ACCIDENTE: ¿impericia por falta de instrucción o negligencia?
Lleva 5
trienios patrullando las calles de una de las ciudades más importantes de
España, es instructor de tiro policial y licenciado en Psicología. Hoy se
estrena en el blog José Riera, amigo además de compañero. Nos trae un artículo
muy interesante en el que ha descargado una idea, una reflexión y una lamentable
realidad. Nos presenta un interesante artículo sobre los accidentes con armas
de fuego, los disparos no deseados que se producen en el seno de la comunidad policial.
Gracias, Jose, esta ya es tu casa. Ernesto
Pérez Vera
Por, José Riera
No son pocos los casos en
los que por una razón u otra sale de nuestra arma (en este caso pistola) un
proyectil no deseado. Hablamos de realizar ese disparo inesperado que nunca se
hubiese querido efectuar. Una descarga involuntaria, en definitiva. La causa
principal por la que esto suele ocurrir es porque se introduce el dedo dentro
del arco del guardamonte y se tira de la cola del disparador. Vamos, porque se
aprieta el gatillo.
Todos conocemos sobradamente
las principales reglas, recomendaciones o medidas de seguridad en el manejo de
las armas de fuego, de las que tanto se ha escrito (Jeff Cooper,
The National Rifle Association, entre otros). Pero hay
gente que casi se ofende cuando le son recordadas.
Pero algo es obvio, cuando
se produce ese disparo indeseado es porque se ha puesto el dedo en contacto con
el disparador y no precisamente para disparar contra una amenaza o repeler una
agresión grave. Una vez producida la detonación, si además se ha descuidado
otra medida de seguridad (nunca dirigir el arma hacia algo a lo que no se
esté dispuesto a disparar), es cuando el asunto se complica. Me estoy
refiriendo, por ejemplo, cuando la descarga impacta en un compañero.
El que suscribe conoce,
solamente en los últimos cuatro años, seis casos contrastados. Por respeto no
se darán referencias geográficas ni corporativas de ninguno de esos incidentes,
aunque tengo que destacar un caso concreto: el proyectil sobrepenetró el cuerpo
de un compañero e impactó nuevamente en otro que se encontraba detrás del
primero. Estos sucesos conocieron la luz, pero son conocidos otros tantos que
no lo hicieron al no causar lesiones. Quién no conoce casos de este tipo.
Seguro que al lector le vendrán a la mente imágenes de impactos en paredes, techos,
armeros, taquillas, etc.
Prácticamente en la
totalidad de los casos que he tenido ocasión de documentar, o que otros
compañeros han documentado para facilitarme la información (siempre de primera
mano, hablando con el actor principal del disparo, ya que el rumor distorsiona
mucho la verdad), el motivo del disparo estuvo relacionado con las
manipulaciones que hay que realizar para abatir el martillo y dejarlo en
situación de reposo, desarmar la aguja percutora.
Pero, ¿por qué se hace eso?
Es muy simple. Puede ocurrir en el curso de una intervención o en dependencias
policiales. Nos vamos a centrar en la segunda opción, en las manipulaciones que
se llevan a cabo en el interior de las comisarías, cuarteles o retenes. Muchos
de los que trabajan portando el arma en condición 2 (cartucho en la recámara y martillo
en reposo en las armas que lo poseen, con el seguro manual activado o no)
suelen introducir el cartucho al inicio del servicio, en el cuarto donde están
los armeros o en los vestuarios. Esto se hace siempre en presencia, más o menos
cercana, de otros integrantes de la unidad o del turno de servicio. ¿Nos va
sonando? Estas manipulaciones se repiten, otra vez, al finalizar el turno. Es decir que eufórico o cansado, al inicio o al final
del servicio, se tira de la corredera, con o sin el cargador alojado en su
brocal, el martillo se queda retrasado y luego, antes de enfundar la pistola ya
con un cartucho en la recámara, se debe devolver el martillo a la posición baja
o de reposo (esto solo es así en las armas de acción mixta, tenga o no el
martillo externo). Es en el curso de estas manipulaciones, nada complejas por
otra parte, cuando el contacto dactilar propicia el indeseado fuego
involuntario. Sí, meter el dedo dentro del arco del guardamonte da pie a esto.
Pero atención, y esta es la verdadera madre del cordero, esto pasa al tener el
arma en simple acción y querer pasarla a doble. Todo esto se puede producir
mientras se hacen otras manipulaciones, pero siempre hay una constante: los
mecanismos están en simple acción.

