HASTA EL INFINITO Y MÁS ALLÁ: TOY STORY POLICIAL




Por, Ernesto Pérez Vera


Que no hombre, que ese tío te ha mentido. A ver, te lo voy a explicar de nuevo. Este tiparraco siempre ha sido un gandul, un flojo que entró en la Policía para ganar más dinero que antes, para tener un sueldo fijo y para beneficiarse del sistema. Una vez le oí decir, siendo todavía novato, que lo mejor de ser funcionario era que aunque abusara de las bajas médicas inventadas… no podrían echarlo. Te estoy hablando del que me has mencionado, pero conozco a más con idéntico perfil ético, moral y profesional. En las fiestas es muy fácil contar mentiras a gogó. Es típico que allá donde nadie sabe qué haces y que no haces, vayas y cuentes la milonga de que haces aquello que precisamente y en realidad hacen otros, aunque siempre hayas blasfemado de ellos. Es un comportamiento muy nuestro, muy español: ibertrola.

Si vuelves a encontrarte con él, aunque sea en una barbacoa, dile que has hablado conmigo. Dile que me has trasladado su nombre y sus fantasiosas hazañas. Dile que te he dicho que miente, que todo es falso. Dile de mi parte, y si después quiere venir a buscarme… que venga, que todas las persecuciones policiales que os contó en el banquete de la boda de su primo se las ha sustraído a otros policías. Dile que es un sinvergüenza y un ladrón de oído. Dile, también, que no está solo, que cada dos por tres alguien me dice que ha conocido a fulano o a mengano y que a tenor de sus historias incauta, como el pestoso del que estamos hablando hoy, drogas por un tubo. Pero amigo, de verdad, no te creas nada, todo es una invención fruto de algún complejo, de algún síndrome, o de algún trastorno psicológico. No solo nunca ha requisado género de este tipo en cantidad delictiva, sino que jamás ha denunciado a nadie ni por un simple porro.

Mira lo que te digo, este no sabe ni qué normativa debe aplicar ante quien se echa un meo sobre la puerta de un coche patrulla. Una vez lo escuché preguntar por el artículo del Código Penal que trataba esta infracción, alegando que sabía que existía un precepto penal específico sobre ello. Este, como otros que yo me sé, no diferencia un delito de lesa humanidad de una infracción administrativa perseguible mediante ordenanza municipal. Pero sin embargo ya ves, te contó que diariamente detiene a los malos malotes más malísimos de la demarcación, cuando lo cierto es que no mueve el culo de la silla en la que se apoltrona para ver y oír vídeos musicales y películas pornográficas. Ojo al parche, en su puta vida ha ido a un juicio.

Hay muchos así, no creas que estamos hablando de un caso aislado. No obstante, quiero pensar que no son mayoría. Este no es ni más ni menos que un atormentado más de esos que vive emocionalmente fuera de su entorno. Uno más de los que viste el uniforme solamente por la paga fija. Este, como otros, siente fobia al trabajo en general y al policial en particular. Sí, efectivamente, es un aprovechado, un chupóptero y un ‘aparentao’ de manual. El diccionario de la Real Academia Española lo define claramente. Pero deja que te diga que después de todo no es el peor del rebaño. Hasta donde yo sé, y a estos respectos suelo estar bien informado, no es alcohólico del todo. Eso ya marca diferencias con otros del maltrecho redil. Parece que tampoco tiene amigos traficantes, otro punto que juega a su favor. No me consta que haya tonteado con sustancias estupefacientes, cosa que no puedo decir de todo el mundo. Conozco a demasiados afiliados a Golfos sin Fronteras. Joder, conozco incluso al presidente y fundador de tan vil asociación.

El hábito de trabajar no forma parte de su vida, te lo garantizo. Aristóteles dijo: “Somos lo que hacemos día tras día, la excelencia no es una acto sino un hábito”. Si nos acogemos a la cita del insigne filósofo griego, este miserable no es nada: no hace nada de nada de nada, nunca. Bueno, algo sí que ha hecho durante una década, rajar. En esto creo que tiene un doctorado. Sé queja de todo, por todo y de todos. Pero de lo que más y peor ha hablado siempre es de los que de verdad y sin mentiras han dado el do pecho. Su deporte favorito es criticar las actuaciones policiales de gente como yo. O sea que todo lo que ha fabulado es, precisamente, lo que otros hemos hecho mientras él miraba desde la barrera. A veces, sino todas las veces, ni miraba ni estaba en la barrera. Es el clásico “no sabe, no contesta”. Un paga muerta que hace mucho daño. Pero no te creas que he acabado, amigo mío, infinidad de inmundos mugrientos seres como este terminan ascendiendo. Algunos llegan hasta lo más alto, casi siempre abanderando siglas sindicales o políticas, si es que normalmente no son la misma leche. Solo hay que ponerse de pie, mirar y oler. 

Mira qué ejemplo te voy a poner. Yo en el colegio no es que fuese torpón jugando al fútbol en el recreo. Ojalá hubiese sido únicamente torpeza. Yo es que era muy malo. Un manta. Nadie me quería en su equipo a la hora del reparto de jugadores. En ocasiones, yo creía que debido a mi estatura física, me colocaban de portero o de defensa, los puestos que realmente nadie quería ocupar. Pues imagina que yo ahora fuese contando por ahí que durante mi etapa escolar era un as, el crack de la clase con una pelota entre los pies. Qué vergüenza me daría decir eso y que mis compañeros de pupitre me tuvieran que recordar que yo tenía dos pies izquierdos y que no diferenciaba un balón de una caja de pescado. Pero hay gente para todo, estimado colega al que le han contando una papa tremenda. Te han vendido una moto sin carburador y sin ruedas.

