Facebook entrevista: “POLICÍAS ESPAÑA” (1ª PARTE)
A lo largo de varias semanas iré
haciendo públicos varios fragmentos de la entrevista realizada por los
administradores del sitio Facebook “Policías España”, un punto de encuentro y
de información policial, en el que también se debate. Los chicos de “Policías
España” se interesaron hace tiempo por “En la línea
de fuego: la realidad de los enfrentamientos armados”, decidiendo hacerme
una profunda entrevista sobre diversos palos profesionales. Aquel contacto es
hoy, ya, lo que seguidamente pueden ir leyendo.
Ernesto Pérez Vera
I PARTE (5
preguntas/respuestas)

En general, todas las páginas que
conozco y visito abordan asuntos de interés para los profesionales de
la seguridad pública y privada. La mayoría de estás páginas comparten artículos
de opinión y noticias de prensa que refieren actualidad judicial, sucesos y reformas legislativas de interés policial. Me gustan porque ofrecen
informaciones frescas. "Policías España" no escapa a lo anterior
y es uno de los sitios a los que más asiduamente me asomo.
2.- Uno de los
principales condicionantes que tiene el policía a la hora de hacer uso del arma
de fuego es la respuesta judicial. ¿Qué podrías aportar al Poder Judicial a
este respecto?
Hombre, no me veo dando lecciones
a una de las patas de la teoría de Montesquieu, ojalá tuviese capacidad y
conocimientos para ilustrar a los miembros de uno de los tres poderes del
Estado. Pero sí me atrevo a sugerir
a los institutos armados, o sea a la Policía con todas sus siglas, que
organicen eventos serios para los miembros de la judicatura. Está bien que el
día de la patrona, del patrón, o de los patronos, los invitemos a comer gambas
e incluso que les concedamos condecoraciones, pero sus señorías deben saber
(fiscales y abogados también) cuál es la realidad del adiestramiento de los
agentes de la autoridad en esta materia y, por descontado, cuál es la realidad
del tiro en la calle.
Tampoco cuela ya eso de llevarse
a los invitados a la galería de tiro para que los mejores tiradores hagan una
exhibición de precisión coreografiada. Esto debe dejarse en manos de expertos
instructores que ilustren con la verdad a quienes después, llegado el caso, van
a enjuiciar a los policías. Si les mentimos enseñándoles tiradas propias del
ballet de Giorgio Aresu, los engañamos a ellos y nos engañamos a nosotros
mismos. Mal asunto es decirle a un juez, o a un fiscal, que eso que están
viendo en la cálida galería de tiro es la realidad de un enfrentamiento armado
en la puerta de un banco y que, además, los doscientos cincuenta mil agentes españoles
están perfectamente preparados para afrontarlo. Eso se llama mentir y autoemboscarse.
Lo preocupante es que muchos
policías creen estar realmente preparados para la verdad de la calle por el
hecho de recibir la sonrisa del instructor y la máxima calificación por
agujerear inermes e inertes papeles. Todo
esto sin mayores matizaciones o explicaciones de los docentes. Para muchos
instructores esta especialidad es el pasaporte a la comodidad de no salir a
pasar frío en la calle. Conozco a
demasiados instructores que se han agazapado en la línea de tiro, para desertar
de los coches patrulla. Gente sin interés ni conocimientos técnicos, si acaso
los justos para aprobar el curso. Unos lo han hecho por miedo a los gritos y a
las patadas que nos dan a los patrulleros, otros por mera comodidad horaria (no
hacen noches) y otros porque la Policía no es lo suyo y se sienten mejor fuera
de la vista de terceros y vistiendo de paisano. Obviamente, hay muy buenos
instructores en España, pero a veces creo que abundan más los que ejercen como
burócratas firma papales. Con este percal seguiremos teniendo a policías y
docentes del ramo que no saben que no saben, lo cual es muy comprometido y
delicado.
3.- ¿Habría
que modificar algún punto en la legislación para la tenencia y uso de armas en
el sector de la seguridad privada en España? ¿Consideras suficiente la
formación, el control y el tipo de armas de fuego que usan los miembros de la
seguridad privada?