Lo segundo, tal vez lo más
importante, es que siempre hay que verificar cómo se encuentra el alojamiento
del cargador y la recámara. Hay varias maneras de hacerlo, pero la más eficaz y
segura es con la vista, es decir comprobando que el cargador no está ya en su
alojamiento y que no se ha desprendido de él ningún cartucho que pueda ser
arrastrado hacia la recámara al ir la corredera hacia adelante. Naturalmente,
es fundamental verificar que la recámara se encuentre vacía. Bastará
para todo ello, teniendo el arma empuñada, un pequeño balanceo de la muñeca
para de un único vistazo poder ver ambos alojamientos.
Para poder hacer la comprobación
anterior de la forma más segura y natural es conveniente utilizar una pieza que
llevan todas las pistolas: la retenida de la corredera. Fijar la corredera
atrás permite realizar la verificación con todas las garantías. Sobre esto hay
escuelas, manías y vicios, porque hay quien defiende que la mejor forma es
tirar repetidas veces de la corredera hasta que salte algún cartucho durante tales
tirones. Si nada es expulsado es que la recámara estaba vacía. Sí, es cierto,
es una opción, y encima muy chula porque “se hace música” con el hierro. Personalmente
me quedo con la primera manipulación expuesta: a través de la vista nuestro
cerebro procesa la mayor parte de la información que recibe. Nuestra mayor
fuente de información es la visión.

En tercer lugar, destacar
que casi todas las pistolas reglamentarias que portan las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad
españolas llevan un dispositivo que permite pasar, con garantía de seguridad, los
mecanismos de disparo de simple a doble acción. Esto se conoce como decocker
o desamartillador automático. Y digo casi todas porque también está
el sistema empleado por Glock, sistema que ha adoptado recientemente Walther para
su último lanzamiento al mercado, la PPQ. Se trata del conocido sistema Safe
Action (sistema de acción segura) que mantienen siempre la misma tensión en
el disparador (no confundir con el sistema Double Action Only, DAO), la
cual suele ser de unos 2,5 kilogramos. En
la mayoría de modelos el decocker coincide con la aleta del seguro
manual, y en otros, como es el caso de la Walther P99, se emplea un pulsador situado
en la parte superior trasera de la corredera, que al ser accionado desarma la
tensión de la aguja percutora.
Si se dispone de decocker,
¿es necesario realizar un disparo en vacío para torpemente asegurarse de que no
hay cartucho en la recámara? Es obvio que no. Aun habiéndose comprobado que el
arma está totalmente limpia ¡no
dispararé en vacío, utilizaré el decocker!, y mantendré siempre la
misma rutina. En el terreno práctico esto se debe aplicar en la galería o campo
de tiro cuando entrene y en la calle tras efectuar algún disparo. Al devolver
el arma a la funda con el cartucho en la recámara siempre es recomendable
hacerlo en situación de disparo en doble acción. Aunque se haya participado en
un estresante enfrentamiento armado, el decocker
es siempre muy útil y seguro. Con el debido entrenamiento se puede usar incluso
bajo la presión propia del momento. Si se entrena hay posibilidades de hacerlo,
pero si no se entrena habrá que asumir que no se hará. Aunque pueda parecer mentira, hay gente que
olvida realizar la transición de simple a doble: banda libre al desastre. Estamos
hablando de algo que es obvio pero que se nos olvida.
Lo cuarto es que siempre hay
que dirigir la boca de fuego hacia una zona segura, lo que en el argot se llama
zona fría o modulo de seguridad. Cierto es que en muchas plantillas no hay módulo
de seguridad, ni se le espera. Cuando existe algún habitáculo habilitado para
estos menesteres solamente suele haber espacio para una persona, donde, en el
peor de los casos, si se produce una descarga el proyectil se quedará allí
dentro sin provocar heridos, rebotes, etc. Para crear un módulo de seguridad no
es necesario desembolsar miles de euros, únicamente hay que tener voluntad e
ideas claras.
Anteriormente se mencionó
la condición 2 de porte del arma. Ahora vamos a por la 1, aquella que consiste
en llevar la pistola en simple acción con el seguro exterior activado (con los
revólveres se puede usar, sólo que sin seguro es muy poco recomendable). Hay policías que portan el arma de este modo. Conozco a varios que están destinados en una unidad
de protección. Hay que dar por sentado que si no se practica mucho, y mucho significa
sudar y sudar, en cuanto se tenga un enfrentamiento armado de carácter
sorpresivo tal vez el cerebro de esos compañeros no recuerde que tiene que desactivar
el seguro manual. Mi opinión, muy personal y totalmente subjetiva, es que no lo
harán, que tendrán que resolver el problema por el que sus armas no disparan. Puede
que recuerden que la traba se encuentra en la no desactivación del seguro
manual, pero seguramente ya sería tarde.
