Un poco de Historia ilustrativa sobre lo fácil y natural que resulta el empleo de técnicas de tiro no complejas
Por Ernesto Pérez Vera

Pues bien, si alguien a lo largo
de la Historia ha sabido disparar a cortas y a medianas distancias para salvar
la vida era, sin lugar a dudas, esta suerte de personas. Tanto los delincuentes
como los duelistas, como los defensores de la ley, solían poseer experiencia en
enfrentamientos armados, los cuales se originaban con excesiva frecuencia. Este tipo de hombres, siempre rudos y montaraces,
estaba habituado al estrés que provoca saberse apuntado y tiroteado. En
cualquier caso, eran conscientes de que vivían en permanente riesgo de muerte,
algo difícil de olvidar y que a buen seguro marca el carácter y la
personalidad. Tal vez el mejor entrenamiento que
podía obtenerse era el de salir vivo del primer encuentro armado, algo que hoy
también tiene sentido y aplicación práctica. No hay mejor lección aprendida que
saber fehacientemente hasta donde se es capaz de llegar.

Como pienso que esto es así,
salvando casos como el del agente Jim Cirillo(1)
del Departamento de Policía de Nueva York (NYPD), y alguno más, plasmaré unas
palabras escritas por uno de los más ilustres pistoleros de la época que ocupa
estos párrafos, Wild Bill Hickok. Este señor fue duelista, conductor de
diligencias, cazador, jugador y comisario de policía (también sheriff) en una
de las ciudades más peligrosas de la frontera entre lo civilizado y lo
incivilizado.

¡Toma ya! ¿Hay algo más simple? ¿Existe algo más natural e instintivo? Cualquiera de nosotros, incluso un niño, controla y coordina sin entrenamiento previo los movimientos de su ojo fuerte y de su dedo índice para apuntar con él cualquier objeto. Y todo esto sin demora alguna de tiempo. El arma no es más que una prolongación imaginaria de ese dedo, siempre que el empuñamiento esté perfectamente realizado. Esto, en distancias propias de enfrentamientos con armas de puño, es sumamente efectivo. Hablamos del control instintivo de la habilidad natural visomotora.

Es por ello que muchos me habréis oído hablar animosamente (o leído, como ahora), en infinidad de ocasiones, sobre las innatas habilidades visomotrices humanas para dirigir el fuego hacia el punto de impacto deseado, pero sin necesidad de emplear los elementos de puntería, cuando nos hallemos en rangos cortos o muy cortos con la parte confrontada. Y funciona, digo que si funciona. Ya nos funcionaba de maravilla cuando como especie no tan evolucionada, pero sí más peluda, mirábamos una rama y sobre ella caían nuestras manos con todos sus dedos, mientras nos desplazábamos cuál arborícolas cuadrúpedos que éramos. Sí, eso he dicho.
Si un tipo como Hickok sobrevivió
a duelos, a enfrentamientos como ciudadano particular y a encuentros de sangre
como agente de la ley en tan turbulenta época, y usaba algo tan instintivo y
natural, es que su sistema debe funcionar. No usaba técnicas complicadas con un
pie ahí, el otro aquí, este brazo para delante y el otro para atrás. No. Lo
sencillo y natural, y cuanto más sencillo mejor, es lo que nos saca de apuros
en momentos en los que pensar, discernir y recordar se convierten en tareas
difíciles de llevar a término, cuando no totalmente inviables.

