El siguiente nivel (partes Iª)

Mi amigo Pedro ha vuelto a dedicar un rato a escribir para mi blog. Hoy hace un repaso a una serie de aspectos técnicos y tácticos, con los cuales estoy de acuerdo en casi todos sus extremos. Cómo autores que ambos somos, y qué basamos nuestros artículos en experiencias personales, cada uno ve ciertas cosas de un modo distinto al otro, pero como existe la libertad de cátedra, ahí va lo último de este detective. Ernesto Pérez Vera.

El siguiente nivel (partes Iª)
Por: Pedro Pablo Domínguez Prieto

Es habitual (y ciertamente positivo) que los profesionales de la seguridad traten de formarse en áreas relacionadas con su trabajo diario, entre ellas por supuesto el tiro. Esta circunstancia genera una consecuencia (ya no tan positiva), que es el afloramiento de academias que, aprovechando coyunturas (véase la violencia de género, la seguridad en los atuneros o las escoltas de alto riesgo), anteponen el negocio al beneficio real del alumno (obtener conocimientos de calidad y/ o útiles).

En el caso del tiro, esto se concreta en lo que denominan cursos avanzados, y que tras un análisis de los mismos concluyo que se basan en:
-División del programa básico en varias fases (básico-medio-avanzado): el alumno se costea 3 cursos para obtener el nivel elemental. Aclararé que, en mi opinión, el nivel elemental es aquel que permite al alumno cumplir con la función que se le encomienda. Haciendo un paralelismo, a un alumno de una autoescuela no se le va a pedir que sepa hacer conducción evasiva para darle el carnet, pero tampoco se le va a dar un diploma por aprender a arrancar y parar el coche. Esto es lo que hacen estas escuelas.

-Repetición de ejercicios/ consumo de munición: algunos de estos cursos avanzados se basan en repetir los ejercicios de los niveles inferiores y quemar munición. En ocasiones se incluyen ejercicios rocambolescos y de nula utilidad con tal de justificar ese apelativo de “avanzado”, o de tratar de distinguirse a toda costa de las academias de la competencia.

-Venta de imagen/ currículums de los instructores: en otros casos, el curso no se centra en las técnicas aprendidas sino en el nombre de los instructores, de la propia academia, o del lugar de impartición. Cuanto más lejos, más caro y más exótico sea el nombre de los profesores, mejor que mejor. Esto es lo que a veces se pretende “vender”.

Lamentablemente, aquellos que ya disponen del nivel básico, se sienten estafados al acudir a estos cursos, observando técnicas y tácticas que no han variado en 7-10 años. Consultando al promotor de una de estas academias (Tiger Swan) sobre el por qué vendían técnicas ya vistas en videos de hace 7 años como nuevas, su respuesta fue que “todo está inventado” y que “no hay mas”.

Pues sintiendo llevar la contraria a este super-instructor de los Delta Force, no todo está inventado, y aún existen formas de introducir variables que nos permitan mejorar, o nos den la ventaja en un enfrentamiento. Dentro de mi concepto de tiro defensivo, este se representaría como un triángulo, cuyos vértices son preparación mental-tácticas-equipo. Estas se desglosan en:
-Preparación mental: comprender las capacidades y limitaciones de las armas de fuego. Conocer los fenómenos psico-físicos que nos afectan en combate. Ser capaces de desarrollar una actitud táctica y combativa.

-Tácticas: incluye dos aspectos, la técnica (cómo manejo el arma para sacarle el máximo rendimiento) y las tácticas (como empleo ese arma en combate para anular a los adversarios).

-Equipo: cómo seleccionar y mantener armas, municiones y accesorios.

Los dos primeros vértices constituyen el 90% de nuestras opciones de sobrevivir en un tiroteo. Es de destacar que la mayoría de los cursos se centran en el apartado “técnicas”, y que la mayoría de los tiradores se centran en el EQUIPO…

En este artículo os propongo utilizar la teoría del giro OODA de John Boyd para mejorar el apartado tácticas. Ernesto y Cecilio Andrade ya han comentado en otros artículos este concepto desde el punto de vista cognitivo, es decir, como un proceso de atención-reacción(http://tirodefensivocampodegibraltar.blogspot.com/2010/02/ooda-el-iter-hacia-la-reaccion-observar_28.htmloda-el-iter-hacia-la-reaccion-observar_28.htmlhacia-la-reaccion-observar_28.html). La definición exacta que dio su creador en “A discourse on winning and loosing” es: Observación consiste en percibirte a ti mismo y a lo que te rodea. La Orientación sería un grupo complejo de filtros de origen genético, predisposiciones culturales, experiencia personal y conocimiento previo (que en realidad condicionan a los otros 3 factores). Decisión se referiría a la revisión de posibles alternativas de acción y elección de la preferida como hipótesis para testar. Y finalmente la Acción sería probar la decisión mediante implementación.

Si aplicamos este concepto a un enfrentamiento, como ya sabemos, los contendientes se influirán mutuamente en una sucesión de giros OODA competitivos. Para el público en general, ganará aquel que vaya más rápido en el giro (o que haga a su oponente ir más lento), y en esencia esto es cierto. Pero Boyd tenía una visión mucho más amplia de la cuestión, y aquí es donde reside la clave. No solo es posible ir más rápido en el giro, sino influenciar al adversario, manipular su giro de diversas formas para situarle en desventaja. Boyd estableció que “Aquél que puede adaptarse al mayor ritmo de cambio, sobrevive”. Más aún, es posible hacer esto en la práctica, no se trata de un concepto teórico. Precisamente ese es mi objetivo al redactar este artículo: llevar la teoría de Boyd a la arena.

