¡OJO AL PARCHE!
Por Ernesto Pérez Vera
No sé quien ha escrito los dos párrafos que seguidamente
podrán leer, pero se trata, por lo que deja en el aire, de un policía
abandonado a su suerte y al movimiento del minutero de quien diariamente se
sienta junto a él en el coche patrulla. Los he copiado directamente de mi blog,
donde un anónimo los ha dejado a modo de comentario en un artículo que versa
sobre seres espeluznantes. Por desgracia, no tiene desperdicio:
“Alguien me dijo, en cierta ocasión, que en toda plantilla
policial hay un 10% que suma, otro 10% que resta y un 80% que fluctúa entre
unos y otros, como la marea. Seguramente, como en aquello de que hay siete
mujeres por cada hombre. Pero alguno tiene las mías y las de todos mis
compañeros. Debe haber por ahí alguna plantilla policial que se ha quedado con
parte del 10% correspondiente a la mía. Yo cada día tengo un poco menos de
esperanza, y es que entre los veteranos de mi plantilla cada vez reinan más los
cálculos de la jubilación sin sobresaltos. Entre los que ya llevamos un tiempo
en la empresa, el objetivo es la búsqueda del agujero que van dejando libre los
que se van jubilando. Y los recién llegados, todos ellos máquinas de gimnasio
con múltiples lesiones que les impiden hacer algo más que seguir lesionándose entre
mancuernas, a la vez enganchados al WhatsApp, se han tomado muy en serio
aquello de aprender de los veteranos, solo que a ser posible de los que menos
hacen. El término ‘ardor guerrero’ cada día pierde más de sentido".
“Pero si la falta de interés es palpable, lo peor es que cada
vez están apareciendo más vagos vestidos de currelas protestones. Expertos
buhoneros que, cual licor de serpiente ‘curatodo’, están vendiendo el discurso
de que los demás no trabajan; manifestando, siempre que tienen ocasión, que
ellos no pueden hacerlo todo porque o no les dejan o nadie les apoya. Cuando
los oyes se te saltan las lagrimas al comprobar que no estás solo, que alguien
más piensa como tú. ¡Aleluya! Es por ello que te acercas, les das un abrazo,
los coges del hombro y les dices: ‘vamos a patrullar juntos, alma gemela’. Ahí es cuando, cual Brutus, te dicen: ‘Bien,
pero vamos a quedar primero para tomar café con estas tres patrullas, que
después tengo que ir a recoger la compra porque, si no te importa, he quedado
también con mi novia para tomarme otro café con ella. Y luego… me he bajado un
par de películas al móvil, ¡que no veas cómo se ven!’. Aturdido les respondes, ‘¡¿y
lo de pillar a los que trapichean con drogas y todo eso, qué, cuándo?!’,
recibiendo por contestación, ‘pero si nadie nos apoya, cojones, no lo
vamos hacer todo tú y yo, tío. Pero tranquilo que ahí seguirán mañana, que hay
más días que longanizas. Algún día los pillaremos, hombre, pero hoy no toca más
que otro café, pesado, que eres un pesado’. Luego pasa el jefe por tu lado y te dice aquello de: ‘¿Hoy
no te podrás quejar del compañero que llevas, monstruo? ¡Por cierto, no me deis
mucha guerra!’. Y encima te palmea el hombro. Si de puta casualidad
pillas algo ese día será gracias a tu compañero, y si no enganchas nada será
que él trabaja con más cabeza que tú, porque tú ves ‘charlys’ todo el tiempo,
según gritan los más vagos del lugar. Así es como tu compi, cual Sancho Panza,
pasará a la historia por haber frenado tu quijotesca imaginación. ¡Pero mira
que eres friqui, chaval!”.■
Lo ha clavado!
ResponderEliminarUn saludo de un "flipaito" de la PL de Jerez
Gracias, Ender.
EliminarUn saludo.
Ernesto.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarOtro que se siente solo ante el peligro!!!. Hay que ser muy fuerte, tener la mente muy lucida, ojo avizor y psicología de un viejo sargento de escuadrón. Corren muy malos tiempos para ser policía de calle o proximidad. El enemigo lo tienes como siempre a vanguardia pero cada vez hay más a retaguardia. Cada día de servicio es una aventura. Tienes que templar, calcular y medir muy bien cada paso, movimiento o palabra que vayas a pronunciar.