De mí también podrá decir cosas no muy agradables. No soy perfecto, mucho menos un santo. Seguro que cuando vuelvas a coincidir con este individuo y le digas que he puesto las cartas del revés, te dirá que no soy un buen compañero. Seguro que como mínimo lo insinúa. No espetará que soy un holgazán. Seguramente tampoco me atribuirá cobardía. Pienso que mucho menos se atreverá a esgrimir argumentos negativos relacionados con mi interés por el estudio de los problemas profesionales, para luego presentarles cara en la calle. Pero muy probablemente defenderá la idea de que fui un mal compañero. Y lo cierto es que tal vez tenga hasta razón. Nunca le reí las gracias a los policías y mandos borrachos. Muchas veces me quejé de compañeros niñatos que solamente pensaban en chochitos, en gafas de sol y en conseguir los números de teléfono de los chochitos. Le planté cara al mando intermedio, luego superior, que partía las denuncias que otros interponíamos por infracciones administrativas, incluidas las relacionadas con la tenencia de sustancias estupefacientes, siempre que mínimamente conociera al denunciado. También dije “no me sale de los cojones cumplir tus órdenes” a algún jefezuelo impreparado y desequilibrado mental, aunque con mi respuesta dejara al descubierto a los que obedecían complacientemente. Si por todo esto era un mal compañero, aquí estoy, entono el mea culpa y admito que fui un pedazo de cabrón. Eso sí, y este no podrá decir lo contrario, a mí me tenían que matar tres veces antes de que a él le pusieran un dedo encima, por muy mierda que fuese.

En fin, guárdate toda esta información para el próximo evento en el que os encontréis. Yo, ya que lo he plasmado en párrafos, usaré este mismo texto para las venideras ocasiones que sé que llegarán, aunque me pregunten por otros apellidos. Ha pasado muchas veces. Sigue pasando y está sucediendo en estos mismos instantes. Esto está plagado de hurtadores de méritos y de emponzoñados coincidentes laborales. Tuercebotas sin pudor. Tóxicos que engañaron al psicólogo para ingresar en la fuerza y que ahora tratan de hacer lo propio con sus amigos y parientes, amén de con todas aquellas personas con las que accidentalmente se van topando, como te pasó a ti el otro día.

He dicho.

Comentarios

  1. Bien ha despachado este autor a toda esta gentuza que opera en los cuerpos policiales, sí señor, los acomodaticios plagan como ratas con olfato largo y despiadado. Estos asesinos del magro y el tocino, cuan desfachatez de morro largo y duro se explayan en su estupidiario de pertenecer al sindicato de ineptos integrales para la Vía Lactea, se permiten el lujo encima de etiquetar a los curritos policiales por categorías, como de una jerarquía directamente proporcional al grado de enchufe o habilidad trepalógica que tenga el policía etiquetado. Estos doctores en ciencias policiales, muchos de ellos hasta han planificado su propio escalafón policial de la siguiente forma: en un primer nivel estaria la elite, los guais, los bonitos y los buenas gentes. En un segundo nivel estaría los chicos sencillos, los mediocres y los no dan para más. Finalmente en tercer nivel estaría la mugre y la submugre.
    Lo tremendo de esta sin par graduación es que para estos avezados morcilleros de cabezazos pendulantes y lamesuelas arrastrados los mugres son esos policías que entraron por méritos propios y no les ríen las gracietas y los submugres son como los anteriores pero además de carácter montaraz y conflictivo porque osan decirles "in your face" cuan mierdas y guarros son.
    El que dude que pregunte por Sevilla, allí le pueden decir lo que significa ser un policía submugre.

    Un saludo, Cyrano de Sevollá.

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    1. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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    2. Cyrano, te felicito por el sobresaliente uso de calificativos.

      Gracias.

      Ernesto.

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  2. ibertrola que bueno,,jejeje como te emociona el tema.

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  3. Joder Ernesto me has copiado o soy yo el que te copia, un lio pero esa cancion me suena. Me paso el verano cuidando los tomates y tengo cuatro pero la mala hierba sale sola la quito y vuelve a salir, es curioso esto es un huerto.Un saludo Jose Moreno

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  4. Moreno, no nos copiamos, simplemente vivimos la misma realidad.

    Un abrazo.

    Ernesto.

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  5. Se puede decir más alto pero no más claro, lo malo es que a esa gente le da igual que la dejes en ridículo ellos viven bien y tu trabajas. Saludos

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  6. Me reitero en que este tipo de especímenes son una plaga nacional. Llamadme egoísta o egocéntrico, pero siempre que leo tus artículos Ernesto, me viene a la mente la radiografía perfecta de la panda de la que estoy rodeado en mi trabajo diario. Su modus operandi cuando se les planta cara a esta banda, es el victimismo o tapar su mierda rajando de los demás.
    Como siempre Ernesto, no puedo más que aplaudir tu reflexión.
    Un saludo.Ifwin.

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  7. Hola, compañeros!!

    Es la misma mierda de siempre. Una de las miles de manzanas podridas que entran en el cesto y pudren a su entorno más cercano que se deja pudrir.
    Al otro lado los hombres y mujeres que, como en mi caso, nos creemos lo que hacemos y disfrutamos cada día sirviendo al ciudadano que paga nuestros sueldos y, por supuesto, no nos dejamos pudrir.
    En fin. Una puñetera lacra que, aquéllos/as que pretendemos hacer bien nuestro trabajo cada día, no debemos dejar de atajar y denunciar una y otra vez. Las que hagan falta, en beneficio de las instituciones y de la sociedad que hemos elegido defender.
    Un saludo

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