Policialmente hablando: ¿vocación policial o vacación policial?

Por Ernesto Pérez Vera

En absoluto soy perfecto, pero sí soy de los que cree en lo que hace y, por ende, hago aquello en lo que creo. Pienso que sin la entrega completa y el convencimiento total, ninguna empresa puede culminarse con la máxima eficacia. Estoy seguro de que todo lo que hice en el ejercicio de mi labor profesional estaba argumentado y dirigido a propiciar el aumento del bien común, el bien de la mayoría. La acción represiva de la Policía, siempre ejercida contra una minoría infractora, beneficia a la mayor parte de los integrantes de la sociedad, aun cuando se trate, por ejemplo, de imponer simples denuncias de tráfico y circulación. Con tal idealización del oficio de guardador de la ley pasé de la infancia a la pubertad, luego a la juventud y más tarde, ya “pollúo”, a engrosar las filas de las fuerzas de seguridad. Pensar del modo que pienso es, desde mi punto de vista, una secuela de la vocación profesional. Es lo que tiene creer en lo que se es y representa. León Tolstói dijo: «El secreto de la felicidad no está en hacer siempre lo que se quiere sino en querer siempre lo que se hace». Seamos policías, bomberos, médicos, jueces o carteros, algo falla si no estamos convencidos de que nuestra mera presencia bajo el uniforme, la bata o la toga, es en todo momento un motivo de satisfacción personal y de ayuda desinteresada al prójimo.

 

Hay quien hace de su profesión un estilo de vida, una filosofía personal, un modus vivendi. Algo difícil de comprender y respetar por según qué perfiles humanos y policiales. Sigo siendo una de esas rara avis que es policía cuando habla, cuando respira, cuando huele e incluso cuando duerme, aun estando ya retirado del servicio; mientras que otros solamente trabajan de policía o en la Policía. Prometo que ahora, tras mucho tiempo transcurrido y bastantes lágrimas de por medio, me hubiera gustado ser de otro modo, porque creer en estas cosas y sentir profundamente te lo complica todo. Por desgracia, llegan en masa a la meta quienes no creen ni en ellos mismos. Considero que quienes responden que no se sienten policías sino que trabajan de ello, son personas que están de paso. Turistas. Paracaidistas sin rumbo ni competencia que han caído aquí, porque no encontraron mejor sitio en el que esperar la edad del jubileo. Empero los hay todavía peores, como aquellos que sostienen que trabajan en la Policía —ni siquiera como policías—, lo que de algún modo denota menos empeño y, de camino, destila más desidia. Trabajar en algo sin sentirse ese algo, deja al descubierto cierta connotación infecciosa, mugrosa y chirriantemente pringosa.

Algunos somos bichos raros, idealistas; ilusos, para muchos. Filósofos como Platón, Berkeley y Kant, son representantes de las teorías idealistas que defienden que para poder conocer las cosas se debe tomar en cuenta la conciencia, las ideas, al sujeto y el pensamiento. Majaretas, que dirán algunos. Dicho todo lo anterior, me pregunto: ¿puede un jefe de policía decir que no se siente policía? Parece que sí. Uno lo ha dicho en público, mientras otros muchos se suben al tren de la insinceridad y de la mentira cochina. Un tren, por cierto, que engancha vagones repletos de espontáneos aprovechados, de polizones y de oportunistas. Cuánto tunante hay por ahí agazapado. Cualquiera podría llegar a pensar, líbreme Dios de ello, que el sistema favorece los tsunamis de despropósitos y las cascadas de granujas.

En un periódico comarcal gaditano, un mando de un cuerpo de Policía Local recién ingresado en la institución directamente con la segunda máxima categoría posible, y con 38 años de edad, así se expresó en su día, a lo largo del presente siglo: «Yo no soy policía. Yo trabajo de policía. […] No aspiro a jubilarme haciendo esto. Podría hacer muchas cosas interesantes, y útiles, además de ser policía. Tuve la suerte de que mi familia pudo costearme estudios fuera de casa. Estudié empresariales». A la pregunta de por qué abandonó su trabajo anterior, manifestó: «Tenía la sensación de que se ganaba poco y de que se echaban muchas horas al día». Me surgen nuevas cuestiones, ¿da a entender este hombre que no le parece útil lo que hace ahora? ¿Es jefe de policía y dirige a más de 220 subordinados, para trabajar poco, para trabajar menos que antes o para tocarse la porra? ¡Qué asquito!

