COMENTARIO NOMINATIVO
Los siguientes párrafos conforman el comentario rápido que he
depositado en el artículo firmado por un compañero:
Por, Ernesto Pérez Vera
Escribo con nombre y apellidos porque estoy solo conmigo
mismo. Mala y aburrida compañía. He leído este artículo con la máxima atención
que he podido, pero dado que soy un lerdo redomado no será suficiente. Dicho
esto, me muestro muy de acuerdo con lo expuesto por Soguero (https://forceonforcespain.wordpress.com/2015/07/21/entrenar-y-ensenar-tiro-bajo-estres/
).
Primeramente, no creo que el autor de este texto haya
clasificado la mente humana en dos clases, la primitiva y la reptiliana. Veo,
más bien, que menciona ambos términos. Dudo que él, que es un guerrero y no un
científico, se sienta capaz de diseccionar un cerebro para estudiarlo y luego
hablar de ello. Menciona algo muy reducido, de algo muy amplio. Economiza y va
al grano, algo que, por otra parte, es de agradecer por los lectores. Pero
también es algo que solo los habituados a escribir saben hacer, cuando aprenden
a escribir. Por cierto, yo estoy aprendiendo, aunque vaya suspendiendo.
Es más, desde mi anodino conocimiento de estos temas, pienso
que cerebro y mente no son lo mismo: una cosa es física y palpable, y la otra
es abstracta y cósmica.
Pero insisto, sin ser nada docto en estas lides, algo he
leído de personas muy reconocidas internacionalmente en este campo, y
precisamente postulan los mismos
principios que el autor de los párrafos que estamos criticando. Si Grossman no
es una autoridad en este terreno, “apaga y vámonos”. O, “aligera, que están
pagando”, que nos gusta decir en mi tierra.
Sí que estoy
completamente conforme con lo que dice Formación OPT, respecto a que la
mente es nuestro mejor y más valioso recurso. Opino así por la mera simpleza de
contar con un cerebro que mal funciona, no porque yo sepa de estas cosas tan
complicadas. Es por ello que esta mañana he podido sobreponerme al estrés que
me causó encontrarme una rueda de mi coche pinchada. Y seguramente también será
esa la razón por la que casi todos podemos superar situaciones estresantes
domésticas. Puede que incluso sea el motivo por el que la semana pasada logré
salir airoso de mi disputa con una señora en la cola de la caja de Mercadona,
cuando ella sostenía que había llegado antes que yo, sin que en absoluto fuese
cierto. Pero sí que afirmo que existe otro tipo de estrés, el de supervivencia,
algo que también ha sido puesto en entredicho por algunas personas, algunas
veces.
Me atrevo a afirmarlo porque una vez pasé por una situación
de esas que algunos llamamos de “a vida o muerte”. Solamente he estado en ese
trance una vez, no más, ni quiero. Soy un mierda, lo sé. Hay quien vive
pensando en repetir, pero yo me cagué vivo, sobre todo a toro pasado cuando
realmente pude pensar en lo sobrevivido. Y saben qué, que no tuve miedo
mientras me mataban y yo disparaba a mi adversario. No es que fuese un valiente,
pues he dado muestras de cobardía durante toda mi vida, es que sencillamente mi
cabeza, tal vez mi mente, no estaba para pensar en según qué cosas, sino para alcanzar
la supervivencia. Es por ello que no recuerdo cosas de las allí ocurridas, como
tampoco las recordé minutos, horas y días después del día de autos.

Estoy convencido de que no siempre todo el mundo puede
controlar el estrés que supone verse, o creerse, a punto de morir. Lo afirmo.
Si todo el mundo lo controlara no se producirían descargas involuntarias. Ni
nadie olvidaría quitar el seguro de la pistola. Y qué decir de los que olvidan
montar el arma o directamente no recuerdan que van armados. Porque atención,
estas cosas pasan. Quien no lo crea, es que no ha leído lo bastante, ni ha
hablado con supervivientes. Pero lo que está claro es que seguro que jamás se
ha visto en una encrucijada mortal, más allá de una partida de aire suave.

Yo, al igual que el autor del artículo, también opino que hay
que simplificar los entrenamientos de cara a las respuestas reactivas en
momentos sorpresivos. Naturalmente no soy el más listo de la clase, es que me fío de los estudios realizados por no pocos expertos que no voy a mencionar,
porque seguro que todos los conocemos.
Ángel Soguero, tus párrafos pueden cruzar la pasarela: ¡tú sí
que vales!
Un saludo.■
Comentarios
Publicar un comentario