EMPIEZA EL CURSO DESDE LA LÍNEA DE FUEGO; EMPIEZA CON BUEN PIE

Por Ernesto Pérez Vera

¡Cómo que todavía no tienes un ejemplar de “EN LA LÍNEA DE FUEGO”!

Cuesta trabajo pensar que no te interesa conocer su contenido. No es un libro exclusivo para policías. Tampoco es un texto sobre tiro y armamento. Para nada se trata de una obra técnica. En absoluto es volumen insulso. Por el contrario, “EN LA LÍNEA DE FUEGO” es un compendio de dramáticas situaciones reales vividas, o sobrevividas, por 30 policías españoles. Ofrecemos un ensayo literario compuesto por 22 capítulos en los que ambos autores hemos logrado plasmar, creemos que con cierto éxito… a tenor de lo que nos trasladan los lectores, qué experimentaron sus protagonistas cuando percibieron indicios claros de hallarse frente a los terribles momentos que estaban poniendo en jaque la vida propia o la de terceras personas.

En virtud del estilo narrativo al que a veces se ha recurrido, en algunos instantes pudiera parecer una novela. Pero no, lamentablemente no se trata de literatura creativa. Te recomiendo que profundices en estas páginas. Aquí solo hay humanidad, investida del carácter jurídico de agente de la autoridad.

Sí, es cierto, el libro está escrito por un policía y por un psicólogo clínico, pero saber qué sintieron estos ‘Homo sapiens’ mientras estaban recibiendo puñaladas, escopetazos, balazos y estacazos, no solo puede y debe ser de interés para los integrantes de las fuerzas de seguridad. Jueces, fiscales, vigilantes de seguridad, abogados, periodistas y criminólogos también deberían quitarse los tapones de los oídos y las gafas de madera, y mirar al frente con afán de conocer la verdad tantas veces hurtada. Pero atención: los policías (mandos incluidos), instructores y profesores de policías, así como los parientes de todos estos, también tienen que conocer con urgencia que es falso lo que les han contado durante toda la carrera profesional. Pegarle un tiro a otro semejante nunca sale gratis. Esto tiene un enorme coste social, emocional, profesional, familiar y hasta judicial, aun cuando se acredite necesidad, racionalidad y buena praxis en la ejecución de los disparos.

Es totalmente mentira que los policías cuenten con un gen sobrenatural para controlar el miedo ante la posibilidad de morir. Es tan imposible como inhumano. Si alguien les dice que ha sido adiestrado para ello, díganle que miente. A muchos les han hecho creer tal timo, por lo que habrá por ahí quien espute este embuste sin saber que lo está haciendo. Fantasías animadas de ayer y hoy. La realidad es que los policías son personas, como el resto de animales de nuestra especie. En cualquier caso, las prácticas de tiro que a veces se llevan a cabo en las instituciones policiales, y digo a veces porque no todas las fuerzas realizan entrenamientos de tiro, son anodinas, básicas o infrabásicas. Se cubre expediente y punto. Rara vez en algún cuerpo se ejecutan entrenamientos serios, profundos y continuos, basados en los principios naturales y psicofisiológicos que rigen nuestros instintos primarios de supervivencia.

Lo que se hace en el campo de tiro, cuando se hace, porque no todos los agentes de la autoridad entrenan y se reciclan, y me reitero a propósito, suele estar más relacionado con competiciones deportivas que con la realidad que se vive en las calles. A nuestros funcionarios se les sigue contaminando con falacias que acaban pasando una carísima factura. Se dispara poco y mal. Se inculcan conceptos holibudienses que solo funcionan en la gran pantalla y en los entrenamientos, casi siempre fantasiosamente preparados, que se filman para los programas de televisión.

La cruda verdad es que no suele dar tiempo a alimentar la recámara cuando a corta distancia se produce una situación grave y súbita. Pero tan cierto como lo anterior es que apuntar en tal coyuntura se convierte en tarea imposible. Porque ojo, encañonar a alguien o dirigir los disparos hacia una dirección concreta, no significa apuntar. Si cuando se apunta con tranquilidad en la galería de tiro es rotundamente absurdo garantizar un punto de impacto, ¿por qué se pretende exigir a alguien apuntar sin calma y con miedo, y que además acierte en una mamo, en un pie o en la hoja del machete que avanza ávido de sangre? La pérdida de concentración mental es brutal cuando se producen vicisitudes de esta magnitud, lo que no pocas veces hace que los afectados olviden desactivar el seguro manual de la pistola. Muchas de las reacciones autónomas experimentadas por el cuerpo impiden hacer la mayoría de cosas que a la postre podrían ser judicialmente demandadas. El hecho de tratarse de reacciones fisiológicamente autónomas implica que son incontrolables a voluntad de quien las sufre. No se puede ir contra natura. Ni que decir tiene que casi todos los tiroteos se producen en rangos muy cortos de separación entre las partes, cosa, ésta, poco o nada ensayada en las canchas de tiro de las fuerzas del orden público. Los planes de instrucción desprecian esta empírica información indiscutiblemente contrastable.

