Yo, con lo mío…

Por: Ernesto Pérez Vera


Anoche oí decir a la alcaldesa de Madrid, señora Botella, que el Ayuntamiento que preside se presentará como acusación particular, si son detectadas responsabilidades penales, en el caso de la macro fiesta siniestra, dantesca y funesta del Día de los Difuntos (avalancha humana con cuatro fallecimientos y numerosos heridos). Esto me ha recordado a lo que ante la prensa también dijo mi alcalde, cuando en 2007 un bastardo estuvo a punto de matarme. ¡Todo mentira! Recurrir al “nos presentaremos como acusación particular”, es solamente un gesto mediático. Sencillamente, demagogia de mesita de noche. De cabecera. De emergencia. Un buen recurso ante la premura de un micrófono o cámara de TV.

No sé qué hará doña Ana Botella, pero sí sé lo que hicieron quienes me representaban a mí. Se presentaron como acusación particular, cierto, pero tuve que ser yo quien continuamente tuviera que empujar al letrado asignado para que se moviera, indagara e impulsara el procedimiento. Es más, sus recomendaciones pasaban por mentir. Sí. Me recomendó que mintiese, cuando las pruebas demostraban que yo decía verdad. Finalmente… pasé de ellos, de todos ellos. Me gasté mi dinero en representación jurídica privada.

El mundo es un pañuelo, lo que pasa que demasiadas veces está lleno de mocos. Ayer me encontré con uno de los policías que participó en la investigación del caso. Alguien que desde el minuto cero conocía todo lo policialmente actuado. También lo judicial. Me vino a confesar que, aunque estaba en contra de mi particular homicida —había tratado de matar a un policía—, le costaba trabajo creer que, aunque las pruebas reforzaban mis manifestaciones, alguien pudiera de verdad hacer lo que yo hice. Admitió que no acababa de creerlo, que le costaba trabajo por más que numerosas evidencias acreditaran la parte más increíble por mí vivida y manifestada. Más aún. Incluso un amigo del criminal, testigo de los hechos (una de las pruebas), manifestó, a los pocos minutos de producirse el incidente, cómo se produjo todo. Sin que yo tuviera conocimiento de lo que él pudiera estar diciendo, yo ya estaba contando casi exactamente lo mismo dentro de una ambulancia. ¡Pero no! Como él no era capaz de hacerlo, o eso cree… no podría ser tan verdad que otro sí pudiera.


Durante el tiempo que tardamos en tomar un café, me dejó explicarle de qué modo un ser humano es capaz de soportar y hacer aquello que él cree imposible. No sé si me creyó, pero parecía que sí. Tal vez terminó por comprender que la especie humana puede funcionar de un modo aparentemente extra natural —en realidad naturalidad en estado puro—, en las situaciones más duras jamás imaginadas. Me apuntó, en dos ocasiones, que cómo podría estar yo tan entrenado, si no había pasado por su Academia (somos de cuerpos de seguridad distintos). Lo que le respondí al respecto… lo dejo al margen. El entrenamiento, aquí, es algo secundario. Con tal pregunta me confirmó lo peor: no creía que nadie pudiera superar aquello, y en tal caso lo podría hacer si pertenecía a su organización… y yo no lo era. No es mala persona, creo, pero sí muy ignorante, aseguro. Sé que puede leer esto, no me importa.


Con estas frases traté de finiquitar el casual desayuno: «debajo de tu uniforme, del mío, del que viste un marine de los Estados Unidos, un legionario español o un cartero del servicio postal de Correos, hay un “Homo sapiens”. Tu entrenamiento, el mío, el del otro y el que tiene el de la moto, podrá ayudar en casi todos los casos, pero al final la fisiología manda». Cuando dejamos de razonar por temor a perder la vida —algo de lo que no siempre se es verdaderamente consciente mientras está ocurriendo—, todos actuamos automáticamente por instinto de supervivencia animal, y el entrenamiento —el que lo tenga— solo podrá retrasar un poco —segundos o décimas— que el botón de activación fisiológica de emergencia salte y actúe sin nuestro control.


Lo triste es que si un profesional no conoce esto y menos aún lo comprende, cómo iba a pretender yo que aquel abogado (el que me pusieron en el Cuerpo) creyera totalmente mis palabras (por ello proponía que mintiese). Terminaré pensando que era normal que me aconsejara mentir y construir una historia falsa. Si estos no conocen qué pasa cuando se actúa en “automático”, cómo va a comprenderlo un juez, fiscal o un político. Por desgracia, ahora entiendo porqué algunos cobardes ignorantes, casi todos de mi entorno profesional, se aventuraron a construir aquella falacia que yo me negué a firmar. Ellos no solo no conocen las verdades sobre su propia fisiología, sino que carecen del mínimo entrenamiento. Entre lo uno y lo otro, es normal que creyeran que solo se puede disparar y acertar al malo desde de la posición de erguido, a 10 metros y cuando suena el silbato del instructor… o lo que sea. ¡Ah, importante! y en un tiempo de 3 segundos, que es lo que marca el plan de tiro.

Además de todo eso, la envidia y el odio siempre hacen acto de presencia. Estos dos factores tan humanos y activos, mezclados con la ignorancia supina, son devastadores. Carroña. Difama, que algo queda… esa fue la consigna para muchos, tanto de los míos como de los de enfrente. Eso es lo que han querido que quede, y es lo que queda en muchos, mierda.

Nota: Escrito originalmente el II/XI/XII, pero modificado al producirse una cuarta víctima mortal.

Comentarios

  1. Mucha gente compra un coche y piensa que ya todo está hecho, pero se nos olvida que hay que cambiar el aceite y tener con él un mínimo mantenimiento, entre otras cosas. El mantenimiento en el Policía es el entrenamiento y actualización de mismo; ya sea en el campo del tiro, de la defensa personal, del estudio de nuevas normas, instrucciones, derecho penal y un larguísimo etc. Muchas veces se nos olvida y nos dedicamos a engordar en nuestro chiscón, que, por supuesto, es mucho más fácil y sencillo que entrenar o estudiar... Pero quién dijo que la VIDA es o ha sido fácil.
    Gracias Ernesto por decir tan bien lo que muchos pensamos.
    Un saludo.
    Javier Fdz. Madrid

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  2. ¡¡¡Pardiez!!! Después de casi 12 años de búsqueda, por fin encuentro a alguien, que como yo, se negó a firmar algo que otros dieron como la “Versión Oficial”.

    Si es que no puede ser. A los “enteraos y espabilaos” como nosotros nos tendrían que enviar a pegar sellos con la lengua las 8 horas de servicio, que como le he dicho hoy mismo a un compañero, no hay como encapsularse unos meses y desaparecer del “candelabro” laboral, para que otros echen en falta la labor que uno hace, en muchas ocasiones conllevando pérdida de tiempo libre, y con aportaciones dinerarias propias, y así le tengan la consideración que se merece.

    En cuanto al cuerpo del escrito, y a lo referente al apoyo de las Autoridades Municipales para con nosotros... ... ... ... ... se que nunca la he tenido ni para comprar lo mínimo e imprescindible de dotación, ni hablar de material para prácticas, y en cuanto a actuaciones relevantes, saben dar premios, medallas y distinciones por actuaciones buenas, esas que no les dan problemas y parece que han sido ellos los que las hayan llevado a cabo. Ahora bien, como saquemos el pie del tiesto y les toque trabar un poco más de la cuenta, dar explicaciones, ruedas de prensa y “votos negativos” del populacho, mal vamos compadre, mal vamos.

    --
    "Ante ferit quam flamma micet"

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