INSTRUCTOR DE INSTRUCTORES DE TIRO POLICIAL
Por, José Riera
“PARA TENER ENEMIGOS NO HACE
FALTA DECLARAR UNA GUERRA, SOLO BASTA DECIR LO QUE SE PIENSA” (Martin Luther
King).
En los últimos años, el
abanico de cursos de Instructor que están aflorando de diferentes materias y disciplinas
es muy grande. Unos están homologados o avalados por algunos de los ministerios
del Estado, otros por órganos de las comunidades autónomas, otros por
universidades, entidades locales,
sindicatos, empresas, academias o
incluso institutos de carácter privado, etc., tanto de carácter nacional como
internacional.
Pero nos vamos a centrar,
aquí y ahora, en los cursos de instructor
de tiro. Pero no cualquier tipo de curso de instructor de tiro, sino en los
cursos destinados a formar instructores de tiro policial, tiro destinado a los
integrantes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad (FFCCS). Cursos en los que se
otorga a quien lo realiza y supera, un diploma, un título que habilita a su
titular para instruir a policías en el ámbito del tiro (difícil no superarlo,
cuando has abonado una buena cantidad económica por realizarlo).
Echando la vista atrás y
haciendo un poco de historia autóctona, no hace mucho tiempo quienes instruían
y ensañaban a sus compañeros de plantilla todo lo referente a armamento y tiro,
eran policías veteranos aficionados a las armas, que amén de su pasión por el
tema, leyeron algún libro o artículos traducidos de algún americano o británico
(llámese Applegate, Weaver, Cooper, Standford, Fairbairn, etc.); empezando a
transmitir, en las líneas de tiro, lo que humildemente habían aprendido o
creído aprender. También podía adoptar esta función aquel compañero que había
estado destinado en alguna unidad especial, por lo que se le presuponía mayor
conocimiento y destreza en el manejo de las armas (esto aún sigue pasando)
En la actualidad, los 2
cuerpos estatales, y al menos 3 de las 4
comunidades autónomas que tienen creado un cuerpo policial propio, disponen de
un área o especialidad en armamento y tiro, y son estos quienes forman a sus
instructores de tiro, de entre los miembros de sus respectivas plantillas que
soliciten realizar dicho curso y, obviamente, lo superen. Estos serán, una vez
obtenida la correspondiente titulación, quienes formarán a sus compañeros,
dirigiendo las tiradas y ejercicios reglamentarios que se establezcan, y
quienes instruirán a los alumnos de nuevo ingreso en sus academias.
En las policías locales la
oferta se dispara. Hay academias que ofertan el curso de instructor de tiro para
los policías pertenecientes a dicha comunidad autónoma. Incluso las hay que lo
realizan a través de lo que han denominado itinerarios (suelen ser entre 3 y 4
cursos, cada uno con un nombre diferente, en función de su contenido, siendo
necesario empezar por el primero y si no se supera no es posible optar al
siguiente nivel, de manera que para llegar al de instructor de tiro se han
tenido que realizar varios). Y hay academias que simplemente no lo ofertan, o
dejan que entidades como sindicatos o ayuntamientos lo organicen y realicen… para
ellas homologarlos (normalmente las academias de los policías locales dependen
de las respectivas comunidades autónomas, y todos los policías de los
municipios que pertenecen a una misma comunidad autónoma pasan por el mismo centro de formación).
Hecha esta pequeña
introducción, vamos a entrar en materia. Y la materia no es otra que ¿quién decide y cuáles son los criterios
para capacitar a un instructor de tiro policial para ser instructor de
instructores de tiro policial? Vamos,
para formar a futuros instructores. Y más aún, ¿qué es lo que hay que impartir y exigir a los aspirantes a
instructores de tiro para policías, para poder acceder a realizar este curso?
La problemática radica en
que no hay nada regulado al respecto de manera oficial.
No hay una normativa que regule por igual a todos los instructores de
tiro de la Policía. La seguridad pública no tiene ninguna normativa que regule
este ámbito, algo que sí que ocurre con el
título de Instructor de Tiro del personal de seguridad privada, el cual está
regulado por el Ministerio del Interior.