Permítanme, por favor, que me exprese en presente, aunque esté prematuramente jubilado. Admito, subrayo y grito que me repatea el estómago la idea de que la gente que supuestamente se dedica a lo mismo que yo, no sienta esta profesión como otros sí la sentimos. También me crea nauseas el hecho de que alguien que nunca ha regulado el tráfico, menos aún bajo la lluvia y con frío, ni detenido a personas, ni recibido improperios, empujones, patadas, escupitajos, pedradas, amenazas, etc., pueda dar órdenes sobre adónde, por dónde, cómo y cuándo hacer o evitar todo lo antedicho. ¡Muchísimos de estos no han ido a un juicio en su vacua vida!

El libro no lo es todo, si bien nunca hay que olvidarlo ni guardarlo. Pero cuidado, a este señor hay que reconocerle algo que valoro mucho, la sinceridad mostrada ante el entrevistador. Este tío tuvo la decencia de decir la verdad: que pasaba por aquí cual viajero, que decidió apearse y que va a quedarse hasta que le propongan algo más rentable y cómodo. Sin duda alguna, ahora gana más dinero que antes, toda vez que durante la entrevista expuso que esa fue una de las razones que lo empujaron a cambiar de frente laboral. Y valoro esta franqueza porque bajo el sello de la vocación se mimetiza mucho intruso que miente con descaro o que bien confunde el deseo de vestir un uniforme, con el compromiso, con el interés y con la entrega que debe poner sobre la mesa toda persona investida del carácter jurídico de agente de la autoridad.

¡Ah! Matiz importante que no pocas veces recalco: no es lo mismo ir al trabajo, que ir a trabajar. El primero va, y no rinde; y el segundo está, y produce.

Comentarios

  1. Holan Ernesto, "NI ESTAN TODOS LOS QUE SON , NI SON TODOS LOS QUE ESTAN"... ¿Te suena?. Supongo que a todos nos suena.Incluso en una profesión como esta, la de policía, pasan estas cosas. La vocación como mínimo aunque sea en pequeñas dosis tiene que existir en esta profesión, despues habrá que ir reforzandola con el dia dia y el buen hacer para que uno pueda sentirse útil y realizado. Para mí una de las cualidades que deberíamos reunir los profesionales de este sector, es el del ser optimista... Por cierto esta "cualidad" puede ser innata pero también se puede cultivar. Bueno te digo todo esto porque a pesar de los pesares se dan este tipo de casos que tu expones en tu artículo tanto en altas esferas como en categorías de agentes, y parece que lo digas como si hubiesen tenido suerte. Es posible, pero con tu permiso y reprochandote el comentario que haces sobre el arrepentirse de ser como has sido...No creo para nada que tú lo digas en serio, al igual como otros compañeros lo podremos llegar a pensar en determinadas circunstancias. Estos afortunados de "rebote", aún que se hayan ganado su oposición de manera legal porsupuesto, con mucho libroe inteligencia académica, se están perdiendo lo mejor de estas profesiones vocacionales: disfrutar el momento, el segundo a segundo, de esta y cualquier profesión que precise de un mínimo de vocación.
    Saludos.

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    1. Hola, Manolo. Gracias por el comentario.

      Créeme, más de una vez he tratado de tirar “patrás” y ser de otro modo, pero no he podido. Las cosas son como son y las personas como somos. El que nace barrigón, buena gana es que lo fajen. Vamos, que la cabra tira al monte. A día de hoy muchas cosas ya me dan igual, al fin y al cabo no estoy en activo. Pero pese a todo hay cosas que no perdono y otras muchas que no olvido…

      Un abrazo,
      Ernesto

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  2. Estimado Ernesto, me temo que una vez mas a pesar de llevar mas razon que un santo tus reflesiones para la mayoria del personal caen en saco roto y me explico.