-Antes de la batalla:
Debo dejar claro que para explotar conceptos como el giro OODA o la Alerta Situacional, existen una serie de requisitos previos:
-El tirador debe dominar las técnicas de manejo del arma (normas de seguridad, desenfundes, empuñamiento, técnica de tiro, recargas e interrupciones). Debe saber “conducir” el vehículo.
-Sea cual sea el equipo que haya seleccionado, debe conocerlo y tenerlo en el mejor estado posible. La limpieza del arma es siempre más importante que la marca o el modelo.

-El equipo debe portarse. El chaleco antibalas o la linterna no me servirán de mucho en el armario de casa. Always wear, always carry: lleva siempre arma, munición, linterna, chaleco y comunicaciones. Si es posible, lleva también back up.

-El tirador debe entrenar regularmente, no solo el tiro, sino también su preparación física. La fortaleza/agilidad son de gran importancia, ya que dan confianza (esto es parte de la Orientación), y porque el movimiento es un pilar fundamental del giro OODA (como veremos).

-Por último, es indispensable disponer de la adecuada preparación mental. La decisión de luchar, de aplicar el plan, y de ser agresivos debe entrenarse de antemano. El giro OODA es una acción rápida, violenta y dirigida a un objetivo, que es la supervivencia (Boyd evita hablar de “destrucción” o “muerte” del enemigo, en su lugar se centra en nuestra prevalencia).

-Boyd y la estrategia:
No voy a comentar la biografía de John Boyd ya que es fácilmente accesible en internet (al final de este artículo incluyo varios enlaces), ni a hacer un análisis de su obra (no tan fácilmente accesible –ni comprensible-), aunque también la reseño para que pueda ser revisada por el lector. Lo que si haré es una síntesis de su pensamiento para relacionarlo directamente con el tiro defensivo.

Boyd es uno de los mayores estrategas militares de todos los tiempos, al nivel de Sun Tzu, Clausewitz o Liddle Hart. Un ejemplo de su genialidad es que su obra “Aerial attack study” de 1960 (un análisis sobre tácticas de combate aéreo), no ha sido revisada desde su publicación. Este militar básicamente distinguió 2 tipos de contienda (en su obra “Patterns of conflict”):

-La guerra de desgaste: típica del Siglo XIX y de la 1ª GM, y que se basa en causar el máximo daño posible al enemigo mientras que las bajas propias sean aceptables. Esto es, disparar a los blancos la mayor cantidad de munición posible en un corto espacio de tiempo, aceptando que sobreviviremos a las heridas que suframos… ¿a alguien le suena esto?...

-La guerra de maniobra: Boyd estudia sobre todo la Blitzkrieg y la guerra de guerrillas. El autor se pregunta el por qué del fulgurante éxito de estas dos modalidades, y llega a la conclusión de que provocan:

Ambigüedad: la rapidez en la toma de decisiones y su concreción en múltiples acciones impiden al adversario orientar debidamente su acción. Un ejemplo práctico sería el reaccionar de forma diferente a cómo los “malos” suponen que lo haré (o tal y como ellos han entrenado para adaptarse a mi reacción).

●Decepción: el uso del engaño genera tantas opciones que, al ser observadas por el enemigo, le impiden hacerse una imagen clara de la situación (volvemos a negar la orientación). Más adelante se describen técnicas prácticas de engaño aplicadas al tiro de combate.

●Novedad: si usamos tácticas que son nuevas para el adversario, alargaremos su proceso OODA (otra forma de sacar ventaja de sistemas de entrenamiento rígidos, que podemos apostar serán los que haya asimilado el adversario). En su obra “Thriving on chaos”, Tom Peters sentencia que “una combinación de acciones inesperadas y originales, sumadas a la determinación de vencer nos darán la victoria. Debemos crear y mantener una situación de caos desde el punto de vista del agresor”.

●Maniobras rápidas: el movimiento es una de las grandes claves para vencer, obliga al otro tirador a adaptarse continuamente a los cambios de posición, saturándole de información (Observación).

●Violencia focalizada: como veremos más tarde, la violencia de acción es uno de los factores que más influyen en el ánimo (componente moral) del “malo”. Este concepto ya se introdujo en los Marines norteamericanos a mediados de los años 80 (recordemos que Boyd publicó sus obras en los años 60-70), y sus manifestaciones prácticas más evidentes se encuentran en el especial entrenamiento que reciben. Tradicionalmente, los GEOs españoles han practicado ejercicios de “decisión” (luchas diarias entre los aspirantes, en los que frecuentemente estos se han lesionado). La descarga consciente de violencia debe entrenarse previamente y experimentarse para estar seguros de que lucharemos y no huiremos llegado el caso (recordemos las teorías de Walter Cannon).

Boyd relaciona estos componentes con: desorientación, sorpresa, sobrecarga, shock, disrupción, pérdida de cohesión, parálisis,y finalmente colapso. Concretamente propone:
●Desorientar o alterar sus imágenes mentales / impresiones de lo que ocurre.
●Dañar su capacidad mental o física para adaptarse a las amenazas.
●Sobrecargar su capacidad mental o física para adaptarse.
●Colapsar su habilidad para actuar/ llevar a cabo su plan.