Ø ¿Quién decide quién está capacitado y cuáles son los criterios
para capacitar a un instructor de tiro policial para ser instructor de
instructores de tiro policial?
La realidad es que salvo en
las academias estatales y autonómicas que se mencionaron anteriormente, por ser
algo oficial que se organiza dentro del cuerpo, nadie lo decide.
Cualquiera que tenga el
titulo de instructor de tiro y cuente con el
beneplácito de alguna academia de formación de policías locales, de un
sindicato, ayuntamiento, etc., puede organizar e impartir un curso de
instructor de tiro policial. Y si alguna entidad lo homologa, se reúnen los
policías suficientes para que sea viable, previo desembolso de estos últimos
del coste que se le haya puesto al evento, adelante (salvo en los cursos que
salen en el plan anual de formación de las academias policiales, que suelen ser
gratuitos).
Esto es lo que hay, unos por
su cuenta dentro de sus respectivos cuerpos, y otros por libre, sin unificación
de criterios por parte de nadie. Pero esto no es lo que debería de ser. Si para
ser instructor de tiro de policías hay que realizar un curso de instructor,
para poder impartir dicho curso habrá que
realizar previamente un curso que habilite a su poseedor como instructor de instructores.
¿Qué es lo que
tendría que ser?
Lo primero sería determinar
qué capacidades, cualidades y aptitudes, tanto en la materia en cuestión como
pedagógicas, debería de tener un instructor de instructores. Si se sabe mucho
sobre este campo pero no se sabe
transmitir, es decir, no llega el mensaje con total claridad y con el
máximo de opciones para que el futuro instructor tenga amplitud de recursos y
herramientas donde poder recurrir; o si se es un transmisor excelente, pero no
se saben contestar o darle solución a las preguntas y dudas prácticas, tácticas
o técnicas que se planteen, no se debería otorgar a ningún instructor de tiro
policial la habilitación para formar a futuros instructores.
Lo segundo sería la selección de los
más óptimos. No nos olvidemos que estos instructores serían quienes formarían a
los instructores que, a su vez, acabarán instruyendo a las FFCCS desde sus
respectivas academias, unidades o plantillas.
Esta tarea no sería nada fácil, pero
sí necesaria. Habría que empezar por los meritos que ostenta cada instructor
aspirante para ver quiénes son los más preparados, por la formación recibida
hasta el momento, dónde y cuándo se han formado, cuántos años llevan practicando y entrenando el tiro
policial, estudiándolo y documentándose; cuánto tiempo llevan ejerciendo la
docencia, si siguen
formándose y si tienen afán por seguir aprendiendo e investigando. Que sientan y crean en lo que hacen, porque ello les
llevará a preocuparse por los que patean la calle día a día, de forma que lo
que transmitan pueda servir llegado el fatídico momento, por nadie deseado, de
tener un enfrentamiento armado donde peligre la supervivencia. Que sean capaces
de desechar técnicas y tácticas obsoletas que pueden dificultar la
supervivencia. Deben ser conscientes de que se forma a policías y no a
tiradores deportivos. Tienen que ser capaces de ajustar los ejercicios y
entrenos a como se trabaja en la calle, para así poder trabajar como se
entrena. ¿Quién no conoce instructores que siguen anclados en los años de las
cavernas…?
Estamos hablando, en todo momento, de
enseñar a enseñar. Y recordemos que aquí todo NO vale, porque hay técnicas que no
van a servir. Y si de antemano ya se sabe… lo mejor es no enseñarlo.
En muchos países, incluido el nuestro,
como ya se ha mencionado anteriormente, esta habilitación es otorgada por haber
prestado servicio en ciertas
unidades especiales, o por haber estado en zona hostil en tal o cual guerra y
transmitir las experiencias vividas para sobrevivir. Está bien, pero estos
instructores deberían pasar por el filtro de lo mencionado en el párrafo
anterior.
