EL ALSASUA DEL NORTE DE ÁFRICA; EL ALSASUA DEL SUR DE ESPAÑA
Por Ernesto
Pérez Vera
Sucede muchas más veces de lo que la mayor parte de
la ciudadanía supone. Me refiero a los ataques, tanto físicos como verbales,
que los miembros de las fuerzas de seguridad reciben cuando se hallan francos
de servicio. Obviamente, no es esta una circunstancia novedosa. Esta suerte de
atentados, porque eso es lo que son penalmente hablando los acometimientos que
estos funcionarios sufren por el mero hecho de ser identificados como
integrantes de un cuerpo policial, ha existido toda vida. ¡Y ojo!, no siempre se han desarrollado en las zonas
geográficas más machacadas por el maldito plomo disparado por las diversas
bandas terroristas que asolaron vidas humanas y familias enteras durante
demasiadas décadas del siglo XX y del actual.
Cuando se ocasionan lesiones graves es cuando
mediáticamente afloran los incidentes de esta naturaleza. Pero apostaría
cualquier cosa, sin miedo a perderla, que tan desagradables y antijurídicos
comportamientos se producen con suma frecuencia a lo largo y ancho de toda
España, aunque casi nadie se entere de ello. A veces, como ocurrió en el Caso
Alsasua (octubre de 2016), los ataques están claramente motivados por el odio
políticamente fecundado. Aquello de Navarra, sin ser lo peor de lo peor, fue
muy grave: un oficial de la Guardia Civil sufrió fracturas óseas. Lo último sangrante
y periodísticamente dado a conocer en esta línea se produjo en Ceuta, ahí
enfrente; aquí, como aquel que dice, ya que estos párrafos los estoy pariendo en
Algeciras. Ceuta, por africana y españolísima que sea casi por definición, es
también muy gaditana.
Profunda y sinceramente, deseo la pronta y completa
recuperación física y emocional de los tres policías locales caballas que
durante la madrugada del Día de San Valentín fueron acosados, perseguidos y
agredidos cuando quienes componían la terna, en unión de sus respectivas
compañeras sentimentales, fueron reconocidos en una zona autóctona de ocio como
componentes del cuerpo ceutí. Lesiones
graves, muy similares a las padecidas por el teniente de Alsasua, les fueron
diagnosticadas al peor parado de los acometidos aquella noche, cuando se
convirtieron en las víctimas de una asquerosa y cobarde manada de sujetos de quienes
se rumorea que no tienen legalizada la nómina que les da de comer. En efecto, son, según todos los indicios, individuos
que no tributan a la Hacienda Pública por estar laboralmente dedicados —dicen
por ahí— a actividades relacionadas con puntapiés al Código Penal; puntapiés
como los recibidos por el pellejo del trío policial, ante los ojos de sus «enamoradas», todo lo cual fue aderezado con improperios,
amenazas y, cómo no, con puñetazos.
No tengo que irme muy lejos ni en el mapa ni en el
calendario para airear otro abyecto suceso de las características de los
antedichos. A mediados de mayo de 2019, hace como unos diez meses, un policía
local algecireño fue increpado en su ciudad por un delincuente habitual
mientras el funcionario realizaba unas compras particulares, encontrándose fuera
de su horario de trabajo. En esta ocasión, por fortuna, el servidor público no
resultó lesionado, pese a que el hostigador ocultaba un hacha entre sus ropas.
Como policía que fui justo antes de que me
convirtieran en el pensionista que ahora soy, siempre asumí que estas cosas
podrían ocurrirme en cualquier momento y en cualquier lugar. Tan asimilado lo tenía que hasta me
preparé para, si sucedía y me daba tiempo a defenderme, reaccionar del modo más
proporcionado posible en razón a la necesidad racional que el momento exigiera.
A Dios gracia, jamás me vi en una pelotera tan gorda como las referidas con
anterioridad. No obstante, y esto es un mensaje directo para todos mis
excompañeros: conciénciense de que estas cosas pueden sobrevenir en cualquier
población, por nimia que esta sea. Por favor, por ustedes y por vuestra
parentela, defiéndanse llegado el caso. Sé que es más fácil decirlo que
hacerlo, pero defiéndanse como todos sabemos que a veces no queda más remedio
que hacerlo, por más duro que resulte llevarlo a cabo.
Señoras y señores, ¡buen servicio!
Publicado en “La Voz de
Cádiz” (Grupo Vocento) el domingo 8 de marzo de 2020: https://www.lavozdigital.es/opinion/lvdi-ernesto-perez-vera-alsasua-norte-africa-alsasua-espana-202003091815_noticia.html?fbclid=IwAR0ys5JQYq5ycoWL5h9qf6aprAAsH1C8UX_mDKgXh282gBcGQm9FLtKAwbs
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