Y SIGUE PASANDO: aquí también sangramos…
Por, Ernesto Pérez Vera
Sé que lo he dicho y redicho
muchas veces, hasta se me ha criticado por insistir en ello, pero la situación
no permite obviarlo y regreso con lo mismo. A tenor de las noticias, parece que en nuestro
país cada día se producen más situaciones policiales que requieren del uso del
arma de fuego. Aunque en los años ochenta yo era un crío, recuerdo que la cosa
estaba disparatada en cuanto a atracos y atentados terroristas, casi siempre con
luctuosos resultados. Capitales de provincia, ciudades “menores” y pueblos se
vieron, como si de una enfermedad se tratara, contagiadas por el “¡arriba las
manos, esto es un atraco!”. Hoy, a veces,
parece que no hay tanta distancia con aquellas pretéritas fechas, a excepción
de los atentados terroristas, que ahora se dan menos.
Rara es la semana que no
conocemos la perpetración de un atraco a sucursal bancaria, joyería, peletería,
estanco, gasolinera, etc. Ciertamente esto ha existido siempre, pero se me
antoja, nuevamente a tenor de los datos que nos son proporcionados, que en la
actualidad los disparos vuelan en mayor número que antes. Sea como fuere, en
los últimos años demasiada sangre ha sido derramada en el pavimento de nuestras
ciudades, y sigue pasando. Al margen de los sucesos acaecidos en los clásicos
atracos, no pueden ser olvidados los acometimientos que sufren los policías
durante la identificación de personas (diligencia básica policial) o en el
trascurso de otras acciones policiales cotidianas. La sangre vertida es a veces
la de los malvados delincuentes —la buscaron y la encontraron—, otras la de los
siempre mal comprendidos policías y en ocasiones la de personas ajenas a
cualquiera de las partes. Esto último, si se me permite, es más doloroso aún.
Conocida esta realidad por
quienes mandan y gobiernan los cuerpos de seguridad, o sea la Administración al
final del camino, nunca se han efectuado estudios serios y contrastados sobre
las circunstancias que se dan antes, durante y después de un enfrentamiento
policial armado. Nadie se ha planteado firmemente si los agentes que trabajan
armados saben emplear sus armas de fuego de modo seguro y desenvuelto, fuera de
la galería o campo de tiro (muchas veces tampoco dentro de las propias canchas
de tiro). Nadie ha querido admitir jamás que la formación en esta materia es
nimia casi siempre e inexistente en ocasiones. Nadie se atreve a decirlo en voz
alta y por ello algunos desconocen estas circunstancias que para otros es reales
y cotidianas.
Poner en marcha un proyecto de
esta naturaleza supondría la inversión de tiempo y dinero. De lo primero sobra
casi siempre a quienes tienen que tomar la decisión, y lo segundo nunca quiere
soltarse, ni antes que sobraba ni ahora que vamos apretados. Puede que no interese mucho a casi nadie. De
concluirse un estudio y análisis sobre cómo, cuándo y por qué se producen bajas
en las filas de las fuerzas policiales, puede que el castillo de naipes que
algunos se han montado se venga abajo. Puede que a resultas del estudio haya
que aumentar los costes para subsanar los errores detectados —ahora ya con
datos—. Posiblemente habría que admitir, aunque fuese con la “boca pequeña”,
que lo que se venía enseñando y entrenando no sirve. No salva vidas. Puede que
incluso se desvele que fue contraproducente en algunos casos.
Todos tenemos en la mente
episodios en los que por tener la obligación y necesidad de disparar, agentes
de policía de nuestro país hirieron a sus acometedores o incluso acabaron con
sus vidas. Otros casos nos estremecen cuando recordamos que en nuestras filas
hubo fallecidos o heridos. Pero no hay que olvidar que a veces salen a la luz
sucesos en los que, de modo involuntario, los funcionarios produjeron lesiones
o pérdidas de vidas humanas en la población civil (daños colaterales, inocentes).