“EN LA LÍNEA DE FUEGO” da a conocer de qué modo reaccionaron… o no reaccionaron, guardias civiles, policías locales, policías nacionales, policías autonómicos y hasta un escolta privado, bajo el fuego de pistolas, revólveres, escopetas de caza y fusiles de asalto. Muchos sufrieron gravísimas lesiones. Algunos sangraron por obra y desgracia de machetes, de cuchillos de cocina y hasta por mor de destornilladores. Entre estos, hubo quien acabó con la vida de su contrario o lo hirió, pero varios no acertaron ni un solo tiro. Algunos, por supuesto, ni desenfundaron sus armas. 

Los autores de este volumen editorial nos entrevistamos durante más de 2 años con agentes que supieron y pudieron responder con sus armas a tiempo, aunque no tan eficazmente como en los entrenamientos (quienes entrenaban, que no eran todos). Algunos, con muy poco adiestramiento, salieron mejor parados que otros altamente formados. Varios tuvieron que pasar por quirófano para ser intervenidos de sus lesiones. No son pocos los que confiesan que no supieron qué hacer, porque no estaban instruidos para afrontar un encuentro armado. Uno reconoce que tenía mucho miedo y que no se acordó de que llevaba una pistola encima, añadiendo que en cualquier caso no sabía manejarla con solvencia. Varias parejas olvidaron cargar las armas y otros no recordaron desactivar el seguro manual de sus pistolas.

De verdad, no te engañes más. Desoye a los vendedores de humo. Lee testimonios de gente que un día pasó por ello. Gente que fue y que regresó. Cada manifestación otorgada por los protagonistas es analizada y comentada desde la perspectiva de un instructor de tiro, Ernesto Pérez, servidor de ustedes y autor  de este artículo, y desde la visión de un psicólogo, Fernando Pérez (no somos ni hermanos ni primos).

Muchos policías, instructores, sindicalistas, seudosindicalistas, profesores, radiofonistas y comentaristas televisivos vierten gratuitamente sus halitósicas fanfarronadas desde la comodidad que ofrece creerse lo fácil, lo que desconocen, lo que jamás han vivido y lo que jamás vivirán.  Esto no deja de ser una modalidad de falta de respeto a quienes se han derramado en el asfalto y en las aceras, y a quienes le han visto las orejas, el rabo y los huevos al lobo. Desgraciadamente, la gente no sabe que no sabe, incluso cuando presume de acreditaciones que avalan supuesta sapiencia académica. 

¡PIDE YA TU EJEMPLAR DE “EN LA LÍNEA DE FUEGO”!




AGAPEA: https://www.agapea.com/Ernesto-Perez-Vera/En-la-linea-de-fuego-la-realidad-de-los-enfrentamientos-armados-9788430971237-i.htm 

Comentarios

  1. Otra vez gracias, Ernesto!!

    Mi libro de cabecera firmado por ti, por supuesto, que recomiendo encarecidamente a todos los compañeros. Nada es entendible si no se conocen los mecanismos psicofisiológicos que se producen ante un alto nivel de estrés, o al menos y a través de las vivencias de los compañeros que han sufrido una situación así, entre ellos tú, alguien te los pone delante de las narices aunque sea a través de un libro que lo cuente con seriedad y rigor como el vuestro.

    Un abrazo

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  2. Si eres cocinero, lees sobre recetas de cocina. Si te gusta la jardinera, comprarás libros de jardinería. Si te dedicas a la pintura, leerás sobre como hacer mezclas de colores. Si eres policía...

    Ni 20.000 palabras más. Uno recomienda a sus amigos restaurantes donde se come bien, así que yo recomendaré que no dejen de comprar este libro, les servirá de mucho, tanto para desmitificar, como para darse cuenta que uno ha de creerse sólo las vivencias por las que uno a pasado de verdad, y no las que le dijeron que uno les contó a otro que le comentó a uno.

    A mi me abrió mucho la mente, la verdad, por lo que le estoy tremendamente agradecido a los autores, que pusieran en mis manos su obra, y así conocer datos que desconocía por completo, y que de no haber sido por ellos, no creo que pudiera haber tenido acceso a ellos de otro modo.

    GRACIAS.
    --
    "Ante ferit quam flamma micet"

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