ENFRENTAMIENTO A DISTANCIA DE ESCUPITAJO
Por, Ernesto
Pérez Vera
Esta intervención parece más propia de vigilantes de
seguridad que de policías, pero lo cierto es que los agentes públicos también
actúan en el interior de los centros comerciales, casi siempre a requerimiento
de los propios servicios privados de seguridad. Personalmente he pasado por
ello en ambos estadios profesionales.
Vemos como dos funcionarios están interviniendo con una
pareja de civiles, un chico y una chica que son hermanos. Se intuye la posible
comisión de un hurto, algo diario en ese tipo de establecimientos, pero la
verdad es que la presencia policial se debe al uso indebido de una tarjeta de crédito.
Durante la conducción de ambos sospechosos los policías se sitúan uno a cada
lado de los chicos, si bien el que acompaña al varón, el agente Abel, se
posiciona ligeramente por detrás. Seguro que a nadie se le escapa que el otro uniformado,
Ramírez, se coloca de tal modo que deja su pistola en el lado por el que
justamente camina la muchacha. No voy a valorar este aspecto dado que no se
produjo intento alguno de arrebatamiento del arma y tampoco nada hacía
sospechar lo que se avecinaba.
En un momento determinado se produce un leve forcejeo entre
el sujeto y Abel, quien rápidamente termina soltando la camiseta por la que
tenía asido a su contrario. Esto ocurre, como claramente puede visionarse en la
filmación, en el instante en que el agente advierte la presencia de un arma de fuego
en las manos del individuo. Ante tan sorpresiva y grave acción, el policía responde poniendo
ambas manos ante su rostro a la par que se encoje y retrocede unos pasos. Su
cara, y no es para menos, también se desencaja. Sí, reacciona como
cualquier primate que sin aviso previo percibe un estímulo que le produce miedo,
a distancia de brazo. Hacer cosa contraría delataría, posiblemente, alguna
patología psicológica. Este hombre funcionó de modo emocional, no pensó, solo
reaccionó y además bien: tras separarse del arma, sin dejar de moverse,
desenfundó su pistola y abrió fuego. ¡Ah, por cierto!, sus disparos fueron
realizados con una sola mano y sin necesidad de tener que alimentar la recámara.
En estos rangos de enfrentamiento no suele dar tiempo más que para sacar y
tirar. Pese a la primera, lógica y natural reacción de Abel, me da la impresión
de que había sido suficientemente adiestrado para resolver situaciones de esta
clase.
Pero en realidad parece que este policía no llegó a estar
directamente expuesto a la boca de fuego del arma, sin embargo su compañero
Ramírez sí que estuvo claramente encañonado por el hostil. Tanto es así que este segundo
agente recibió tres impactos de bala: uno en el pecho, que fue detenido por su
chaleco de protección balística, y dos el miembro superior izquierdo,
alcanzando un proyectil el bíceps y otro el antebrazo. Este brazo
fue, precisamente, el que Ramírez empleó para tratar de desarmar a su rival a
tan escueta distancia de confrontación. Aun así, el agente consiguió repeler a
su atacante con varios disparos. El delincuente, de veinticinco años de edad,
perdió la vida como consecuencia de varias heridas de bala. Pero no fueron los
agentes visibles en el vídeo quienes finalmente acabaron con él sino otro
patrullero no presente en las imágenes visionadas. Este consumió ocho cartuchos, alcanzando su
blanco únicamente dos veces.
Hay quien dice, no sé por qué pero todo indica que por deslealtad
al sentido común, que nunca se puede ni se debe disparar en movimiento, pero
aquí esto ha servido para que dos agentes de la autoridad salieran airosos. No es que
siempre haya que tirar dinámicamente, pero si la ocasión lo permite estando a
distancia de escupitajo, bajo fuego contrario, hágase. Es como lo de
parapetarse: no hay mejor forma de repeler que con una barrera de por medio, si
es que se cuenta con esta posibilidad.
Los detractores de la doble acción, o sea de portar el arma con un cartucho
en la recámara y con los mecanismos de disparo en posición de reposo, seguramente seguirán esgrimiendo el infantil argumento de
que alimentar la pistola disuade ipso facto al peor de los criminales.
Pero no solo se mienten a sí mismos sino que engañan peligrosamente a los
demás. Muchos esconden su miedo y su pueril formación tras este razonamiento. Significar
que incluso el criminal portaba su arma presta para el tiro y que también la
hizo sonar con una sola mano mientras se desplazaba.
Para acabar, destacar que Abel, Ramírez y el tercer policía
referido fueron condecorados con las máximas distinciones su cuerpo, el
Departamento de Policía Metropolitana de Las Vegas, recibiendo el herido una
medalla más que el resto de los intervinientes.■
Suele decirse aquello de más vale una imagen que mil palabras y también lo de para muestra, (en este caso muchos botones). En primer lugar el chaleco balístico no es la panacea pero nos puede salvar la vida, si se lleva puesto, afortunadamente los disparos de los malos no siempre alcanzan cuello,cara o cabeza... En segundo lugar, imaginemos al Agente Ramírez con la prenda balística que le acaba de salvar la vida pero portando su arma en condición tres... Creo que lo que ha cubierto su integridad física ha sido el hecho de que al llevar el arma en condición dos haya desenfundado simplificando mucho la acción defensiva realizado sin pensarlo, ( no se puede pensar)"fuego de cobertura" no alcanzando al agresor en este caso pero si neutralizando el "remate" de este. Recordemos que teóricamente tiene el brazo izquierdo herido. Las verdades absolutas no existen. Un abrazo Ernesto.
ResponderEliminarFantástico razonamiento, Manolo.
EliminarSaludos.
Ernesto.