Por, Ernesto
Pérez Vera
‘Por tener
un buen equipo no vas a ser mejor pescador’. La cita forma parte del titular de
un artículo publicado el 1 de abril de 1999, en el Diario de León. Pero tranquilos, que aunque fui muy aficionado a la
pesca, hoy no toca escribir sobre este ancestral arte de subsistencia. La frase
es buena, imperecedera y extrapolable a todos los órdenes. La traigo a colación
de un recuerdo revivido ayer. Resulta que he conseguido un precio muy atractivo
en la compra de una pistola ultracompacta para un compañero. Mientras estaba
negociando el importe de la cacharra me
acordé de que cinco años atrás otro policía de mi plantilla me dijo que quería adquirir el mismo modelo, pero que antes le
gustaría conocer mi opinión. Como quiera que la pieza era nueva en el mercado
yo aún no la había manipulado lo suficiente, pero estaba previsto que lo hiciese
días después durante un viaje a Ávila. O sea que hasta que no disparara un poco
con ella y la manejara un rato no podría opinar con seriedad. Finalmente la
recomendé y ya van tres ejemplares adquiridos en mi entorno.
Pues bien,
aquel primer aconsejado me volvió a requerir para que le diese mi opinión sobre
cómo y dónde portarla. Primero vino a enseñarme el arma como si fuese una gran novedad
y lo hizo entre risas y carcajadas, pero sobre todo ante varios agentes más.
Parecía sufrir amnesia temporal interesada: delante de terceros no quería
demostrar que con anterioridad había acudido a mí, no fuese que ensuciara su
reputación (el consejo me lo pidió en secreto, detrás de una puerta para que
nadie lo viese). Sí, un falso. Las pareces de aquella jefatura rebosan pringue
e hipocresía. Yo, obviamente, no podía responder más que en modo ‘Perezvera
puro’. ¡Haciendo amigos! Le dije ante los presentes, en tono claro y entendible,
que se le olvidaba que dos meses antes me había pedido consejo fuera de las
vistas y oídos de terceras personas y que mi veredicto le fue participado por
correo electrónico. Replegó sus risas y miró de reojo por si los demás se
habían enterado. Lo hicieron, pero no dijeron nada, al menos no en mi
presencia.
Pero como
el otro quería la peseta para él, siguió erre que erre. Me soltó que la mejor
funda que había era una camiseta interior con pequeños bolsillos porta arma en sendas
axilas. Defendió su idea de que tal opción era altamente eficaz en cuanto a
ocultación. Incluso insinuó que nadaba en la abundancia y que por ello no le
había dolido desprenderse de seiscientos euros para el arma y de cincuenta más para
la prenda-pistolera. Con un juego de ojos y un gesto facial me arrojó un ‘¿qué
tienes que decir a esto?’. Nuevamente no permanecí mudo. Le razoné mi
desacuerdo con que esa camiseta fuese la mejor de las opciones posibles, toda
vez que pretendía (él) portar el arma en horas externas al servicio, lo que
conlleva conjugar el factor ocultación con el de accesibilidad eficaz a la
pistola. Incluso sostuve que desde una funda tobillera se puede extraer el arma
con más celeridad y garantía que desde un bolsillo ensobacado cubierto por una camisa, un jersey y una cazadora. Mi
interlocutor no lo veía así, pero claro él todavía no sabía ni cómo se llamaba
su arma. La opinión y valoración del que no sabe que no sabe vale, pero no
cuenta.
La cosa es que
quería jugar conmigo y jugué. Le espeté que en cualquier caso él sería poco o
nada eficaz llevase la PPS donde la llevase. Que si no entrenaba de modo serio
y comprometido, abandonando el tiro a la botella vacía para ver quien paga el
desayuno, de poco podría servirle la pistola. Le expuse que llevar el cartucho
en la recámara era fundamental, pese a que él hacía comentarios jocosos contra
quienes siempre portamos el arma en tal condición de uso. En fin, que ante mí tenía
a un lerdo ignorante que iba de sabiondo. Luego ambos nos fuimos a nuestros
quehaceres, yo seguí trabajando con mi gente y él siguió en el trabajo con los
suyos.
