OTRAS 3 COSISTAS MÁS CON LAS QUE TAMPOCO DEBEN ENGAÑARTE CUANDO TE HABLEN DE ARMAS Y TIRO EN EL SENO DE LAS FUERZAS DE SEGURIDAD
Por Ernesto Pérez
Vera
Hace tiempo publiqué mi particular decálogo sobre
las cosas que deberías saber en relación a la formación de los policías
españoles, en materia de tiro y armamento. Pues bien, amigo lector, permíteme
que ahora amplíe aquella lista con tres detallitos más que debes conocer para
que no te sigan engañando.
1.- No es lo mismo carga hueca que punta hueca, por más
que muchos policías, periodistas e incluso instructores, mezclen o equivoquen
ambos conceptos. Repito,
jamás hay que confundir punta hueca con carga hueca, por lo que si alguna vez
te percatas de que tu formador confunde una cosa con la otra, te recomiendo que
huyas de él. Te garantizo que es un incompetente supremo.
El
término carga hueca hace referencia a una técnica muy concreta de fabricación
de proyectiles militares explosivos, que dispone la carga
detonadora de un modo determinado dentro de la propia ojiva. Hablamos, por tanto, de material bélico
militar diseñado para destruir protecciones blindadas y acorazadas. Por el
contrario, un proyectil hueco es algo más mundano y de amplísima utilización en
la vida civil, policial y deportiva. Nos referimos, ahora, a balas
convencionales que presentan una oquedad en la cúspide de su cuerpo. Este hueco, o agujero practicado en el
proyectil, facilita la deformación de la bala en el momento del impacto,
transfiriéndose así más energía, según sea la naturaleza de la masa alcanzada.
En definitiva, una
punta hueca es una bala expansiva que lo mismo deja a la intemperie la referida
oquedad, que lo mismo la camufla con una caperuza, que lo mismo la cubre con
otro elemento ligero y desechable. Me
reitero en lo de expansiva, de expansión y de expandir, porque también hay
tarugos que entienden que algo expansivo es algo que explota. En cualquier
caso, a los cartuchos diseñados de este modo se les presume una importante
ventaja policial: no sobrepenetran tanto como los macizos, lo que evita, muchas
veces, que un proyectil hiera o mate a una persona tras haber atravesado ya un
objetivo voluntariamente destruido. Un último apunte, que algo expanda, o
sea, que se ensanche, que se extienda o que se agrande, no implica que se
desintegre; por tanto, tampoco hay que confundir la punta hueca con la punta
frangible o desintegrable.
2.- Propongo mandar al cuerno a todo el que diga que si
con dos o tres tiros no has solventado un encuentro armado, debes darte por
muerto o salir corriendo reboleando la pistola. Por favor, háganlo,
manden a tomar por ojo a quienes pretendan inocularles insensateces de tamaño
calibre. Háganlo incluso con aquellos instructores y mandos que también ponen
de manifiesto su supina ignorancia eructando la dichosa y archimanida cita.
¡Que se marchen por falaces! El cerebro no gasta su sentido del humor cuando
cree estar a un tris de ser eliminado, por lo que decirte tú mismo
continuamente que no puedes hacer una cosa, puede ser perjudicial por llegar a
creértelo, recordándolo tu cerebro en el peor momento de tu vida, lo que podría
desembocar en la inacción.
Señoras y señores, no solamente hay que seguir
protegiendo el pellejo mediante la observancia de las medidas de autoprotección
sino que cuanta más munición porten
encima y a la mano, mejor será para ustedes si se presentara la necesidad de
repeler a un atacante a tiro limpio. Eso sí, no hay que caer en la paranoia
de cargarse el cinturón con una docena de cargadores repletos de munición.
Ahora bien, aunque sus armas cuenten con capacidad para trece o más cartuchos,
recomiendo llevar un mínimo de dos cargadores, pero se me antoja ideal sumar un
tercero. Ejemplo: en el atentado
terrorista de Cambrils (Tarragona), sufrido en agosto de 2017, los dos primeros
policías que intervinieron consumieron un cargador de subfusil y tres de
pistola para voltear a cuatro yihadistas. Otro: en septiembre de 2018, en
Estepona (Málaga), tres policías abatieron con quince disparos a un extranjero
que les hizo frente armado con dos pistolas y con varios cargadores. Uno de los
funcionarios agotó la munición de sus dos cargadores, otro vació el único
cargador que llevaba, y otro solo disparó tres veces.
Desoigan los imprudentes
consejos de quienes espontáneamente presumen de llevar un único cargador a
media carga, para, según espetan, aliviarse cien gramos de peso en la cadera. Esta gente es, ¡qué curiosa sempiterna
casualidad!, la misma que dice que te des el piro o que te des por muerto, si
con tres tiros no has abatido ya a tu homicida de turno. ¡Al carajo,
mamarrachos! Yo los mandaría a la guerra con Mambrú.
Estar encuadrados en una unidad no operativa no
garantiza que la mala suerte no se pueda presentar en nuestra cara un mal día.
Al riesgo no solamente está expuesta la gente que desempeña sus funciones en
equipos de seguridad ciudadana, por más que a muchos jefes, jefecillos, y a
otros especímenes emboquetados, les guste dejarse ver en público con el ceñidor
escrupulosamente limpio de material. Sí, lo sé, con tal aspecto se pavonean haciendo de su imagen un falso icono de
estatus superior y divino, sin percatarse de que quedan retratados ante
quienes de verdad saben de estas cosas. Esto,
en según qué destinos, delata una enorme falta de interés y compromiso para con
el bien común. Quien no lleva consigo lo mínimo para poder ser resolutivo, es
que no tiene intención alguna de resolver problemas.