Para poder llevar todo esto a buen
puerto, sería necesaria la creación de un órgano que regulase, dirigiese y coordinase
todos estos criterios y, además, lo hiciese de manera oficial con un registro
de todos los instructores de España. El símil sería un colegio oficial
profesional, que no una asociación, donde hubiese una junta de gobierno, unos
estatutos, una comisión deontológica y de formación, y que cada miembro tuviese
un documento oficial o acreditación con su número de instructor, etc. Pero algo
con más rango que un colegio y con un
carácter estatal, con sus respectivas descentralizaciones en las comunidades
autónomas.
Desde este órgano, además de
establecer los criterios de selección, se desarrollarían los planes de tiro,
entrenamientos y ejercicio formativos, mirando por la naturalidad y dejando de
lado la rigidez, ajustándose a la
realidad que los policías viven en la calle. Se deberían utilizar métodos
objetivos para ver qué sirve y qué no, a base de probar y probar, ensayo tras
ensayo, utilizando munición no letal, y sirviéndose de la ciencia con criterios
uniformes para todos los policías; porque todos los que patean la calle y
llevan en su cinto un arma de fuego, independientemente del color del uniforme
que vistan, van a tener siempre dos
cosas en común: ante un enfrentamiento armado, donde peligre la supervivencia del policía, debajo
del uniforme siempre, y me reitero, va a haber un ser humano, el cual si ha
logrado sobrevivir va a tener que comparecer ante la autoridad judicial.
Ø ¿Qué es lo que habría que impartir y exigir a los aspirantes a
instructores de tiro para policías, para poder acceder a realizar este curso?
En este curso, de lo que se trata es
de enseñar al futuro instructor a enseñar a instruir, a transmitir todos los
conceptos que ya conoce y que se le van a ampliar, y aprender e interiorizar
conceptos, tácticas y técnicas que aún no sepa para poder transmitirlas.
Nadie está en posesión de la verdad absoluta, pero un
instructor debería saber manejar con destreza, como mínimo, las armas cortas
más habituales portadas por nuestras FFCCS, enseñar y corregir; al igual que manipular
las escopetas de corredera y los fusiles y subfusiles más comunes. Pero también
debería dominar técnicas para enseñar y corregir empuñamientos, extracciones de
la funda y las tan olvidadas transiciones negativas, o sea devolver el arma a
la funda colocándole a esta los broches y seguros de la forma más rápida y
eficaz posible, encarar el arma desde las distintas posiciones, alinear
elementos de puntería y saber cuando no se podrán tomar, posiciones de tiro,
las diferentes guardias cuando el arma esta fuera de la funda, condiciones de
porte del arma y sus ventajas e inconvenientes, tiro apuntado, tiro dinámico
saliendo de la línea de agresión en cualquier dirección, tiro tras parapeto,
desde vehículo, etc., etc., etc. Pero sobre todo se deberían enseñar los
recursos para tener las máximas posibilidades de sobrevivir en un
enfrentamiento armado, partiendo de las reacciones innatas a nivel fisiológico
y psicológico, a las cuales nadie va a poder renunciar y van a condicionar los
primeros instantes de la intervención. Conocer la normativa legal en lo
referente a materia de armas, todas las medidas de seguridad y sus porqués, la
balística y la cartuchería y su nomenclatura, el montaje y desmontaje de las
armas más comunes mencionadas más arriba, etc. Sí, no es un error, no se ha
nombrado el tiro instintivo.
Si se siguiese con la enumeración de lo que debería dominar
un instructor de tiro policial, se podría aburrir al más apasionado lector.
Y dicho todo esto que resulta tan utópico, pero que
desde mi punto de vista es lo que tendría que ser, hemos llegado a donde se pretendía:
y es el ser instructor de tiro policial a través de estos cursos impartidos por
profesores a los que nadie ha otorgado tal capacitación. Donde nadie ha exigido
a los policías aspirantes haber cursado un mínimo de formación en este terreno,
demostrar destreza, conocimientos, habilidades y cualidades en la materia. En
definitiva, lo que se conoce en otro ámbito como “horas de vuelo”. Se solicita
el curso, se realiza el correspondiente ingreso en la cuenta bancaria… y a
cursar.