Por muchos motivos soy
defensor a ultranza de la condición 2. Las razones darían para un extenso
artículo. Citaré uno vital, y es que cuando nos agreden de forma súbita nuestro
brazo de reacción, el débil, se va a extender instintivamente para proteger o
repeler la agresión, lo que imposibilita que ambas manos vayan al arma y la de
reacción tire de la corredera. Pero en el caso que nos atañe de los disparos no
deseados, nuestras actuales pistolas están concebidas y construidas para llevar
cartucho en recámara, y con total seguridad. Por tanto no tiene sentido recurrir
a la condición 3: sin cartucho en la recamara. Esta modalidad requiere de tirar de la corredera para
introducirlo. Sabiendo que en la mayoría de enfrentamientos armados somos
reactivos, ¿podremos tirar de la corredera sabiendo que nuestro estado
psicofisiológico estará alterado? Seguramente en la mayor parte de estas situaciones
no lo podremos hacer, y en las que sí que podamos hay muchas probabilidades de que se desemboque
en descargas involuntarias o en la provocación de interrupciones.
Los defensores de la
condición 3 argumentan miedo a que les quiten la pistola y puedan dispararles
con ella. El mercado está plagado de fundas antihurto muy seguras y operativas.
Llevando la pistola en una de estas fundas y entrenando alguna técnica de retención
del arma es difícil, que no imposible, que nos la quiten. Ahora bien, tenemos
un problema: si la Administración no nos dota de esta funda tendremos que
valorar si invertimos nuestro dinero en ella. Siempre merece la pena, de
verdad. Aunque hay quien prefiere hacerlo en la del iphone 5, y es muy
respetable.
Dicho todo lo anterior,
¿por qué quitamos todos los días el cartucho de la recámara (el que lo haga)? ¿Realmente
es necesario? Si nuestra pistola solamente la tocamos nosotros y va de la funda
al armero y viceversa y sabemos en qué condición de porte se encuentra, qué
necesidad tenemos de tantas manipulaciones. Hay quien defiende que es bueno
hacerlo diariamente para perderle el miedo al arma, ganar destreza y para
recordarnos que llevamos un cartucho en la recámara.
¿Miedo? ¿A qué? Igual nos
hemos equivocado de profesión, amigos. ¿Destreza? La destreza se adquiere
entrenando periódicamente, no en el cambio de turno cuando vamos con prisas
porque hemos quedado, prolongado la jornada o porque simplemente ya nos queremos
ir a casa con la familia. Para saber cómo llevamos el arma basta con no cambiar
la rutina y con mirar el indicador de cartucho en la recámara que llevan todas
las pistolas modernas. La uña extractora, en estos casos de recámara
alimentada, sobresale un poco de la corredera y es percibible a la vista por su
color rojo y al tacto.
Recomendación: cuando
dejemos o cojamos la pistola de dentro del armero o taquilla en condición 2,
tenemos que tener mucho cuidado para no introducir el dedo dentro del arco del
guardamonte. Para evitar esto es interesante depositar el arma siempre en una
funda de cuero o cordura que cubra el arco del guardamonte, así el disparador
quedará protegido. Seguro que el usuario dispone de alguna, y si no los costes
económicos son irrisorios. Si el armero
no se encuentra a una altura cómoda que nos permita acceder a él con total control y seguridad, es decir que
tengamos que agacharnos o ponernos de puntillas, es más que aconsejable la
utilización de la mencionada funda.
Muchos, entre los que me encuentro,
hemos portado un revólver de servicio durante años con una funda cuyo único
nivel de protección era un broche. Llamar seguridad a lo que ofrece un corchete
es ser muy generoso. Por cierto, en los cuerpos locales siguen existiendo
muchos revólveres en servicio, casi siempre portados en vetustas fundas de
cuero o cordura. Pues pese a llevar 6 cartuchos en las 6 recámaras (una por
cada cartucho), no conocemos casos de disparos no deseados más allá de las evidentes negligencias de aquellos insensatos
que juegan con las armas. Nunca es por error. No olvidemos que estamos hablando
de un arma que posee mecanismo de disparo de doble y simple acción (así son
todos los revólveres empleados por la Policía), como la mayoría de las pistolas
que también utilizamos. ¿Cuántos policías
vacían a diario el tambor? Muy pocos lo hacen y cuando son preguntados por ello
responden incongruencias que ni ellos mismos saben razonar.