ResponderEliminarEl cinismo al más alto nivel suele dar sensación de solvencia, la negación de la realidad da un aura de clarividencia y la falsa modestia habre las puertas de los galones y las estrellas.
Seguiras solo en el servicio, más solo cuando las cuchilladas y los tiros te llamen y todavía aun más solo cuando estés declarando delante del juez en el plenario. Lo han conseguido poco a poco, han convertido esta profesión en la soledad de los buenos policías, así les cuesta menos identificarlos para traicionarlos o darles el último empujón al precipicio del olvido. Casi siempre, te empuja el de la palmadita en el hombro y hoy no te quejaras...
Cuando alguien que dice ser policía me comenta que estas cosas son falsas solo puedo pensar dos cosas, o que tiene una enorme suerte y todos los compañeros con los que ha trabajado son dignos de los máximos elogios, algo que yo envidiaría, o estoy hablando con un gran necio.
EliminarSaludos.
Ernesto.
La realidad de este compañero es la de muchos,,interesante , me gusta como lo siente , animos.
ResponderEliminarMe siento totalmente identificado con el relato anónimo del compañero. Sentimiento de frustración que provoca que se te caiga el alma al suelo cuando llegas una noche a trabajar, pensando en el camino al trabajo:"a ver si esta noche cogemos a los choros". Cuando te preparas para el servicio con toda la ilusión de alguien que ha querido ser policía toda la vida y tiene la suerte de ponerse el uniforme esa noche y poder disfrutar de su trabajo, defendiendo los derechos y libertades de los ciudadanos, haciendo cumplir lo que juró/prometió hacer cumplir.
ResponderEliminarPara un policía de verdad es muy triste ver como compañeros de raza, que llevan la profesión en su ADN, se vienen abajo de tal manera, que ya no pueden luchar más contra este tipo de compañeros, porque ve que es una batalla perdida.
Yo sigo pensando que no me van a quitar estos especímenes lo que tengo de guardia, eso es lo que me hace seguir yendo con más ilusión si cabe al servicio, con la cabeza más alta que nunca ante este grupo de irresponsables y vividores. Ellos por dentro saben de que cera están hechos ellos y a que raza pertenecemos los otros, se les ve en los ojos, lo cual me engrandece aún más.
Un saludo.
Gracias por tu comentario. ¡Qué pena de los buenos!
EliminarUn saludo.
Ernesto.
"Vergüenza ajena" Sin duda, son pocos y se quedan cortos los ejemplos de profesionalidad aquí expuestos.
ResponderEliminarTod@s hemos sufrido en nuestras carnes casos parecidos, sobre todo cuando el binomio es un "Antiguo" que en mi plantilla eso es ser más que "Veterano", y he de decir que no soy un santurrón. Si mi mujer me ha llamado una noche para que vaya a la farmacia de guardia y adquirir un medicamento para mi pequeño, he ido, como no. Pero hay un abismo entre las cosas que uno hace por la familia o amigos, y otra muy distinta es sentarte en una terraza abarrotada de gente a tomarte un "cafelillo helao" y su correspondiente cigarrillo en verano (que no es lo mismo que tomártelo en un suspiro de pie en la barra y al patrulla) salir con la bolsa de la compra del super (que no es lo mismo que entrar a por una barra de pan y una la ta de atún pa' cenar) o subir a casa a ver a la "family" que ha venido de Estokenheimer y echar la sobremesa (que no es lo mismo que se te haya olvidado la llave del armero y entres y salgas en un suspiro).
Digo todo esto porque muchos hacemos el entrecomillado, y no caemos en la cuenta de que la gente nos está observando hallá donde fuéremos e hiciéremos en cada momento, y el uniforme no ayuda a pasar desapercibidos, por lo que no debemos dejar que todavía se nos critique por algo que, ni siquiera saben porque hacemos, pero si podemos evitarlo... mejor.
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"Ante ferit quam flamma micet"
Cuando mi madre estaba enferma yo subía a su casa a tomarme el café de la tarde allí. Mis jefes lo sabían. Pero tardaba menos en hacerlo que algunos en merendar en Jefatura. Subía, saludaba, cafeteaba y me iba en nunca más de 30 minutos. Otros dedicaban horas al café. Yo sé a qué te refieres.
EliminarSaludos.
Ernesto.