(1)
Jim Cirillo fue agente de policía en el NYPD. Según
parece, participó en más de cien (100) enfrentamientos armados durante los años
sesenta y setenta del siglo XX. En esos años la ciudad de Nueva York estaba
siendo asolada por infinidad de atracos diarios, en todo tipo de
establecimientos abiertos al público (farmacias, supermercados y licorerías
principalmente). Los asaltos solían acabar con tenderos y agentes muertos o
heridos. Por ello, el NYPD creó una Unidad Especial Antiatracos, con Jim
Cirillo como cabeza exponente a pie de calle.
La nueva
unidad “patentó” un método propio de actuación: dos o tres policías, vestidos
con ropas de paisano, se escondían en las trastiendas de los supermercados, de
las licorerías o de las farmacias y allí, durante largos ratos, esperaban la
llegada de los delincuentes. Otras veces se vestían como empleados de los
establecimientos. Jim, por esa época, ejercía como instructor de tiro, pero por
un tiempo aparcó tales funciones para salir de ‘cacería’.
Cirillo
sobrevivió a cien tiroteos, pero en verano del 2007, ya jubilado, falleció al
ser atropellado por un vehículo. Fue un accidente.
Buen artículo, y muy ameno, como siempre. Aunque sigo sin explicarme lo de Jim Cirillo: ¡¡¡¡Sobrevivir a 100 tiroteos y morir atropellado por un vehículo!!!!
ResponderEliminarSaludos.
NONO.
Hola Nono. Te doy las gracias por seguir leyéndome.
ResponderEliminarYa ves, paradojas de la vida, sobrevivir a 100 encuentros armados y ser víctima mortal de un accidente. Recordarás que te "chocó" cuando te lo comenté aquella vez en persona.
Saludos.
Ernesto.
Gracias por seguir leyéndome Nono.
ResponderEliminarYa ves, paradojas de la vida: sobrevive a 100 tiroteos y lo matan en un accidente...la vida, ver para creer. Ya te sonó extraño cuando te lo comenté aquella vez, pero así parece que es.
Ernesto.
lo que tenian muy claro en el Oeste es que mataban o los mataban en una epoca dura. Hoy se vive un poco en disneilandia y no esta tan claro ni tan grabado el instinto de supervivencia. No habia prensa ni juicios morales falsos. totalmente de acuerdo con tu artículo sobre la posición a tomar en un enfrentamiento. ¿Es necesario tomar miras en distancias proximas a los diez metros? ¿ Es creible que en un ataque subito repentino desde esas distancias se reaccione apuntado con la miras? ¿ alguien va a tomar la posición correcta esa que dice las piernas flexionadas ect..' seguramente se dispara como se puede y se acabo por eso el número de fallos en los enfrentamientos. Dos veces e estado frente a una pistola y la primera apunte a una mano y la segunda a dos manos sin coger miras, por suerte no hubo disparos y se soluciono bien.Ninguna de las dos veces pense en que posición tenia hasta que no se habia acabado.
ResponderEliminarHola amigo. Agradezco tu comentario y lectura.
ResponderEliminarComo bien dices, en el Oeste, o matabas o te matan. Pero digo yo, ¿acaso hoy no pasa lo mismo? Si un tipo, -hoy en el siglo XXI y en España- está tratando de matarte… ¡tratarás de evitarlo como sea! Incluso disparando contra él. Lo de matarlo, no es cosa que directamente uno pueda “controlar”. Nosotros trataremos de darle, donde sea, pero darle. Si le das en determinadas zonas del cuerpo, podrías matarlo, o no, eso no siempre es igual en cada caso.
De todos modos, lo que digo en el párrafo anterior, va “de la mano” de lo que sigues comentado en tu post, la posición o técnica o forma de disparar. En una reacción defensiva súbita in extremis, no siempre nos “va a salir” la posición que deseamos. Conozco casos de agentes que han disparado a una mano, desde casi debajo de un coche y sin ver a su atacante -conductor del coche- Para colmo, se acertaron los disparos en la zona elegida.
De la guisa antes relatada, difícilmente se puede hacer nada que antes se hubiera entrenado o imaginado. Se tira como se puede, y se impacta donde Dios quiere. Uno puede dirigir, incluso apuntar, su arma a una zona del cuerpo, además, en una perfecta posición de tiro, pero el resultado del impacto va a ser el que muchos factores determinen, y casi ninguno estará bajo el control del tirador.
Respecto a esas dos veces que te has visto en situaciones tensas, te ruego me las cuentes, naturalmente, si quieres y puedes. Para contactar, toma mi dirección email en mi perfil del blog.
Veritas Vincit.
Hola Ernesto, otra razón para usar una mano para el uso del arma estaba condicionada por la propia condición del arma, muchos revolveres de la época eran de simple acción, y por tanto la mano débil se usaba para accionar el martillo.
ResponderEliminarMe ha gustado el artículo como siempre.
Sergio Aparicio Arroyo
Hola Sergio: muchas gracias por tu comentario, como dices, ese era otro motivo.
ResponderEliminarSaludos.
Ernesto.