En esencia, la guerra de maniobra trata de romper la cohesión del enemigo a través de una serie de acciones rápidas, dirigidas e inesperadas, que crean una situación turbulenta y rápidamente deteriorante que el enemigo no puede manejar. La confusión y el aparente desorden, sumadas a la velocidad física y mental son las que destruyen el giro OODA del enemigo y nos darán la victoria.

Por tanto, deducimos que una combinación de movimiento (físico y en cualquier dirección), rapidez (física y mental), iniciativa (atacar, no defendernos o reaccionar) y determinación (actitud ofensiva, no defensiva), son la clave para imponernos en un tiroteo.

-De la teoría a la práctica:
Uno de los aspectos más interesantes de la obra de Boyd es que no da guías concretas acerca de “cómo” usar sus teorías. Sus presentaciones son simplemente un estímulo para la imaginación de los espectadores, no pretendía imponer una doctrina, sino despertar el INGENIO de la audiencia. De este modo, se han desarrollado sistemas de guerra de información no solo en el ámbito militar, sino en la gestión empresarial, el deporte, o incluso las relaciones humanas. Por tanto, a continuación expongo una serie de técnicas concretas que he ideado tras leer sus presentaciones, aunque por supuesto el lector es libre de adaptarlas, modificarlas o completarlas según sus necesidades.

-Observación:
En principio, como tirador, me plantearía dos cuestiones: saber qué debo observar y cómo puedo hacerlo, y determinar cómo mejorar mi capacidad de observación.

Por supuesto, el tirador debe observar activamente: es inaceptable que “soñemos despiertos” mientras surgen amenazas a nuestro alrededor. De todos es conocido el sistema de colores de Jeff Cooper, por lo que no me extenderé sobre él, únicamente decir que nunca bajaremos del nivel amarillo (aunque estemos relajados, detectaremos a alguien que se comporte de forma no habitual).

¿Qué debo observar? Nuestra atención se centrara en:
● Localizar rutas de huida (callejones, portales, salidas de emergencia, ventanas, accesos a aseos, garajes, etc: cualquier vía de escape del escenario donde nos encontramos).

● Localizar elementos que nos protejan de la observación (cubierta) o del fuego (abrigo) en caso de no poder escapar: columnas, barras de bar, vehículos (zona del motor y ruedas), contenedores de basura, maceteros, etc. Siempre nos situaremos de forma que podamos acceder a estos rápidamente.

● Localizar posibles amenazas. Este punto se desglosa en dos a su vez: identificar personas que puedan estar armadas, o personas con actitud agresiva (o ambas cosas a la vez).

La observación, como ha comentado Ernesto en otros artículos, se realiza a través de todos los sentidos:
● Vista: a través de la observación directa podemos reconocer a los potenciales agresores. Para esto, una de las herramientas más útiles de que disponemos es la morfopsicología o estudio del lenguaje corporal. Involuntariamente, el posible agresor realizará gestos, adoptará posturas y, sobre todo, mostrará expresiones que delatarán su situación anímica, sirviéndonos a nosotros para anticiparnos a su acción. Ante una crisis, el organismo sufrirá el llamado síndrome de fight or flight (pelea o vuela), descrito por el Dr. Walter Cannon de la Harvard Medical School (descrito innumerables veces por Ernesto
http://tirodefensivocampodegibraltar.blogspot.com/2009/07/fisiologia-en-el-enfrentamiento-armado.html).Es la elección entre luchar o huir. En el caso de que el agresor decida atacar, apreciaremos una serie de indicadores:

-Mirada: tenemos dos opciones: un individuo con la mirada perdida mientras hablamos con él, puede significar que se encuentra en una realidad alternativa, ultimando un plan o tomando una decisión, incluso sopesando las consecuencias de su ataque. Está viviendo en su mente un ensayo de la agresión.

La segunda posibilidad es la mirada de objetivo: nos mira fijamente. El punto donde mira es el lugar donde nos quiere golpear (comúnmente la barbilla, aunque también pueden ser los testículos, o si pretende arrebatárnosla, nuestra arma). Si llevamos el arma a la vista, tarde o temprano fijará su vista en ella (aunque esto no significa necesariamente que quiera quitárnosla –de hecho, todos lo hacemos involuntariamente cuando interactuamos con un Policía-). La mirada de objetivo se realiza semicerrando los ojos, es una característica que denota la intensidad de su atención. Este tipo de mirada podemos considerarla como claramente hostil, y debe activar nuestro sistema de alarma.

Otra clase de mirada peligrosa son los vistazos rápidos a los lados: está buscando una vía de escape. También a objetos que pueda utilizar como arma improvisada: cubiertos, objetos contundentes, sillas, etc.

-Ritmo cardiaco y respiración: ante una situación de crisis, el organismo aumentará estos para enviar mayor cantidad de oxígeno a los músculos. Si lo tenemos delante, es fácil observar el aumento de inhalaciones / exhalaciones en su pecho y fosas nasales. El ritmo cardiaco se hace evidente, a veces, al hincharse los vasos sanguíneos de la sien y la frente.

Asimismo, el exceso de adrenalina produce temblores, que suelen aparecer primero en la mano izquierda, luego en la derecha, y después en las rodillas.