Volviendo a la pistola,
¿saben usar el desamartillador automático o decocker todos los policías que
cuentan con él en su arma? No. La respuesta es, no. No todos saben usarlo. Por
desgracia y más vergüenza, muchos no saben ni que tal dispositivo existe. Lo
mismo pasa con la retenida de la corredera, que no se sabe cómo utilizarla y
cuál es su función (es obvio, retener la corredera). No se lo creen, ¿verdad? Lo
comprendo. ¿Tienen estos policías la culpa? Sí y no. Aunque cueste trabajo
escribirlo y mucho más leerlo, muchos instructores no saben de esto, por tanto
no lo pueden enseñar. Es duro, ¿a que sí? Claro, también los funcionarios
podrían instruirse por su cuenta, ¿pero realmente se les puede exigir que inviertan
su dinero en lo que la Administración debe proporcionarles? Buen debate. Lo
cierto es que cada vez somos más los que lo invertimos.

Como conclusión de todo lo dicho
y mirando de reojo al título del artículo, hay que significar que los casos de
disparos no deseados más que accidentes son negligencias emanadas de la impericia
a la que obliga el adiestramiento poco comprometido. El diccionario de la Real Academia
Española (RAE) define negligencia como: descuido, omisión, falta de cuidado o imprudencia,
entre otros.
Con los medios y recursos aquí nombrados, tenemos que dejar las prisas
en la puerta del cuarto de armeros y si tal habitáculo está ocupado por demasiados
compañeros esperaremos que vayan saliendo. Casi todas las descargas
involuntarias se producen en los relevos por parte del personal saliente, los
que terminan.■
Ole, no se diga más. Además del arma individual, esta el arma colectiva (larga) que puede ir de dotación con el vehículo, algún iluminado para comprobar si esta alimentada ha apretado el disparador, juntalo con el inutil que la ha dejado alimentada y a jugar. Me quito el sombrero compañero. Un saludo, Jose Moreno
ResponderEliminarHola, Pepe. Gracias por tu comentario siempre aportador.
EliminarUn abrazo.
Ernesto
Buenísimo el mensaje. Aprender es seguridad para todos.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, José Pérez.
EliminarUn saludo.
Ernesto
Para mi nunca se escapa un disparo, negligencia en la utilización del arma. Sólo cogiendo una rutina segura y realizando siempre la misma es muy raro que se produzca tal imprudencia. Muy buen y acertado artículo de un gran profesional e instructor de tiro.
ResponderEliminarHola, Xaba.
EliminarGracias por tu comentario para con el artículo de mi amigo.
EPV
Gran documento que sirve para recordarnos lo que a veces se nos pasa por alto y que afortunadamente son pocos los sustos que nos llevamos. Gracias por recordarnos . Enhorabuena
ResponderEliminarGracias por el comentario, se lo traslado al autor.
EliminarErnesto.
Acabo de terminar las prácticas en el turno de noche, y el artículo me viene que ni pintado. Los compañeros han llevado ha cabo una serie de ejercicios no muy "cañeros" pero en uno, se me ha ido la pinza y les he gritado más de la cuenta, han disparado dos cartuchos, han corrido un poquillo de ná, y tres disparos más, unas flexiones, y tres disparos con cambio de cargador en movimiento, dos tiros más, una interrupción por haberles metido un cartucho inerte en el cargador (que cabroncete) resolución de la interrupción y dos disparos de rodillas, movimiento tras parapeto y dos disparos. No sabían con cuanta munición contaban, pero les ha parecido poca, siempre les parece poca, pero al caso.
ResponderEliminarUno de ellos a quitado el cargador, ha abatido el martillo con el de decocker famoso, y se ha llevado el arma a la funda. Transcurridos uno minutos, cuando le ha tocado el siguiente ejercicio, le he pedido que sacara el arma, que introdujera el cargador y apuntara al parabalas y le he preguntado que si apretaba el disparador haría ¡PUM! ya sabéis la contestación y el desenlace. Creedme si digo que ya no va a meter el dedo en el arco guardamontes nunca más, y que mirará la recámara antes de llevar el arma a la funda.
Todo lo que pase que sea en la galería y de ese modo. Cuídense y cuiden de los suyos.
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"Ante ferit quam flamma micet"
Gracias por tu comentario, Josma. Un abrazo. Nos veremos pronto.
EliminarErnesto