Cansado de quienes están cansados, no quieren o no saben

Por, Ernesto Pérez Vera

Esta mañana he oído que la Policía busca en Madrid los cadáveres de 2 mujeres, madre e hija de nacionalidad dominicana, de 32 y 9 años de edad. Ya hay una persona detenida por el presunto homicidio, el marido de la desaparecida. Pero a la vez que oía esto, un vecino y amigo de las interfectas ha manifestado ante las cámaras de televisión que la Policía le había dado ciertos capotazos para quitárselo de encima, cuando fue a denunciar la desaparición de ambas personas. Sostiene que en la Oficina de Denuncias de una comisaría le dijeron que esos temas los llevaba la Unidad de Policía Judicial y que, por tanto, los llamara a ellos. Al parecer llamó y llamó, pero nadie descolgó nunca el teléfono. Este hombre estaba indignado con la Policía, concretamente con el todavía llamado Cuerpo Nacional de Policía. Tal vez tenga motivos. Pero lo cierto es que seguramente no debería despotricar contra la institución sino contra los sujetos que, individual y personalmente, no supieron o no quisieron atenderlo con interés, compromiso, seriedad y responsabilidad. No hablo ya de profesionalidad, que tendría que englobar todo lo anterior.

¿Que si hay gente así en las fuerzas de policía? ¡Y tanto que sí! Por desgracia, hay.  La noticia me ha recordado varios episodios vividos por mí en primera persona. Así, de pronto, me asalta el recuerdo de una llamada de radio que alertaba de que un hombre aparentemente borracho estaba agrediendo a una mujer y a un bebé, dentro de un coche extranjero que él mismo conducía. Esto estaba ocurriendo, según la comunicación de la Sala Operativa de Transmisiones, a no más de 500 metros de donde yo me encontraba patrullando a pie, en el recinto ferial durante la celebración de nuestras fiestas estivales (julio). “¡‘Delta-20’ se hace cargo, ‘0-0’!”, comuniqué de inmediato a la Sala. Pero se me dijo que no, que iría otro indicativo con vehículo, que no era de mi unidad. Localización: inmediaciones del recinto aduanero de Gibraltar. Bien, pues pasados unos minutos oí por el radiotransmisor una voz que decía que el tema estaba resulto, que no pasaba nada y que el vehículo reanudaba la marcha camino del Peñón, confirmando la existencia de una mujer y un bebé, que no presentaban signos de violencia. Fantástico, ¿verdad? ¡Pues no, todo era falso! Fue cruzar ese coche la verja que separa España de Gibraltar y la Policía británica vio algo extraño en el interior turismo: procedieron a la detención del conductor por lo que aquí sería un delito contra la seguridad vial, dado el estado etílico que presentaba el individuo. Pero hay más, la mujer estaba esparramada en los asientos del coche en claro estado de drogadicción. El niño, obviamente, era la gran víctima de todo esto, por ello durante la mañana siguiente leí en un periódico comarcal que el bebé había sido entregado, por orden judicial, a Asuntos Sociales de la Roca. Los padres ingresaron en prisión y fueron acusados de varios delitos (también llevaban consigo una pequeña cantidad de estupefacientes).

¡Ahora qué, ¿qué pasa con el que una vez más no vio nada y dejó ir al beodo volante en mano, droga en el bolsillo y niño abandonado a su suerte en el Maxi-Cosi del asiento trasero!

No se trata de la Policía, aunque a veces también por mala gestión de medios y recursos. No es la institución quien falla sino quienes integramos los cuerpos. También, obviamente, quienes estudian y analizan los perfiles psicológicos de quienes accedemos a las plazas de funcionario de policía. No obstante, esta gentuza no es mayoría en el seno de estas organizaciones. Otro día contaré qué otra barbaridad protagonizó el mismo funcionario, una víspera de Navidad, a la vez que reclamaba un ascenso.

