LA ACADEMIA NACIONAL DE POLICÍA DE ÁVILA “EN LA LÍNEA DE FUEGO”
Discurso emitido por José María de Vicente
Toribio en la Escuela
del Cuerpo Nacional de Policía, el 21 de mayo de 2014:
Buenas tardes y
bienvenidos a esta Sala de Congresos de la Escuela Nacional de Policía que,
generosa una vez más, con la autorización de nuestro Director, hoy abre sus
puertas para dar acogida a un evento cultural y siempre feliz: el nacimiento de
un libro.
Cuando un autor (en
este caso son dos), decide sacar a la luz un nuevo libro, lo hace convencido de
que el contenido que encierra es novedoso e importante para el resto de sus
conciudadanos. Y esto es así, aunque hay veces que los autores se confunden en
ambos campos, o mejor dicho, nos quieren confundir, dando a luz verdaderos
engendros, “refritos” de “refritos”, que no hacen sino repetir hasta la
saciedad los mismos conceptos una y otra vez, libro tras libro, saltándose a la
torera, por otra parte, los derechos de autor y de propiedad intelectual.
Esto es muy frecuente
en el tema que toca esta obra. Me estoy refiriendo al campo de las armas y del tiro. Y el referente aquí, en los últimos
años, ha sido siempre la actual potencia hegemónica: los EEUU de América.
Igual que antiguamente
en la Universidad, para concluir una discusión se recurría al famoso “Magister dixi”, como algo irrebatible,
ahora, en el campo de las armas y del tiro se viene a decir: “Lo dicen los
americanos”. Fin de la discusión.
Hasta los giros en la
forma literaria de mi amigo Ernesto, que bien podían ser gaditanos, (¡”Digo, pixxxa”!, por ejemplo), cobran
aquí tintes, por no decir acento, del más puro estilo americano. (Avisad a Seguridad
que me mata).
Las hegemonías es lo que tienen. Cuando lo éramos nosotros y a Felipe II le dio por vestir de negro, todas las cortes europeas parecían estar de luto. En fin, como dice el viejo refrán: “Quien más pita…”. Cuentan que cuando los grandes avances en histología que aportó D. Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina en 1906, llegaron a manos de un científico alemán, este comentó: “Hoy la luz nos llega del Sur”.
Las hegemonías es lo que tienen. Cuando lo éramos nosotros y a Felipe II le dio por vestir de negro, todas las cortes europeas parecían estar de luto. En fin, como dice el viejo refrán: “Quien más pita…”. Cuentan que cuando los grandes avances en histología que aportó D. Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina en 1906, llegaron a manos de un científico alemán, este comentó: “Hoy la luz nos llega del Sur”.
Parafraseando a ese
científico alemán anónimo, yo aquí podría decir que, en este campo del tiro y de
las armas, hoy la luz también nos llega
del Sur.
“Del Sur del Sur”, como
bromeamos Ernesto y yo cuando hablamos de su ubicación geográfica, La Línea de
la Concepción, allí donde todo acaba en frontera, tanto por tierra, de forma
artificial e infame, como por mar, de manera natural, por ser el fin geográfico
de nuestro Sur, y por ende, el de Europa.
Cuando he ojeado el
libro En la línea de tiro: la realidad de los
enfrentamientos armados, he podido decir: he aquí, al fin, algo novedoso y
útil en este campo tan manido. Aquí los autores, Ernesto Pérez Vera y Fernando Pérez Pacho,
salen airosos de una empresa nada fácil, cual es la introspección, casi me
atrevería a decir “la autopsia”, del enfrentamiento armado desde la propia
praxis, desde la mismísima realidad, analizando pormenorizadamente una serie de
casos a partir de la relación que hacen de ellos sus protagonistas.
Empresa nada fácil y
novedosa, pues es la primera vez que veo tratar los enfrentamientos armados de
forma tan rigurosa y con conclusiones tan rotundas y reales, tanto en el
desarrollo del caso como en sus consecuencias posteriores e inmediatas. Y es
ahí, a posteriori, precisamente en esas terribles consecuencias, cuando más
acertados veo a los autores.