    Aun cuando en muchas cosas pienso igual que tu, los años me van abriendo los ojos cada vez mas y a mi alrededor solo veo como al personal lo unico que le interesa es medrar todo lo que pueda y trabajar lo menos posible.

    Esta actitud es la que prima en nuestros dias y no solo en nuestras filas , si hablas con maestros , enfermeros, medicos funcionarios de todo tipo y condicion, en una palabra "servidores publicos" te diran mas o menos lo mismo que estan hasta los mismos y que ellos estan alli porque no han podido acceder a otra cosa aun cuando en muchos casos la vocacion les llevo hasta alli.

    Lo de la vocacion no se si esta sobrevalorada o no solo te dire que te la van quitando poco a poco entre unos y otros cuando empiezas a ver las cosas que se ven al menos en la administracion , que es lo que medio conozco .

    Hay una frase celebre de no se quien, que dijo " hagas lo que hagas , hazlo bien" ese es el secreto creo yo , conozco gente que se le llena la boca de vocacion y no pueden ser mas "ceporros" y de la misma manera hay gente que te dice que ellos trabajan en la policia por que no han podido acceder a otra cosa y aun asi son magnificos profesionales o por lo menos se implican que tal y como esta el patio no es poco.

    Por ultimo comentarte que ayer mirando internet descubri que estas pendiente de publicar otro libro "En la linea de fuego", solo queria preguntarte cuanto tendremos que esperar para disponer de el.

    Un saludo.

    Carlos

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    1. Hola, Carlos.

      Te doy la razón en eso de que muchos se esconden tras lo de la vocación siendo unos ceporros y que otros, que llegaron a esto por probar o salir del paro, se comportan mejor y con más entrega en el servicio. Creo que estos últimos son mayoría y son la verdadera fuerza de choque. De hecho algo así vendo a decir en este artículo cuando digo que muchos confunden la vocación con el intrusismo.

      Mi libro estará a la venta a final de este mes, Carlos. Prometo ser muy pesado. Lo anunciaré en este espacio y en Facebook, aunque el grueso de la publicidad lo hará la editorial.

      Un abrazo.
      Ernesto.

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  3. Gracias por la informacion "compañero", espero ser uno de los primeros en hacerme con tu nuevo libro.

    Un saludo

    Carlos

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    1. Hola, Carlos. La editorial que se ha hecho cargo de la edición es de primerísima división con lo que creo que podrá comprarse el libro en cualquier punto del país gracias a una gran distribución.

      Ernesto.

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    2. Roger!!!, habrá que pillarlo...

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  4. Al final, he llegado a la conclusión de que los que están equivocados son ellos. Que los que deberían de amargarse la existencia y vomitar todos los días son ellos. Que hay muchísimas cosas malas en la vida (enfermedades, por ejemplo) pero lo peor, lo peor, lo peor que una persona puede hacer, es trabajar en algo que no le guste, a sabiendas que no le gustaba, y siempre que tenga otras posibilidades de trabajo. Que si me giro y no veo a mi "compañero" a mi lado, me la hace una, dos ya no. Que no sólo es vocacional, es que mas tarde, mas temprano, te las vas a tener que apañar y "tirar de pipa" para protegerte a ti o a cualquiera, por poco que te guste las armas, por mucho que pienses que nunca vas a tener que sacarla de la funda. Que si se piensan que me hacen daño llamándome "Rambo", ellos mismos se llaman "Srta. Pepis".

    En fin, que... "Pobre del vago que no disfrute de su trabajo, además de vago, será infeliz"
    --
    "Ante ferit quam flamma micet"

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    1. Josma, muy bueno lo de la 'señorita Pepis', me la apunto.

      Gracias por ti comentario. Un abrazo.

      Ernesto

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