-Posición corporal: la mayoría de los agresores adoptarán una posición de combate parecida a la de un boxeador, con el pié del lado hábil retrasado y el cuerpo ladeado unos 45º. Las manos, inconscientemente se elevarán a algún punto entre la cadera y el rostro. Los puños pueden estar cerrados o abrirse y cerrarse alternativamente. Las rodillas estarán ligeramente flexionadas y la cabeza un poco más adelantada que los hombros. Es probable que enseñe los dientes (característico por otra parte de todos los mamíferos en esta situación), o que los apriete o rechine. También es posible que de pequeños saltitos sobre los tacones o las punteras, o que de pasos cortos adelante y atrás. Esto es una reacción corporal, autónoma e involuntaria, para quemar el exceso de oxígeno (evitar hiperventilación).

Una actividad en principio poco preocupante pero que entraña peligro es el asentir o negar con la cabeza. Este signo aparentemente inocuo puede significar en el caso del asentimiento “bien, así que quieres pelea, pues ahora vas a ver”. La negación por su parte, contiene también un sentido ofensivo “esta vez no te vas a salir con la tuya, no te vas a escapar, no me vas a detener...”.

El cruzarse de brazos es un signo defensivo básico: protege el torso de posibles ataques. La coloración de la piel también es un signo evidente, cualquiera de sus manifestaciones ( sonrojo o palidez) nos señalan que algo no va bien.

Finalmente, la dilatación de las pupilas es un signo bien de excitación, bien de encontrarse bajo los efectos de alguna droga.

Otros elementos que podemos detectar visualmente, aunque no sean determinantes de una agresión, son la apariencia física del sujeto y sus ropas. Un look desaliñado, melenas o pelo rapado, tatuajes, ropa típica de tribus urbanas pueden indicarnos que nos encontramos frente a un individuo problemático.

Existe la posibilidad de que el individuo que tenemos delante sea un desequilibrado, un enfermo mental. Estos son particularmente peligrosos, ya que puede que no muestren los comportamientos descritos anteriormente. Suelen aparecer inofensivos hasta que un hecho puntual desencadena el ataque, pasando de 0 a 100 casi instantáneamente. ¿Cómo podemos reconocerlos? La mayoría sufre estos síntomas:

-Cambios repentinos de humor, sin motivo aparente.
-Habla solo, oye voces, ve visiones.
-Sufre pérdidas súbitas de memoria.
-Cree que la gente le sigue o vigila, puede contarte con toda naturalidad que le sigue la CIA o los extraterrestres.
-Se autolesiona.
-Hipocondría: simula o cree estar enfermo.
-Depresión.

Ante estos sujetos, no existe ciclo de asalto, sino que la agresión se produce sin motivo e instantáneamente. Nuestra actitud al tratar con estos elementos será colocarnos en la mejor posición defensiva posible y no provocarlos ni enfrentarnos a ellos.

● Oído: es también una buena fuente de información: desde oír una discusión entre personas que hay a nuestro alrededor, hasta amenazas a nuestra persona, o el sonido de una navaja al abrirse o montar / quitar el seguro a un arma.

Otra cosa que podemos detectar por este sentido es una respiración fuerte (imagina que hay un desequilibrado sentado detrás tuya en el autobús).

En un entorno con poca luz, puede servirnos para detectar un blanco (siempre que no hay peligro de disparar a uno de nuestros compañeros o a algún inocente).

Olor: el olor del alcohol en el aliento de nuestro interlocutor es un factor de peligro de primer orden. Todos los Policías conocen este delatador factor.
Tacto: por supuesto, si nos golpean o sentimos un puñal clavarse en nuestro cuerpo, es que algo no va bien. Otro suceso más sutil pero igualmente peligroso puede ser notar como alguien trata de coger nuestra arma.

Una vez que hemos detectado por los sentidos una posible amenaza, nuestra siguiente prioridad es intentar determinar si está armado. Esto, claro está, es muy difícil en climas fríos donde la gente viste ropas gruesas, abrigos, etc. Como norma general, la gente suele llevar las armas en la línea de la cintura, cerca de la mano hábil. Puedes saber cuál es la mano hábil porque será la que utilice más frecuentemente para coger cosas: cigarrillos, vasos, papeles, el teléfono móvil, etc. En todo caso, el 80% de la población es diestra.

Un buen momento para detectar el bulto de un arma es cuando se siente, se levante o se agache para coger algo. También si tiene que coger algo que esté en altura. En todos estos casos, si lleva una funda exterior, el cañón del arma sobresaldrá por debajo del jersey / camisa. Una costumbre que tienen las personas que van armadas, sobre todo aquellas que han elegido la funda menos apropiada, es tocarse el arma cuando se sientan, levantan, agachan o corren. También llevará la mano al arma si de repente se siente amenazado / sorprendido.

En todo caso, piensa que cualquier arma que vaya a utilizar contra nosotros la deberá sujetar con las manos. Mira sus manos, si no ves claramente que están vacías, asume que sujeta un arma. En las prisiones de EEUU, los funcionarios entrenan partiendo de la idea de que el interno siempre va armado. De hecho, puedes contar con que un delincuente siempre portará algún tipo de arma, o algún instrumento que pueda usar como arma.

Nuestra reacción ante estos signos debe ser, naturalmente, elevar nuestro nivel de alerta a naranja, e incluso a rojo si llega el caso. Este es el principal objetivo de la fase de observación, iniciar nuestro ciclo lo antes posible. Muchos instructores enseñan a reaccionar ante el desenfunde, ante un disparo, ante un movimiento… el alumno aprende a reaccionar no a la amenaza, sino a la agresión o al daño. Por el contrario, Boyd nos sugiere anticipar el ataque, pasar a la ofensiva una vez sabemos que es posible la lucha. De hecho, un estudio de la Policía de Nueva York estableció que el 80% de los agentes que sobrevivieron a tiroteos ya tenían el arma en la mano cuando empezaron los disparos. Para vencer en un tiroteo no debemos “defendernos” sino ATACAR.

