INTRODUCCIÓN A LA CUARTA EDICIÓN DE "EN LA LÍNEA DE FUEGO"
“Las armas tienen por
objeto y fin la paz, que es el mayor bien que los hombres pueden desear en esta
vida. Las armas requieren espíritu, como las letras. Y la pluma es la lengua
del alma. Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades”.
Y así, casi sin darnos cuenta, es como hemos alcanzado esta cuarta edición de En la línea de fuego: la realidad de los
enfrentamientos armados. La cuarta ya. Cuánto honor y cuánta satisfacción.
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“La falsedad tiene alas
y vuela, y la verdad la sigue arrastrándose, de modo que cuando las gentes se
dan cuenta del engaño ya es demasiado tarde”. Esto es, en cierto modo y por
cierto, además de un objetivo, contra lo que luchamos al firmar este volumen
editorial. No más falacias, ni mitos, ni tabúes, ni leyendas urbanas. “El que
lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho”. Persiguiendo la mayor dosis
posible de verdad y segando y apartando no poca cantidad de la mucha mentira
encontrada en el camino, hemos tratado de demostrar, creemos que con bastante
éxito, que “el hombre bien preparado para la lucha ya ha conseguido medio
triunfo”.
“Me moriré de viejo y
no acabaré de comprender al animal bípedo que llaman hombre, cada individuo es
una variedad de su especie”. Y precisamente por esto, porque cada Homo sapiens es una unidad física e
intelectual totalmente diferente al resto de sus semejantes, cada uno responde
y reacciona de un modo distinto ante la percepción, real o no, de que ha
llegado su ocaso vital. Naturaleza y factor humano, así de sencillo, no hay
más. Y he aquí que nace, de entre las muchas respuestas ofrecidas por quienes
dan vida a los veintidós capítulos que conforman la obra, ese pecado capital,
tan nuestro él, del que ya se dijera: “¡Oh
envidia, raíz de infinitos males y carcoma de las virtudes!”. Sí, también hay
algo de esto en En la línea de fuego.
Qué triste, dañina y cotidiana miseria.
“Paréceme, Sancho, que
no hay refrán que no sea verdadero, porque todos son sentencias sacadas de la
misma experiencia, madre de las ciencias todas. Las sentencias cortas se
derivan de una gran experiencia”. De esto va nuestro libro y no de otra cosa,
de experiencias reales, de dramas y de certezas empíricas contrarias a las
sempiternas milongas de rancio arraigo.
En efecto, estos
humildes autores osamos tirar de citas paridas por el rey, dueño y señor de
nuestras letras. Perdónennos, si pueden, por parafrasear a don Miguel de
Cervantes, el universal novelista que para unos fue infante de marina mientras
que para otros solo fue un soldado de tierra que combatió embarcado. Pero con
este breve desfile de frases emanadas del talento del mayor y más ilustre
complutense, queremos resumir, a la par que destacar, de qué va este ensayo
literario, que en absoluto está destinado exclusivamente a los miembros de las
fuerzas de seguridad. Y si no nos creen, pasen y lean.
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