Esto qué implica, que se presentan a dichos cursos
policías con poca o nula destreza en el uso y manejo de las armas, a sabiendas
del profesorado. No se puede estar enseñando cómo se empuña un arma de fuego,
cómo se alinean elementos de puntería y, más aún, cuál es el ojo director o
maestro. En un curso para ser instructor de tiro policial NO se deben enseñar
estas cosas, ya deben llegar aprendidas.
Sí, señores, sí. Esto ocurre, ha ocurrido, está ocurriendo y tristemente ocurrirá. Se enseña lo que ya se debería de saber, lo que se debería haber aprendido en la academia como agente de nuevo ingreso o en un curso básico de tiro policial. Inflan, agobian, acobardan y duermen al aspirante a instructor con una legislación de primero de academia. Algo sabido por todos, y si no se sabe, además de ser algo muy penoso, el usuario puede coger su teléfono móvil, o si no dispusiese el de su compañero, y preguntárselo al señor Google.
Sí, señores, sí. Esto ocurre, ha ocurrido, está ocurriendo y tristemente ocurrirá. Se enseña lo que ya se debería de saber, lo que se debería haber aprendido en la academia como agente de nuevo ingreso o en un curso básico de tiro policial. Inflan, agobian, acobardan y duermen al aspirante a instructor con una legislación de primero de academia. Algo sabido por todos, y si no se sabe, además de ser algo muy penoso, el usuario puede coger su teléfono móvil, o si no dispusiese el de su compañero, y preguntárselo al señor Google.
Se insiste en medidas de
seguridad, seguridad, posiciones, posiciones y más posiciones, muchas de ellas
solo válidas para el tiro deportivo. Movimientos únicamente hacia adelante y
hacia atrás, como si se caminase en raíles, algo que dificultará la
supervivencia del policía porque no sale de la línea de fuego del supuesto
agresor. Se disparan varios cartuchos con alguna escopeta de corredera, rifle
de cerrojo para caza mayor, subfusil o con el vetusto Chopo (el Cetme, para
quien no ha sido militar o no hizo el servicio militar).
Y pese a ser importante el
tema de las armas largas, al disponer de pocas horas para transmitir tanta
información, ¿no sería más interesante enseñar a desmontar y a dejar aseguradas
este tipo de armas, y sobre todo la escopeta del 12, al ser ésta el arma más
común en la mayoría de domicilios españoles que poseen armas, y que un policía
se puede encontrar en cualquier servicio por rutinario que este sea, y dedicar
más tiempo a lo que siempre lleva un policía en su cinto? Sí, la pistola (revólver
aún en demasiados casos, además de muy vetustos), el arma corta: licencia tipo
A, 1ª categoría del vigente reglamento de armas.
Un músico que ha pasado varios años en el
conservatorio, acudiendo a clases
particulares y tocando (entrenando) a diario, no tiene por qué saber
tocar todos los instrumentos. Esto ocurre con los instructores de tiro
policial, pero el arma corta debería de ser para el instructor lo que el solfeo
para el músico.
Pero la guinda en estos
cursos la pone el último ejercicio del curso: un recorrido al más puro estilo
IPSC o tiro deportivo dinámico. ¿Qué incertidumbre hay en este ejercicio? ¿Qué
parecido tiene con la realidad? La mayoría de las intervenciones policiales en
las que puede que tengas que hacer uso del arma de fuego, no son deseadas ni
buscadas. El estrés es real y es un estrés de supervivencia, mientras que en un
recorrido deportivo el estrés es el que te marca el protimer y el meterlas dentro de la ficha o tumbar el popper.
¿Y esto por qué se hace? Porque muchos de estos instructores proceden
del ámbito deportivo, algo muy respetable y ante algunos para descubrirse, pero
que en muchos casos dista totalmente de la realidad que viven los policías (muchos
lo saben y lo dicen, lo que les honra, pero otros miran hacia otro lado). Los
hay que imparten el curso con sus pistolas de competición, acompañadas de fundas
“galácticas”, y cuando todos ya han realizado el ejercicio, lo ejecutan ellos.