La observación se mejora mediante el entrenamiento (saber “qué” debo observar) y la concienciación (no descuidar mi nivel de atención). Por otra parte, también es posible (y muy efectivo) afectar a la observación del enemigo. Según la paradoja de Mill, es posible negar, degradar o intoxicar la información que enviamos al receptor:

Podemos negar información tratando de pasar desapercibido: si llevamos el arma oculta, no debe verse (muchos escoltas o funcionarios de paisano no siguen este principio). No debe notarse que llevamos chaleco. Si somos varios no hay por qué agruparnos, sino que algunos compañeros pueden mantenerse separados y pasar por transehúntes (esto es tremendamente efectivo). En general, los malos atacaran primero a aquellos que consideren una amenaza, o la mayor amenaza (cómo describía el genial personaje de Gene Hackman en “Sin Perdón”), por lo que un aspecto de hombre gris nos permitirá mantenernos al margen hasta el momento de actuar. Si trabajamos en un servicio fijo, no debemos revelar esta información a las personas del entorno: si llevamos chaleco, si portamos back up… el elemento sorpresa es fundamental ante un tiroteo. Cualquier factor que podamos introducir inesperadamente jugará en contra del adversario. Como comenté al principio del artículo, ir más rápido en el giro OODA no implica únicamente la velocidad física, sino crear situaciones a las que el enemigo no se pueda adaptar, o no pueda hacerlo a la velocidad necesaria.

En cuanto a degradar e intoxicar, entiendo que el engaño es una variable muy valiosa (e ingeniosa) y que no es enseñada en los cursos de tiro (de ningún nivel). ¿En qué consiste el engaño? en acciones que provoquen una percepción errónea de la realidad al enemigo, de modo que cambien el curso de su acción (afecten a su Orientación), y nos permita a nosotros llevar la iniciativa o atacar por sorpresa. Algunos ejemplos serían:

● Portar chaleco balístico oculto. La función del chaleco no es avanzar repeliendo los proyectiles como si fuéramos Robocop, sino darnos una segunda oportunidad cuando cometemos un error: imaginad que el malo se nos acerca por la espalda y no lo hemos detectado. Instintivamente apuntará al “centro de masa” (el centro geométrico del blanco), por lo que en teoría recibiremos el impacto en el chaleco. Es nuestra ocasión para volvernos y devolver el fuego. El mismo caso se daría en un impacto frontal, en el que el delincuente posee la falsa confianza de que un disparo en el pecho nos incapacitará. Esa actitud es la que nos dará a nosotros el tiempo de reacción para alcanzarle con nuestra arma. ¿Cuál es la regla de oro? que no se note el chaleco. Si el malo sabe que lo llevas, apuntará a la cabeza en el primer caso y a las piernas o a la ingle en el segundo.

● Portar back-up. En el caso de que nos arrebaten nuestra arma, la perdamos, nos quedemos sin munición, o suframos una interrupción que no podamos solucionar con un TRB ( http://tirodefensivocampodegibraltar.blogspot.com/2010/05/interrupciones-y-trabas-en-la-pistola.html ) disponer de una segunda pistola puede ser nuestra salvación. El elemento de engaño consiste en que en España es muy poco común que policías o personal de seguridad lleve esta segunda arma, el delincuente considerará que estamos indefensos una vez sepa que no disponemos de la principal. Por supuesto, cuando desenfundemos su plan se vendrá abajo. Una navaja puede suplir en algunos casos al arma de fuego. Ejemplos de esto los hay a cientos en el cine, por citar alguno cuando Harry el sucio clava la navaja a scorpio en la pierna, tras haber tenido que arrojar el S&W. Recomiendo como navaja de defensa cualquier modelo de Spyderco con hoja hawkbill (civilian, matriarch, tasman salt, harpy, superhawk, etc). Para algunos será una opción de locos, pero la realidad es que puede devolverte entero con tu familia.

● Simular que estamos en una situación de desventaja. Otra acción que hemos visto en ocasiones en el cine, y que de hecho se enseña en los cursos de tiro del Thunder Ranch Academy, es el realizar una especie de teatro, con el fin de inspirar una confianza falsa en el enemigo y que baje la guardia. Algunos ejemplos son: simular que hemos sufrido una interrupción, que nos hemos quedado sin munición, que hemos sido heridos o incluso muerto, o que sufrimos un ataque de pánico. Por supuesto habrá que dotarnos de cualidades interpretativas para hacerlo (pelearnos con el arma, pedir a gritos munición a nuestros compañeros, etc.), pero su efecto real en la otra parte es brutal: le hará salir a campo abierto, bajar su arma, centrarse en otro blanco, o reducir su nivel de alerta confiado de su superioridad, solo para recibir nuestros impactos. En una situación real de vida o muerte, incluso podríamos aprovechar para disparar por la espalda al objetivo (si es necesario para salvar nuestra vida o la de otra/s persona/s).