Pero la cosa ha empeorado en cuanto a desidia. En el telediario de la tarde, la abuela de la menor, madre a su vez de la adulta finada, ha dicho que ella misma presentó una denuncia en el Juzgado en enero de este mismo año. Esta señora redactó la denuncia de puño y letra, informando en ella a la autoridad judicial de que su hija y nieta estaban sufriendo malos tratos en casa. Ahora, tras conocerse lo sucedido, la Administración de Justicia responde que no investigó el caso porque no entendía la letra de la denunciante (una señora mayor, con una formación básica). Más de lo mismo: en el documento firmado y sellado con entrada en el Registro consta, de modo legible, el número de teléfono móvil de la denunciante. Suma y sigue.

Comentarios

  1. Sin palabras. Hasta los huevos de pasotas vagos. Si nos ponemos a enumerar cosas de estas es para llorar. Lo de los juzgados ya clama al cielo. Descansen en paz. Un saludo José Moreno

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    1. Un abrazo, Moreno. Acabo de dejarte un mensaje en el móvil.

      Ernesto

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  2. Desgraciadamente estas cosas pasan más a menudo de lo que la MAYORÍA del gremio querríamos, LO SIENTO PROFUNDAMENTE y es terrible, por lo tanto lo ideal sería que nadie tuviese que pagarla, porque eso supondría que todo funcionario hace lo que debe, pero pasa y me gustaría que el que la hiciese la pagase, pero no es menos cierto que la gente a veces por casos sangrantes como el ocurrido y a veces por menos suele caer en la "falacia" del todo o nada para generalizar la conducta de ciertos colectivos, entre ellos el policial. La justicia "justa", es una utopía. Saludos.

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    1. Gracias por tu acertado comentario, Manolo.

      Saludos.

      Ernesto

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  3. ¿Que me tengo que liar y ponerme a escribir a 15 minutos de terminar mi turno? ¿Que me tengo que liar y ponerme a escribir un Atestado para luego tener que ir al Juzgado y perder la mañana? ¿Que me tengo que liar y ponerme a escribir una denuncia para que luego se la quite sotanito? ¿Que me tengo que liar…?

    ¿Os suena? La profesionalidad es la profesionalidad, pero como yo la considero parte indisoluble de la personalidad, uno es como es, con o sin uniforme, ya sea azul, amarillo fosforito, bata blanca, mono de trabajo, delantal o tiza para pizarras. La personalidad es intrínseca y previa al trabajo, por lo que uno se comportará como es, no como lo que es.

    Casos como el que relata el artículo, o como el narrado por Ernesto, no son ajenos a la mayoría de nosotros, pero lo dicho, ufanos los hay allá donde mires, lo único que la petulancia en caso en concreto, trae unas consecuencias distintas, con mayor o menor repercusión sobre los actores, y que como desgraciadamente queda constatado en el caso que nos ocupa, puede incluso acabar con la muerte de una persona.

    Por otro lado, he de decir que no defiendo, ni de lejos, la actuación del imperfecto, pero si algo he de decir en su defensa, es que no estamos solos en esto, formamos parte de un mecanismo formado por piñones, ruedas y poleas que ha de estar engrasada y engranada para que se obtengan los resultados esperados en cada uno de los estamentos involucrados, pues de no ser así, puede dar al traste con la primera intención del Agente y llevarlo a equívocos, pudiendo llegar a pensar: “Y pa´ que voy a ir, ir pa´ ná es tonteria”

    Yo juré por mi conciencia y honor, cumplir con mis obligaciones como Agente de la Policía Local, tal y como estaba plasmado en el papel que me dieron a leer mientras apoyaba mi mano sobre la Constitución, pero también es cierto que tras mas de 15 años de servicio, hay servicios en los que la mejor opción para su resolución no te las da el Ordenamiento Jurídico o un Codificado de Infracciones, pues se puede solucionar un problema sin generar otro, sin involucrar a mas instituciones que no tengan contacto o muy poco para traspasar papeles de una oficina a otra, y al final se pierda en el olvido y persista “secula seculorum”, y se pueda llegar a un acuerdo amistoso entre las partes enfrentadas utilizando la lógica, el sentido común, el raciocinio y la educación, pero no hacer NADA, nada en absoluto, máxime en los casos de violencia de género, eso si que no.