Sirva como paradigma este
atentado perpetrado contra quien no estaba ejerciendo funciones de patrullaje
callejero el 20 de agosto de 2018, cuando un árabe penetró en la comisaría de
policía de Cornellà de Llobregat (Barcelona) y se abalanzó cuchillo en la mano
contra la mujer uniformada que estaba prestando servicio de atención al
ciudadano en un control de acceso. La fortuna, los reflejos y unos centímetros
salvaron la vida a la funcionaria, en primera instancia. Luego, escasos
segundos más tarde, fueron cuatro tiros los que finiquitaron la contienda, tres
de los cuales hirieron mortalmente al atacante. Lo ven, no todo acaece delante
de la puerta de un banco.
3.- El hecho de ostentar
un diploma de monitor, de instructor, de director de tiro o de cómo en cada
fuerza sea denominado el papel desempeñado por los funcionarios encargados de la
formación de sus compañeros dentro de la galería de tiro, no es garantía de
calidad en lo relativo a conocimientos sobre el tema, y mucho menos es aval de
capacidad pedagógica. Sí es, y esto es un dato objetivo, un pasaporte para
que quienes poseemos uno, dos, tres o doce diplomas, podamos ejercer como
profesores dentro y fuera de nuestras plantillas, unidades y cuerpos. Creía que
la cosa por fin estaba empezando a cambiar, pero recientemente he descubierto
que solo se trataba de un espejismo, de una ilusión mental. De una utópica. Hay muy pocos dispuestos a admitirlo, pero
hacer el curso de entrenador de tiro es, para más peña de la aceptable por mi
nivel de tolerancia, el billete de ida a una vida laboral más cálida, cómoda y
tranquila. Es, por suerte no para todos, el ansiado trampolín que catapulta
hacia las suaves moquetas y hacia los escondidos despachos.
Casi nadie lo reconocerá delante de nadie y muchos
se autoengañarán frente al espejo, pero con este diploma demasiados
funcionarios únicamente buscan abandonar la calle para no pasar frío en
invierno y calor en verano, y para alejarse de los problemas judiciales que
pueden acarrear las detenciones, las trifulcas y todo eso en lo que intervienen
los policías que patrullan espacios públicos. Y también, por qué no decirlo,
algunos anhelan el estatus de consejero y profesor que a veces, además, puede
verse extraordinariamente remunerado. Vanidad tenemos todos; necesidades
económicas, también. Pero qué pasa con el compromiso y la pasión por la
especialidad.
Para quienes amamos esta rama policial, que por
cierto para este articulista ni siquiera está entre las más importantes de la
profesión, supone un grave insulto que otro enseñador diga textualmente: “Vivo
de puta madre porque no me complico la vida. Me importa un carajo que la gente
mejore sus habilidades, lo que no quiero es que se peguen un tiro cuando yo
estoy con ellos, que menudo marrón me buscaría. Para mí lo importante es, como
también lo es para mi jefe, que no suceda nada extraño ni comprometido durante
el rato que duran las prácticas”. Un mero trámite administrativo que
forzosamente, y muchas veces sin ganas, hay que cumplir en algunos cuerpos. Y
digo en algunos cuerpos porque en otros, donde se encuadran miles de policías,
ni tan siquiera disponen de un barrendero como el que me crucé anteayer y que
me espetó lo anterior. En fin, un paripé, según quien abra la puerta a la que
toque para ver cómo se llevan a cabo los ejercicios de tiro.
Por suerte, en muchas unidades y grandes plantillas
están surgiendo, si acaso las personas de este perfil no ha existido siempre,
individuos con muchas inquietudes que, sin fardar de diploma porque carecen de
él, aprenden fuera de los cauces oficiales para luego enseñar a los compañeros
igualmente interesados. ¡Olé por estos tíos y tías!, porque chicas también hay,
aunque en menor medida! Esta gente es, a día de hoy, la que poco a poco está
poniendo contra las cuerdas a sus jefes, a sus presuntos monitores y a sus
sindicatos.
Al punto uno, sólo apostillar, que los mismos que no saben diferenciar entre los dos conceptos "huecos", son los que, dentro de su "alter ego" médico, afirman sin género de duda, que la munición de punta hueca "mata más" que cualquier otra, por eso defienden el uso de las puntas blindadas y semi-blindadas, por sus ya consagradas cualidades (¡¡Pá mear y no echar gota!!)
ResponderEliminarAl punto dos, añadir que yo, y algun@s de mis compañer@s, somos los Ramb@s de la plantilla por llevar tres cargadores encima. Y sí, confirmo lo dicho de que algunos llevan sólo el cargador que va insertado en el arma, y si llevan Hk USP Compact, le meten diez cartuchos, por eso del peso (¡¡Sigo meando, y ni gota!!)
Y al tres ¡¡HAY, EL PUNTO TRES!! La bien hallada "Titulitis" esa enfermedad que afecta a los que quieren llenar paredes y currículos ascendentes. Reseñar una frase de un gran hombre, por lo menos para mi. "No puedo enseñar nada a nadie, solo puedo hacerles pensar." Sócrates.
En fin, otro artículo delicatessen ;) No cambies nunca.
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"Ante ferit quam flamma micet"