● Otra forma de engaño verbal es una falsa negociación: hacerle creer al delincuente que queremos negociar, que no es nuestra intención dispararle o hacerle cualquier tipo de daño. Es la típica escena de “baja el arma que no va a pasar nada”, y en ese momento dispararle.
Quiero dejar claro que estas son tácticas de último recurso, cuando para salvar nuestra vida o la de otra persona no hay otra salida que eliminar como sea al otro tirador (por ejemplo, un perturbado o un terrorista que ya ha matado a otras personas y que sabemos que seguirá disparando hasta el final, un delincuente bajo los efectos de las drogas o el alcohol al que no hubiera otro modo de reducirle, un secuestrador que ha decidido matar a su víctima, etc).

● Una variante del anterior es simular o bien sumisión, o rendición. El objetivo sería exactamente el mismo: una situación en la que el adversario reduce su nivel de alerta, violencia, ralentiza o detiene su acción agresiva, o simplemente deja de percibirnos como una amenaza. Lógicamente en esa situación debemos contar con algún recurso, un arma de back up, un compañero que se aproxima desde otro ángulo, etc.

● Centrados en el arma, se me ocurren 3 opciones: desenfundo un arma que el malo no esperaba, sea la principal, o la back up. Para ello, éste arma no debe verse o intuirse hasta el momento de desenfundar. Existen multitud de sistemas para portar un arma oculta, no me extenderé en este punto ya que no es el objetivo del artículo, simplemente comentaré que un repaso por la web de cualquier fabricante importante de fundas nos ofrecerá interesantes posibilidades. En el caso de trabajar de uniforme, el engaño se centra en el back up. Si vamos de paisano, se trataría de que el arma principal que va oculta, no se note. Durante mi época como escolta en el País Vasco, en ocasiones empleé el siguiente sistema: metía los faldones de la camisa por dentro del pantalón (al contrario que el resto de compañeros que los llevaban por fuera para ocultar el arma en una funda tradicional). A continuación desabrochaba un par de botones y metía el arma ajustándola por dentro del pantalón. Finalmente, volvía a abrochar los botones. Lógicamente, no es el sistema más rápido para desenfundar, pero, efectivamente, era imposible saber que iba armado (incluso el VIP llegó a preguntarme “¿dónde llevas la pistola?”). Esta técnica es muy útil tanto para hacer creer que vas desarmado, como para mejorar la retención (que intenten arrebatarme el arma): no sabrán dónde centrar su ataque.

Otra variante es llevar el arma en un lugar que el adversario no espera. Por ejemplo: llevar una funda “israelita” (muy llamativa), pero no portar el arma en ella, sino en una funda interior en la posición clásica. Las fundas tipo riñonera/ bandolera pueden servirnos para otra técnica de engaño: simular que vamos armados cuando en realidad no llevamos la pistola (he utilizado esta técnica en servicios donde no tenía autorización para portarla). La funda es tan evidente que el malo siempre pensará que llevo un arma encima, con el consiguiente efecto disuasorio.

La tercera táctica sería llevar un arma más potente que la que ellos esperan, bien estrictamente más “potente”, o con mayor potencia de fuego (ráfaga, capacidad de cargador, alcance). Ejemplo: los agentes del servicio secreto USA utilizan la pistola FN Five Seven, un arma muy poderosa capaz de atravesar los chalecos antibala (una desagradable sorpresa para los delincuentes organizados que los visten). Las llamadas PDW (Personal Defense Weapons), como la H&K MP-7 o la FN P-90, son fácilmente ocultables y tienen un enorme impacto fisiológico y psicológico en un tiroteo, sobre todo cuando los atacantes esperan encontrar revólveres del .38 Spl o pistolas de 9mm.

● Linternas tácticas: en mi anterior artículo acerca de tácticas y técnicas cuando disponemos de poca luz (http://tirodefensivocampodegibraltar.blogspot.com/2010/11/el-fuego-en-las-tinieblas-por-pedro.html ), hablé de “trucos sucios”. Deslumbrar al malo es muy efectivo, le priva de su sentido principal permitiéndonos ganar tiempo (para movernos, desenfundar, atacar, etc). Afectaría a su ciclo de observación. Por supuesto, también es un elemento que aumenta nuestra capacidad de lucha, de alcanzar los blancos con más efectividad. Otras fuentes de luz posibles son los faros de un vehículo, o, si disponemos de ellas, granadas tipo flash-bang.

● Número de defensores: los malos atacarán según un plan, y siguiendo una línea de ataque más o menos definida (Boyd nos habla de estos ejes rígidos de avance o ataque, al describir las formas de lucha de los grandes ejércitos del Siglo XIX). Un nuevo blanco que surja inesperadamente les obligará a crear un nuevo plan, haciéndoles perder tiempo y alargando su giro OODA. Cuanto más rígido sea su “plan”, más difícil les resultará maniobrar y adaptarse, a ello atribuía Boyd la gran eficacia de la guerra de guerrillas o de la Blitzkrieg contra los grandes ejércitos. Una táctica que utilicé en servicios de protección dobles (2 escoltas), cuando yo era el “nuevo”, era mantener mi anonimato el mayor tiempo posible. Esto lo lograba permaneciendo alejado del VIP. Los borrokas ya conocían al otro compañero, por lo que él era el que acompañaba al VIP. Yo vigilaba a distancia, me adelantaba a los lugares que visitaríamos, o simplemente (el VIP era médico en un ambulatorio), me sentaba en la sala de espera como un paciente más. Cuando bajábamos a desayunar, yo iba un rato antes y me sentaba entre los comensales, sin ni siquiera mirar al protegido o a mi compañero cuando entraban por la puerta. La idea era pasar totalmente desapercibido, e intervenir por sorpresa en caso de necesidad. Un día, un trabajador descontento del hospital (además de borroka), se acercó al VIP con intención de increparle. Ese fue el momento en que me acerqué por la espalda del atacante e intervine, con un enorme efecto sorpresa (podría haberle “liquidado” con facilidad si hubiese sido necesario).

