CÓCTEL DE LEGALIDAD, ÉTICA Y VERGÜENZA

Por Ernesto Pérez Vera

Ya estamos con eso de que yo la tengo más larga que tú. Se repite aquello de que mis ojos son más azules que los tuyos. Acabo de leer en un medio on-line que los dos cuerpos estatales, o sea el Cuerpo Nacional de Policía (CNP) y la Guardia Civil (GC), han solicitado que las fuerzas locales no intervengan en según qué cosas. A ver, proponen, por ejemplo, que los policías locales nunca actúen en asuntos de drogas. La noticia dice que la Policía Local (PL) a veces ha incautado drogas, y esto, sin saberlo los municipales, ha interferido en alguna operación mayor ya en marcha, arracada por la GC o por el CNP. No me cabe duda de que puede ser verdad, pero no lo es menos que esto sucede con todos los cuerpos. Y digo yo ¿deben dejar todos de perseguir delitos contra la salud pública, por si otras unidades están sobre la misma pista? ¿Debo pedir perdón por haber incautado miles de papelinas y por haber efectuado infinitas detenciones por tráfico de sustancias estupefacientes?

Les recuerdo que fui municipal. Pero les informo que nunca me llamó la atención ningún juez en los juzgados de lo Penal o en la Audiencia Provincial por presentarme en la Sala de Vistas para declarar contra los acusados de llevar consigo 400 kilos de hachís, 1.050 gramos de cocaína, 134 papelinas, 216 gramos de heroína, etcétera, etcétera y muchísimos más etcéteras. Tampoco me dijeron nunca nada desde las unidades especializadas del CNP o de la GC, sobre que yo hubiera pillado estupefacientes interfiriendo en sus investigaciones. Pero sí es cierto que desde determinados sectores internos de ciertos cuerpos, incluido el mío, surgieron voces rajando de mis intervenciones. Era gente espuria. Tíos que lucían la placa siempre halitósica. Incompetentes supinos. Sujetos que decían ser compañeros, pero que en realidad trabajaban a dos y a tres bandas. Porque los buenos, los de fiar de verdad, los que se curraban las calles, los teléfonos y las esquinas, siempre me felicitaron y me pidieron compartir mi información.

He visto a funcionarios de la GC, del CNP y de Vigilancia Aduanera casi partirse la cara, a trompazo limpio, por un coche robado y por un alijo de chocolate. Y lo he visto más de una vez, porque también yo aparecía por allí para intervenir y participar a tiempo como apoyo en la resolución del servicio, y además con eficacia suficiente pese a llegar el último, uniformado y en un vehículo con distintivos identificativos externos. ¿Qué pasa ahora, les decimos también a todos estos que no bajen a la playa cuando vean un desembarco de drogas, por si otro cuerpo ya está en ello?

Todo esto podría tener una adecuada solución si existiera la cooperación recíproca referida en la Ley Orgánica 2/86, pero no existe por mil razones, siendo una de ellas la desconfianza, algo de lo que incluso yo he pecado; siendo otra causa el afán de protagonismo. Hay demasiado “o pa mí o pa nadie”. Esto me recuerda una intervención en la que un servidor estaba identificando a un conocido individuo de interés policial sobre el que me constaba la existencia de una orden de detención. Comprobada esta situación mediante el sistema informático policial del que disponía, el X-25 de El Escorial, la respuesta fue negativa. Intentando verificar este extremo con una llamada a la Sala de Transmisiones del cuerpo que yo creía que había cursado la orden, se me negó tal información. No es no, me dijeron.

