III PARTE de la entrevista publicada por “POLICÍAS ESPAÑA”
11.- Como
tienes experiencia en los tres campos, tanto Ejército, como seguridad privada,
como FyCS, ¿cuál de los tres es el que está más abierto a realizar cambios en
positivo sobre armamento y formas de entrenamiento? ¿Y el que más ha
evolucionado?
Del Ejército a día de hoy conozco
poco sus entresijos, aunque sí sé que ha evolucionado mucho desde que estuve en
un cuartel. Hace ya veinte años de
aquello, así que no sé si la comparación merece la pena. En la seguridad privada
creo que se ha evolucionado poco o nada, por más que en los papeles todo
parezca maravilloso. Y en las
fuerzas policiales sí ha habido una evolución destacable: antes estábamos en el
fondo de una caverna y ahora estamos asomándonos por una esquina de la salida. Pero
indudablemente, en los cuerpos dependientes de las corporaciones locales es
donde el salto hacia delante ha sido más destacable. No obstante, hay mucho que
hacer todavía. Tenemos sobre mil
setecientos cuerpos municipales, por lo que los hay en la vanguardia más
puntera y también anclados en el pleistoceno. Todo va en función del mando y éste,
como norma general, procede de las bases del propio cuerpo. Como ya he dicho en
muchos foros: necesitamos policías que de verdad crean en lo que son y representan, y jefes que se sientan policías
(esto es extrapolable a todas las fuerzas). España no solamente sufre una
crisis económica, la de principios y valores es mucho mayor y más antigua y la
Policía no escapa a ello. Las fuerzas se nutren de la materia prima humana que
la sociedad ofrece (sobran más palabras).
12.- Respecto
a los tres libros que has publicado, ¿han ido en una evolución o cada uno es independiente
del otro? ¿Algún nuevo proyecto?
Yo creo que los tres son
independientes, si bien el segundo y el tercero sí están relacionados en cuanto
a la materia. El primero versaba sobre la Historia de la Policía de Gibraltar,
“Una mirada desde la Verja: policías en la Roca”. La obra fue editada por GEU,
Grupo Editorial Universitario, y la nutrían catorce entrevistas efectuadas a
mandos y policías españoles y gibraltareños. Gente que entró en la Policía en
los años cincuenta, sesenta y setenta (siglo XX). Policías que vivieron
momentos duros y tiernos entre la diplomacia de ambas partes, pero que siempre
(hoy también) mantuvieron muy buenas relaciones personales y profesionales con
los compañeros de enfrente. Este libro es ideal para todo aquel que sienta
pasión por las historias de policías. La gente no se imagina lo apasionante que
resulta su lectura: se han vendido dos ediciones.
El ‘ebook’ “Con vocación de
servicio: armas cortas reglamentarias” lo escribí con Pedro Pablo Domínguez
Prieto, un buen amigo. Perico es licenciado en Criminología, detective privado
y tirador deportivo. Estuvo varios años en el norte de España ejerciendo como
escolta privado. Aquí incorporamos varios artículos míos. Y Pedro diseccionó en
palabras y comentarios numerosas armas cortas de dotación en los diferentes
cuerpos españoles. Para mí el protagonista de este libro es Perico.
El último, “En la línea de
fuego”, está siendo un gran éxito de ventas: febrero nos sorprendió con el
puesto número uno en ventas de Amazon, a nivel de libros electrónicos en la
sección Libertad y Seguridad Política. Fernando y yo estamos muy contentos,
pero más aún la editorial Tecnos (la más veterana del Grupo Anaya).
Hemos presentado el libro en
Ávila (Escuela del CNP), Tarragona, Bilbao, Valencia, Cádiz, Sevilla, Zaragoza,
Burgos y La Línea de la Concepción. Existen numerosos guiños desde diversos
puntos de la geografía nacional para que vayamos a presentarlo y dar
conferencias. La segunda edición aumentada lleva meses en las tiendas y se está
vendiendo igual de bien que la anterior.
Para este libro hemos entrevistado a treinta policías de toda España.
Gente que ha sobrevivido a tiro limpio. Funcionarios que mataron o hirieron a
sus atacantes. Agentes que en muchos casos resultaron gravemente heridos. Pero
también hay quien nos cuenta que no reaccionó y que se bloqueó mentalmente, sin
poder defenderse.
Fernando y yo mantenemos abierto
un par de nuevos proyectos, pero están muy en ciernes aún. Todavía estamos
disfrutando de las mieles de “En la línea de fuego”.