En un tiroteo, un compañero oculto puede detectar amenazas que yo no he visto, o unirse al enfrentamiento disparando a los malos desde un ángulo que no esperan. Simplemente introducimos variables con las que no contaban al principio (más armas, más munición, más blancos). Es más, la lucha en equipo tiene un efecto devastador en un tiroteo (ya lo vimos cuando estudiamos el tiroteo de Miami de 1986), y es otro aspecto poco practicado en los cursos. Veremos esto en detalle en el apartado “Actúa”.

● Distracción: Uno de los episodios más interesantes de la biografía de Wild Bill Hickock, fué el enfrentamiento con Bill Mulvey, el 22 de Agosto de 1869 http://tirodefensivocampodegibraltar.blogspot.com/2010/04/wild-bill-hickok-pistolero-relato-de.html . En él, el famoso sheriff distrajo la atención de su oponente haciéndole creer que alguien tras él iba a dispararle. Esto provocó una distracción momentánea del pistolero, que Hickok aprovechó para desenfundar y disparar, causándole la muerte.

La distracción no solo puede producirse mediante un engaño verbal, sino que cualquier estímulo para los sentidos del tirador puede efectivamente reducir la atención que presta al blanco (en este caso, a nosotros). Todos hemos presenciado en el cine la típica escena en que el protagonista arroja algo lejos de sí, produciendo un ruido que atrae la atención (o el fuego) del malo. En realidad, cualquier elemento dentro de los 5 indicadores de blanco (aquellos estímulos sensoriales que atraen el fuego en un tiroteo), servirán. Estos 5 elementos son el ruido (sobre todo los disparos), el movimiento (de cualquier tipo), el brillo (por ejemplo, los fogonazos de un arma), la silueta (o “outline”, es nuestra sombra recortada contra el horizonte), y el contraste (la forma en que algo destaca sobre un fondo de diferente color).

● Desplegar una habilidad oculta o superior a la esperada: parece una absurdez, pero ser un tirador superior a la media es una desagradable sorpresa para un delincuente (o para la Policía que trata de detenerle, si se da el caso contrario). Todos suponemos que un Policía de élite (GEO, GAR, UEI), tiene una habilidad superior en combate. Lo que a lo mejor no esperamos, es que un agente ordinario (o personal de seguridad privada), la posean. De hecho hay agentes que no disparan jamás, y otros que son campeones de IPSC, y en principio no hay forma de distinguirlos. Por tanto, puede ser una opción a explotar, el entrenar una habilidad que no se me presupone, y mantenerla oculta hasta que llega el momento de actuar. A esto me refería al principio del artículo con lo del “hombre gris”: si parecemos peligrosos, nos convertiremos en el blanco prioritario. Si una vez comienza la fiesta, desplegamos una habilidad superior, el efecto será exactamente el que nos aconsejaba Boyd: sobrecargar las posibilidades del enemigo para adaptarse a los cambios, lo que le obligará a ponerse a la defensiva.

Cuanto mayor sea nuestra habilidad práctica, más podremos explotar este punto. Practicar todas las posiciones de tiro posibles, en movimiento, con la mano débil (ser ambidextro era una de las formas de engaño más frecuentes en la época de los duelos a espada), a corta y larga distancia etc. etc. es fundamental. Cuantas más opciones dominemos, mejor.

La falta de ortodoxia es otro aspecto a desarrollar, con vistas a desorientar al enemigo.

Por otra parte, el ciclo de observación también se puede mejorar mediante el uso de determinado equipo, por ejemplo las miras ópticas, o aquellas que me permitan “ver” mejor al enemigo (como las de tritio que describimos en el artículo sobre tiro con poca luminosidad). Contrariamente a lo que muchos creen, una mira óptica en nuestra arma no sirve para apuntar mejor (en realidad, si nuestra técnica de tiro es mala, la empeorarán), sino para VER mejor. Por otro lado, como veremos en la sección “Acción”, la distancia aumenta la ventaja del tirador entrenado, por lo que poder alcanzar el blanco desde una distancia mayor será ciertamente positivo.

En la segunda parte de este artículo, veremos como la orientación (la segunda “O” del giro), nos permitirá utilizar nuestro entrenamiento para identificar “qué” sucede a nuestro alrededor, decidir (D), y finalmente actuar (A): llevar a la práctica acciones que lleven al enemigo más allá de sus capacidades técnicas, físicas, intelectuales y morales de adaptación, y que finalmente lo pongan a la defensiva y causen su destrucción. CONTINUARÁ...

Comentarios

  1. Hola.

    Pedro: buenísimo.

    Mis felicitaciones.

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  2. A estas horas de la mañana, estas cosas tan buenas...
    saludos!

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  3. Gracias por los comentarios: el honor es para el autor.

