LA PEOR LUCHA, LA FEROZ

Por Ernesto Pérez Vera

El 7 de abril de 2020, la página web “Pasando Guardia” informó sobre el desagradable y peligroso asalto sufrido por el competidor norteamericano de artes marciales mixtas Anthony Smith. El experimentado luchador, que en su haber cuenta con treintaitrés victorias y con un total de cuarentaisiete combates internacionales disputados, fue víctima de un robo nocturno en el interior de su vivienda de Nebraska (Estados Unidos), mientras tanto él como su familia dormían plácidamente. Al respecto de los hechos ocurridos dos días antes, Ariel Helwani, otro afamado luchador, a la sazón periodista especializado en este campo deportivo, hizo pública la entrevista a la que se sometió a Smith horas después de llevarse el susto padre. Según todo indica, la pelea más importante de su vida no se llevó a cabo dentro del octógono sino arrostrando al intruso criminal. Con estas palabras le narró Anthony a Ariel lo sucedido: «Mi esposa me despertó a las cuatro de la mañana. Me dijo que había alguien dentro de la casa. Escuché gritos, salí de mi dormitorio y me encontré con un desconocido. Mientras se aproximaba hacia mí, chillaba. Mi esposa, que también abandonó nuestro cuarto, fue a por las niñas. Dude un poco. Él estaba a tres metros de mí… y me dio pánico. No sabía si estaba armado con algo. Supuse que probablemente llevaría un cuchillo o una pistola. Me dije: “Tienes un par de minutos para pelear contra él, pase lo que pase”. Baje la cabeza y lo derribé. Lo noté muy fuerte. Traté de noquearlo. Le di codazos y rodillazos, pero no dejó de luchar.  Lo bueno es que no me hirió. Mientras luchábamos, mil dudas invadían mi cabeza. No sabía cuánto tiempo llevaba en mi morada, y tampoco sabía si mis hijas estaban bien. Una vez que mi mujer me dijo que las pequeñas estaban bien, le pregunté al ladrón que si estaba solo. Respondió que no y gritó el nombre de otra persona. Me dije a mí mismo que a uno podría contenerlo, pero que hacerlo con dos adversarios sería muy complicado. Con nosotros vive mi suegra. Mi esposa no lucha, pero me trajo el cuchillo que le pedí. Durante un momento lo mantuve controlado con una mano, a la vez que en la otra sostenía el cuchillo. Intentó extraer algo de sus bolsillos, por lo que continuamos pelando. Por fortuna, no tenía ningún compinche. Por mi mente rondó la idea de acuchillarlo. A los cinco minutos se personó la policía. Había sangre por todas partes. Parece que el sujeto andaba metido en drogas. […] Lo que sí es seguro es que estaba muy fuerte, que pudo encajar todos mis golpes y que en ningún momento bajó el ritmo. Fue algo muy loco. Nadie de mi familia salió herido. […]  Fue traumático: ninguna de ellas quiso dormir en su cuarto, razón  por la que dormimos todos juntos. La verdad es que nunca estás listo para algo así, aunque estés entrenado. No miento si digo que es una de las peleas más duras de mi vida. Cuando entré en la pelea, entré dispuesto a morir. Nadie que entra en tu casa entra sin armas. Sabía que si me hería tendría, por aquello de la adrenalina, un par de minutos para eliminarlo. Un amigo me explicó que él también estaba luchando por su vida […] es un nivel más alto que el que se alcanza dentro de una jaula (del ring). Cuando los policías se lo llevaron sentí un gran alivio».

¡Gracias, Cecilio!

Comentarios

  1. está clarisimo que no es lo mismo el ring con unas reglas y un código... que la calle...y eso lo sabe el que ha peleado en las dos situaciones...

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  2. Uff no se hay que verse hay , supongo que te dejas llevar por el instinto de protección y lo das todo ,pero no se ,difícil de decidir en tan poco tiempo o te enfrentas o huyes, luego también esta el tema familia como estar todos en la misma sintonía de luchar o marchar.

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