Tiro reactivo defensivo: la naturaleza se impone
Por Luis
Romero (escrito en febrero de 2013)
Los pocos
instructores de tiro que en España defienden la formación en tiro reactivo
defensivo, opinan que sí, al menos en parte. La reacción fisiológica ante el
peligro, fruto de miles de años de evolución de nuestra especie, es la que se
va a sobreponer a cualquier otra en el momento de mayor peligro. Unos sentidos
se anulan mientras otros se potencian. La sangre y el oxígeno acuden a las
zonas que el organismo considera vitales en ese instante, sin que nosotros
conscientemente podamos hacer nada para evitarlo. Por eso se convierte en
esencial adiestrar a los agentes a reaccionar instintivamente de una
determinada manera. Y eso solamente es posible si antes se ha reflexionado
sobre ello y, desde luego, si se ha practicado como hacerlo.

Tiro
reactivo defensivo. Parece un tecnicismo o un pequeño galimatías. En realidad,
es la forma en que se producen el 80 por ciento de los enfrentamientos armados
entre agentes del orden y delincuentes. Lo habitual es que el delincuente, el
malo según la jerga al uso, sorprenda al agente con su intención de agredirle.
Al menos, en la inmensa mayoría de los casos en que un agente es herido o
muerto, el ataque ha sido inesperado.
Si esto es
así, las prácticas y los adiestramientos que ofrecen las administraciones a sus
agentes en el uso de las armas de fuego, no sirven. Eso al menos opinan quienes
defienden esta otra manera de enfrentarse a la realidad cotidiana en las
calles. No les adiestran en el uso reactivo defensivo de sus instrumentos de
trabajo. En situaciones de alto riesgo y, desde luego, sorpresivas, el instinto
es el que gana la batalla con mucho. La pregunta clave que se hacen es: ¿se
puede adiestrar el instinto?

El adiestramiento no asegura siempre un buen resultado. Nunca
se pueden prever todas las circunstancias que van a producirse en un momento
determinado ni todas las variables que un agresor y el entorno nos van a
imponer de repente. Pero lo que es seguro es que si no hemos practicado la posición isósceles (la más natural para tiro a
dos manos), el disparo con el arma pegada al cuerpo o el enfrentamiento a
distancia cero, las posibilidades de salir airoso de una situación como esa son
prácticamente nulas.

Cecilio
Andrade, Javier Pecci y Ernesto Pérez, son algunos de los pocos en España que,
como quien clama en el desierto, defienden a capa y espada una formación en
tiro más pegada a lo que es más habitual encontrarse en la calle, donde tienen
que apechugar los agentes del orden todos los días. Aunque ya había manifestado
cierta inquietud con anterioridad, fue en 2005, tras leer Manual de tiro táctico policial y de defensa, de Javier
Pecci, cuando Ernesto se convence y cambia radicalmente su visión y su manera
de enfrentarse a las acciones violentas. Un año antes, a través de internet y
de su blog, Cecilio Andrade le había abierto los ojos.
Daniel
García Alonso, presidente de la Asociación Profesional de Policías, en su Estudio sobre la reacción del policía
ante el peligro y los enfrentamientos armados, resume con datos
científicos la espontaneidad de las reacciones ante una amenaza real. El
catedrático de Fisiología, Carlos Belmonte, opina de forma muy parecida.
Ernesto,
que sobrevivió milagrosamente al ataque de un delincuente en plena calle, del
que le han quedado graves secuelas, adiestra a policías, guardias civiles,
militares y conciencia a miembros de la judicatura siempre que tiene
oportunidad, en las técnicas de esta modalidad de tiro y defensa personales. Lo
hace por convencimiento y porque a él, quiere creer, le salvó la vida. E
intenta convencer a todo el que le quiera oír que en momentos de altísimo
estrés y amenaza para la propia vida, es poco inteligente exigir determinadas
reacciones contrarias a nuestra base genética, que se centran fundamentalmente
en el inconsciente y los instintos. Y, por encima de todo, en sobrevivir al
ataque.
Adiestrarse
en una determinada manera de reaccionar ante lo imprevisto, además de adquirir
una serie de hábitos que disminuyen los tiempos de reacción ante lo inesperado,
es lo que Ernesto repite hasta la saciedad a sus compañeros y compañeras cuando
le piden que les dedique largas sesiones en el campo. Habla más que dispara,
explica y razona, expone y luego, al final, ejemplifica. Su máxima: que sus
compañeros y compañeras salgan de sus clases algo más seguros de sí mismos. Y
más conscientes de lo que se juegan sino esperan lo inesperado y actúan en
consecuencia antes de que pase lo peor.
Ernesto es
miembro de la Asociación Española de Instructores de Tiro, trabajó seis años en
seguridad privada y es Policía Local desde hace doce años. Ha impartido
conferencias y docencia en varios lugares de España. Colaborador habitual de
revistas especializadas, es una autoridad en armas cortas y cartuchería. Ha
publicado varios libros, uno sobre las policías de Gibraltar (Una mirada desde La “Verja”. Policías en
La Roca 1830-2011) que va por su segunda edición y otro en
formato digital (Con vocación de servicio)
que pretende ser una guía de armas reglamentarias en las distintas
organizaciones policiales de todo el mundo. Este último, en colaboración con
Pedro Pablo Domínguez.
Escrito originalmente
para: http://papeldeperiodico.com/tiro-reactivo-defensivo-la-naturaleza-se-impone/
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