En pocas
palabras, que aunque su caña de pescar era una flamante Walther PPS y su
camiseta luciera el logo de una prestigiosa marca de ropa táctica, no iba a
convertirse en un buen tirador por tener un buen equipo.■
El hábito no hace al monje. Como muestra un botón pon un soldado occidental en Afganistán equipado hasta los dientes y parecerá invencible, pues bien un pastún con un puñado de higos secos en el bolsillo y un fusil no le desmerece a la hora del combate. Yo soy cazador no te quiero decir lo que veo en la pasarela de esos campos, por Dios auténticos Terminator que vagan sin rumbo por esos rastrojos sin arte ni parte, pero impecables. Un saludo. José Moreno
ResponderEliminarHolaaa, Pepe: feliz 2015.
EliminarMagnífico ejemplo el que has puesto.
Un abrazo. Ernesto.
bueno quizas sea un comienzo, ya tiene arma particular ahora le toca usarla , nunca se sabe Pero Es Un Comienzo.
ResponderEliminarFel año, Escarcena.
EliminarUn abrazo.
Ernesto
Dios mio cuanta razón tienes Ernesto, cuanto chalao hay por ahi con esas mini ultra super infimas pistolitas que te caben en un bolsillo del pantalón y q por cómodas se convierten en armas perfectas o ya no hablemos del q se pilló laglokesa y la lleva en una mochilita. Si portas arma debes portarlas dispuestas para su uso inmediato y si disparas q al menos le haga algo a tu agresor, siempre comento yo.
ResponderEliminarGracias, Accipiter. Lo de la mochila me mataaa. No puedo verlo, pero lo he visto peor: ¡el arma en una funda de cuero o en una caja, y todo ello en la mochila! Conozco a varios de PJ que trabajan así.
EliminarFeliz 2015.
Ernesto.
Desgraciadamente presuntuosos y "listos" los hay en todos lados. Siempre hay que actuar con humildad y profesionalidad todos los días se aprende algo nuevo. A veces como Policia Nacional me he encontrado con compañeros que parece que no pasaron lo mismo para ser Policías y que nada mas hechas la instancia les dieron la placa y la pistola. Intento siempre recordar lo que me dijo un compañero "que nadie te quite la ilusión"
ResponderEliminarGracias, Alberto. Me encanta la cita del final.
EliminarFeliz 2015.
Ernesto.
Totalmente deacuerdo con el mensaje del artículo como casi siempre... Jeje. Dicho esto,creo que lo primero que debe preguntarse uno cuando decide ir armado porque esta en su derecho,, es si llegado el caso hare uso de ella?. A partir de ahí no estaría mal practicar la visualización para acercarse un poco a la indeseada pero posible situación de tener que poner toda la carne en el asador para intentar salir airosos... Esto implica entrenar, entrenar y entrenar. Cuando esto tenemos claro que así ha de ser, el arma,calibre y funda o no funda vendrán a ti, porque no querrás que sea molona ni carisima, si no fiable, manejable, calibre eficaz y asequible, portable dentro dentro de un límite para no perder fiabilidad y porsupuesto te buscaras la vida para que alguien con esta filosofía te oriente a la hora de elegir que comprar. Todo lo demás es flipar en colores y gastarse la pasta... Pero como reza el refrán,"sarna con gusto no pica". Un abrazo.
ResponderEliminarQuerido Manolo, amén.
EliminarHoy te lo dije por teléfono (también a otro compañero más): 1º, mentalización y concienciación. 2º, instrucción/adiestramiento y adoctrinamiento. 3º, material/equipamiento.
Un abrazo.
Ernesto
Por cierto, Manolo: ¡visca Barça y viva España! Lo digo porque es posible.
EliminarErnesto
Sea pues. Viscaaa!!! Cheeeee!!!
ResponderEliminar