EL VASO DE LA MUERTE

Por Ernesto Pérez Vera

Un lasca de cristal, un vaso de cerámica partido, un fragmento de disco compacto, etc. Cualquier cosa puede ser letal, según las intenciones de quién maneje la cosa, cabiendo la legal defensa, con lo que sea (incluso tirando de arma de fuego, si se sabe usar y las circunstancias lo permiten), cuando el agresor agrede con alguno de estos cacharros. Es más, cabe la defensa incluso cuando aún no se haya materializado físicamente el ataque, pero éste se prevea de inminente perpetración. No lo digo yo, que también lo digo, sino que lo dicen, por ejemplo, estas sentencias del Tribunal Supremo: 05/4/1998 y 2485/2014.

La cabeza siempre nos va a doler un poco o un mucho, disparemos contra un cuchillero o contra un escopetero. Pero en ese debate, en el de si se gana o se pierde la batalla judicial, no puede participar el que está muerto. Y los datos cantan, por más que digan lo contrario: cuando se abre fuego con razón y se escribe bien (instrucción de diligencias), se archiva la causa o se produce luego la absolución. Hasta actuaciones pésimas, bien amarradas, han terminado óptimamente en los tribunales.



Cuánto burrito redomado hay por ahí, y hablo del seno de las fuerzas de seguridad, defendiendo el derecho ciudadano a matar policías a cuchilladas, porque, según ellos, los borricos, los policías no tienen derecho a defenderse cuando los ciudadanos ejercen su derecho a apuñalar polis. Así nos va y así nos seguirá yendo.

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