La ignorancia del ladrón de oído
Por Ernesto Pérez Vera
Uno no es que sea policía local, porque no lo soy, pero
resulta que uno sí lo ha sido durante 14 años. Como es lógico, estas cosas me
producen escozor. Perdón, rectifico, policía sigo siendo, pero jubilado.
Algunos están en activo y no son policías, aunque trabajen de ello y hasta les
paguen a final de mes. Porque sepan una cosa: ¡no es lo mismo ser policía, que
trabajar en la Policía! La cuestión es que he acabado exponiendo qué es lo que
está errado en el comentario publicado en “Face”. Pero no lo he expuesto por
encima, no. Lo que he comentado ha quedado plasmado en un artículo argumentado
jurídicamente. La cosa es que otro usuario que creyó toda la falacia escupida
por un tercero, o al menos parte de ella, parece que quedó satisfecho con mi
razonada narración. Pero el esputador de mentiras no rebatió nada de nada del
artículo, simplemente arremetió contra mi persona. Lo hizo con sutileza, la
verdad, pero estoy sensiblón y le llamé imbécil. Me arrepiento de corazón. Me
dejé llevar. No es que crea que ese señor no sea un imbécil, porque estoy muy convencido
de que sí lo es, pero no debí decírselo porque quizá él no lo sepa y el destino
le esté guardando la sorpresa. ¡Quién soy yo para romperle las ilusiones a
nadie!
De verdad que me arrepiento. Hoy he sufrido un ataque de
rabia al leer un comentario falaz y manipulado, manido también, que ha escrito
una persona a colación de una noticia policial publicada en Facebook. De lo que
me arrepiento es de haber consumido dos minutos en comentar el caso y de haber
llamado imbécil al enturbiador de la verdad. Pero lo cierto es que creo que el
hombre no sabía lo que decía, aunque se pronunciaba con ánimo de ofender. No
hablaba por boca de su conocimiento, pues acreditaba supina ignorancia. Hablaba
—en realidad escribía—
por boca de otro. A ver, sí, es un ladrón de
oído que dice lo que le oye decir a
terceras personas. Lo típico de la barra del bar: “si este lo dice, será
verdad, ¡para qué voy a contrastarlo!”.
La información de prensa decía que la
Guardia Civil (GC) había protagonizado por las calles de mi ciudad una
prolongada persecución. Nada nuevo. Una cosa muy normal en todas partes, más
aún en La Línea de la Concepción cuando alguien con un vehículo cargado de
tabaco de contrabando decide no obedecer las órdenes de la Policía. Algo diario
y cotidiano aquí. Esto no es un secreto. La cuestión es que un lugareño dijo
que antes de que los agentes de la Policía Local (PL) llegasen a la actual
situación de impago (se adeudan nueve nóminas y media), estos solían trabajar
mucho y bien, y además coordinados con las demás fuerzas existentes en la
demarcación. Esta persona alababa el servicio que años atrás había prestado la
PL, cuando los cobros eran regulares y la plantilla poseía los medios
adecuados. Pues bien, la cosa se torció cuando otro linense entró a manifestar
que la PL no puede hacer más que dos cosas y que del resto de asuntos
policiales debe olvidarse. O sea, defendía la idea de que los agentes locales
deben dejar ir a los delincuentes, porque solo pueden, según él, regular el
tráfico y denunciar acciones administrativas perseguibles mediante las ordenanzas
municipales. Un ignorante, sin duda. Es más, dijo que la PL es un cuerpo
auxiliar de las fuerzas estatales, de la GC y del Cuerpo Nacional de Policía
(CNP). Algunos malinterpretan la Ley Orgánica 2/86, de 13 de marzo. A veces creo que muchos no saben leer y que otros
directamente fabrican sinónimos imposibles para la Real Academia Española.

Me dio en la cara con algo muy manido aquí en mi ciudad. Un
argumento esgrimido mil veces durante años, por los bocazas desinformados y por
los perros conocedores de una verdad torcida. Según él, todos los que
ingresamos en mi promoción de PL somos unos iletrados porque “fuimos nombrados
por decreto”. Añade este sujeto que ninguno fuimos a la Academia de Policía de
Sevilla, a la ESPA, la Escuela de Seguridad Pública de Andalucía. Por ambas
cosas, asegura que no somos policías. Se ve que este tipo es uno de los muchos
engañados con esto, durante demasiado tiempo. Lamentablemente, veo que mucha
gente se ha tragado el anzuelo hasta la garganta. Pero sé que otros, incluso
conociendo la verdad del asunto, ocultan la realidad para crear malos
entendidos y para contar con munición política y sindical, si es que acaso una
cosa y la otra no suelen ser lo mismo.
Cierto es que yo, como todos los policías de mi promoción,
fui nombrado por decreto al acabar y aprobar el curso académico. Curso que, por
otra parte, efectivamente no se desarrolló en Sevilla, sino en la Escuela Local
de Seguridad, Tráfico y Protección Civil de La Línea de la Concepción. En fin, lo
mismo que pasa en mil y un municipios de toda España (al menos sí en Andalucía).