13.- En tu
libro "En la línea de fuego" una de las historias es tuya. ¿El libro surgió de la necesidad de contar tu
historia al mundo y de quitarte esa mochila? ¿Te ha servido de desahogo?
Este libro era una necesidad casi
cronológica. Llevaba años hablando de cómo se producen los enfrentamientos
armados. Contaba lo que algún superviviente me contaba. Pero una mala madrugada
yo mismo me convertí en superviviente. Aunque tardé años en poner en marcha
el libro, siempre tuve en la cabeza la idea de contar mi caso algún día. Al
final el mío ha sido uno de los veintidós que narramos en la obra. Para mí ha
sido muy terapéutico y varios protagonistas más me han expresado lo mismo
(alguno entre lágrimas). Tengo que admitir que la idea de arranque de este
proyecto editorial partió de Fernando. Él fue quien tuvo la idea de hacer algo
juntos.
14.- ¿Está
todo escrito sobre el estrés en los enfrentamientos armados y no se le hace el
suficiente caso, o por el contrario aún quedan muchas líneas por escribir a ese
respecto?
No creo que todo esté escrito,
pero claro yo no soy científico.
Sobre este asunto hay una obra
imprescindible que todo el mundo debería leer, comprender y asimilar. Es un libro que
aparece reflejado en la bibliografía de “En la línea de fuego”, se trata de
“Sobre el combate”, de Davis Grossman. Durante mucho tiempo he tenido que traducir
los artículos de este teniente coronel psicólogo de las fuerzas armadas
estadounidenses, pero ahora, por fin, tenemos su libro en lengua cervantina. Es
difícil imaginar que haya una obra mejor que esta, aunque en Estados Unidos se
han editado grandes maravillas al respecto.
15.- En esto
del "tiro táctico" hay mucho "maestrillo". ¿Cuáles han sido
las principales personas que han influido positiva o negativamente para que
ahora tengas tu propia opinión en estos asuntos?
Bueno, primero debo decir que yo
no hago tiro táctico. Yo siempre he sido muy realista y no entreno o aprendo a asaltar
buques, trenes, aviones o edificios. Es más, de eso creo que no sé nada. Esas
misiones no le corresponden a un policía de la porra, que es lo que yo siempre
he sido, por más detenciones que haya efectuado, y droga haya incautado. Yo era
consciente de que durante una identificación, o durante la aproximación al
lugar de un robo, o en el curso de una riña, podría sufrir un atentado con
armas. De hecho, siempre me cuidé especialmente de los potenciales ataques con
armas blancas. Eso entrenaba y eso
enseñaba. Pero igual que creo saber
distinguir entre las necesidades de un policía convencional y de uno de
operaciones especiales, pienso que hay gente que a duras penas sabe enseñar a
no dispararse en los pies en una línea de tiro deportivo, pero sin pudor cruzan
la línea y se dedican a mostrar cómo se asaltan barcos y centrales petroleras.
A mí me han contactado para que
diese instrucción con armas largas, pero he rehusado: no es mi campo. Lo mío es
el arma corta. Pero deja que diga algo, veo acertado que los policías
patrulleros sepan moverse en lugares cerrados. No es que tengan que saber
asaltar edificios, pero sí tienen que aprender a moverse tácticamente en ellos.
Es habitual que los policías tengan que entrar en viviendas, tiendas y naves
industriales en las que se han cometido ilícitos, pudiendo encontrarse los
delincuentes en el interior en el momento de la intervención policial. Pero de
ahí a jugar a los SWAT va un abismo. Digo lo de jugar porque hay quien invierte
su tiempo en asaltar casas en unión de ocho tíos más, fusiles de asalto en
ristre, y no saben desarmar sus pistolas, o disparar eficazmente en doble
acción.
Los nombres que suelo mencionar
como referentes personales son Cecilio Andrade, Javier Pecci y Joaquín
Hernández. Aunque he entrenado con Gabe Suárez, el instructor norteamericano,
aquello no fue más que eso, entrenar (magnífico entrenamiento, por cierto). Los
referentes y las influencias son otra cosa más profunda. Siempre presumo de
pertenecer a la misma promoción de instructores de tiro que el insigne Eduardo
de Cobos, el agente local tinerfeño que lleva el nombre de España y de su
unidad, Unipol, por todo el mundo. ¡Qué lujo!
Continuará…
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