    --
    "Ante ferit quam flamma micet"

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    1. (Primera parte del comentario-respuesta para Josma)

      Hola, Josma. Me gusta mucho la forma en que planteas tu comentario. Lo de la personalidad y profesionalidad me ha gustado, porque sin duda lo primero es previo (se va desarrollando desde la infancia) a lo otro. Si en la vida civil eres un desertor de la ética humana y careces de moral o la que tienes es socialmente considerada inmoral, ¡¿cómo carajo vamos a conseguir que seas policía de verdad!? Para ser buen policía primero hay que ser buena persona. Me refiero a policía policía, no a funcionario en la Policía. Matices, ya me entiendes.

      Mira, son las 09,45 horas de la mañana mientras escribo esta respuesta, pero hace una hora he mantenido una conversación intensa y cariñosa con un compañero al que quiero y respeto. Pasa lo siguiente: se ha visto obligado a permutar de plantilla. En su anterior ciudad no podía trabajar por la profunda infección que ha hecho mella en la mayor parte de los integrantes del Cuerpo. Me habla de gente corrupta por acción y por omisión. De gente que sangrantemente desatiende sus obligaciones. A todo esto se suma la impasividad de la plana mayor de la fuerza. Con ese percal los trabajadores y legales están arrinconados, incluso siendo mayoría. Pues bien, tras seis meses de trabajo en la nueva plantilla no sabe qué hacer: es peor que la anterior. Lo primero que le dijeron al ingresar en la nueva fuerza fue: “Oye, aquí no te creas que te vas a poner a cachear gente y buscar malos. Esto es un regalo, una plantilla bomboncito. Aquí por las noches vemos la tele con la estufa y las mantitas que nos compraron”. Este policía creyó que todo formaba parte de la simpática exageración intrínseca al ADN de los nativos regionales. Pero se equivocó. Ya, por último, le han dado casi un ultimátum: o se relaja o van a por él. Ojo, este amigo confiesa que jamás había trabajado menos en su vida, pero lo poquísimo que hace, que es nada, es mucho para los que comparten horario con él.

      Está que no sabe qué hacer. La última vergonzosa descripción de lo que está pasando es que un agente con veinte (20) años de servicio tuvo que intervenir, por orden directa del alcalde, en una pequeña reunión de grifotas y porretas. Se tuvo que hacer con un porro (incautarlo), se tuvo que hacer es una forma de decir que si el regidor no hubiese estado presente no habría actuado, teniendo que pedir por radio información sobre qué hacer. ¡No sabía cómo actuar ante la sencilla, nimia y diaria intervención de un porro! Repito, tiene veinte años de antigüedad: ¡¡¡¿qué carajo ha hecho en ese tiempo este tío mierda!!!? Y no pienso pedir disculpas por mi lenguaje soez, cuartelero si les gusta más. No queda la cosa ahí: ¡¡¡el cabo jefe del turno NO SUPO RESPONDER CON PRECISIÓN CUÁL ERA EL PROTOCOLOOO!!!

      …///… continúa seguidamente

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    2. (Segunda y última parte del comentario-respuesta para Josma)