Buen tema. Mira, antes de
afrontar el asunto de la seguridad privada, que para mí es paupérrimo en lo que
concierne a instructor, hay que meterle mano al nuestro, al sistema de
formación de la seguridad pública. En
esto todos nos engañamos, y que se salve el que pueda, para hacer creer al
compañero del cuerpo de enfrente que de nuestras academias salimos súper
preparados. Pero estamos ante una estéril
maniobra de engaño, porque todo el que realmente tiene los hombros sobre la
cabeza sabe que de las academias salimos pegados. Aprendemos lo justo para
aprobar en la escuela. Los realmente buenos y mejores se van preparando desde
que pisan la calle. Podría entrar a
describir dolorosos y vergonzosos episodios vividos por mí ante compañeros de
todos los cuerpos, naturalmente también del mío. Son anécdotas tan desgraciadas
que mejor no exponerlas. Y esto hablando de instrucción policial no relacionada
con las armas, que aunque no lo creáis es la que menos me apasiona e interesa de
un agente de la autoridad. La formación que más valoro es la del libro
(ciencias jurídicas sobre todo) y no la de la pistola.
Yendo a lo de la seguridad
privada, sí, hay que cambiar muchas cosas. Muchísimas. Centrándome en el tema
del tiro de este sector, siempre digo que allí, en la vigilancia, hacen dos
tiradas anuales sin que nada ni nadie las coarte (están claramente
reglamentadas, aunque erróneamente diseñadas). Son insulsas, de juguete, casi una basura en cuanto a calidad y
realismo, pero inexorablemente se realizan. En las fuerzas policiales eso no
suele pasar: existen cuerpos que carecen de planes de tiro y quienes los tienen
rara vez los cumplen al cien por cien. Otra cosa, a un vigilante que no supera
unas puntuaciones mínimas se le retira la licencia de armas tipo C, lo que
relega a la realización de servicios sin armas, lo que a su vez se traduce en
ganar menos dinero a final de mes. Esto
en la Policía no sucede, pero debería. Conozco a muchísimos agentes de policía que
no le darían un balazo ni a un tren parado a tres metros. Ellos lo saben, sus
instructores lo saben y sus jefes también lo saben, pero todos miran de reojo y
pasan de poner remedio. Hay gente de la que no sabemos si sabe manejar su arma
o no, porque jamás ha sido llevada al tiro. A esto se le puede poner solución,
pero como estamos en España preferimos ofender a quienes proponen medidas.
Una cosa más, veo muy injusto que
el personal de seguridad privada titular de la licencia tipo C no pueda
entrenar motu proprio cuando lo crea conveniente, o al menos de modo voluntario un
número de veces anualmente establecido. No
se puede evaluar a un vigilante o a un escolta (estos últimos hacen dos
prácticas más al año) en octubre, porque en febrero o abril haya pegado cuatro
tiros mal dados siguiendo instrucciones, sin ser doctamente corregido. Llamar a
eso entrenamiento es una aberración. También
opino que el nivel que se exige para ser instructor de tiro de este sector es
excesivamente básico. La mayoría de quienes poseen esta titulación carecen de
conocimientos y experiencia real en manejo de armas, si acaso van al tiro dos
veces al año como aquellos a los que después dirigen en las líneas de tiro, por
lo que tal vez fuese más acertado llamarles directores de líneas de tiro, que
no instructores de tiro.
4.- ¿Qué te
ha dado más satisfacciones, tu faceta de policía o la de escritor?
Por favor, lo de escritor me queda muy grande, pero gracias. Sin lugar a dudas, ser policía ha sido lo más maravillosos para mí fuera del ámbito familiar. Haber detenido a casi seiscientas personas en catorce años (cuatro años de baja médica por diversas razones de salud, por lo tanto solamente he estado en la calle diez años), en una ciudad de setenta mil habitantes, es mucho para una persona que siente la función policial como una filosofía de vida. Pero no solo de poner los grilletes e incautar drogas ha vivido este policía. Salvar vidas, más aún exponiendo la propia, es algo que pone mucho por dentro cuando lo recuerdo, o me lo recuerdan. O ayudar a una persona que creía estar viviendo sus últimos segundos de vida ante un tipo que lo quería matar (o eso decía y además lo parecía). Estas satisfacciones son enormes. Como ir a los juzgados y que los funcionarios te traten con familiaridad, llamándote por tu nombre, tras llevar años viéndote todas las semanas en la celebración de juicios por robos, tráfico de drogas, lesiones, etc. Más de una vez me han dicho, “siempre estás tú y cuatro más, ya os conocemos. Parece que allí solamente trabajáis vosotros”. Esta última satisfacción sé que muchos policías y mandos no la han experimentado, porque me consta que no saben qué es detener y enfrentase al delito y al delincuente, aunque pese a ello asciendan y estén reconocidos interna y administrativamente.