Por desgracia es cierto
que el superviviente de un enfrentamiento armado, en la mayoría de las ocasiones,
no sólo tiene que lamer en solitario sus heridas, tratar de rehacerse del
trauma que irreversiblemente causa una situación de vida o muerte, sino
enfrentarse anonadado a la incomprensión de sus propios compañeros y jefes, incluso,
a la crítica descarnada, cuando no al castigo judicial o administrativo.
Y para mayor “inri”
esas críticas desahogadas siempre vendrán, no de los compañeros de “calle”,
como él, que conocen el peligro y están más o menos preparados para afrontarlo
y asumirlo, sino, y precisamente, de aquellos otros “funcionarios” (entre
comillas) que nunca han pisado la cruda realidad y que viven con horarios de
oficina, parapetados detrás de un escritorio, con el arma olvidada en un cajón,
sucia y con pelusas de la felpa de la camiseta en el cañón.
Esa es la trágica
realidad. Y esto se lo dice un viejo inspector jefe con más de 44 años de
servicio a sus espaldas y que en los grupos antiterroristas y brigadas criminales
sobrevivió, a veces de milagro, a esos enfrentamientos.
Quizás sea por eso por
lo que este libro me es tan familiar. Por eso, y porque uno de sus autores, Ernesto,
al único que conozco y buen amigo (perdona Fernando), fue víctima de un
atentado que casi le costó la vida y que sin casi, como consecuencia de las
lesiones sufridas, le ha conducido a su prematura jubilación de la Policía
Local de La Línea, donde era, como se decía de la Inquisición (perdona el
símil), “martillo”, no de herejes,
sino de narcotraficantes, teniendo en su haber más de 500 detenciones.
¿Medallas, recompensas?
Esas se las dan a los otros. Aquí sólo queda la propia satisfacción de haber
cumplido generosamente con el deber.
Es esta una obra que
recomiendo al lector curioso pero, en especial, a los profesionales de las FF y CC de Seguridad y a los futuros policías
que guardarán mañana nuestra libertad en las calles; es decir, a nuestros alumnos.
Ese, y no otro, es el
motivo de que esta “Alma mater”, esta
Escuela
Nacional de Policía, sea escenario hoy de esta presentación.
Dejemos ahora que los
autores se defiendan por sí mismos.
Amigos, mi enhorabuena
un vez más.■
Impresionante discurso, el de la apertura del acto de la presentación del libro, por parte de D.José María de Vicente Toribio. Verdades como puños dice este veterano policia, por lo menos hasta donde yo puedo dar fe de ello, o mejor dicho de lo que conozco, "El LIBRO"... Todo lo demás que hace alusión a la persona de Ernesto, sinceramente por lo poco que conozco a este policia, "pondria la mano en lel fuego" a que lo expresado por D. José María es cierto. Al final me quedo con esta frase, que no es sino la tesis del discurso:"en este campo del tiro y de las armas, hoy la luz también nos llega del sur". Un Abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, Manué. Un abrazo.
EliminarErnesto
Mi enhorabuena al Inspector Jefe por su presentación, a mí me hizo engordar treinta kilos por lo que dijo como lo dijo y donde lo dijo. Gracias. Eche de menos la presencia de alumnos principalmente de los que están haciendo el curso de subinspector conozco a varios y son gente de calle pero principalmente de profesores de Intervención policial y Tiro. Tal vez no tienen nada que aprender "maravilloso" sigan así luego no se extrañen que sus alumnos que ya son policías en los diferentes cursos de ascenso cuando ustedes les cuentan lo de Alicia en el país de la maravillas pongan caras de extrañeza o lo que es más lamentable que los recién incorporados a los dos días de estar en la calle digan que lo de la Academia no se parece en nada a lo que están viviendo. Lo dicho un honor escuchar el discurso. Un saludo
ResponderEliminarEstimado amigo anónimo, gracias por tu comentario y seguimiento.
EliminarUn saludo.
Ernesto