Solo por la cercanía extrema en el tiempo, amén de por el protagonismo mediático
del momento, recordaré el Caso Puerta del Sol (Madrid 6-5-2010) y el acaecido
el 25 de mayo de 2012 en San Juan de Aznalfarache (Sevilla). En el primero de
los casos un agente de la Policía Municipal de Madrid disparó a un sujeto que
lo atacó con un arma blanca, a muy corta distancia. El policía disparó tres veces
contra su agresor, consiguiendo que cesara la hostilidad cuando el tercer
proyectil lo alcanzó (todos los disparos tocaron el blanco). Lo lamentable es
que un proyectil atravesó el cuerpo del delincuente, rebotó en el suelo o en
una pared e hirió a un transeúnte al que provocó lesiones muy graves. Existió
sobrepenetración (presente en muchísimas casos documentados).
En el caso del municipio
sevillano de San Juan se produjo otro rebote, según todos los indicios (el caso
está aún sin juzgar). Nuevamente un proyectil disparado por un funcionario, en
este caso del Cuerpo de Policía Local de San Juan, parece que rebotó en el trascurso
de un intercambio de disparos con dos atracadores armados. Los ladrones
abandonaban una entidad bancaria en la que acababan de perpetrar un robo,
cuando fueron sorprendidos por dos policías. De los aproximadamente ocho
disparos que efectuaron los funcionarios, dos alcanzaron eficazmente el tórax
de uno de los asaltantes. Otro proyectil, según parece, rebotó e impactó en la
cabeza de una señora que esperaba el autobús a veinte metros de distancia de la
escena principal.
Se conocen en España pocos
estudios de campo sobre armas y su uso policial. Me refiero a trabajos efectuados por cuerpos
autóctonos. En un caso se invirtió en conocer
qué llevaba a los miembros de un determinado cuerpo a suicidarse. Pero lo que
de verdad importaba era que los suicidios se llevaban a cabo, principalmente,
con las armas de la institución. ¿Lamentable,
triste o vergonzoso? No lo sé. Lo que sí sé es que en ese cuerpo se producen
anualmente muchos accidentes con las armas
de dotación, y no precisamente porque estén averiadas (siempre que no hay
lesiones se ocultan a la opinión pública y al propio mando). Las descargas
involuntarias o disparos no deseados se producen por desconocimiento del manejo
del arma. Impericia. ¿Por qué? Sencillo, porque no se adiestra bien al personal
sino que se le entrena mal y con miedo.
Casi se adoctrina en el terror y fobia al arma. Se inculcan conceptos
deportivos a veces y erróneos casi siempre. “Yuyu”, tabú.
Otro cuerpo se preocupó por otra
cuestión: la pérdida, sustracción o extravío de las armas de sus integrantes.
La cosa es que nadie se ha mojado. Nadie le ha puesto el cascabel al gato.
Cuando al felino se le ponga la campanilla, ésta se debería hacer sonar por
toda la piel de tiro, digo de toro. Una vez que existiera un concienzudo
trabajo con conclusiones finales, debería coordinarse a todas las instituciones
armadas a fin de homogenizar la formación de quienes deben proteger al
ciudadano.
Esto ya ocurre en los Estados
Unidos de América. De
todos es sabido que en los EE.UU. las autoridades judiciales, e incluso la
propia sociedad, están muy comprometidas con todo lo que supone la seguridad de
sus calles y ciudadanos y, por extensión, también la de sus agentes de la
ley (aquí
agentes de la autoridad).
Bajo la directa dependencia del Departamento de Justicia norteamericano,
el Federal Bureau Investigation (FBI) es la agencia federal encargada de
recopilar múltiples datos sobre delitos en general. Esa información, una vez es
tratada y analizada, se vuelca en un complejo programa informático de
estadísticas. El programa Law Enforcement
Officers Killed and Assaulted (Leoka),
u Oficiales de Policía Asaltados y
Asesinados, es el que emplea esta agencia para estudiar todo lo
concerniente a la muerte y asaltos de los oficiales de policía de la nación. Por
cierto, el oficial es a ellos lo que a nosotros el agente.