El Curso de Ingreso en la PL se cubre, aquí en mi comunidad autónoma, en una
escuela delegada de la ESPA o mediante la modalidad de curso de nuevo ingreso
supervisado por la ESPA e impartido en la localidad al constituirse un Consejo
Rector a tal efecto. Algo que hacen, como dije antes, mil y una localidades:
Marbella, Estepona, Cádiz, Almería, Málaga, Los Barrios, etc. Por cierto,
cuando se imparten estos cursos se presta el servicio docente a otras ciudades próximas
para reducir, de este modo, los costes económicos y el desgaste vital que
supone acudir semanalmente hasta Sevilla (¡Andalucía es mú grande!). Tras
finalizar con aprovechamiento los meses de formación, los alumnos son siempre nombrados como funcionarios por sus
respectivos alcaldes. Este trámite se materializa mediante decreto de alcaldía. Lo lógico y
normal y también lo que sucede en todos los municipios. Lo que dice la ley,
vamos.
Pues nada, hay personas que se empeñan en decir que los
cursos de nuevo ingreso que se hicieron aquí para dos o tres promociones no son
legales, cuando, a la par, se impartían las mismas lecciones académicas en
infinidad de localidades cercanas y no tan cercanas (lo exigido por la ESPA). Es
curioso: siempre critican que a Sevilla no fueran tal o cual promoción, pero nunca
hablan de las muchas promociones anteriores a la mía, muchísimas de las cuales
jamás fueron a academia alguna. Pasa lo mismo con los cursos de ascenso que en
ocasiones se cubren aquí, pero eso, no sé por qué —en realidad sí lo sé—, no es
criticado. ¡Ay amigo! ¿Por qué… por qué
no rajas de eso? Te lo diré yo, primero porque es legal como lo mío. Y segundo
porque los que han ascendido y han efectuado el curso aquí, naturalmente
supervisado por la ESPA, son coleguitas tuyos. ¡Jajaja! Son aquellos a los que
les robaste el oído, bastardete (dicho con respeto).
Como mi arrepentimiento es sincero, he retirado mis mensajes
ofensivos, aquellos en los que decía que ese tipo era un majarón y un imbécil.
Debería pedirle disculpas directamente al interfecto, pero sé que puedo caer en
otra tentación por su más que segura provocación, así que con la retirada de
algunos mensajes voy a dar por acabado el asunto. Tengo tela de sueño. Me voy a
planchar las orejas, porque estoy agotado. Ni voy a revisar el post (artículo),
espero que no tenga muchas erratas.■
Ernesto, Ernesto, Ernesto. Deberías aplicar más el dicho de, “A palabras necias, oídos sordos” que te va a salir una ulcera “diodenal” ;)
ResponderEliminarSe de buena tinta, que a veces es muy complicado, por no decir imposible, pues ya se sabe que “Impossible is nothing” mantener la boca cerrada o los dedos quietos, según se esté hablando o escribiendo, cuando cualquier versado en leyes y curtido en mil batallas (dígase flora y fauna de los bares, que lugares, tan gratos para conversar…) se les llena la boca poniéndonos a parir con argumentos tan demoledores y irrefutables como que nos estamos tocando los coj… todo el día. Amigos, contra esa aplastante y demoledora afirmación no podemos hacer nada, nos han pillado, por lo que resta darle la razón a nuestro interlocutor y hacer mutis por el foro, para ir a tocarnos los coj… al incendio de la esquina, al accidente con heridos graves de la nacional, junto a la abuelita de 90 años y demencia senil que deambula por la calle a las 4 de la madrugada, y tantas y tantas tocaduras de coj…
En cuanto a lo dicho sobre nuestras funciones de “municipalillo de pueblo”, otro tanto de lo mismo ¿qué se le va a hacer? Mientras los ciudadanos sigan pensando que nos pagan ellos y que debemos hacer lo que a ellos les parezca bien, pues nada, a mandar se ha dicho, que para eso estamos, para “servir” al ciudadano.
Sólo queda decir citar una frase: “Tres clases hay de ignorancia: no saber lo que debiera saberse, saber mal lo que se sabe, y saber lo que no debiera saberse”
Un saludo.
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”Ante ferit Quam flamma micet”
Estimado Josma: gracias por estar siempre ahí atento a todo, leyendo y apostillando.
EliminarQue sepas que la cita que cierra tu post forma parte de la cabecera de uno de los 22 capítulos de mi próximo libro.
Un abrazo.
Ernesto Pérez Vera
Jajajajajajaja pues que coincidencia "pixa". Los dos sabemos que desconocía contenido alguno del libro y las cabeceras de los capítulos, pero vamos, que si esa es la cabecera, el capítulo tiene que ser demoledor, y es que en ésta, nuestra comunidad, no sólo hay esos tres tipos, es que además, se defiende lo indefendible y se toma como bueno, las creencias y “leyes” propias que a cada uno le convenga según que casos.
EliminarUn abrazo.
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"Ante ferit quam flamma micet"
Josma, la cosa marcha: ya tengo la primera prueba del libro. Habrá una segunda y luego a la calle. Si todo va como hasta ahora en primavera estamos presentado la obra.
EliminarErnesto.