, hiperformados.
    2º- Los instructores que nombras son la muestra de un colectivo muy amplio: Los apesebrados, es decir esos que conociendo a alguien basan su vida profesional en llorar hasta que consiguen un puestecito que les quita de la calle, y tienen la poca verguenza de no intentar hacerlo con profesionalidad, se dedican al minimo. Son los que ante cualquier novedad ponen el grito en el cielo con el único argumento de que eso les complica la vida y lo mejor es lo de siempre.
    3º- Los cursos de rambo son el resultado de la demanda, no nos engañemos la gente pide eso, pues que se lo coman con patatas.Desde mi ignorancia,un ejemplo a lo que siempre se le ha llamado labia ahora se le llama con el nombre de un arte marcial, con dos cojones.Un saludo.Jose Moreno

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  3. Gracias a los dos, a Carlos y a Pepe. Otra cosa negativa es que te pueden salir detractores por decir estas verdades... ¡Doy fe! Algunos quieren ocultarlo, y otros no quieren que otros seamos los que saquemos a la luz la suciedad, porque creen -se me ha acusado de ello- que uno busca protagonismo por decir estas cosas.

    En fin. GRACIAS.

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  4. Yo sólo puedo hablar desde mi propia experiencia, y por decir, diré que el 99% de lo que se, se lo debo a la formación privada, habiendo dentro de ese porcentaje, parte del que sólo sirvió para perder tiempo y dinero, pero la mayoría, la inmensa mayoría, tras cotejar cursos, instructores, contenidos y demás, han sido de gran ayuda para mi, y ahora para mis compañeros, a los cuales intento transmitir todo lo aprendido, sólo lo bueno ;)

    Cierto es, que hoy levantas una piedra y saltan 40 Instructores de Tiro, 28 empresas "Number One" y 48372 Cursos de Tiro Táctico Policial, Israelís, "Top USA" y demás, y como dice José Moreno, lo identifico con el Kajukenbo, que más bien parece una oferta de grandes almacenes ¡¡¡4x1, sí señores clientes!!!

    El tiro sólo puede ser Reactivo Defensivo para la inmensa mayoría de los profesionales policiales "de calle", y los cursos son A, B y C en un nivel único, el de enseñar lo que te salva la vida. Los tácticos con rappel, llegada en helicóptero, con escopetas y ametralladoras, lanza-granadas y botes de humo, no hace falta ofertarlos, que los profesionales que se dedican a eso, ya se los organizan a nivel interno ellos mismos.

    Un saludo.
    --
    "Ante ferit quam flamma micet"

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  5. Como siempre genial.

    Como te comenté en otro comentario llevo poco tiempo como policía, pero desde que entré no he dejado de formarme en todo lo relacionado con nuestro trabajo.

    He tenido la suerte de que parte de esa formación si la he recibido por parte de la administración.
    En la ESPA (Escuela de Seguridad Pública de Andalucía) tuve la suerte de tener como instructores de tiros a dos muy apañaos que nos eneseñaron bastante bien, centrando la formación en el uso del arma en situación de estrés, mucho entrenamiento en seco, conocer el arma. La pena, que a la asignatura de tiro le correspondían menos horas que a Etica Policial.

    Incluso en defensa personal policial fuimos afortunados porque nos dio clase un policía local que sabía de lo que hablaba y su objetivo era tener claro 5 conceptos y hacerlo mecanico, sin nada de ténicas raras, ni de florituras.
    Despues he realizado el curso de protección de personas y el de actualización de tiro de la ESPA y los dos instructores geniales.

    Sin embargo si he asistido a otros cursos de tiro donde había pruebas en un recorrido como disparar a un globo a 25 metros, municionar cargadores con guantes, cosas fuera de lo normal y de lo que en situación de estrés no harás ni la mitad.

    Espero seguir formandome y acertar en los cursos de aqui en adelante.

    Un saludo

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    1. Hola, Antonio.

      Me alegra ver que la ESPA ya sabe hacer las cosas en este campo.

      Un saludo, y gracias por tu interés para cono este blog.

      Ernesto.

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  6. José Antonio Ariño21 de abril de 2014, 21:10

    Muy bueno Ernesto. Para mí, dos cosas a destacar como tirador deportivo. 1ª-¿De verdad tiradores deportivos exclusivamente imparten cursos a policías? Supongo será muy diferente la situación de una tirada de precisión o un recorrido a una situación real jugándote el pellejo. Y 2 º- El desconocimiento por parte de muchos agentes en torno a su arma reglamentaria y las denominaciones de los calibres a los que haces alusión es apabullante. Un profesional de cualquier tipo debe conocer sus herramientas y como usarlas.

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    1. Hola, Ariño. Claro que sí, muchos compañeros míos acuden corriendo a los brazos de gente que es muy buena tirando, a veces no muy buena pero sí buena. Gente con licencia F que, en muchos casos, ha obtenido la acreditación de instructor de tiro de seguridad privada, lo que personalmente NO me dice nada de nada, para casi nada, menos aún para decirle a un policía qué hacer y cómo con algo que el instructor NO ha experimentado personalmente.

      Hay muchos policías que solo tiran deportivamente y poco o nada entrenan técnicas policiales. Estos se cotizan más, aunque nunca hayan entrenado profesionalmente. Conozco a varios polis que trabajan sin arma y que entrenan deportivamente con pistolas y revólveres no policiales, pero son muy apreciados porque hacen muchos dieces a 25 metros, algo que por cierto no es fácil.

      Un saludo y gracias por el comentario.

      Ernesto.

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