Escarbemos un poco en
el tiempo. Ya en 1937 (hace más de 70 años) una comisión compuesta por
funcionarios del Departamento de Justicia comenzó, muy comprometidamente, su
singladura en el mundo del análisis estadístico de temas relacionados con
asuntos policiales. Desde el principio se dieron anualmente a conocer las
cifras de los agentes de la ley fallecidos en el cumplimiento del deber. En 1960 las estadísticas se ampliaron con más
parámetros. Desde ese momento no solamente se analizaron y publicaron cifras y
circunstancias relativas a los policías fallecidos, sino que también se dieron a
conocer los casos referidos a incidentes que únicamente produjeron lesiones,
sin aquel funesto resultado.
En junio de 1971 la Conferencia de Aplicación de Ley solicitó
al FBI una mayor implicación en la investigación y prevención de las
confrontaciones armadas. Naturalmente el FBI aceptó el reto y se implicó más a
fondo. La primera medida adoptada fue la de aumentar el número de datos y
patrones en las encuestas sobre agresiones. Entre 1972 y 1982 se emitieron dos
informes anuales. Fueron años con muchas bajas policiales. En septiembre de
2001, como consecuencia del brutal ataque terrorista sufrido por el país (11-S),
perecieron en el ejercicio de sus funciones setentaiún (71) agentes de policía.
En el informe emitido sobre ese año, Leoka 2001, las setentaiuna víctimas no
fueron incluidas en él. Las singulares circunstancias del caso así lo
aconsejaron. Este incidente marcó un antes y un después en la forma de entender
la seguridad nacional y también la internacional o global.
Gracias a lo detallado y afinado de los actuales informes del
FBI, en diversas tablas informativas se pueden conocer datos tales como: edad y
raza o etnia de los agentes asesinados (también de los atacantes), estado y
localidad donde se produjeron los hechos y calibres y tipo de armas empleadas
por los agresores. Incluso se puede conocer el número de agentes que portaban
chaleco de protección balística cuando fueron agredidos. Cifras relativas a los
ataques sufridos con otro tipo de armas (blancas, contundentes o
circunstanciales) son también publicadas en estos dosieres. Las franjas
horarias en las que se produjeron los hechos, así como las estaciones o meses
del año, son también analizadas y dadas a conocer. Revelador y fundamental en estos
estudios son los datos que relacionan el
tipo de servicio ejercido por los agentes asesinados/atacados y las distancias
a las que fueron acometidos. Este dato es crucial. Con esta información se
puede llegar a obtener conclusiones serias de aplicación eficaz en la
prevención de nuevos ataques. Esta información es imprescindible para formular
y diseñar ejercicios realistas de entrenamiento.
Pese a que el FBI es quien emite los informes más respetados
mundialmente, pueden existir datos o estudios obtenidos por otras agencias o
cuerpos policiales del mismo país. Por ello hay que ser cauteloso a la hora de
comparar estadísticas. En cualquier caso, seguro que se obtienen reveladores
indicios de qué es lo que ocurre ahí fuera, cómo ocurre y cómo se responde ante
las agresiones. ¡Impulsemos un Leoka made
in Spain, ya!■
Compañero Ernesto, la verdad que todo lo que dices es la realidad pura y dura pero se te olvida un pequeño detalle "ESTO ES ESPAÑA".
ResponderEliminarPara nuestra desgracia dependemos de una serie de "inutiles" apoltronados a los cuales lo que les suceda en la calle a la gente como tu o como yo les importa "tres coj..." y eso me temo es otra realidad, si me apuras mas dura que la que tu reflejas.
Si antes, que, parafraseando a otro "inutil" jugabamos en la Champion League y se supone que habia dinero para invertir en formacion o equipamiento para los Policias, absolutamente nadie (salvo , me imagino que honrosas excepciones) hizo absolutamente nada para revertir nuestra penosa situacion, me temo que este no es el momento para que llegue el ansiado cambio.
Me temo y ojala me equivoque, que tendran que pasar muchos años para ver en España algo remotamente parecido a un informe LEOKA.
Un saludo.
Carlos.
Estimado Carlos.
ResponderEliminarGracias por leer y comentar mi artículo.