Pero voilà, a los dos minutos un patrullero de aquella fuerza me interceptó para saber por dónde se estaba moviendo el fulano. Interrogué sobre el motivo de tan desmesurado interés, recibiendo una respuesta claramente falaz. La cosa es que ya había dejado marchar al menda, dado que se suponía que ni yo ni nadie teníamos que detenerlo. Pero carajo, a la media hora de ocurrir todo esto recibimos la llamada de un policía local fuera de servicio que había capturado a este delincuente, y a otro más, mientras cometía un robo con fuerza en un bar. Mi compañero, derrochando gran pericia y mucho valor, consiguió reducir a ambos, cuando estos le hicieron frente. Fue su novia, ya consumada esposa, quién realmente recabó la presencia uniformada, porque él estaba luchando en el suelo. Una vez hice acto de presencia en el bar, porque me tocó a mí, engrilletamos a los ladrones y los trasladamos a dependencias policiales para comparecer. Y he aquí la moraleja: la fotografía de uno de ellos, precisamente la de aquel por el que antes había preguntado, estaba visible en varios tablones en los que se leía la leyenda: “Urge la detención en base a las diligencias […] Peligroso. Extremar las precauciones”. ¡Cuántos malnacidos tenemos entre los nuestros, coño. Cuántos!

¿No debió intervenir el funcionario local, para que los del otro cuerpo pudieran detener más tarde al requisitoriado? Solamente despotriqué, y no imaginan cuánto, ante los dos agentes que me ocultaron la busca y captura, ante el de la Sala de Transmisiones y ante el patrullero. Les llamé guarros, naturalmente. Pero no tengan duda de que si el cuchillo que uno de los detenidos portaba entre sus ropas se lo hubiesen clavado a mi compañero, esto habría acabado en los juzgados y en la Prensa. No era la primera vez que ocurría algo así, sino una más de miles.

No me creo que sea verdad que cuando la PL decomisa droga, algo que pasa en España cada cinco minutos, una unidad de investigación de otra fuerza siempre estaba a puntito de culminar una operación gorda contra el individuo cazado por los municipales. Esto suena a buena escusa para justificarse ante los grandes jefes, cuando los pitufos pillan cacho sin medios técnicos especiales y careciendo de las fuentes que ellos manejan. Más ética y vergüenza es lo que hace falta en algunos sitios, empezando por muchos cuerpos locales, que todo hay que decirlo (para que en otros estamentos nadie se sienta dolorosamente aludido).

Comentarios

  1. Cuanta verdad acabas de decir en éste artículo, el cual aunque a más de a uno le pese o se de por aludido no deja de ser una crítica constructiva. Porque desgracidamente esto pasa de manera más habitual de la que debiera. Todos los que vamos a trabajar estamos en el mismo barco, ese que tiene pintada la famosa delgada línea azul... Y sí, la Policía local tiene asignadas una serie de misiones como propias, pero no por ello tendremos que dar la espalda frente a según que tipo de intervenciones, máxime cuando la información entre los diferentes cuerpos brilla por su ausencia, incluyo el mío. Todos somos policías o por lo menos los que van a trabajar lo son. Un saludo

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  2. Bueno el comentario puede venir porque si es cierto q hay una base de datos donde CNP y GC graban los datos cuando hacen una investigacion con objeto detectar si alguien esta "investigando" a esos mismos delincuentes y no pisarse. Pero no tiene nada que ver con actuaciones in situ, puesto q ni siquiera los patrulleros de ambos Cuerpos tienen acceso a esa base de datos. Pienso que ese puede ser el origen de la confusión del problema q narras, puesto que lo contrario es un desproposito.

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    1. Efectivamente, los propios patrulleros de los cuerpos estatales no pueden saber (me parece lógico) si el tío al que acaban de ver algo sospechoso, y al que van a meterle mano en la siguiente rotonda, está o no investigado, seguido o escuchado. Si ellos mismos no lo saben, nosotros menos. Esto no puede exigir que los patrulleros dejemos ir a gente que nos levante sospechas en cualquier momento, y decidamos cachearlos o registrarle el coche.

      Un saludo.

      Ernesto.