5.- Algo sobre
lo que haces mucho hincapié en tu libro es el tipo de munición. ¿Realmente es
tan importante qué clase de cartuchos deben emplear las FyCS? ¿Por qué?
Cierto, incido mucho en este
tema. He dedicado muchos artículos al asunto y en “En la línea de fuego”
también toco esta materia. Se me ha tildado de pesado por decir mil veces que
nuestros proyectiles blindados y semiblindados penetran en exceso los cuerpos
humanos, los muebles y los demás enseres de uso urbano y doméstico. Esto no solo
pasa desapercibido para los legos en el tema, incluyendo aquí a policías e
instructores que no saben de esto (los policías no tienen por qué dominar el
asunto, pero los instructores deberían ser doctos), sino también para los
periodistas, jueces, fiscales y ciudadanos particulares. Pero el asunto es muy
delicado. Un militar me llamó pesado en un blog. Decía que yo era un exagerado y
un agorero, argumentado para ello que sus contactos en Estados Unidos le habían
dicho que era falso que hubiera que temer a las balas de las pistolas de la
Policía. Y claro, en la respuesta de los americanos está la propia solución:
ellos no tienen tanto pavor a la posibilidad de causar bajas civiles por exceso
de penetración, porque ellos generalmente emplean puntas expansivas, sean
huecas o no. Moraleja: quienes no las utilizan sin deberían tener miedo a la
sobrepenetración. Casos hay infinitos, pero podríamos recordar el último dado a
conocer al público: en mayo de 2014, en Málaga, dos ciudadanos fueron alcanzados
por proyectiles del calibre 9mm Parabellum de tipo semiblindado, que agentes
del Cuerpo Nacional de Policía (CNP) habían disparado contra quien acababa de
matar a un funcionario del mismo cuerpo. Según consta, el homicida recibió
varios balazos, pero los proyectiles atravesaron su cuerpo y vinieron a detenerse
en personas que deambulaban a cien metros de la escena principal. Estos ciudadanos, obviamente,
resultaron gravemente heridos.
Yo propongo el uso de cartuchos
montados con proyectiles expansivos, sean huecos o no. Si en las unidades
especiales del CNP y de la Guardia Civil (GC) los utilizan en sus armas de 9mm
Parabellum, ¿por qué al resto de decenas de miles de funcionarios de ambas
fuerzas no se las entregan para el servicio diario? Si precisamente alguien
requiere de una munición eficaz es el policía de la porra que patrulla las
calles las veinticuatro horas del día. Ni mucho menos quiero desmerecer a los
integrantes del Grupo Especial de Operaciones, del CNP, ni a los de la Unidad
de Especial de Intervención, de la GC, pero cuando ellos actúan llevan consigo
todo lo que los agentes patrulleros nunca tendrán a su alcance. No hablo ya de
medios materiales y adiestramiento, que también, me refiero a información y
coordinación para atajar el problema en cuestión. Así pues, esto nunca lo tendrá
el guardia que a las tres de la mañana le da el alto a un conductor en una
carretera cualquiera.
Los proyectiles expansivos no es
que no sobrepenetren, claro que lo pueden hacer en virtud de infinidad de
factores, pero las posibilidades de que lo hagan son mucho menores. Estas puntas
se abren, o pueden abrirse, al ir cruzando tejidos y órganos, lo que origina
una desaceleración de los proyectiles. De este modo las balas aumentan su
sección, lo que puede producir canales mayores en las heridas. ¿Podrían producirse lesiones de mayor
entidad con estos cartuchos y reducirse así el número de disparos dirigidos
contra el hostil? Pues sí, también podríamos sacar este provecho. Se puede
afirmar que a menos disparos efectuados contra el contrario, menos
posibilidades tendremos de errar tiros que darían como resultado incontroladas
y peligrosas balas perdidas.
Continuará…
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