Por cierto, algo que refiero en el texto, respecto al miedo al suicido de agentes en un Cuerpo, con el arma reglamentaria, está en la palestra: en dos meses se han suicidado 4 guardias civiles, dos con el arma de servicio. Esto, sin duda, es grave y merece un estudio —ya se hizo y se conoce el resultado—. Pero no es menos preocupante que muchos policías se dejen disparar, por miedo judicial o desconocimiento general. Y otra vertiente, también curiosa y asombrosa: algunos policías me han confesado que han tenido necesidad justificada de disparar, y se han dado la vuelta y dejado ir al malo. algunos no fueron capaces de desenfundar…
Saludos.
Ernesto PV
Compañero Ernesto, lo de los suicidios de personal que porta armas de fuego no es nuevo, como boton de muestra te referire que cuando yo hice el servicio militar ( eso te indica que ya tenemos una edad ) en un periodo de ocho meses se suicidaron tres jovenes en mi cuartel y como casi siempre pasa en estos casos todo el mundo paso de puntillas sobre esto ( me refiero a los mandos naturalmente ) medalla al canto (postuma) y a otra cosa mariposa.
ResponderEliminarLa investigacion, si es que la hubo, seria del tipo: estos jovenes han fallecido de muerte natural ( si te pegas un tiro con un CETME es natural que te mueras) y poco mas.
No es por frivolizar con el tema pues desgraciadamente ocurria en el pasado y como tu apuntas "sigue pasando" , pero es que las distintas administraciones lejos de extraer conclusiones y buscar soluciones lo unico que suelen hacer es hechar tierra sobre el asunto y esperar que pase la tormenta, lo cual excepto para la familia y los amigos del infortunado
suele ocurrir al poco tiempo. Es lo que hay.
En cuanto a lo de que muchos policias optan por no defenderse o directamente dejar que el malo se escape eso tampoco es nuevo, recuerdo un curso en la UNED en la que varios compañeros hicimos amistad con un policia nacional destinado en el Norte ( otro mundo ) y nos comentaba con bastante amargura que muchos de sus compañeros habian interiorizado la siguiente frase "la mejor actuacion es la que no se hace" y no nos lo decia por que les faltaran "redaños" ( lease "cojones" ) sino porque los mayores inconvenientes y problemas que pudieran tener por usar su arma los tenian dentro del propio cuerpo.
Y volvemos a lo de siempre, si me siento respaldado y o apoyado voy hasta donde haga falta, pero si a las primeras de cambio miro para atras y estoy mas solo que la una, me va a pasar una vez pero a la segunda ya vere yo por donde escurrir el bulto.
Que no deberia ser asi, todos lo sabemos, pero la realidad es lo que tiene que te las da todas en el mismo lado.
Punto aparte y no menos importante es el tema de la formacion con armas de fuego ( con la iglesia hemos topado ) que decir de este tema tan peliagudo, para muchisimos policias las frases que mas han oido durante su formacion (por llamarla de alguna manera )son dos:
Las armas las carga el diablo.
La pistola no se te ocurra sacarla de la funda por que tendras problemas.
Con este bagaje intelectual demasiadas pocas cosas ocurren y no te estoy hablando de los tiempos de Maricastaña, te hablo del ultimo compañero que esta con nosotros desde hace dos años y que en su periodo formativo recibio esos sabios consejos de dos guardias civiles que parece ser que eran ¿monitores de tiro?. Es lo que hay.
Pero bueno no todo va a ser malo, despues hay gente que merece la pena, que te enseña cosas sin pedir nada a cambio y que incluso se implica en su trabajo, pero de eso Ernesto me imagino que tu sabes un rato.
Un saludo.
Carlos.
Hola Carlos. Gracias por comentar.
ResponderEliminarEfectivamente, nada es nuevo. Todo pasaba antes, y también hoy. Pero por eso hay que decirlo claro –creo que yo lo hago-, a ver si con el tiempo conseguimos que cada vez pasan las cosas, menos veces. Ojalá un día se hable de esto como algo lejano. Insisto, hay que seguir diciéndolo, porque hay gente que no se entera de lo que pasa a su lado. Hay gente que no termina de comprender que puede defenderse, aunque sus jefes e instructores les digas que “las armas no hay que sacarlas nunca de la funda”. Que me lo digan a mí, o a mi mujer, que seguro está contenta de tenerme hoy aquí, recién cumplidos, ya, 5 años de aquello.