¡Por favor!
No se puede ir a un curso de
instructor de tiro policial para que te enseñen lo básico. Es un engaño, podría
ser hasta una estafa, pero como no hay nada regulado y como se suelen consumir
(quemar munición) una media de 700 cartuchos en 70 u 80 horas, pocos policías
aspirantes a instructor se quejan: tiran más que posiblemente en años y encima
obtienen un titulo que les habilita para instruir.
Pero con estos futuros
instructores, cuando sean ellos quienes impartan un curso de tiro policial (si
no se han formado posteriormente), podría ocurrir lo que muchos definen como: más de lo mismo, vender humo y más humo. Mucho humo. Dudo que muchas de las capacidades,
conocimientos, aptitudes y cualidades que se enumeraron anteriormente, se
puedan adquirir participando en este tipo de cursos.
Incluso hay veces que a
estos cursos se lleva, a modo de relleno (como si no hubiese materia), a un juez,
magistrado o fiscal. Sí, es muy positivo que la judicatura conozca la realidad
del policía, pero en estos cursos no la ven ni de lejos; además de que acuden
en calidad de docentes a explicar el artículo 15 de la Constitución Española, el
5.2.d de la LO 2/86 de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, el 20 del Código Penal,
en concreto el 20.7 y nombrando de pasada el 20.4 (esto daría para un extenso
monográfico, hablando también del miedo insuperable del 20.6). Estos juristas
también suelen comentar sentencias que, a
la par que interesantes y curiosas por el resultado del fallo, lo que hacen es meter
más miedo a la hora de utilizar las armas de fuego, por el enfoque que se les
da. En definitiva, concurren para explicar lo restrictiva que es la legislación
española con el uso de las armas de fuego por parte de la Policía. ¿Por qué no
se lleva a un médico forense junto con un neurocientífico?, alguien que diga,
con datos objetivos y desde el lado de la ciencia, que la coletilla la fuerza mínima imprescindible no se va
a poder controlar siempre. Pero no porque el policía no quiera (ya que siempre
mira de reojo al poder judicial), sino porque en una situación en la que
peligre la supervivencia en el cerebro va a surgir el instinto de conservación.
A estos instintos no les importan las reglas, únicamente les importa sobrevivir.
En estos casos se produce una respuesta programada filogenéticamente, reactiva
y defensiva. Y sí, los policías saben que el último ratio de la fuerza a
emplear es el arma de fuego, pero hay que explicar que en esas situaciones van
a sufrir unas reacciones a las cuales no van a poder renunciar y que van a
modificar, en los primeros instantes vitales para la supervivencia, su
comportamiento tanto a nivel conductual como morfológico. Esto hay que
explicarlo, fundamentarlo y decir los porqués, y no nombrar a la señora amígdala, el señor tálamo y los parientes
cercanos, pareciendo que ya está todo dicho.
Los miembros de la
judicatura deberían ser invitados a conocer esta parte sobre las reacciones del
policía. He de decir, haciendo honor a la verdad, que no puedo generalizar con
todos los miembros del mundo judicial: desde el ámbito universitario, con la colaboración
inestimable de un doctor en Neuropsicología y una doctora en Psicología, reunimos
a un grupo reducido de jueces y magistrados a los que se les transmitió de una
forma muy didáctica las reacciones que sufren los policías ante situaciones de
supervivencia. Y lo vieron y entendieron muy claramente. Es un comienzo.
Se supone que los instructores
de tiro son quienes deben realizar los planes de tiro de sus respectivas
plantillas o unidades, pero en estos cursos solamente se les enseña a dirigir
una línea de tiro, una línea de tiro donde priman la puntería, la técnica y la
seguridad. ¿Pero seguridad para quién, para el instructor o para el instruido?,
porque a quién no le vienen a la mente disparos o descargas negligentes por un
mal manejo del arma de fuego, por una nula o pésima instrucción.
