MIS ÚLTIMOS 10 MINUTOS CON VICTITO (QEPD)

Por Ernesto Pérez Vera

Era el maldito 7 junio de 2017 cuando Víctor Sánchez, mi eterno 5166, me llamó por teléfono a eso de las siete de la tarde, aunque tal vez fuese una pizca más temprano. Cerré el ordenador: nuestras conversaciones rara vez duraban menos de diez minutos, aunque tuviéramos varias al día. Nunca hablábamos ni de tías, ni de fútbol, ni de cuestiones que no fueran profesionales o familiares. No chismorreábamos, a no ser que en el trasfondo del chismorreo hubiera algún policía corrupto.

Me dijo que el jefe le iba a dar gente nueva para su unidad, la URI, la Unidad de Respuesta Inmediata de la Policía Local linense. Quería engordar el equipo, pero no con cualquiera. Quería producir más, o sea, pillar más guarros y quitar más mierda de la calle. Con poca gente, cogía mucho; pero con más gente, cogería mucho más. Quería alcanzar los niveles de eficacia que antaño coronamos juntos, codo con codo, espalda con espalda. No iba a ser fácil, por numerosas razones que hoy no vienen al caso (quizás otro día). Estaba pletórico porque iba a trabajar más. Unos llorando porque los obligan a currar, y otros levantando la mano para que les den más tarea. Siempre hubo policías y tíos que trabajan en la policía. Él, obviamente, era de los primeros, porque de otro modo no hubiéramos llegado nunca a ser lo que fuimos el uno para el otro.


También me contó que la noche anterior había pillado a un guarro, de nacionalidad no española, con cuarentaisiete mil euros ocultos en un coche. Un puerco que trató de evadir un dispositivo por él dirigido en el peor barrio de la ciudad (el mismo en el que algunos sobrevivimos a tiro limpio). El dinero, naturalmente y como siempre se hace en estos casos, fue puesto a disposición de la Agencia Tributaria. Al sujeto le constaban antecedentes policiales en el extranjero, por, por ejemplo, traficar con cosas ilegales. Seguimos charlando y me preguntó por el estado de salud de un pariente mío. Y luego, cambiando de tercio, me instó, creo que por tercera vez en dos semanas, a que le organizara una nueva jornada de entrenamiento de tiro con pistola, para que los niños, como yo llamo cariñosamente a los integrantes de la URI, no se oxidaran demasiado.

Y de pronto, esto: «Oye, Bello —así me llamaba, pero sin mariconadas—, te voy a dejar, estamos por La Marina y estoy viendo un Zeta de la Nacional identificando a unos guarros. No me gustan, así que nos vamos a poner enfrente, en el otro carril, por si acaso. ¡Ah! Y ver si desayunamos esta semana o la siguiente, que tengo ganas de ir al Rebolo con el ‘Madalena’ y con el ‘Traumatólogo’». Le dije que tuviera cuidado y que, de mi parte, saludara a la ‘Pavona’, también llamado este compañero ‘La caja de pescao’, y al resto de los niños.

Este era Víctor Sánchez, en estado puro. Un tío grande que miraba por los ciudadanos, por sus niños y por los niños que visten uniformes de otro color, aun cuando algunos de ellos lo hubieran intentado humillar y pisotear (qué mala es la cochina envidia). Algo nunca logrado, me refiero a lo del ninguneo, porque no hay ni cojones, ni clase, ni nivel profesional para poder hacerlo.

A las ocho y media, sobre noventa minutos más tarde, Víctor nos rompió el alma a un puñado de amigos-hermanos; a gente por la que él hubiera muerto y matado, y al revés también. Ahora, como ya sucediera en el pasado, el pueblo notará su ausencia en la misma medida y proporción que vaya notando el crecimiento de la impunidad criminal. Él, por desgracia, ya no estará para poder recobrar aquel principio de autoridad perdido que, entre unos cuantos, recuperamos y mantuvimos a flote mientras llegaba la que traía los cuchillos prometidos electoralmente, con el fin de pinchar y hacer zozobrar la balsa de la vergüenza, de la dignidad y, por supuesto, del principio de autoridad policial linense.

Comentarios

  1. Acompañar en el sentimiento a toda la familia de tu compañero y como tu explicas en tu libro cada dia os jugáis la vida y no hay medallas.
    Lo mas grave falta la seguridad contra estos canallas, asesinos.

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  2. a ver que la familia este lo mejor atendida posible, el velaria por esto en caso contrario

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  3. Creo poder decir sin llegar a equivocarme que un compañero así, y compañero lo digo con mayúsculas, nunca se llega a marchar del todo, siempre habrá una parte de esa persona que os acompañe durante el resto del camino que os queda por recorrer. Jamás os dejará de la mano, porque intuyo verdad en tus palabras al hablar de este hombre, nunca permitirá, desde el lugar que ahora le corresponde, que bajéis la guardia. Os empujará a ser mejores si cabe todavía, a darlo todo durante el servicio, porque creo firmemente que esta persona estará unida a vosotros por un vínculo indestructible y ese mismo vínculo os mantendrá alerta en todo momento. No puedo más que daros ánimo y reiterar de nuevo que Víctor Sánchez siempre estará con vosotros. Un fuerte abrazo Ernesto.

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