Saludos.
Ernesto.
Tras comparar las declaraciones de políticos y mandos policiales hechas recientemente por actuaciones policiales de aquí con las de sus homónimos de USA creo que todo queda bastante claro.
ResponderEliminarAquí no saben lo que es el LEOKA, ni si quiera saben como habría sido mejor intervenir en algún desgraciado suceso ¡¡¡NI AÚN A TORO PASADO!!!
Tapan sus vacíos metiendo miedo y sanciones. ¡Pero si el miedo es el peor consejero cuando de armas de fuego hablamos, y más si se usan en la calle!
A pesar de todo mi enhorabuena a Ernesto por seguir impulsando estas iniciativas que quizá un día se vean como algo normal y necesario. Saludos.
Gracias a tim, Sacros.
ResponderEliminarPor gente como tú, que sabe sacar partido a esto, sigo aquí.
Ernesto.
Ernesto, te tenia por un tio preparado,parece mentira que no sepas que aqui existe un programa que se llama, Le ¿cual?,¿que medices?, ¿de que me hablas?, que se publica anualmente y se actualiza mes a mes, parece mentira que no te lo estudies. Un saludo Jose Moreno.
ResponderEliminarHablando en serio y perdon por hacer chistes malos. Si conoceis a alguien de prensa que como tal se pueda dirigir al Gabinete de prensa de Interior. Que pregunte no ya el como, porque,cuando, por quien, sino DONDE que es facilito, ha habido un compañero muerto o herido en acto de servicio en los últimos veinte años, que digo diez años, seguramente les pondra en un apuro.Se lo podria preguntar a los sindicatos, que digo, estan ocupados con la politica. Entonces que queda, hacer de rata de biblioteca y comerte todos los periodicos de la época que interese y te quedaria cojo porque todos sabemos que la mayoría de las veces de lo que cuenta la prensa a la realidad va un abismo. Pues solo queda la iniciativa privada centrada en hechos recientes (porque si son antiguos todos sabemos que se desvirtuan)en la que alguien se deje su tiempo y su dinero para realizar el estudio y estar preparado para que encima le critiquen.Un saludo Jose Moreno
ResponderEliminarQuerido amigo Moreno, todo se andará… todo. ¡Oráculo, que eres un oráculo…!
ResponderEliminarErnesto PV
Ufff, ahora que tengo 10 minutos voy a participar.
ResponderEliminarHas dejado claro en el artículo los motivos por los que no interesa hacer este tipo de estudio, pero en concreto discrepo en dos de ellos: Tiempo y Dinero.
Bien es cierto que como dices de tiempo vamos bien, pues sólo habría que delegar en alguien que ya tiene el tiempo “emparejao”, dígase Unidad Administrativa/Gestión.
En cuanto al dinero, si no es necesario invertir en otro funcionario “mañanero”, estamos en una era “Cibernética” en la que no es necesario desplazarse 572 Km. para que nos expliquen que ha pasado. Solamente necesitamos un 15M policial/militar, una asociación corporativa alejada de la Administración y los Sindicatos, la cual recopile cuanta más información fidedigna posible y hacerla pública en un medio digital o prensa comprometida, para poner en entredicho a mandos, responsables, politicuchos y demás calaña que imponen medallas póstumas y ensalzan la labor Policial/Militar, al haber dado su vida por defender a sus semejantes, y si fuera necesario y llegado el caso, sentarlos en un banquillo, al igual que no tienen reparo en sentarnos a nosotros por haber obrado “malamente” en 0.03 seg.
Sólo me queda dar mi voto para que este “LEOKA Made in Spain” vea la luz, y ponerme a disposición de aquellos que lo hagan realidad.
Un saludo a tod@s.
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"Ante ferit quam flamma micet"
Gracias, Josma.
ResponderEliminarYa te contaré...
EPV