      Mira, Josma, como estoy aburrido te cuento otra. Una historia de agentes de otro cuerpo distinto al mío, uno estatal. En esta triste representación de ignorancia y descompromiso intervino también gente de mi fuerza. Una mañana me encontré un coche de otro cuerpo (estatal concretamente) subido en la acera de mi jefatura. Me acerqué a saludar por si necesitaban algo de nosotros. Como conocía a los dos funcionarios me quedé charlando con ellos unos segundos. Me dijeron que habían pillado a un individuo orinando sobre uno de nuestros coches oficiales de la PL. Lo habían filiado y lo tenían dentro de su coche. Les pregunté que qué necesitaban, esto dijeron: “Estamos esperando a que una compañera tuya salga y nos diga qué artículo del Código Penal (CP) hay que aplicar para la detención, para que el de la oficina que instruye las diligencias no nos ponga pegas cuando comparezcamos”. Yo, estupefacto, le dije que aquello constituía o podría constituir una mera infracción administrativa a la Ordenanza Municipal de Limpieza y hasta le di el artículo, el 10.E, en aquel momento. Me dijeron que no, que era delito y que ya habían engrilletado al sujeto. Insistí en que estaban equivocados. Es más, propuse que, como máximo, lo diligenciaran como falta de respeto a los agentes de la autoridad (634 del CP), aunque para ello tuvieran que decorarlo todo un poco. Nada, no me oían. Casi me miraron raro. A eso que salió una compañera mía que me dijo, “¡hombre, Ernesto!, a ver si me ayudas: estoy buscando en el CP el artículo que habla del delito de mear en la puerta de una dependencia oficial. ¡Ayúdame, que no lo encuentro y tú estás más puesto!”. Yo no sabía si echar a correr o ponerme a escupir. No hice ni una cosa ni la otra. Repetí lo que a los otros policías. Esta mujer no se extrañó, al revés, dijo que tal vez fuese cierto. No sé qué hicieron, me fui despidiéndome afectuosamente y sin mirar para atrás. A día de hoy te juro que no sé cómo terminó aquello. Aquellos dos compañeros no eran nuevos. Uno está jubilado a fecha de hoy, por lo que ese día tendría más de cincuentaicinco años. El otro tendría diez o quince años de antigüedad y era algo mayor que yo.

      Sobre las actuaciones que no pueden llevarse a término en base a protocolos claros, sí, tienes razón, muchas veces hay que tirar del instinto experiencial, casi siempre muy acertado y eficaz.

      Un placer, Josma.

      Ernesto

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    3. ¡¡¡Uffffffff, ya te digo!!! Si nos ponemos a contar, no paramos ni a repostar. Yo no me las doy de "sabidillas" y por supuesto que he cometido un desliz en alguna ocasión, de cuando era "pollo", es más, hoy día me preguntas por el número de algún artículo en concreto, y a ciencia cierta no sabría decírtelo con exactitud, pero el enunciado del mismo lo tengo claro, clarinete.
      Ahora, de no saber si es el 380 ó 382, a querer detener a alguien por mear, escupir o tirar la basura fuera del contenedor...
      Como se suele decir: "A veces el sentido común, es el menos común de los sentidos"

      --
      "Ante ferit quam flamma micet"

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  4. Lo peor de todo es que cuando tienes compañeros con buena actitud hacia el trabajo les falta aptitud para darle la correcta solución a la hora de terminar la incidencia o de plasmar por escrito en una denuncia, acta, o atestado lo que corresponda......a estos voluntariosos les exaspera profundizar en esa parte de su trabajo.....incluso sentarse delante de un ordenador para empezar a organizar ideas de cara a unas simples diligencias. Pero, ojo, siempre digo que la culpa no es suya. Si la formación falla desde la academia deben existir una formación, protocolos y órdenes internas que se complementen por niveles. Y reconozcamoslo....por mucha voluntad que tenga un agente, no todos están capacitados en su fuero interno para continuar el trabajo de instrucción de actas y diligencias y darle el encare correcto. Aquí debería hacerse valer la figura del mando intermedio capaz, llámese oficial o cabo, subinspector o sargento.....qué dependiendo de que sitios es tan difícil encontrar.

    Un saludo Ernesto.

    M.A.G.

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  5. Hola, M.A.G.: gracias por tu acertadísimo comentario. En ese sentido podría contar miles de cosas, pero me da vergoña ajena. No obstante iré dejando caer cosillas cuando encarte.

    Un abrazo.

    Ernesto

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