Ver: http://tirodefensivocampodegibraltar.blogspot.com.es/2014/03/accidente-impericia-por-falta-de.html
Es el instructor el que
decide qué ejercicios hacer y cómo gastar la munición de la que se dispone, oyéndose
en muchos casos la decepcionante frase ¿qué
hacemos hoy?
El motivo principal de que todo esto
ocurra es que el fin
primordial del curso no es enseñar, para que luego los nuevos enseñen, sino que
es el monetario, amén del afán de protagonismo. Quizá un curso de formador de
formadores de manera oficial, como se comentó en párrafos iniciales, fuese la
solución a todo este libre albedrio.
Si los cursos de especialización
de los 2 cuerpos estatales y las policías autonómicas, como son los de las unidades
de orden público (UIP, GRS, Brigada Móvil…) tienen una duración de entre 5 y 10
semanas, y los de las unidades de intervención (GEO, UEI, GEI, Berrozi….) tienen
una duración de entre 5 y 9 meses, y no se otorga a los policías que lo realizan
la condición de instructor, es decir, que estos policías no van a enseñar
posteriormente a otros, algo falla en el tiempo destinado a estos cursos de
instructor de tiro policial.
En los cuerpos estatales y
autonómicos tienen una duración de entre 1 y 3 meses, en el mejor de los casos,
y de 80 horas aproximadamente en el resto de cursos de instructor referenciados
(que no se malinterprete que la duración
de los cursos de las unidades que se han nombrado es excesiva, al contrario son
unidades que no pueden dejar de entrenar
y para las que es necesaria una formación continuada).
Seguro que todos recordamos
al entrenador de la película Rocky, ¿verdad?
Aquel señor mayor que le enseñaba detalles y conceptos de cómo cubrirse, cómo y
cuándo utilizar una guardia u otra, cómo moverse, etc. Un formador de
instructores tendría que ser esa persona
que ensañase esos detalles a los futuros
instructores, para que formen posteriormente a sus compañeros de armas. Porque hasta
que el boxeador (por seguir con el ejemplo de la película, pero podría ser
cualquier otra disciplina o arte marcial) no está preparado no sube al ring. Y
para estar preparado previamente ha estado horas y horas todos los días en el
gimnasio, habiendo pasado por diferentes esparrings… y así sucesivamente hasta
llegar a una pelea. Así, pelea tras pelea. Pero con estos cursos de 80 horas de
vuelo, ya se sube directamente al ring. ¡Venga ya!
Un médico está como mínimo 6
años en la Universidad, con sus respectivas prácticas, y 4 años más en un
hospital haciendo el MIR (más prácticas). Y todo esto se hace porque están
tratando con personas, y cuando cogen sus herramientas de operar, o hacen
diagnósticos, no se pueden equivocar. A esos médicos les enseñan profesionales
que han sido los números unos de la promoción, investigadores, catedráticos,
con muchos años de experiencia.
¡Qué casualidad! A los
policías les pasa lo mismo que a los médicos: cuando emplean la fuerza no se
pueden equivocar. Y cuando hablamos de la fuerza del arma de fuego, nuestro bisturí,
no hay error que valga que uno se pueda permitir. Pero hay una gran diferencia cualitativa y cuantitativa entre la
formación que reciben ambos: a muchos policías les enseñan profesores que no
han acreditado la capacitación que se requiere para la transmisión de los
conocimientos que los policías necesitan para operar en el quirófano
de la calle con garantías de supervivencia, ya que han recibido
una instrucción con mucha y diversificada información en muy poco tiempo.
Las rara avis que creemos en este estilo
de vida que es ser policía, esperamos que algún día todo esto cambie, y deje de
ser una mera utopía.■
De nuevo mi enhorabuena Ernesto, otro magnifico articulo donde dices verdades como puños. Desde mi punto de vista, dependiendo del cuerpo que sea, en todos ellos en el área de armamento y tiro, en algunos más que otros, existe el compadreo, monopolio, o llamémoslo como queramos, pero tienen su coto privado desde donde viven muy a gusto, donde no les llueve y donde están anclados en sus destinos muy cómodos desde la prehistoria. Esto se ve tanto en la instrucción de formación de las plantillas, como en la instrucción de instructores.