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  3. Esto es prueba evidente e indubitada que el Sistema de Seguridad Pública no funciona, porque su principal factor de eficacia que es "el factor humano" es esencial, pues estos señores con estos pensamientos deberían ser destituidos ipso facto.
    Cada cuerpo policial tiene sus competencias propias en materia de policía administrativa o especifica en materia de Seguridad Ciudadana, demarcación urbana o interurbana, policía judicial adscrita o genérica, persecución de delitos específicos o genéricos. Es normal debe haber un estructura organizativa general.
    La policía es toda, están obligados todos sus miembros a perseguir las actividades ilegales ya sean de oficio o a instancia de parte.
    Ahora bien, el incumplimiento de todas esta obligaciones se sustancia con el art. 408 CP. La omisión del cumplimiento de un deber: el funcionario que, faltando a la obligación de su cargo, dejare intencionadamente de promover la persecución de los delitos que tenga noticia...incurrirá en la pena de inhabilitación especial para empleo o cargo publico por tiempo de seis meses a dos años.
    Está muy claro, además de la obligación reciproca de colaboración entre fuerzas policiales que ordena la LO 2/86.
    Estas voces del CNP y GC son en mi opinión prevaricadoras. Con las vidas de los policías locales no se juega al igual que la de los otros cuerpos. Es una indecencia, una falta de respeto muy grave y una impudicia profesional seguir pensando de esta manera. Solo veo miseria y encanallamiento profesional. Por cierto, los delitos contra la seguridad del tráfico no son específicos de la PL en vías urbanas de su demarcación, son genéricos, todos los miembros del CNP están obligados a perseguirlos como los PL, cosa distinta es que los medios de detección de alcoholemia y velocímetros los tenga transferidos este cuerpo policial. He visto a buenos compañeros del CNP comparecer en jefatura de PL compareciendo por presuntos delitos de conducción etílica.
    En materia de fuerza letal en contra somos todos un solo cuerpo y me da igual que la provoque el narcotráfico o un ebrio conduciendo kamikaze en dirección contraria. Yo lo tengo muy claro y ustedes? Pues con el narcotráfico pasa lo mismo, acta de apresión, diligencias a su señoría y que ella decida.
    Un saludo a todos "cuando las balas silban, todos somos lo mismo, ellas no distinguen uniformes"

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  4. Como esto que seguidamente enlazo hay muuuuchas actuaciones y no siempre vistiendo de paisano sino de uniforme, que es más complicado. ¿Qué hacemos, le regañamos a los policías locales de Oviedo porque seguramente (seguro) alguien de otro cuerpo iba a pillar a esos malos algún día (o no)?

    NOTICIA:
    La Fiscalía solicita cuatro años de cárcel para cada uno de los tres acusados de vender hachís en un bar de Oviedo, como autores de un delito contra la salud pública. Uno de ellos llegó a intentar vender el 'chocolate' a uno de los agentes de paisano. Los hechos se remontan al 24 de septiembre de 2012, cuando agentes de la Policía Local montaron un dispositivo de vigilancia sobre un bar de la calle Ildefonso Sánchez del Río en el que sospechaban que podía estar traficándose con droga.


    Los agentes observaron a una pareja acercarse al local y, tras entrar el varón en el establecimiento, salió a los pocos minutos. Al ser registrado se le hallaron 5,24 gramos de hachís. También vieron a una mujer hablar con un camarero y que después recibió de otro individuo 3,47 gramos de hachís a cambio de 20 euros. Lo vieron desde dentro. Un agente de paisano se había colado en el local para identificar a los sospechosos. Allí se encontraba cuando uno de los ahora acusados le ofreció dos barritas de hachís.


    Momentos después procedieron a la detención del joven que le había ofrecido droga al agente y a la mujer y del camarero del establecimiento. En la planta superior del local, localizaron a un tercer hombre, al lado de una mesa donde había una báscula, ocho trozos de hachís con un peso de 95,61 gramos y y 30 euros en monedas y billetes. Además, en la caja registradora del local se encontraron varios billetes: uno de 50 euros, cuatro de 10 y uno de 5, producto también de la venta de estupefacientes, según el fiscal, que estima que el valor de la droga incautada es de unos 600 euros en total.


    La Fiscalía pide que se condene a cada uno de los tres acusados a cuatro años de prisión, multa de 1.000 euros con responsabilidad personal subsidiaria. La vista oral celebrará esta mañana en el Juzgado de lo Penal Número 3.


    ENLACE DE LA NOTICIA: http://www.elcomercio.es/oviedo/201503/23/cuatro-anos-prision-intentar-20150323005342-v.html

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