    Ernesto Pérez Vera, Veritas Vincit

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  4. Cuando les pregunto a los chavales que intervención les parece más peligrosa, todos señalan “un atraco”. Se sorprenden cuando les digo que no, que donde más policías han caído es en identificaciones. En las identificaciones rutinarias, no hay margen todo esta reducido, las distancias son mínimas, incluso el compañero de apoyo esta cerca. Si algo va mal no se puede aplicar ni la distracción ni la sumisión ni nada parecido, solo la violencia. Al que está haciendo directamente la identificación poco más que le queda el choque físico, y el de apoyo es el que puede solucionar algo. En estos casos no sirve el hombre gris más bien el policía de apoyo debe ser el hombre rojo, peligroso en su gesto y en su aptitud, más que buscar el choque se trata de quitar al malo cualquier esperanza de que le vaya a salir bien lo que intente. Ojala todas las situaciones dejaran maniobrar y desplegar algún tipo de táctica, por desgracia casi siempre iremos a remolque de lo que decida el malo.
    Respecto de los signos físicos externos de peligrosidad un dicho: “líbrame del toro manso que del bravo ya me libro yo”. El hijo de PUTA de Urrusolo Sistiaga se cepillo a dos compañeros en Barcelona, lo grabo una cámara creo recordar que de la Caixa, en la que viendo las imágenes de la aproximación, el tío no aparenta ser malo malote y sin embargo ha sido uno de los asesinos más cabrones que ha tenido eta.
    Pedro, te sorprenderías si supieras la de fundas (cuando usábamos las cerradas para el nueve corto ) que iban vacías y la pistola en la mano dentro del bolsillo del anorak.
    Muchas gracias por tu esfuerzo divulgativo y que cunda el ejemplo, de gente que como tú escriba y sepa de lo que escribe.Un saludo Jose Moreno.

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  5. Moreno, como siempre muy acertados tus comentarios.

    Gracias,

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  6. Gracias por el comentario Moreno, lo que dices de la violencia focalizada es cierto, de hecho esa cuestión, así como el trabajo en equipo, la cuestión de las armas, etc. se trata en la segunda parte del artículo, el cual nos vimos obligados a partir en 2 por motivos de espacio.
    Por otro lado, al hilo de tu reflexión, las tácticas de engaño no son sino una distracción como preludio a esa violencia focalizada. La idea es desorientar al malo un instante para poder tomar la iniciativa, no que el engaño en sí mismo sea la clave de la acción.
    Un saludo, Perico.

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  7. Este blog ya tiene un grandísimo nivel gracias a su autor. Pedro Pablo, tus artículos son muy, muy buenos, documentados, certeros, realistas... Mi más sincero agradecimiento.
    Nono.

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  8. Buenas tardes, primeramente felicitarte por el gran aporte que brindas en todos los articulos que publicas, y segundo presentarme mi nombre es Marco A. Gamarra, me desempeño como escolta, en PERU,accedi a este blog por un asiduo seguidor tuyo,Jorge Valerio , y ya que somos un grupo de escoltas , estamos aplicando los conocimientos que nos brindas ,gracias por eso, un saludo a la distancia y que Dios te bendiga y protega. atte Marco Gamarra.

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  9. Hola Marco, es un placer conocer a otro seguidor andino. MUCHAS GRACIAS.

    A tu disposición, Ernesto.

    PD.- saluda a Flores en mi nombre

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    Respuestas
    1. Hola. Estupendo artículo como siempre. He intentado mandar un email privado pero no encuentro la manera. Quería pedirle permiso para poner un enlace en mi futuro blog a éste estupendo blog ya que su trabajo de divulgación me parece increible. También me gustaría publicar extractos de ciertos artículos suyos, siempre dejando constancia que son de su propiedad y con el consiguiente enlace al artículo original ya que en ningún caso quiero apropiarme de su estupendo trabajo el cual sigo con gran atención y disfrute. Un saludo y enhorabuena por su trabajo.

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    2. Hola, MarauderXS: gracias por sus palabras.

      Este estupendo artículo no es mío: está escrito por mi amigo y colaborador Pedro Pablo Domínguez Prieto. No obstante, siempre que mencione la fuente y autoría del artículo tiene mi permiso y agradecimiento para lo que me propone.

      Para cualquier contacto futuro, esta es mi dirección de correo electrónico: epr05@hotmail.es

      Un saludo.

      Ernesto.

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  10. Muy bueno y claro.
    Me voy a permitir puntualizar sobre el uso de visión nocturna. los visores nocturnos que se usan en arnés a la cabeza o anclados en los cascos, gafas de visión nocturna, no permiten al igual que el ojo humano hacer foco en dos cosas al mismo tiempo. O veo el entorno o veo aparatos de puntería. Es por eso que las unidades que los utilizan poseen en sus armas, alguna ayuda al tiro como designadores láser IR, no visibles al ojo humano sin estos visores. Pudiendo dejar focalizado el visor a la distancia media de combate, fin de identificar malos o de buenos. También utilizan supresores de sonido, ademas por el fin obvio, los silenciadores aplacan enormemente el fogonazo del arma. Este fenómeno muchas veces dejan el visor inutilizado por unos segundo y pueden segar al usuario si el sistema no cuenta con mecanismo de corte o contra saturación. Imaginemos un disparo de un 357 mag los "bigotes" de fuego del frente del tambor sumado al fogonazo del cañón dejaría al operador momentáneamente fuera de combate.
    los visores nocturno necesitan una instrucción y acostunbramiento para su uso, a fin de sacarle el máximo probecho

    Saludos
    Ernesto Matias Peralta.

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