ResponderEliminarPor suerte desde un tiempo para aquí, poco a poco encontramos instructores formados y con amplios conocimientos en la materia, y lo más importante, que han ido avanzando y adaptándose a los tiempos que corren, aplicando en sus clases lo útil y necesario y lo verdaderamente importante y fundamental para una instrucción eficaz.
Como bien dices en tu artículo, esto será un proceso muy lento y desgraciadamente seguiremos padeciendo instructores muy mediocres aplicando sus conocimientos prehistóricos. Aunque confiemos en que poco a poco demos un giro a la situación y se regule de forma más eficaz y unificada.
Saludos. Mateo.
Hola, Mateo. Gracias por el comentario, pero no es mío el texto, lo firma José Riera.
EliminarUn abrazo.
Ernesto
Perdón por el despiste, mi enhorabuena a José Riera por el magnífico artículo.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias Mateo. Saludos.
EliminarJosé Riera.
MUY bien dicho!!! Lo he intentado un par de veces pero siempre lo dejo estar pues acabas pensando en que se van a meter contigo, es decir, he escrito algún artículo de este mismo tema pero al final piensas " y para qué ? " .
ResponderEliminarSoy Instructor de Tiro de Seguridad Privada, podríamos decir ( bueno así lo expreso yo ) que somos como un sucedáneo de Instructor, y con un temática clara. No obstante, como bien apunta el artículo, se dan cursos en academias privadas sobre este tema y más de una vez me he visto compartiendo docencia con otros instructores, normalmente de ámbito policial. He visto un poco de todo, del qué prácticamente no te saluda, el qué se queda en blanco en varias ocasiones por alguna pregunta o el qué te invita a tomar café y acabas intercambiando teléfonos. De todos sacas algo bueno, aunque aveces cueste.
Pero desde hace ya tiempo, para mi, la expresión Instructor de Tiro, no me supone para nada que uno sea un experto, aveces al revés, les temo a ver que sandeces van a decir. Tal es el punto que yo mismo me presento como aficionado a las armas y sobre todo a la cartuchería, que es ciertamente, lo que soy. Por qué para mi ser instructor de tiro no es ni por asomo el diploma que te dan.
Ferny
Muy buen artículo. Me gustaría añadir además, si se me permitiera, que el problema (porque lo es) aquí narrado afecta también a la instrucción básica, es decir, la recibida por los policías. La instrucción es algo fundamental cuando hablamos de la seguridad y, bajo mi humilde opinión, se están cometiendo auténticas (y normalmente muy caras) temeridades.
ResponderEliminarGracias por el comentario. Opino igual que tú.
EliminarErnesto.
Gracias Pablo. Un abrazo.
ResponderEliminarJosé Riera.
Gracias Jose Riera por tanta información vertida en tan interesante artículo, como le dije a Ernesto sería propio para un guión de el magnífico programa documental "DocumentosTV". Desgraciadamente como bien dCíes hay mucha utopía y por ende, camino que recorrer. El problema es que la gente que vamos en el mismo barco que tu, gente con inquietudes em busca del buen hacer y la "verdad", como muchos de los que seguimos este blog, no tenemos el "poder político" para que las cosas se hagan bien, aunque es muy importante que gente como tu, Ernesto y pocos más... No dejeis de remar en ese propósito. Saludos.
ResponderEliminarHola, Ortiz: gracias por tu comentario.
EliminarUn saludo.
Ernesto
Gracias Manuel. Un abrazo.
EliminarJosé Riera.
Buen aporte en la formación de instructor de tiro policial, que considero que en las instituciones policiales se debe de estandarizar los métodos, técnicas y estrategias en el manejo y uso de las armas de fuego en el servicio y en las operaciones tácticas policiales para su actuación con carácter, conciencia y decisión en la seguridad y protección de la vida de terceros.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Anibal.
EliminarUn saludo.
Ernesto.